Recordando Japón [con Andrea Laakkonen]

Las caricias suaves sobre su cabello no cesan, pero decide al rato apoyar esa mano que la acariciaba en el mantel. Así quedar algo recostada a su lado mientras ella clava el codo en el mantel y clava su mejilla en la palma de su mano. Su mano no suelta la suya, pero aun así la acerca suavemente para acaricia su mejilla, sumida en sus pensamientos.

-¿Ya es bueno sentir algo así, recién conocida? –Se pregunta dentro de su mente.

Poco a poco va teniendo algo de sueño, pero logra mantenerse entre despierta y somnolienta, es decir, alguna cabezada da y sus párpados luchan por no cerrarse. Se pasa más rato de lo que cree, y cuando está a punto de caerse dormida es cuando su compañera se despierta. Agradece que haya sido así, porque lo más seguro hubiera caído un poco encima de ella.

-Un par de horas –Le responde cuando logra despertar a su mente y sentarse. La sigue mientras mira el cielo nublado con los ojos medio cerrados- Sólo a mí se me ocurre venir sin la moto… Ahí tenía el paraguas –Piensa con algo de fastidio.

Sale de sus pensamientos cuando nota que la rubia se agarra a su brazo, haciendo que un suave rubor se tiña en sus mejillas. Caminan dirección a la salida, y por segunda vez la coge en brazos delicadamente para poder pasar en esa ruta con piedras en el estanque. Cuando pasan la segunda tanda de piedras, la morena nota una gota en su nariz, y sin previo aviso empieza a caer la lluvia.

-Por aquí –Le dice, ahora siendo ella la que toma su mano para guiarla hasta una caseta igual que el que está en medio del jardín. Es el único lugar que había divisado para refugiarse, aunque fuera un poco tarde. Sólo le queda maldecir llevar la camisa blanca, pues ya sabemos que pasa con ese color cuando lleva: una muy leve transparencia.

A su suerte, sólo están ellas dos.

En verdad, es la primera vez que disfruta tanto de ver a alguien dormir, es lo que piensa la morena mientras le sonreía a modo de que no se preocupase.

Pasa su mano entre su cabello para llevarlo un poco hacia atrás mientras camina hasta la barandilla, donde se apoya mientras ve como la lluvia cae de manera incesante. Vaya si iban a estar un buen rato ahí, y de seguro que van a coger un resfriado por ello. Se ruboriza fuertemente al escuchar perfectamente la palabra que suelta, lo que la lleva a mirarla con los ojos de par en par.

-Oh, claro –Sólo logra responder eso mientras ríe suavemente, mirando enseguida hacia el frente, no queriendo quedarse embobada mirándola y ella se sintiera incómoda- Creo que acabaré llevando un paraguas incluso en pleno verano –Suspira apoyando su mejilla diestra sobre el dorso de su mano, apoyándose por completo en la barandilla mientras no quita el ojo del paisaje que hay en frente suyo, luchando por calmar los latidos de su corazón.

Y el rojo estalla en su cara en cuanto la escucha decir eso, y ahora sí que se está poniendo nerviosa de verdad, tanto que la mira con los ojos demasiado abiertos y con la boca algo abierta.

-¡E-Espera! ¡Alguien podría pasar por aquí aun lloviendo! –Le dice muy nerviosa para girarse a tiempo antes de que ella empiece a desvestirse- Me va a dar un ataque al corazón a este paso… –Piensa con el rojo en su cara, pero algo más leve pero no mucho.

Suspira aún dándole la espalda, intentando calmar a su corazón que parece feliz con esa situación a pesar de los nervios. Los nervios ni tan siquiera le dejan pensar con coherencia ni a hablar.

Se rasca la nuca a causa de los nervios, suspira y empieza a desabrocharse la camisa, quitársela y sacarle toda el agua escurriéndolo, así apoyarlo a que se seque; pero es lo único que se quita. Le sigue dando la espalda ya que en verdad le daría un paro cardíaco si la ve en ropa interior.
Ríe suavemente por su broma.

-Claro, debo proteger a mí princesa –Le sigue la broma con una media sonrisa mientras mira al paisaje. Se crea un pequeño silencio que rompe Andrea- Sí, es dos años menor que yo –Le responde para acaricia su mejilla con el dedo índice- Mi familia es acomodada por el trabajo de mi padre… No sé qué querrás saber, puedes preguntar lo que quieras –Le da el permiso de hacer las preguntas que quisiera- Me dijiste que tenías hermanos, ¿pero cuántos? –Decide preguntar ella al recordar cuando le había contado que era adoptada.

Intenta memorizar los nombres de sus hermanos dispuesto a que son personas importantes para la rubia.

-Son buenos trabajos –Comenta viendo que la lluvia parece no querer ceder- Él está en la universidad, estudiando para ser mánager. Se gradúa el año que viene –Le responde para tapar sus propios ojos con su mano izquierda y al mismo tiempo cierra los ojos para mayor seguridad.

Eso lo hace para poder acercarse a ella y así no verla. La mueve delicadamente, así sentarse detrás de ella y envolverá entre sus brazos, hundiendo su rostro en su hombro derecho con un fuerte rubor sobre sus mejillas.

-Así no tendrás frío… Prometo no mirar –Le comenta sintiendo como su corazón late a mil por segundo.

-Sí, posiblemente venga antes a terminar aquí su formación –Le responde a su pregunta.

Pasa todo algo rápido tal vez, desde hablar hasta llegar ahora a tenerla entre sus brazos. La nota algo pequeña entre sus brazos comparándola con ella, pues al haber estado entrenando durante años ha conllevado que tenga el cuerpo algo fibroso, a su suerte sin exagerar, y se nota la diferencia entre su cuerpo y el de su compañera.
Estrecha sus manos entre las suyas, queriendo darle calor mientras se niega a abrir los ojos, sabiendo que no podría evitar mirarla. El silencio llega a ambas mientras sus corazones laten casi al unísono.

Sora parece que tenga una lucha interna. Sabe que lo que está sintiendo no es algo que la tiente a lanzarse encima suyo y devorarla a besos sólo porque es bonita, o cuidarla y mimarla sólo porque parece delicada (que parecer no significa que lo sea en verdad); sabe que ahí hay algo más, pero tal vez por miedo no quiera saber lo que es.

No le da tiempo a seguir pensando, pues el escucharla decir eso la obliga a levantar la vista para mirarla muy sorprendida, con un rojo ocupando todo su rostro. No logra articular ninguna palabra coherente, dispuesto a que se dedica a tartamudear por los nervios. Los tartamudeos son callados por la rubia.

En el momento en que nota sus suaves labios sobre los suyos, siente por un momento como si su corazón se detuviera unos segundos y después cogiera carrera, como un atleta cuando ve la meta a lo lejos. Sus manos se habían quedado como en el aire mientras sus ojos están abiertos de par en par, con su mente intentando procesar lo que está ocurriendo en esos momentos.

La nueva información le llega de sorpresa, tanto que sólo logra corresponder el abrazo de la chica mientras la acuna entre sus brazos de manera inconsciente. Mil pensamientos pasan por su mente y al mismo tiempo ninguno; se siente en verdad confundida y como si la realidad le hubiera tirado un cubo de agua fría pero que después le adornaba con flores ante la confesión de la rubia.
Suspira como si hubiera estado aguantando el aire por segundos, espera, ¿ha estado sin respirar por segundos? Ahora eso no le importa, sólo apoya su frente sobre su hombro un par de minutos hasta que al fin habla.

-Siento que tengo la cabeza hecha un lío… –Muy inteligente por tú parte Sora, muy inteligente. Ya podrías relajarla con que a ti te gusta también.