(Libre) ¡Hora de trabajar!

La sigue con la mirada, escuchándola con atención hasta que tuerce los labios, pensando en su reto hasta que sonríe de medio lado y se encoge de hombros.

-Está bien, veamos si no me odias mucho luego –Bromea en lo que ríe con suavidad y apoya sus dedos sobre el teclado del piano, en espera de que ella empiece a cantar y así saber por donde ir.

Ella empieza a cantar una vez probó las notas de su voz; Sora empieza a seguir el ritmo que inicia Andrea hasta que va variando el estilo de las notas, empezando con alguna suave y de vez en cuando subiendo la dificultad para luego bajar de golpe a una lenta; y es que ambas son talento puro, pues con la combinación de estilos acaba saliendo una buena melodía. Es ahí en que Sora descubre que Andrea sería la única persona que es capaz de seguir su ritmo, por lo que sería difícil negar que son prácticamente la pareja perfecta.

Al terminar mira a su chica con una ceja arqueada.

-¿Muy cansada?

La melodía va variando por parte de ambas y es que en ningún momento se detienen porque se pierdan en ese juego que ha propuesto Andrea, y es que se están complementando como nadie. Cuando ya termina el juego, Sora mira a su chica y ver como respira hondo e intenta recuperar el aliento tras el canto.

Sonríe a su chica y se echa un poco hacia atrás para dejar que se siente sobre ella en lo que rodea su cintura y le deposita un tierno beso en su mejilla.

-Vayamos a casa para que puedas ir a descansar, ¿quieres qué te acompañe a casa y luego me voy, o pasamos ya la noche juntas? –Le propone en lo que le da otro beso en la mejilla.

La sigue con la mirada casi embobada por su belleza y de lo mucho que la ama hasta que arquea una ceja.

-Claro que no, si fuera por mí, viviríamos juntas y todo –Se atreve a decir en lo que se levanta y toma las manos de su chica cuando ella se las tiende. Sonríe con ternura al ver como se aferra a ella, y con calma le deja un tierno beso en su frente en lo que niega con la cabeza- No tenía nada que hacer, así que no te preocupes –Le roba un rápido beso- Además, prefiero estar mil veces contigo –Susurra sobre sus labios y mirándola fijamente a los ojos, con ese brillo que solo nace cuando la mira.

Entrelaza sus dedos con los de ella en lo que empiezan a salir de la sala y ya tomar el camino a la salida, pues era hora de volver a casa. Sora la mira con inocencia y luego se pone pensativa.

-Nada interesante, la verdad es que soy bastante casera –Acaricia con torpeza la parte trasera de su cuello- Suelo salir a correr o ir con la bicicleta, leer algún libro… Hago cosas tranquilas, nunca me ha gustado las discotecas o donde haya mucho ruido –Mira a Andrea con una sonrisa torpe- Creo que te espera una vida algo aburrida conmigo… –Se siente un poco culpable por ello, ¿y si Andrea termina por aburrirse de la relación?

Sora la mira con cierta inocencia, pues no había pillado ni en broma la indirecta de su chica, pero tampoco es una sorpresa que no las entendiera ya que tiene una mente bastante inocente. Le sonríe con dulzura y se inclina para depositar un tierno beso sobre su frente, pues le alegraba saber que a pesar de llevar una vida tranquila, a Andrea no le importaría tener una vida así.

Se dirigen al parking del centro y Andrea no duda en ir corriendo hasta la moto, jugando con Sora como solían hacer. La más alta ríe con calma y al acercarse a ella le deposita un beso en la mejilla en lo que le extiende un casco, pues siempre tiene uno de más en su maletero para motos por si alguna vez iba por ella, el suyo propio siempre lo lleva encima.

Se sienta en su lugar y espera a que se aferre a ella para arrancar y dirigirse a su casa para pasar la noche juntas.