Recordando Japón [con Andrea Laakkonen]

La escucha con mucha educación, sin interrumpirle en ningún momento mientras le regala tiernas sonrisas para darle a entender que la está prestando atención. Le gusta saber cosas de ella, pues así podría conocer más cosas de ella. Su sonrisa va menguando poco a poco cuando empieza a hablar de su padre y su enfermedad, quedando totalmente seria pero con las cejas arqueadas, dibujando un rostro de “lo siento por ello”, pero esas cejas arqueadas se fruncen un poco ya que se alerta y preocupa al ver esas lágrimas recorrer por sus mejillas.
Lo que la hace reaccionar y sentarse para poder atenderla mejor, es cuando la siente temblar entre sus brazos y confiesa lo último.

-Mi princesa, no llores… –Le susurra atrapando su rostro entre sus manos y con sus pulgares limpia esas lágrimas que habían salido de sus ojos para poder limpiarlas- Oye, te entiendo, créeme… –Le susurra acunándola entre sus brazos mientras la mira a los ojos de manera muy cariñosa, pues después de todo ella perdió a su madre cuando tenía tan sólo 10 años; la diferencia es que ella ha tenido 13 años de su vida para poder superar su muerte- Estoy segura que debe estar muy orgullo de ti, ¡de verdad! Estás aquí para conseguir tú sueño y eso te hace ser fuerte, además, de seguro que él está a tú lado para cuidar a su precioso ángel –Le susurra depositándole un suave beso en su mejilla, haciendo más firme el abrazo- ¿Sabes…? Llora todo lo que tengas que llorar, no es bueno guardarlo dentro… Pero… –Junta su frente contra la de ella- Sólo te lo permitiré hoy… Después quiero ver una bonita sonrisa, de esas que sabes dibujar solamente tú –Le susurra dándole un suave beso en los labios.

Deja que llore todo lo que quiera en su pecho, estrechándola entre sus brazos y acunándola. Le da de vez en cuando algún que otro suave beso en su cabeza y frente mientras le regala alguna pequeña caricia en su espalda, intentando calmar su sollozo, para darle a entender que no se va a ir de su lado y no la va a dejar sola.

-Tú padre tiene razón… Tienes una voz que parece la de un ángel –Le susurra en el oído.

Le dice eso no sólo para animarla, sino porque está de acuerdo con ello, claro, con el pequeño detalle de que ella aún no sabe que la hermosa chica que está sollozando entre sus brazos, en verdad es un ángel.

La mira preocupada al verla como algo tensa, por una forma decirlo. Cuando le dice que no es una chica común, sólo puede arquear la ceja al no entender a los que se refiere; tan sólo pasan unos 10 segundos para ver realmente sorprendida como unas bellas alas salen de su espalda y un aura del mismo color de sus ojos la envuelve. Sus ojos brillan al verla, y es que se veía muchísimo más hermosa, sintiendo como su corazón late de manera muy cálida por ello. La sorpresa sigue presente, se quiera o no, ella siempre ha creído que los ángeles formaban parte de cuentos para niños, cuentos como los que les contaban sus padres a ella y a su hermano para que durmieran.

Su cabeza intenta procesar la información, pero sólo logra soltar las siguientes palabras.

-Eres maravillosa… –Susurra de manera inconsciente, sin quitarle el ojo de encima.

Se había quedado demasiado atontada observándola, pero logra que las palabras lleguen a sus oídos y su cerebro lo procese correctamente. Pestañea un par de veces y suspira para dibujar una sonrisa, rodeando su cintura delicadamente para acercarla de nuevo a ella, abrazándola suavemente mientras le deposita un suave beso en su barbilla. Pero entonces la mira con una ceja arqueada.

-Espera, ¿cuidarlos de qué? –Le pregunta mientras acaricia sutilmente su espalda, dándole un corto beso en los labios.

Tiene el ceño fruncido al escuchar lo que le cuenta. ¿Había atacado a una niña pequeña? Ya de por sí consideraba penoso atacar a alguien porque sí, pero a una niña era peor. Perfila su nariz con la suya y le deposita un suave beso en la punta de esta, juntando sus frentes para poder verla directamente a los ojos.

-Cuidaré de ti también… –Le susurra juntando sus labios poco a poco, iniciando un nuevo beso, un beso tierno y dulce.

Muerde ligeramente su labio inferior en medio del beso, así pudiendo tomar aire y seguir saboreando de sus labios que empezaban a ser su obsesión.

Ríe suavemente ante su dicho, dándole varios besos cortos en sus labios hasta que muerde ligeramente su barbilla.

-Es imposible no hacerse adicta a tus labios –Le susurra volviendo a besarla, pero esta vez lo va profundizando un poco más mientras va hundiendo sus dedos en su nuca, enredando su cabello entre ellos para poder apasionar más el beso.

A pesar de que tenía ganas de acorralarla en el suelo y empezar a devorarla a besos ahí mismo, consigue controlarse a pesar de que le da alguna que otra caricia sugerente a su espalda.

Ríe suavemente y le muerde ligeramente el labio inferior.

-Me gusta no tener remedio a esto –Le susurra antes de seguir con el beso, esos besos que si fueran por ella nunca tendrían fin, sino fuera por el capricho y necesario de poder respirar.

Cuando el beso se rompe, se pierde un poco en sus bellos ojos hasta que abre los suyos de par en par ante la sorpresa de escuchar esas bonitas palabras, haciendo que su corazón se ponga a bailar prácticamente. Tiene la boca un poco abierta, y a los segundos sonríe feliz, abrazándola contenta para repartirle varios besos por su cara.

-Yo también me alegro mi princesita –Le dice rozando sus labios. La mira con cierta timidez en cuanto algo se pasa en su cabeza, mirándola con un suave rubor en sus mejillas- Andrea… Yo… Erm… –Comenta algo nerviosa hasta que al desviar la mirada de la suya, se fija que la lluvia había reducido bastante- ¡¿Cuándo ha cedido tanto la lluvia?! –Exclama mirando a su ángel- Creo que será mejor vestirnos… –Le dice riendo ligeramente y dándole un beso en su barbilla.