I'm with you [Priv. Andrea Laakkonen]

El trayecto del trabajo de Andrea hasta la casa de Sora es corto, pues en un cuarto de hora Sora se da paso al párking de su bloque de pisos para aparcar. No está apagando el motor que su chica ya estaba saltando de la moto para esperarla juguetona; Sora sonríe en lo que se quita el casco.

-Vamos a ver que podemos hacer –Le roba un beso rápido en lo que toma su mano y se dirigen al ascensor para así dirigirse a la planta respectiva.

Entran al piso y dejan los cascos en la mesa; guía a su chica a la cocina.

-Esta vez cocinaré yo –Le guiña un ojo- Así que dime que quieres comer, y no me vale un “lo que veas” –Le dice de adelantado en lo que la mira con cara de “nos empezamos a conocer”.

Se queda pensativa, recordando lo que tiene en la nevera, cual termina acercándose y abriendo esta para buscar entre todas las cosas. Saca una bandeja de champiñones ya cortados –pues Sora ya buscaba no tener que cortar nada y así ahorrar tiempo de cocinar-.

-Aquí están. Me pondré a ello, de mientras ve a descansar un poco, has estado trabajando duro –Le roba un beso rápido para ponerse a hacer la cena de las dos.

Pone a lavar los champiñones para quitarle el resto de tierra mientras se pone a cortar la cebolla. Sora va avanzando con la cena, y aparte de hacer los champiñones salteados con cebolla asada, también hace un poco de arroz blanco para acompañar.

Al terminar, prepara la mesa y cuando todo está listo se acerca a su chica para apoyar sus manos sobre sus hombros y depositarle un tierno beso en su cabeza.

-Ya está todo mi niña –La avisa depositándole otro beso pequeño y tierno, esta vez en el cuello.

Sora la mira pestañeando un par de veces, mirándola con esa inocencia tan suya hasta que ríe con esa dulzura que podría derretir a su chica favorita.

-Me halaga que me veas así, pero yo sí soy afortunada por tenerte en mi vida –Alarga su mano y acaricia su mejilla- Me alegro tanto de haberte conocido en ese parque japonés… Menos mal que te atreviste a hablarme –Le desordena un poco el pelo, como a los niños pequeños- Y también por confiarme tu secreto más preciado, eres, literalmente, mi ángel precioso –Le regala la sonrisa más tierna del mundo, recordando el día que la conoció y como sucedió todo ese día, como en el mismo día la conoció y como el mismo día se hicieron pareja enseguida.

Nunca creyó en el amor a primera vista, pero su llegada hizo que todo su mundo cambiara por completo.

-Por cierto, ¿quieres quedarte a dormir? Puedo dejarte una camiseta si quieres -Parece una indirecta por la primera vez que se quedó, pero no es así.

Le sonríe con calma, negando con la cabeza para que no se preocupara.

-Claro que no has estropeado nada, es normal que te hagas ese tipo de preguntas –Acerca su mano a ella para quitarle algunos mechones que tapan un poco su bello rostro, dejando su mano en su mejilla acariciando la misma con su pulgar.

Por unos segundos ambas se quedan mirando con esa dulzura de enamoradas empedernidas que no pueden evitar poner. Logran terminar de comer entre la charla, hasta que Sora le pregunta sobre lo de quedarse a dormir, y claro está, Andrea no puede evitar bromear con ello.
Primero la mira con una ceja arqueada al no entender la indirecta, hasta que recuerda que ese día también se acostaron; y así es como el rojo estalla en su rostro en lo que su chica besa su sien.

-Intentaré quedarme quieta… –Responde haciendo referencia a aquella noche.

Y es que realmente este par de dos es raro no verlas estar pegadas una a la otra.

Siente los brazos de su rubia favorita rodearla por detrás, no pudiendo evitar sonreír en lo que lleva su mano derecha hacia las de ella, envolviéndolas en lo que se gira un poco para poder verla mejor mientras las alas van apareciendo. Le da un tierno beso en la mejilla, respirando hondo, con calma.

-¿Nunca te he dicho lo bien que hueles? –Susurra besando sus manos.

Deshace un momento el abrazo para así poder pasar por encima del sofá y quedar de pie junto a ella; vuelve a tomar sus manos para llevarlas a su cuello y la rodease por ahí en lo que ella la rodea por su cintura. La mira con amor eterno y esa sonrisa que siempre aparece cuando está con ella. Junta sus frentes con lentitud en lo que estrecha un poco más el abrazo y disfruta de tener lo más hermoso del mundo entre sus brazos.

Ríe con suavidad por el tierno sonrojo de su chica y su comentario, cerrando los ojos con suavidad mientras sus frentes se juntan, disfrutando de su compañía, sintiendo esa calma que siempre nace cuando están juntas. Sonríe ampliamente al notar como su chica frota su nariz contra la suya, haciéndole abrir los ojos para perderse momentáneamente en los de ella.

Podría estar mirándola eternamente, ver cada facción de ella y nunca cansarse, nunca cansarse de estar tan enamorada de ella, de sentir ese latir tan desbocado por ella, de sentir esa calma a su lado.

Sus ojos vuelven a cerrarse con lentitud cuando Andrea va acortando la distancia entre los dos para hacer nacer otro nuevo beso, esos besos tan tiernos y dulces que nacen entre las dos. La alta respira con calma y disfruta de sus labios, atrapándolos con gran dulzura entre los suyos en lo que la va estrechando más a su cuerpo, profundizando un poco el beso.

-Te amo tanto… –Susurra entre besos, no pudiendo separarse de sus labios, no pudiendo evitar no probarlos a cada rato.

Sonríe con calma, manteniéndola protegida entre sus brazos en lo que deposita un tierno beso sobre su frente.

-¿Quieres ir a dormir ya? Es algo tarde ya –Ríe con suavidad, bajando con lentitud hasta su cuello, dejando un sutil beso debajo de su oreja, ahí donde empieza el cuello, viniéndole ese aroma que la enloquecía de amor desde que la conoció en el parque japonés.

Sora sonríe con ternura, envolviendo su mano con la suya en lo que deposita un tierno beso sobre el dorso de su mano, así dejarse guiar por ella hasta su habitación.
La ve sentarse en el filo de la cama, no tardando en soltar otra broma que hace que ría por lo bajo y avergonzada al recordar esa noche, pero que sin duda alguna no se arrepiente.

-¿Estás segura que necesitarás una cama? –Decide seguir su broma tras apoyarse en la cama, en cada lado de los muslos de su chica mientras le roba un beso, no pudiendo evitar soltar una risa- Tienes ahí el armario, puedes coger la ropa que quieras. Siéntete como en tu casa –Le roba otro beso rápido, sentándose a su lado y dejarla libre.