(Libre) ¡Hora de trabajar!

Día festivo para el profesorado, así que Sora podía disfrutar del día con calma. Le manda un mensaje a su chica para que tuviera un buen día en el sello ya que era nueva en el lugar y debía trabajar más horas que otros compañeros, además, ella no tenía fiesta. No tenía ninguna tarea importante a hacer, así que una vez alistada, coge su moto y se dirige al Sello para ir a ver a Andrea, pues ahora que tiene empleo les costaría verse más a menudo.

No se tarda mucho en llegar y aparcar, pues las carreteras no estaban muy concurridas así que no había atascos que le impidiera avanzar con tranquilidad. Se quita el casco y lo pone bajo su brazo, entrando al Sello con esa etiqueta de “Visitante” para poder identificarla mejor.

Recorre los pasillos hasta que escucha el suave sonido de un instrumento, y casi como si la reconociera, la sigue hasta llegar a esa sala, viendo a su chica practicando con su voz y disfrutando de la música como nadie. Sonríe de medio lado, apoyándose en el marco de la puerta, sin molestarla.

La recibe con los brazos abiertos, con esa sonrisa abierta que siempre se le dibuja en su rostro cada vez que ve a la chica de su vida. Ríe con suavidad y la mira con esa ternura que solo Andrea sabe arrancarle.

-Tenía el día libre, y se me pasó la idea de visitarte aunque sea cinco minutos –Acepta el beso sin rechistar- ¿Practicando ya bien temprano –Pregunta besando la punta de su nariz- ¿Quieres qué venga más tarde? Así podrías practicar con tranquilidad –Acaricia su mejilla, perdiéndose en sus preciosos ojos violeta.

Se deja guiar por su chica, así sentarse sin rechistar en lo que arquea una ceja y pestañea un par de veces.

-¿Sorpresa? ¿Qué tipo de sorpresa? -Pregunta curiosa, incluso inclina un poco su cabeza, dando una imagen algo infantil y a decir verdad, algo típico de ella por su inocencia- Oh, lo que quieras, sé que tocas lo que nazca tu corazón así que... Toca lo que te nazca, me portaré bien y estaré en silencio -Le guiña un ojo, con esa sonrisa tan suya.

Se acaricia la nariz, riendo con suavidad, acercándose un poco a ella para depositar un tierno beso en su frente.

-Entonces esperaré con muchas ganas de saber que es esa sorpresa –Le dice acariciándole la mejilla con su dedo antes de que ella la guiara y la sentara en una silla.

La sigue con la mirada, mirándola con ese amor que parecía crecer día a día. Se queda en silencio en lo que Andrea toca notas sueltas, eligiendo cual poder tocar hasta que al parecer se le pasa una en concreto por su mente. Asiente con la cabeza a la chica, y se queda en silencio en lo que los dedos de su ángel va pasando por el teclado con gran calma, tocando primero como notas sueltas hasta que va retomando la melodía. No hace falta que Sora ubicase la canción de manera tardía ya que con las primeras notas enseguida sabe de cual se trata, especialmente cuando fue la primera melodía que ella supo tocar de pequeña junto a su madre. No puede evitar sonreír con ternura por ese recuerdo, así que cuando su rubia termina de tocar y se gira a ella, Sora se pone en pie para caminar hacia ella, apoyándose en el asiento donde está Andrea y darle un tierno beso en sus labios.

-No creo que tarde mucho en aparecer un mánager, tienes talento de sobras –Susurra robándole otro beso.

Se va sentando poco a poco a su lado, sentándose al sentido contrario que la chica –es decir, de espalda al piano- en lo que la mira con una sonrisa y escucha lo mucho que desea tener un compañero, la descripción de un trabajo en equipo para llegar más lejos.

Asiente con la cabeza, atrapando su nariz entre sus dedos y moviendo su cabeza de un lado a otro.

-Te entiendo, es normal que quieras un compañero, eres una chica que disfruta de la compañía de los demás –Suelta su nariz y besa la punta de la misma, no pudiendo borrar esa sonrisa que nace cada vez que está con ella- Sorpréndeme todo lo que quieras, me encanta escucharte tocar el piano –Besa su hombro y se levanta- Me sentaré donde antes, así no estaré por medio –Comenta, acariciando su cabeza y así volver a su lugar.

Se ruboriza por la indirecta de la chica, en lo que hace un pequeño puchero por siempre hacerla sonrojar, pero ríe con suavidad y pellizca con suavidad su mejilla, sin hacerle daño.

-Huiré de las cosquillas entonces, además, se como terminaría la cosa –Responder, depositando un suave beso en su hombro, así retirarse y sentarse donde antes, así no incordiar a su pareja mientras tocaba el piano.

Se mantiene en silencio, siempre sonriendo mientras disfruta de la melodía que tocaba su chica. Era imposible que Sora se quedara dormida, no solo porque esa melodía no era precisamente lenta, si no que la morena de verdad disfrutaba pasar tiempo con Andrea y sobre todo, ver lo mucho que disfrutaba con la música.

No le quita el ojo de encima, a excepción de alguna vez para ver sus largos y finos dedos pasearse por el teclado. Cuando los acordes disminuyen su sonido, tocando los más agudos, Andrea enseguida retoma otra melodía, dejando una nota de silencio entre ambas melodías. Ríe con suavidad, y no responder para no interrumpirla.

La segunda tenía más movimiento, más color por una forma decirlo y sin duda alguna era un estilo que pegaba con la rubia.

Una vez finalizada la segunda y, por el momento, última melodía, su chica se levanta para acercarse a ella en lo que Sora le regala una sonrisa.

-Me siento afortunada por tener un pequeño adelanto –Responde en lo que extiende su mano hacia ella, invitándola a sentarse a su lado, rodeando su menudo cuerpo –comparándola con ella, claro- con su brazo y acurrucándola en su cuerpo, depositando un beso sobre su frente- Me encanta verte tocar el piano o cantar, haces que me enamore más de ti –La mira con amor- Aunque eres una caja de sorpresas, me falta mucho por escuchar de ti –Refiriéndose a los instrumentos.

Sonríe y la acuna mejor entre sus brazos, apoyando su mejilla sobre su cabeza brevemente. Arquea la ceja y la mira con un toque de inocencia.

-No soy muy interesante, la verdad, no soy un gran misterio –Le da un suave toque en su nariz- Todo lo contrario a ti, me pareces tan alucinante –Susurra sonriendo por ese corto beso, paseando su nariz por la suya, riendo con suavidad por su broma- Por mí no hay problema, ¿dónde quieres ir a comer? –Pregunta, deshaciendo un poco el abrazo para que se pudieran ver mejor a los ojos.