Recordando Japón [con Andrea Laakkonen]

-Estoy segura que lo harán –Le sonríe para ahora escuchar una canción algo más sinfónica, más tranquila por una forma decirlo.

La morena no sabe cómo expresar o explicar cómo se está sintiendo al escucharla cantar, casi como el canto de una sirena con los piratas, sólo que en el caso de una leyenda no terminaba bien; esa chica es una maravilla a ojos de Sora y no puede evitar regalarle una sonrisa dulce cuando ella termina.
Por inercia camina hacia ella para poder recibirla, pero se alerta cuando ella tropieza. Corre para intentar cogerla, y lo único que logra es agarrarla de la cintura, pues al no haber visto donde ponía el pie, termina cayendo con la rubia encima suyo.

-Ou… ¿Estás bi…? –Se ruboriza fuertemente al ver la posición en que están, reincorporándose un poco del suelo, quedando media sentada- ¿…en? –Termina la pregunta sintiendo a su corazón latir más rápido de lo normal, no sin antes saltarse un latido.

Se levanta con su ayuda y sentir una mano presionar una de las suyas, mientras la otra llega hasta su mejilla no ayuda mucho a su rubor y nervios.

-E-Estoy bien, tranquila –Logra articular esas palabras mientras en su cabeza intenta ordenar sus ideas, pero cuando sus ojos azules se fijan en los violetas de ella y se quedan así por unos segundos, logra reaccionar como ella, mirando hacia otro lado mientras lucha por calmar a su corazón y que el rubor vaya bajando poco a poco- Erm, claro, vamos te invito a lo que quieras –Le dice riendo suavemente y recuperando un poco la compostura, ya con los nervios un poco en segundo plano y el rubor muchísimo más bajo, sólo rozando lo leve.

Se deja guiar por la rubia mientras que tenía como una especia de batalla interior por lo que acababa de sentir hace unos segundos y no entendía, pero entrar a ese local japonés la ayuda a distraerse, especialmente por la pregunta de ella.

-Oh, sí, es un plato bastante típico en Japón en lugares como estos. Podemos coger eso si quieres –Le sonríe con amabilidad- Aunque te aconsejo que cojas algo de beber, ese plato al rato te pedirá bastante líquido –Le informa acordándose cuando su hermano y ella eran pequeños y sus padres los llevaban a sitios así como un día familiar.

Una vez que pagó los takoyaki y los dos tés de limón, dispuesto que se pidió lo mismo, salieron al exterior ya que es el único lugar a comer. Las bancas están algo ocupadas y entonces ve como su compañera va en busca de un mantel. Ríe suavemente y niega con la cabeza.

-Claro que no me incomoda –Le responde para seguirla ya que la guía hasta bajo un árbol.

Se sienta a su lado cuando todo estuvo listo. Se come tranquilamente una bola después de soplar de esta, y mira a la rubia.

-¿Te gusta? –Le pregunta ya que al parecer es la primera vez que lo prueba- ¿Es el primer plato japonés que comes? -Le pregunta más por hablar de algo y que no haya silencio entre ambas.

Ríe suavemente cuando le responde, dándole un sorbo a su lata.

-Si que es cierto que el pulpo tiene un sabor algo extraño, me acuerdo que mi hermano siempre se quejaba de que era más plástico que comida –Le explica recordando a su hermano a sus 4 años quejándose del pulpo, pero que igual que la rubia, prefería las bolas takoyakis- Oh sí, he llegado a probar alguno. No es para nada lo mismo –Se rasca la mejilla suavemente con su dedo índice hasta que pestañea un par de veces hasta ver que le pone la bola en frente.

Pestañea un par de veces, hasta que con un suave rubor en sus mejillas acepta el bocado. Lo que empeora su rubor fue escuchar a un niño de lejos señalándolas y mirando a su madre, tirando de su vestido para llamar su atención mientras exclama un “¡mira mamá, una pareja!” que llega fácilmente a sus oídos.

El rubor parece que, por capricho del momento, ha decidido quedarse de manera temporal sobre sus mejillas.

-¿En verdad parecemos una…? –Piensa realmente apenada, e igual que Andrea, se queda como algo pensativa, y si no fuera porque ella la vuelve a hablar de seguro que seguiría perdida entre sus pensamientos.

La mira a ella y luego a la bola, riendo suavemente para aceptar de nuevo lo que le ofrece. De manera inconsciente sus ojos se clavan sobre los de ella unos segundos, segundos que para ella parecen minutos; cuando se da cuenta se ruboriza suavemente y mira hacia otro lado, hasta que esta vez es ella la que le tiende una bola de takoyaki.

-Me las acabaré comiendo todas sin querer –Le dice con una sonrisa amable y cariñosa.

Le sonríe tiernamente y asintiendo con la cabeza. Es cierto, todo es mejor cuando se comparte pero eso le hace pensar en cómo se siente con la rubia; ella siempre ha creído que se le puede coger mucho cariño a alguien que se acaba de conocer, ¿pero hasta el punto de sentir eso que sentía? Piensa que no y se lo niega, es decir, no es la primera vez que se siente así con una chica, y sinceramente, ni con su anterior pareja llegó a sentirse tan bien como se siente con ella.

La sigue con la mirada, y en cuanto un travieso “es hermosa” pasa por su cabeza, no duda en sacudir su cabeza para quitarse esa mentalidad de ella. Le sonríe pero esta desaparece para dibujarse una bastante divertida, con la cara por completo roja y los ojos algo abiertos por el beso que le hace latir otra vez más el corazón después de saltarse un latido.

Vale, eso que pasa lo tiene que descubrir pronto. La mira tumbarse.

-Puedes dormir un rato si quieres, yo cuidaré de ti

Pestañea un par de veces ante su comentario, así que riendo suavemente acepta que se acurruque cerca de ella y estrecha su mano con la de ella. Ve como cae dormida en unos pocos dormidos.

-Habrá tenido días muy movidos –Piensa mientras inconscientemente, con su mano libre, va acariciando su cabeza, como si aquello fuera a ayudar a su sueño- Descansa… –Susurra al irse acercando suavemente a ella, depositando un leve beso sobre su frente.

Ese acto le sorprende a sí misma, ruborizando suavemente y alejándose lo suficiente para que ella supiera que está cerca suyo. No quita ni un solo minuto el ojo de encima suyo, cuidándola tal como le había dicho.