Recordando Japón [con Andrea Laakkonen]

La mira con atención, escuchándola educadamente mientras despega su mejilla de su mano para evitar las típicas marcas rojas que se quedan cuando estás un buen rato en esa posición.

-Tuvo que ser muy bonito aprender de tu padre, siempre terminan siendo los mejores maestros –Comenta mirando al estanque- A partir de 5 años si no mal recuerdo, me enseñó mi madre ya que ella y mi padre son músicos. Así que con el tiempo, mi hermano y yo nos fuimos interesando en la música un poco –Le responde extrañando a su madre, y era curioso que en cierta manera, ambas tuvieran ciertas similitudes en algunas cosas.

La mira con sorpresa en cuanto le cuenta eso y se sienta algo mal con la idea de que alguien haya tenido la tan mala idea de dejar a un bebé a una casa cualquiera; pero para suerte de la rubia, esa casa “cualquiera” terminó siendo su familia de verdad. Tal vez un abandono no es siempre malo, ¿no?
No se atreve a decir nada por si decía algo que no debía, pero termina por sonreírle en cuanto escucha que esa familia la amó como a una más, algo tremendamente tierno a ojos de la ojiazul.

No pasa mucho rato cuando nota que la rubia toma su mano, causando que la morena se ruborice levemente por aquel acto.

-C-Claro –Acepta su proposición, tampoco negando el agarre de su mano a pesar de que está deseando que la ojiamatista no notara el rojo de sus mejillas- Vayamos por este camino, a ver si hay suerte y no tienes que pasar por piedras de nuevo –Le comenta ya caminando a su lado.

Caminan unos pocos minutos mientras sus manos seguían juntas, algo que lograba poner un poco nerviosa a la morena, especialmente porque no le incomodaba eso. Al llegar y ver que el camino es igual, no puede evitar suspirar ya que en verdad no quería que la rubia llegara a caerse o hacerse daño, pero al ver que está en mejor estado se alivia un poco.

-Bueno, algo más accesible es… –Comenta encogiéndose de hombros y tal como antes, pasa primero hasta el segundo pedestal para ayudar a la chica.

Pero el rubor se intensifica un poco más sobre sus mejillas cuando la rubia se aferra a sus brazos, y es que es lógico cuando pasas por ese tipo de caminos. Es decir, Sora ya está acostumbrada a caminar entre ese tipo de caminos por los entrenos que su padre les obligó a hacer su padre a ella y a su hermano en cuanto a parkour y artes marciales; así que sólo va con cuidado de que la rubia no cayera.

-Oh, en caso de que llevaras tacones te hubiera cargado en brazos –Y entonces se le enciende la lucecita- Y se me ocurre ahora… Andrea, aférrate bien –Le comenta para cogerla en brazos muy delicadamente, cruzando el camino de manera más ágil y rápida. Al menos la ojimorada no tendría que ir preocupada en si se caería o no.

Ríe suavemente ante su preocupación, y esta vez sí nota el rubor de sus mejillas así que cuando pisa el suelo y se aleja un poco del estanque, baja a la chica cuidadosamente para no darle más vergüenza por aquello.

-Está bien, no te preocupes –La intenta tranquilizar con una suave caricia sobre su cabeza y empezar a caminar por la nueva ruta de ese lugar- ¿Y por dónde quieres ir ahora? –Pregunta viendo que tienen varios caminos por tomar esta vez.

Vuelve a ruborizarse por su acto, pero esta vez no tan fuerte como antes ya que en cierta manera se lo veía venir. La sigue sin rechistar hasta que pestañea un par de veces al ver esa zona nueva para ella.

-Oh, qué bueno, esto en Japón no lo hay –Comenta mirando a su alrededor, y es que la parecía bien algo así ya que sería algo tonto tener que salir para comer y después volver si se quería seguir recorriendo esos lugares.

Era un sitio para estar tranquilo, pero ya estaba bien tener un lugar con algo de ruido. A unos pocos metros de ellas, hay como un pequeño escenario, o mejor dicho un karaoke que está al lado de un local de comida. Es un local muy típico en Japón, una pequeña cabaña donde puedes encontrar comida muy sencilla y así poder comerla en pequeñas bancas de madera, sin mesas ni nada; e incluso sentarte en el propio suelo, pues ellos te proporcionan una toalla para no mancharte.

-Y está muy bien, es algo molesto tener que entrar y salir cada dos por tres del lugar –Comenta siguiéndola hasta el escenario- Oh no, cantar no es lo mío –Responde riendo suavemente y negando con la cabeza- Claro, sube, me encantaría poder escucharte cantar. Además, así te vas familiarizando con esto –Le guiña un ojo de manera amistosa mientras ella la espera abajo y podría al fin escucharla cantar, y sobre todo, ver como se desenvolvería en un escenario al ser cantante y compositora.

-Dalo por hecho –Le responde riendo suavemente y dejándola ir hasta el escenario.

No le quita el ojo de encima, e incluso se ríe por lo que exclama. Primero suena el sonido de un piano eléctrico, que a los pocos segundos se le añade un instrumento de viento, algo melódico que al minuto se añaden poco a poco los demás para iniciar esa melodía sinfónica en algo atrayente, sólo había que ver como cada vez el pequeño lugar se iba añadiendo de más personas.
Cuando la canción cede, la gente estalla en aplausos y Sora se había quedado tan impresionada que tarda un par de segundos en reaccionar. Recibe con una sonrisa a la rubia.

-Eres maravillosa… –Suelta sin pensarlo, y se nota porque se ruboriza fuertemente y se pone algo nerviosa ya que podría sonar mal y todo- ¡Quiero decir! Ahora me parece extraño que no estés dando conciertos por todos lados –Intenta arreglarlo de manera muy torpe.