Entre comida (Priv. Agnika)

Era la primera vez que entraba en la cafetería y aunque de por sí desde fuera se veían a esas jovencitas en aquellos vestidos tan pomposos pero bonitos…. no esperaba para nada que al abrir la puerta una de ellas se apresurara a dar la bienvenida. Mientras era guiado hacia su mesa no podía evitar mirar a su alrededor, especialmente la decoración al ser lo que más llamaba su atención, pensó que era un lugar muy bonito, ojalá pudiera traer a su querida ardilla y disfrutar juntos fuera de casa; se la llevaría a todos lados si pudiera, adoraba a Peko y no había día que no le sacara una sonrisa, a veces se atrevía a darse algún paseo por el parque con ella pero otras sentía el miedo de que pudiera pasarle algo, ¿cómo serían sus días sin ella? Le entristecía a veces pensar en el día en que tuviera que despedirse de ella, esperaba que de llegar ese momento fuera por ser su hora, desde el primer momento que llegó a sus manos se prometió darle una vida llena de felicidad. Ya sentado en su mesa, cogió el menú para deleitarse con decoraciones adorables, ¿cómo podría comer algo tan bonito? Le daban ganas de envasarlo al vacío y tenerlo guardado, pero sería una pena que se echara a perder, supuso que esa era la gracia de disfrutar de ello sólo por unos momentos.

Pensó que quizá podría llevar a su mejor amigo algún día, le invitaría, hablarían de sus cosas y se meterían el uno con el otro, lo pasarían bien, ¿qué estaría haciendo ahora? Quizá estaba más que claro, sólo imaginar que estaría en cama de otros conseguía que la sangre le hirviera, no entendía por qué pero era inevitable, eso hacía que su mirada se ensombreciera e hiciera que su aspecto fuera más intimidante.

- D….Disculpe…. -una voz femenina se dirigía a él, al alzar la mirada a ella y ver su expresión comprendió de inmediato qué estaba pasando- ¿ha decidido lo… lo que va a pedir?

- Lo siento -suavizó la expresión- espero no haberte asustado -esbozó una pequeña sonrisa bien cool, debía mantener su imagen- me encantaría que me recomendaras qué escoger, todo es tan adorable aquí… incluida tu -mentira, no era capaz siquiera de juzgar su aspecto, podía diferenciar a la gente por no tener ningún problema con las caras, no tenía prosopagnosia, las diferenciaba y recordaba perfectamente, su problema era a la hora de sentir un mínimo de agrado o desagrado hacia el aspecto de los demás, era básicamente algo indefinido a sus ojos. Dejó que la joven decidiera por él al final, su corazón no podía con tanta ternura hacia esos platos y con algo tenía que llenar su estómago ya que estaba ahí. Mientras esperaba volvió  mirar a su alrededor, a la gente y aquello que había elegido para comer o beber, le habían hablado muy bien del sitio, estaba algo impaciente en lo más profundo.

Cuando Agnika pasaba frente al maid café, obviamente no podía evitar fijarse en las maids y admirar lo bonitas que eran, pero siempre lo hacía con culpa. En teoría, no había ninguna diferencia sustancial entre ir a lugares como ese y a clubes de stripper. En ambos se explotaban a mujeres jóvenes en torno a una especie de fetiche, y solo porque la maids usaban ropitas adorables la gente elegía ignorarlo.
Aun así, aunque acomplejara su moral, el parfait especial que estaban promocionando era lo más hermoso que habían visto sus ojos desde que descubrió la dona rellena de brownie caliente. Tomó aire, entró y se apresuró en pedir su orden mirando lo menos posible a las chicas que atendían, queriendo gritarles algo como “NO ESTOY AQUÍ PARA ACOSARLAS, SOLO NECESITO MI DOSIS DE AZÚCAR”. Naturalmente, las meseras en un principio la miraron un poco extrañadas por su esfuerzo en ignorarlas, pero se resignaron dentro de poco. Después de todo, no era lo más raro con lo que habían tenido que lidiar.

Solo cuando apareció el objeto de sus deseos, Agnika volvió a sentir paz interna. Sonrió a sus anchas, sintiendo que podría casi llorar de emoción, pero nadie que la viera de frente podría apreciarlo porque el postre que se había pedido era tan colosal que la dejaba completamente tapada tanto de alto como de ancho.

Cogió la cuchara decidida a adentrarse de una vez por todas, pero una conversación en la mesa frente a ella la distrajo de su misión. Solo por su voz (ya que el parfait interrumpía prácticamente todo su campo de visión) adivinó que se trataba de un chico joven, acostumbrado a ese tipo de galanterías y, que por algún motivo, había entrado a un lugar como aquel sin tener muy claro lo que pedir.
¿Era uno de esos otakus desesperados por ser tratados como gente que venían a estos lugares como refugio? Sutilmente, se inclinó hacia el lado para poder verlo mejor. Era un tipo joven y bastante guapo, no habían rastros de otaku en él, así que probablemente solo había entrado a conocer el lugar. La postura curiosa, casi inocente, lo delataba también en ese sentido, pero de todas formas, la pequeña manager no pudo controlarse.

-En los cafés de alta calidad, como este, no hay lugar para la compasión. Los dulces lindos solo deberían causarte más ganas de comerlos- soltó de pronto, sin haberlo razonado mucho ella misma, con voz suave pero decidida mientras se asomaba tras el parfait con aire escrutador, dándole más importancia de la que podría llegar a tener el asunto.
-Cuando vienes a un lugar como este, tienes que tener claro lo que necesitas- continuó, dando rienda suelta a su eterno complejo de decirle a todo el mundo cómo tiene que hacer las cosas. -No es lo mismo sentir que tu cuerpo necesita chocolate, crema o bizcocho, mucho menos cuando te pones a pensar en la variedad de frutas que podrían decorarlo o darle aquel toque ácido- aun teniendo el parfait frente a ella, sintió como su boca salivaba ante el abanico de posibilidades que describía.
-En fin. No deberías subestimar a los dulces- terminó por sentenciar, dándole por fin una gran probada a su helado.

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O/R:
Perdón. Agni es otaku de dulces xdd

Si ya de por sí aquel parfait había llamado su atención, que alguien le estuviera hablando y no saber de dónde venía era, para él, casi como una experiencia paranormal, sentía incluso algo de escalofríos esperando no ser el único en escuchar aquella voz. Miró a su alrededor tardando un buen rato en darse cuenta de la personita que se asomaba detrás de aquel parfait, pestañeó un poco y aguantó la risa, ¡debía mantener su imagen cool!no podía reír, apretó un poco los labios teniendo que girar la cara disimulando, con los nudillos en los labios en una media sonrisa, intentaba aguantar todo lo posible, pero es que aquella persona al lado de ese parfait, y además hablando de los dulces de aquella manera… era lo más chistoso que le había pasado ese día.  

Procuró tranquilizarse y pensar en otras cosas o iría a perder las formas, volteando la vista a aquella… ¿niña? ¿chica? ¿mujer? No sabía muy bien qué edad ponerle pero estaba encantado de hablar con alguien tan gracioso- comer cosas tan adorables es una pena, pero tienes razón, sería un desperdicio no hacerlo -se acomodó en su silla para poder verla mejor y hablar más cómodo- debes de ser toda una apasionada por los dulces -solo hacia falta ver aquel parfait, no estaba seguro de si aquello cabría en su estómago- nunca he conocido a alguien que diera consejos al respecto… ¿seguro podrás con eso? -le preocupaba un poco, quizá le daría un subidón de azúcar, o diabetes- estoy acostumbrado a ser el que cuida de las cosas adorables, no a comerlas, me da mucha pena… siento debilidad por ellas -no era la clase de persona que decoraría su casa de cosas lindas ni llenaría su vida de colores pastel, pero sí que tenía pequeños accesorios como algún llavero, o era feliz llenando su pecho de felicidad absoluta muriendo de dulzura por su ardilla, o ahora con comida. Cuando trajeron lo que había pedido, apenas dio las gracias a la señorita que ya estaba sacando su teléfono móvil para echar algunas fotografías, ¡Ahhhhhh! ¿Porqué tenía que ser aquello tan bonito? Ojalá pudiera encontrar algún llavero con esa forma, o… o un imán para la nevera, cualquier cosa, creía que no podía con su alma, era mucho mejor que en  la fotografía del menú, apretó los labios teniendo que contener su emoción. Cogió la cuchara pero no estaba seguro por dónde empezar, la movía de un lado a otro cambiando una y otra vez de decisión, no quería estropear nada- oye… si tu comieras algo así, ¿por dónde empezarías? -la miró cool, pero por dentro estaba pidiendo ayuda- por cierto, me llamo Seolrok, mucho gusto


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O/R: Yo también x'DDD la entiendo tan bien...

Agnika sonrió con suficiencia, como si realmente estuviera orgullosa de que se reconociera su experticia en dulces. Era claro que tampoco notaba que el chico quería reírse en su cara.

-¡Claro que si! No comerlo sería un desperdicio, y un insulto al talento del chef- sentenció mientras comía, lento pero seguro, su parfait colosal, demostrándole indirectamente que no era nada para ella.
Cuando escuchó su llamado de ayuda volvió a sonreír y un brillo de decisión le iluminó los ojos.
-Un gusto, soy Agnika. Déjamelo a mi.-

Miró el plato ajeno, estudiándolo a la distancia. Un panqueque con forma de conejito, relleno de helado de vainilla; bajo el conejito, y emulando una especie de jardín de flores, una hilera de fresas y de sirope de chocolate.
Llevó una mano a su mentón, pensando en la mejor forma posible de aprovechar aquella maldita obra de arte, y finalmente le respondió:
-Empieza descuartizando al conejito- dijo como si nada -, y prueba cada bocado de panqueque con una fresa. Cuidado de no sacar mucho helado o se te van a congelar los dientes y no vas a poder disfrutar nada-

Orgullosa de su veredicto, espero a que el chico en cuestión le hiciera caso y siguió con lo suyo.

-Entonces, ¿Es primera vez que vienes o sueles frecuentar esta... clase de lugares?- le preguntó, y para sorpresa de Seol, de la nada a Agni le quedaba menos de 1/3 de su helado.

Tenía mucho sentido, estaba seguro que el chef lo había hecho con todo el amor del mundo, bueno, realmente quizá con hastío de tantos que habría preparado a éstas alturas, pero para él eso había sio hecho con amor, incluso lo imaginaba feliz dentro de la cocina canturreando incluso. Pensó que Agnika era un nombre muy interesante, ¿de dónde sería? Quizá también era una mezcla extraña, como él, pero quizá sería de mala educación preguntar.

Dejó que la joven examinara su plato, pasó la mirada de ella a su comida y viceversa, esperando pacientemente hasta que Agnika dictaminó su sentencia- Des…. ¿Descuartizarlo?.... -se quedó algo boquiabierto, miró con pena su plato, ¿cómo podría descuartizar al conejito? Era tan adorable… pero era comida, debía mentalizarse- l-lo haré -se tomó su tiempo clavando el tenedor en el conejo, cortó con el cuchillo una de las orejas, para luego acercar una fresa y pinchar ambos para llevárselo a la boca. Lo saboreó, pensando que la comida picante era mejor pero no estaba mal, de vez en cuando podría disfrutarlo y quizá en compañía, era un lugar agradable para llevar a gente y charlar un rato, aun si solo fuera tomar un café.

- Está muy rico, al principio me daba algo d…. -se quedó mirando el parfait olvidando cómo seguir masticando, “¿Pero qué…?” pensó para sí, ¿cuándo había pasado eso? ¿eso podía caber en ese pequeño cuerpo? ¿tenía un agujero negro en su estómago? Tardó un poco en salir de su asombro, mirando a Agnika aun ligeramente impactado- es mi primera vez, me mudé no hace mucho a la ciudad y… ¿ésta clase de lugares? -no sabía a qué se refería con eso- ¿por la comida? -miró a su alrededor sin ser capaz de ver algo extraño- ¿tiene algo extraño éste lugar, Agnika?

Agnika ladeó un poco la cabeza, confundida cuando Seolrok había dejado de hablar repentinamente. Se veía sorprendido por algo, pero la pequeña manager no pudo adivinar por qué. De cualquier forma, luego pareció retomar la conversación.
-Bueno, no sé. Al menos yo no estoy acostumbrada a que disfracen a las chicas y hagan todas esas gracias cuando traen la comida- explicó, recordando el bailecito que había hecho la mesera al traerle el parfait. Bailecito que ella había evitado ver a toda costa, ya que le causaba una extraña sensación de vergüenza ajena.

Siguió comiendo tranquila, hasta que terminó todo su postre colosal.
-Ah~- suspiró, y echada sobre su silla, sonriendo satisfecha de helado y felicidad, volvió su atención al chico.
-Yo también soy nueva en la ciudad. Llegué hace un par de semanas desde Tailandia- la mesera pasó a recoger su plato y la miró con la misma incredulidad que Seolrok hace unos minutos, pero Agnika no pareció notarlo y se limitó a pedirle un café.
-Te ves bastante joven. ¿Viniste con tus padres o te aventuraste solo?-

- ¿Qué gracias? -si, se había fijado en esos atuendos, pero como que sin querer ignoró a la pobre sirvienta cuando trajo su comida, sus ojos estaban fijos en la lindura de su plato más que en ella- ¿es que hacen algo cuando traen ésto? -y por unos momentos, sintió que quizá de verdad estaba parcialmente ciego, o eso, o su sirvienta viajó a otra dimensión fuera de su campo visual, pero eso era poco probable. Miró a su alrededor para comprobar que aquello era cierto, y fue en una mesa a lo lejos, en dos mejor dicho, donde vio a dos haciendo el bailecito propio, ¿cómo pudo ignorar eso? La pobre muchacha con su moe moe kyun, y él en su mundo- oh… ese baile… -no estaba seguro de si sentía vergüenza ajena o si aquello era algo que pudiera considerarse… lindo- vaya, parece que… le ponen mucho empeño… -torció ligeramente los labios, aquello no era lo suyo, quizá le encontraría la gracia si pudiera conseguir ver el atractivo de alguna de ellas.

En cuanto volteó la vista a aquella pequeña mujer, no pudo siquiera desviar su atención como si esperara a que fuera a implosionar en cualquier instante, casi que cuando logró coger a ciegas algo de su plato iba directo a meterselo en la oreja por costarle girar la cabeza. Uno no podía dejar de mirar aquella hazaña.

- Tailandia… -saliendo de su estupefacción, ya terminando su plato, aquello le había impactado tanto que se había olvidado hasta del adorable conejito- vine solo más o menos -miró de nuevo a la mayor- ¿a qué te dedicas? Yo vine aspirando llegar a ser un gran vocalista, de hecho, apliqué para la audición y estoy en espera de ser aceptado…. ¿cómo es vivir en Tailandia? Siento algo de curiosidad

-Tailandia es bastante distinto a Glass City, sobre todo para quienes venimos de ciudades más alejadas de Bangkok- le dijo mientras una de las maids llegaba a servirle el cafe. Agnika le agradeció con una sonrisa, y de la mesa cogió un puñado no menor de sobrecitos de azúcar
-El clima, la comida y lo costoso que sale vivir creo que han sido mis mayores shocks culturales, pero la verdad es que no está nada mal- continuó hablando mientras iba cubriendo su café de azúcar con toda la naturalidad del mundo.

-Espera... ¡¿Firmaste con Merveilles Records?!- preguntó casi en un grito, con los ojos brillantes de emoción -Yo llegué a trabajar allá como manager-
No quería sonar desesperada por más trabajo, pero lo estaba. Y ese nivel de suerte le había sorprendido a tal punto de que olvidó por completo controlar su entusiasmo.
-Tienes que decirme cuándo es tu audición- le pidió, aunque con su emoción sonaba casi como una orden, bebiéndose de un golpe su café comenzó a revolver su enorme bolso en busca de algo.
-¿Qué tipo de música cantas?- preguntó, con el brazo bien metido hasta el fondo de la mochila -¿Compones tú mismo? ¿Tienes experiencia en el rubro? ¿Tocas también algún instrumento?- siguió preguntando hasta que su mano pareció con dar con lo que buscaba.

-¡Aqui está!- gritó, como corroborando lo último, y sacó triunfante un pequeño tarjetero. Se acercó entonces a Seolrok y, sin reparar aun en la reacción del chico, le extendió una de sus tarjetas en las que se apreciaba, de forma sobria y concisa, su nombre, teléfono y email.
-Me presento de nuevo- dijo, sonriendo ampliamente y reposando su mano libre en las caderas -Agnika Sakchai, manager de Merveilles Records-

Mientras la escuchaba hablar, no pudo evitar mirar la cantidad de azúcar que echaba en el café, ¿es que no tiene miedo de terminar con una diabetes? Estaba alucinando como nadie, bueno, seguramente como la misma maid que le trajo el café y el azúcar- escuché que es un lugar muy bonito, ¿vienes de una familia pobre?...es… perdón por mi ignorancia pero mi imagen de Tailandia es un tanto básica -pero escuchar sobre otros países era algo que le gustaba. Al escuchar a Agnika alzar la voz con aquella pregunta, se echó algo hacia atrás por la sorpresa, sentía que aquella persona tan pequeñita debía tener un monstruo en el interior… o algo, pero le hacía gracia imaginar aquello, ¿para qué mentir?- aún estoy en espera de mi aceptación… ¿cómo es trabajar ahí? -sintió que era un suertudo por encontrar a alguien que hubiera visto la firma desde dentro, quizá podría ayudarle a hacerse una idea de cómo sería.

- Mi… Mi audición espero que sea en unos días, pero me lo tienen que confirmar -por un lado se sentía intimidado por aquella persona, pero por el otro estaba contento de que pareciera tan emocionada con ello, por unos momentos podía sentir que compartía ese sentimiento con alguien- canto rock duro, ya sabes, mucho ruido -imitando las palabras que decían sus padres al hablar de ello- pero es mi modo de expresión -en especial al tener que simular siempre ser alguien completamente distinto a cómo es él, que hasta se deshace de amor por su ardilla, incluso le pone gorritos de santa claus en navidad. De hecho su ardilla tiene hasta instagram- yo mismo compongo las canciones, hasta ahora he cantado en lugares como pubs, o bares… cosas pequeñas -se masajeó un hombro, moviéndolo luego- mi mejor amigo es el que toca instrumentos, yo…. no toco ningún instrumento -le daba algo de vergüenza admitir aquello, pero no es como si todos los cantantes tuvieran que saber tocar algún instrumento si o si, ¿no?- y… esto… -quería preguntar qué estaba buscando pero no estaba seguro de hacerlo, pero en cuanto pareció encontrarlo y en vista de la reacción de la pequeña mujer, apretó los labios para intentar no reir. Sí, era alguien la mar de curioso, sin duda.

Cogió la tarjeta, que al ver que se trataba de una mánager abrió los ojos de par en par, paseando la vista de la tarjeta a Agnika, y de ella de vuelta a la tarjeta, varias veces para ser exactos, como si no lo creyera- m-mánager…. -era la primera vez que veía uno en persona, como si encima fueran una especie de criatura legendaria- ¿UNA M…? -carraspeó la garganta un poco, que ya se le escapaba la emoción y tenía que seguir siendo un hombre bien cool- digo, ¿una mánager? -por unos momentos pensó que debía ser una broma, pero tampoco podía juzgar un libro por la cubierta. Se levantó, siendo bastante más evidente la diferencia de tamaño, tenía que mirar hacia abajo incluso- ………….. mejor me siento -volviendo a plantar el trasero en la silla- encantado, Agnika Ch… Cha...Chak……Chak...Chakchai….. Sa……. Agnika -prefirió quedarse con el nombre, el apellido no había modo de pronunciarlo; tendió la mano para dársela- encantado, me llamo Seolrok Velyakov, dicen por ahí que parece nombre de pokemon así que mejor llámame Seol… Agnika, ¿a cuántos artistas llevas? Ojalá pudieras estar ahí para mi audición

Apenas notó que Seolrok estaba dispuesto a seguirle hablando, Agnika se sentó frente a él, compartiendo mesa y tomando toda la confianza del mundo. Ya que el chico parecía no sentirse (muy) incómodo con su aproximación, aquello solo podía ir escalando.
-Mmm... no somos pobres. Mis dos padres son profesionales y de mis cinco hermanos casi todos lo somos también, así que eso ya nos pone en una posición ventajosa sobre muchos. Pero tampoco somos millonarios, tenemos nuestras deudas y eso- comentó con naturalidad, y cuando el chico se levantó se limitó a mirarlo extendiendo el cuello en una pose que se veía incómoda pero a la que parecía ya estar acostumbrada.

-No llevo muchos días en Merveilles, y la verdad es que teniendo solo un representado (que encima es un buen chico y no causa líos) no es mucho el trabajo que tengo que hacer. Por eso estoy un poco desesperada por más- suspiró resignada, pero se animó en seguida pensando en que, en una situación perfecta e hipotética, Seol podría llevarse bastante bien con Yuli, o al menos tendrían de qué conversar musicalmente hablando. Después de todo, el estilo de Yuli, si bien no lo describiría como "duro" o "ruidoso", si tenía bastante en común con el rock.

-¿Tu amigo también trabaja para el sello? Justamente ahora ando en busca de un compositor. Quizás le interese el trabajo- sugirió, ensanchando una sonrisa que se veía adorable pero que en realidad reflejaba la dicha de su trabajólica alma, ansiosa de lo que podría convertirse en una familia feliz, exigente, sobreexplotada y exitosa.

-Por tu nombre y facciones me imagino que también vienes de Asia. De Corea, supongo- mencionó luego, escrutándolo con más descaro. De cualquier forma, no parecía que le generase alguna emoción más allá de la curiosidad.
-¿Ha sido complicado para ti el cambio?-

Parpadeó un poco al escuchar la cantidad de hermanos, ¿cinco? ¿tantos? Sólo podía pensar que aquella pequeña mujer era como un hámster, embutía sus carrillos con comida, era chiquitina y parecía no tener el culo quieto, para rematar además de familia numerosa… pero pensándolo bien, esa imagen le parecía mucho más adorable.

- Debió de ser divertido estar con tantos hermanos -además se preguntaba qué empleos tendrán todos ellos, pero pensó que quizá era meterse demasiado en la vida de Agnika. Estaba sorprendido de escuchar que estaba desesperada por más representados, de hecho, usualmente la gente quiere lo contrario- si te gustara mi música, estaría encantado de que me representaras, además creo que eres una persona divertida y… ehm… mi amigo… es un alma libre, él toca instrumentos pero no le gusta el compromiso, ni siquiera a la hora de trabajar -negó con la cabeza resignado, Adrien no tenía remedio, desde luego, pero a sus ojos tenía muchos otros encantos, solo que muchas veces se exasperaba y se olvidaba de ellos de golpe.

- Mi padre es norcoreano y mi madre rusa. Eso me dijeron -se encogió de hombros- crecí en un orfanato, luego me adoptó una pareja adinerada, pero no quiero hablar de ello -se cruzó de brazos mirando a Agnika- ¿te gustan los animales? ¿qué opinas de los pequeñitos y adorables? ¿no son una preciosidad? -la miró de forma intensa, con los ojos brillantes aguantando el tipo, pero se notaba la pasión que sentía por ello- tengo una encantadora ardilla llamada Peko, es una monada, seguro que le caerías muy bien -sacó su móvil para enseñar fotos de ella- m-mira…. -no quería mirar las fotografías, así que le dio el móvil a ciegas para que viera por su cuenta, a fin de cuentas tenía la memoria llena de fotografías de ella, sabía que si miraba aunque fuera una sola terminaría por enviar al traste su fachada. Si ya de por sí ahora mismo su rostro se veía varias veces más intimidante y con la mirada más oscurecida y roja de lo usual, como si desprendiera un aura agresiva a su alrededor, pero por estar aguantando como un campeón la compostura, no sudaba de milagro- si me representaras, ¿podría traerla a veces? Se porta muy bien y es muy educada...

- Son… son adorables… o eso creo -intentó no soltar toda su aura amorosa hacia aquel animalito, pero era difícil, ¿cómo no podían irse sus ojos a aquellas fotos? Esos ojitos, esas manitas… esa carita… “aguanta, Seol, aguanta” pensó para sí- y lo otro… sí, me gustan un poco -no en exceso, eso sí, pero le gustaban bastante más de lo que quería aparentar- ¿ob...obsesionarse?... -esa palabra en especial resonó en su cabeza, ¿obsesión? ¿estaba obsesionado con su ardilla? De verdad se estaba preocupando ahora mismo por su propia salud mental, lo suyo no era extraño, ¿verdad?...¡¿verdad?! Quizá estaría pensando demasiado en eso, eso era, mejor no darle más vueltas.

La vio con una sonrisa extraña y de hecho se preocupó un poco por ello, quizá había descubierto su verdadera faceta mostrando a Peko, por suerte en ninguna de esas fotografías salía su cara o ahí sí que de verdad se desmontaba toda la fachada. Se quedó boquiabierto ante la respuesta positiva, podía llevar a Peko a su trabajo, ¿cómo no podía ser eso perfecto? El mejor trabajo del mundo- eso… ¿de verdad? -apretó los labios haciendo esfuerzos dantescos para aguantar la sonrisa de tonto feliz, intentó disimular mirando sus propias manos- gracias -el pobre del esfuerzo tenía hasta la cara roja, en su cabeza estaba gritando de felicidad, tenía ya ganas de volver a casa y darle la buena noticia a su ardilla, y si encontraba de paso a su mejor amigo, también.

- Y… ¿cómo funciona eso de los mánager? Soy un negado para esas cosas, todo ésto es muy nuevo para mí, ¿qué tendría que hacer yo como representado? Al menos para hacerme una idea… uhm… ¿hay otros representados? ¿cómo son? -al menos quería tener un poco de idea de cómo eran los demás.

Agnika miró a Seolrok con un poco de compasión cuando notó lo mucho que se reprimía para no mostrarse feliz y afirmó la decisión de no mencionarle el tema (por el momento) para no atormentar más su fachada.
-Es bastante sencillo. Básicamente, me concedes un control total sobre tu agenda y yo me encargo de que todo vaya bien- sonrió adorable, como si lo que hubiera dicho no sonara ni un poco perturbador -Tendría que agendarte no solo conciertos, sino también entrevistas, sesiones fotográficas, citas con estilistas y quizás médicos, nutricionistas, gimnasios y todo el tipo de hábitos que se necesitan para resaltar en las grandes ligas- hizo una pausa, esperando que Seol entendiera aquello, y luego volvió a adquirir un aire menos risueño y más profesional.
-Ya sabes, pesar de lo que todo el mundo cree, y de lo que se hace creer desde la misma industria, el mundo del espectáculo es exigente, frío y competitivo. Necesita reinventarse constantemente, sino, la gente pierde interés y las firmas importantes, como Merveilles, dejan de verte como un objeto de ganancias. Nos guste o no, esto es una empresa, y como tal responde a un modelo económico que hoy en día no acepta pérdidas-
Sonaba crudo, pero para Agnika parte de su ética profesional era hacer entender a los chicos recién llegados lo que significaba entrar a la industria musical. Después de todo, era mejor verlos irse decepcionados mientras aun eran jóvenes que a los 30, acarreando depresión, crisis por el estrés y ansiedad ante una vida totalmente expuesta al resto.
Cuando hubo terminado el punto, volvió a sonreír con un poco más de soltura.
-Mi otro representado se llama Yuli y canta un estilo similar al rock. No nos conocemos hace mucho, pero si puedo decirte que es muy talentoso y trabajador; escribe sus propias letras y pone mucho de sí mismo en sus canciones- terminó de decir.
-Y a tí, ¿qué más te gusta además de las ardillas?-