Entre consultas (Priv. Notus)

Había días de la semana en los que Iska atendía a algunos pacientes en el hospital Saint-Rémy, una especie de servicio más público que contrastaba con su práctica privada en la plaza central. Su consulta estaba situada en el segundo piso de uno de los edificios que rodeaban la plaza, con una placa discreta en el interfono que indicaba la ubicación. El lugar era limpio, impoluto, y al entrar, los pacientes encontraban una sala de espera bien equipada: sillas cómodas, estanterías con libros, cómics y revistas variadas, además de una recepción organizada con todo lo necesario. Al fondo, había dos puertas; una conducía a la consulta del doctor Kyoudera, y otra a una sala tipo enfermería con una camilla. Al lado opuesto, había otras dos puertas: una para el baño y otra para la sala de descanso del personal.

Cuando abrió la consulta en Glass City, Iska solía llevar todo él solo, sin ninguna ayuda; sin embargo, al incrementarse la cantidad de pacientes, la idea de contratar a alguien se volvió no sólo tentadora, sino esencial. Tiempo atrás había contratado a Notus, un joven cuya asistencia le permitía centrarse en las consultas sin preocuparse por los detalles administrativos. Claro, de vez en cuando se planteaba si debía sumar a alguien más al equipo para cubrir más horas, pero por ahora, Notus era de gran ayuda.

Era uno de esos días en los que apenas se escuchaban los susurros de un llanto desde el otro lado de la puerta de la consulta. Al rato, salió una mujer haciendo toquecitos alrededor de sus ojos con un pañuelo, se veía afligida pero también aliviada. Se sentó en la sala de espera hasta que la llamasen para el cobroy el impreso de la receta médica para llevarla a la farmacia más cercana.

Iska no tardó en asomarse por la puerta para comprobar que no había más pacientes en espera, y no los habría hasta dentro de un par de horas, siendo una de esas horas la del almuerzo. Se acercó a Notus con calma.

—Su próxima cita es dentro de dos semanas —le informó, entregándole la carpeta con el historial y las anotaciones de la paciente, junto con una nota donde se indicaba la fecha exacta de la próxima visita. Observó la figura del joven asistente, reparando en su delgadez. No era raro que, entre consulta y consulta, Iska dejara en el mostrador algún aperitivo o una barrita energética para Notus, un gesto silencioso pero que dejaba patente su preocupación por su salud.

Miró su reloj.

—Es la hora de descansar —le comentó—. ¿Te apetece comida italiana? Hay un lugar muy bueno cerca de aquí —dijo, con una pausa medida—. Invito yo. Aún tenemos tiempo antes de la próxima consulta.

Habían pasado días desde que comencé siendo el asistente o chico de la recepción de un pequeño consultorio psiquiátrico, al comienzo de mis días fueron un poco confusos pero ya había logrado tomar el ritmo, aparte que el señor Iska (mi jefe) era muy amable de enseñarme y explicarme todo lo que necesitaba con mucha paciencia, cosa que ayudaba a un chico despistado como yo.-ya deberia estar terminando su cita-hable para mi mismo cuando mire el reloj de la pared, notando que en unos minutos su consulta estaría más que terminada, y bien lo había descifrado porque en el segundo se abrió la puerta, dejando ver a una señora llorando y secando sus lagrimas con un pañuelo.

-"Su próxima cita es dentro de dos semanas" aquella frase me dio permio para moverme en esa situación incomoda, tomando la carpeta que me habían entregado comencé a anotar los datos en el sistema que se manejaba en el consultorio, notando como la mano del doctor Iska me dejaba un dulce en el mesón, haciendo sonreír por lo bajo, "jejeje que lindo" fue lo que pensé. Luego de anotar aquellas cosas, fue que le hice el cobro a la señora que después de realizar el pago con tarjeta y despedirse seguía moqueando en dirección a la salida.

-Vaya, ya es hora del almuerzo-mi vista que seguía en la dirección de la señora que acababa de irse paso nuevamente en la dirección donde estaba el reloj en la pared-la comida italiana se escucha deliciosa-le sonreí a mi jefe para luego terminar de teclear unas cosas en la computadora y suspender todo.-me parece perfecto doctor ¿nos vamos?-tome mi polerón que se encontraba en la silla detrás de mi-esta mañana se me olvido desayunar así que muero de hambre jeje, por cierto doc, ¿esta bien que le diga doc, no le molesta?, puedo decirle solo señor si le parece-solo deje salir las preguntas que tenia al mismo tiempo que caminaba a la salida del lugar.

Mientras iba por su chaqueta, no pudo evitar suspirar ante la confesión de Notus sobre no haber desayunado. A partir de ahora, se aseguró mentalmente, iba a ser su misión que aquel muchacho empezara el día con algo en el estómago.

—Puedes llamarme como gustes… Doc, señor, e incluso Iska —comentó con naturalidad, acompañando a Notus hasta la salida de la consulta. Cerró la puerta con llave antes de seguirle al ascensor para bajar. El restaurante del que había hablado no estaba lejos, tal y como había comentado. Era un local familiar especializado en comida italiana, acogedor y con un ambiente relajado. Al entrar, un mesero les dio la bienvenida con una sonrisa, guiándolos hasta una mesa y sirviendo agua mientras les dejaba tiempo para revisar la carta. Iska apenas tardó en decidirse: una pizza individual bien cargada y una panna cotta para el postre. Sin embargo, lo que realmente le entretenía era observar a Notus, aunque evitaba coincidir las miradas. Desde detrás del menú, se fijó en cómo el joven analizaba las opciones, curioso por saber si disfrutaba del simple acto de elegir su comida.

—Puedes pedir todo lo que quieras, así que no te cortes —comentó en un tono casual, aunque había cierta firmeza en sus palabras. Conocía a esas personas que solían elegir lo más barato por cortesía, y no iba a permitir que Notus hiciera eso. Había algo en la delgadez del muchacho que despertaba en Iska un extraño instinto, casi como el de una abuela preocupada por alimentar a sus nietos.

Cerró el menú al decidirse, tomó un trago de agua y le dio espacio a Notus para que escogiera con calma. Aprovechó el momento de tranquilidad para introducir una conversación que llevaba rondando su mente.

—¿Cómo te sientes en el trabajo? ¿Estás cómodo? —preguntó con interés genuino, apoyando los brazos sobre la mesa mientras observaba con discreción las reacciones del joven. Quería saber más allá de lo evidente, si había algo que podía mejorar o ajustar para facilitarle las cosas.

De camino al ascensor fue que la respuesta de mi empleador fue recibida y por un momento de reflexión sobre como debería llamarle fue que decidí que no fuera complicado.-Bien, entonces será Doc..o Doc iska, iré jugando con ello-dije en una sonrisa mientras miraba los números de la cabina cambiar mientras bajaba-NO PUEDE SER!-alce mi voz mientras agarraba mi cabeza-mi barrita-me queje al olvidar el regalo del señor Iska-tendré que dejarlo como aperitivo de la tarde...buuu

Ya no era conveniente devolverme así que solo me rendí y seguí mi camino con mi jefe al tan dichoso restaurant del cual me había invitado. Cuando entramos en el lugar no podía dejar de mirar a mi alrededor, las decoraciones y  lo elegante del lugar, por un momento casi me quedo atrás así que con rapidez me volví al lado de mi jefe, acompañándolo a la mesa que usaríamos.

-Bien, no se que escoger mmm...-respondí a lo amble que fue de decirme que podía escoger lo que quisiera, por lo que mis ojos dejaron los platos de bajo costo y me concentre en lo que me llamaba la atención.-pediré en una lasaña y de postre un zuccotto, oh oh y de tomar una coca cola-cerré la carta y la deslice en la mesa, no quería saber cual era el valor de aquellos platos, no podría esconder lo culpable que me sentiría por aquello, la persona que tomo nuestra orden dijo que todo estaría listo en unos minutos y volvieron a dejarnos solos.

-Agradezco que me invitara a comer Doc, pero había traído un sandwich de huevo para el almuerzo-comente un poco avergonzado de estar en aquel elegante lugar-y sobre el trabajo...mmm bien, es fácil, pensé que me costaría usar los programas de la computadora pero es bastante fácil de usar -comencé a jugar con las servilletas de la mesa como si fueran origamis-le agradezco mucho la oportunidad que me dio, de verdad necesitaba el trabajo-aquello fue sincero y al terminar mi figura se la ofrecí al señor Iska.-es una flor de agradecimiento, cuide de mi de ahora en adelante-y le di un pequeña reverencia con la cabeza.

Flor de papel: