Casi la realidad (privado)

La apacible expresión de Reino se borró en el instante que le escuchó decir aquello acerca del matrimonio, viéndose ligeramente confundido. No sabía cómo interpretar lo dicho pero dedujo, por el semblante de Zinnia, que era mejor no indagar. Asintió en silencio ante su pregunta, volviendo a recuperar la sonrisa paternal que tanto le caracterizaba. Se sentía incapaz de no verla como una princesa con esa apariencia tan frágil que ocultaba cuán testaruda y noble podía ser, era una combinación perfecta, una doncella de tomo a lomo. Al igual como le ocurría con la actuación, no conseguiría ser un caballero óptimo si no se metía de lleno en su papel.

– Ah, claro. – Aceptó tranquilo su indicación mientras volvía el cuerpo y la vista hacia la bañera, apartando la mirada de la jovencita. Se quedó viendo la superficie del agua y las baldosas que decoraban el suelo del baño, asegurándose de no encontrar algún elemento que le hiciera tropezar. Sabía que lo mejor en esas circunstancias era imaginar a la muchacha como una niña pequeña que debía cuidar, como a su propia hija o algo así, de tal forma conseguiría suprimir cualquier reacción viril e inapropiada para ese contexto. – Jajaja, está bien – dijo divertido cuando escuchó su petición.

Se acercó a ella dispuesto a deshacer el nudo del vestido pero en el momento que sostuvo un breve contacto con la piel ajena tuvo la estúpida idea de fijar la mirada en su espalda a medio desnudar. Las líneas que dibujaban sus omóplatos eran elegantes y seguían la forma de un cuerpo sumamente esbelto, algo que no pudo ignorar a pesar de la postura que había decidido tomar. Sus músculos se tensaron, tuvo que tragar saliva antes de seguir con la operación.

– Er... Está listo – anunció al cabo de un minuto, dándole la espalda rápidamente con el nerviosismo a flor de piel, algo que debía calmar pronto si quería seguir con eso de asistirla.

Cerré los ojos al momento en que sentí como iba desabrochando el vestido dejando al aire libre mi piel. Era una liberación, mi piel se percató de ello con el pequeño frío que sentía, pero no sabía si era aquello o el nerviosismo. Me quedé quieta hasta el momento que Reino avisó que su tarea estaba terminada- Gracias…- Murmuré de manera tímida terminando la labor de quitarme el vestido deslizando la tela sobre mi piel. En la habitación se escucho el sonido de la tela caer al suelo, dando la señal que ahora me faltaba despojarme de…amm…la prenda íntima.

Di dos respiros antes de comenzar la labor de quitarme las otras prendas, comenzaba a tener frío, ya quería estar dentro de la tina, en el agua caliente para que me brindara un poco de calor. Esto era muy difícil, gracias a mi pudor las cosas se hacían muy difíciles , lo ponía nervioso el que yo estuviera nerviosa –“Pero ¿De que te tienes que preocupar Zinnia? El no te verá de un modo extraño, además tu figura no presenta el canon femenino que los hombres querrían”- Es lo que pensaba para darme más ánimos y proseguir desabrochándome el brassier que tenía un diseño sencillo, lo que una mujer retacada tenía que vestir, lo acomodé en el lavabo, encima de las toallas. Ya solo faltaba una cosa- esto es tan difícil- Murmuré llevando mis manos a la parte inferior de mi ropa íntima, deslizándola entre mis piernas, no hubo tanto problema salvo en el pie que tenía la férula.

No podía permitirme el lujo de volverle a pedir ayuda, no con esta prenda, era muy privada. Como pude me recargué en una pared, la delicadeza en estos momentos no servía, quería actuar rápido y con brusquedad quité la prenda, me cansó mucho pero ahora estaba desnuda, por fin. Busqué rápido la toalla, para ponérmela y acomodar mi ropa aunque después de lo ocurrido lo más probable es que lo desechara, estaba sucia y además rota.

Me voltee, mirando por unos instantes la espalda de Reino, el lo único que haría sería ayudarme, nada más, confiaba en él, no era como las demás personas y me lo ha demostrado-…Reino…-Murmuré estando más que decidida, pensaría en lo que vendría al final, un buen descanso en la cama- Señor Reino ya me encuentro lista- Hice todo mi esfuerzo para aparentar que no me afectaba el estar frente a él con sólo una toalla, al hablarle le toque el hombro para que volteara.

Supo mantener la compostura cuando Zinnia se desvistió a sus espaldas, aunque lamentablemente el sonido de la ropa al moverse sí que conseguía recordarle cuán primitivo podía llegar a ser un hombre en determinadas ocasiones. Se llevó la diestra a la frente, pidiendo en su fuero interno que acelerara la causa y no se quedara divagando tanto tiempo, que solo conseguía ponerle más nervioso. Aún así se mantuvo firme y prudente, incluso cuando ella tocó su espalda, llamándolo y anunciando que estaba lista, Reino se volvió con candidez, haciendo un esfuerzo casi inhumano por verla como una niña pequeña, restándole importancia a la evidente tensión sexual que se había generado entre ambos.

– Ven... – dejó la formalidad de lado un momento y extendió una mano hacia la bailarina con expresión tranquilizadora. Esperó paciente a que ella se acercara unos pasos para envolverla en sus brazos y elevarla con cuidado, sosteniéndola como si de una princesa se tratara. – Cuidado con su pierna – indicó, recuperando su forma habitual de dirigirse a ella.

Con Zinnia en brazos se acercó en dirección a la bañera, sobre la cual se inclinó lentamente para sentar a la jovencita sobre la orilla de mármol. Se arrodilló ante ella, le sacó la férula con delicadeza y sin complicaciones, apartándola hacia un costado con la misma apacible sonrisa. Estaba ayudándole, nada más, si conseguía convencerse de esto no había por qué sentir inseguridad. Al levantar la vista observó un instante cuán delgados eran sus hombros y sus muslos al descubierto, su peso seguía siendo muy liviano y eso le preocupaba. Esperaba que no fuera de esas danzantes que se empeñaban en mantener su esbelta figura a costa de no comer nada.

– Ahora a la tina, ¿bien? – Indicó, esperando que Zinnia volviera a abrazarse a él para tomarla de la misma forma que hace unos momentos y depositarla sobre el agua. Primero su cabeza, luego su espalda y sus piernas al último, teniendo especial cuidado con la fractura. Reino retiró sus manos un momento para que ella le indicara si se encontraba bien posicionada o necesitaba una mano.

Me acerqué a él estando muy atenta a su expresión corporal, actuaba mas tranquilo y seguro de sí mismo, esto me ayudaba mucho pues me hacía ver que todo estaba bien y en orden, no habría ningún problema en que me ayudara. Me levantó como hace unas horas atrás cuando me llevaba por el callejón, cerré los ojos esperando que la toalla estuviera muy bien sostenida para que no hubiera problema alguno acercándonos a la tina.

Tenía miedo de que cuando me quitara la férula me doliera pero no, la removió muy fácil, mi cuerpo se sintió mas relajado. Nuevamente me levantó metiéndome a la tina. Sentir el agua era un gran alivio,  la temperatura era la adecuada pero no debía de distraerme, descansaría bien una vez que estuviera toda dentro del agua sintiendo extraña la toalla mojada pegarse a mi cuerpo pero quejarse no era una opción era una forma cubrirme. El esguince al momento de hacer contacto con el agua me molesto, sentía un dolor soportable.

-Gracias, es usted un buen enfermero señor Reino- Mi voz se oía un poco más animada esbozando una sonrisa como agradecimiento- Esta posición es muy cómoda creo que será fácil que me ayude en el baño- Con la mirada le señale un pequeño mueble al lado del lavabo- Ahí podrá encontrar el jabón, shampoo y esponja ¿Puede ir a por ellos?

En el momento que fue por ellos y me dio la espalda pude ver una oportunidad de acomodarme la toalla para que solo me cubriera la parte de enfrente, hice los movimientos lo más rápido que pude aunque fue un tanto difícil ya que no debía de mover mi tobillo lastimado y era difícil coordinar, sólo se escuchaba un poco el sonido del agua moverse- Lo lamento quería acomodarme la toalla- me excusé por el ruido que hice ruborizándome un poco pero ahora que ya me sentía en total comodidad junté mis dos manos para tomar agua y echármela en la cabeza, mi flecó debido a esto calló cubriéndome los ojos, no podía ver nada. Se me olvido que cada vez que hacia ese movimiento sucedía aquello, de seguro a Reino le causaría gracias aquello. Lo único que podía hacer era hacerme a un lado el fleco como si nada hubiera pasado o si aquello no me hubiera afectado.

Acomodó la férula contra la pared contigua del baño, en un rincón para que no entorpeciera el paso. No le había supuesto ningún problema sacársela pues estaba bastante acostumbrado a tratar con esas cosas, sea por fracturas propias o ajenas. Incluso estaba seguro de tener una color negro en casa, adquirida en esa ocasión que se había roto la pierna por segunda vez y no tuvo más opción que comprársela al hospital para ahorrarse la estadía. Porque si, realmente odiaba los hospitales.

Reino se puso de pie y fue en busca de los objetos que la jovencita había solicitado, encontrándolos sin mucha dificultad y trayéndolos para que pudiera completar su aseo. El sonido del agua revelaba que se estaba poniendo cómoda, razón por la que decidió tomarse un poco más de tiempo en voltear aunque ya tenía todo en su poder.

– Aquí tiene – dijo al volverse finalmente, acercándole en primer lugar la esponja y el jabón. Pero antes de que ella los recibiera la encontró con el cabello cubriéndole el rostro, detalle que por supuesto le divirtió muchísimo: – ¡Jajajajajaja, pero qué está haciendo! – Se rió con confianza, apartando al fin las gafas negras de su rostro pues el vapor del agua caliente empezaba a empañarle la visión.

Sin haberse sentado aún, apartó el cabello restante del rostro de Zinnia con una mano, echándolo hacia atrás y sonriéndole en el acto.

– Me encargaré de esto – anunció – siéntese derecha, le lavaré el cabello – diciendo esto se apartó, dejó los lentes sobre la repisa del lavabo y tomó la botella de shampoo. Regresó a sentarse en el banquillo que había acomodado ante la tina, dispuesto a asistirla con su cabello con una muy buena disposición. Seguía nervioso pero mientras menos lo pensara, mientras más actuara centrándose en lo que debía hacer todo saldría más fácil y hasta creía poder divertirse en el proceso.

No hubiera imaginado que el incidetne con el agua causaría tanta risa pero me alegraba que hiciera reír al señor Reino, de este modo la tensión de la situación desapareciera poco a poco pero no se podia evitar que sintiera algo de verguenza reaccionando con una sonrisa agradeciéndole el gesto de pasar hasta atrás los cabellos rebeldes. Lo agradecí más por que de esta manera pude observar sus ojos ya descubiertos. Horas antes los miré de reojo pero es distinto el verlos solo unos momentos a poder tenerlos sin algo que los cubra, resaltaban demasiado. Hablaba y entendía pero no me moví, mirándolo con los ojos un tanto abiertos, otra vez estaba siendo indiscreta- Ponerme derecha, por supuesto, agradezco que se ofrezca lavarme el cabello- Respondí reaccionando unos segundos después para ponerme como lo había pedido teniendo la esperanza de que no lo haya incomodado y ya tuviera deseos de irse.

Me erguí totalmente, de la manera que siempre lo hago cuando me siento esperando a que comenzara la labor pegando los brazos al pecho sosteniendo la toalla para que no se cayera.

En un principio sentí extraño que alguien más hiciera esa acción. Tiempo atrás, en mi época de infancia las cuidadoras que me asignaban estaban encantadas de poderme lavar, secar y cepillas mi cabello debido a la extrañeza de su color. Después mi madre se los porhibió pues no quería a una hija totalmente inútil, pr lo menos tendría que encargarme de mi aseo personal. Volver a sentir otras manos me hacían suspires complaciente, era también como un masaje-Espero y tenga paciencia con mi cabello, al ser largo require más tiempo- comenté al momento en que cerraba los ojos para que entrata jabón en ellos. En estos momentos realmente me sentía como en el paraíso.

-Por cierto señor Reino ¿No tiene calor? Quiero decir este ambiente para mí es perfecto pero usted está muy abrigado, si siente calor podría salir a refrescarse, no me gustaría que se sintiera incómodo por eso.

Una vez la muchacha se sentó correctamente ante él Reino sujetó cuidadosamente sus sienes con ambas manos, apartando su cabello tras sus orejas. Acto seguido acercó el brazo metálico de la ducha y, volteándolo hacia el costado donde estaban los pies de Zinnia, giró la perilla de encendido. Esperó a que ella le indicase la temperatura apropiada para volver el objeto hacia su cuerpo, empapándolo con ese suave chorro de agua que ahora recorría su frente y le remojaba el cabello.

Lo humectó con paciencia, envolviendo su rostro con sus grandes y ásperas manos con el fin de no mojarle la cara. Al cabo de unos minutos acercó el shampoo, vertiendo un poco de este sobre su cabeza y esparciendo el contenido entre las finas hebras de su cabello.

Esta operación la hizo con más seriedad de la normal y un dejo de melancolía, meramente porque le recordaba a Noire, su hija.

– Ah, ¿lo ha notado? – Comentó forzando una sonrisa ante su ofrecimiento, pues el ambiente efectivamente se sentía caluroso para él, sumado al ya más controlado nerviosismo que aún no abandonaba su cuerpo. – La verdad es que si pero puedo arreglármelas, terminaré con esto y... – antes de acabar la frase la botella de shampoo se resbaló de su mano, hundiéndose entre las piernas de la bailarina.

Como por reflejo Reino hundió su mano en el agua para buscarla, percatándose en el acto de lo que estaba haciendo.

– ¡Lo-lo siento! – Se disculpó de inmediato con el rubor acentuando sus mejillas, apartando sus manos de Zinnia sin saber dónde esconderse de la vergüenza.

Lo último que escuché, después de que el señor Reino me hablara fue que algo cayó en la tina salpicandome un poco de agua la cara. Abri un ojo para ver y que no me entrará espuma en los ojos aunque lo dudaba pues Reino estaba lavando mi cabello de manera perfecta pero apenas entre abri mi ojo derecho cuando siento algo…entre…mis…piernas que…sabía que eran los dedos de Reino pero mi reacción no fue otra cosa que dar un pequeño grito agudo por la sorpresa bajando mis manos por reflejo cerrando mis piernas. Tuve suerte de tener la toalla encima pero aún así pude percibir un leve tacto en…esa zona que, no supe como reaccionar y gracias a los reflejos de él su mano no quedo atrapada en aquella area debido a la fuerza que utilice para cerrarlos. Di otro pequeño grito por el movimiento que hizo debido a mi esguince.

-Yo…-Mis ojos se encontraban totalmente abiertos y estoy segura que mi rostro mostraba muchos tonos de color rojo, sorprendiendome aquel rubor en su rostro entonces me di cuenta que al bajar mis manos lo hize con la toalla y al tener el cabello todo atrás no me era possible cubrirme así que subi rápidamente mi brazo para cubrirme. Creo que la situación no podría ser menos incómoda. En muchos casos inesperados lograba tener todo bajo control en unos momentos pero ahora, estaba paralizada, era todo muy nuevo pero lo primero que debía de hacer era tranquilizarme pues no podia salir huyendo, estaba en la tina y sin poder moverme. Y él, no quisiera que se sintiera como una mala persona. Con mucho esfuerzo esboze una sonrisa pero se veía que era muy forzada- N…No se p...precoupe S…Señor Reino- ¿Estaba tartamudeando mucho? Hace mucho que no tenía ese tic de tartamudear con casi cada palabra que pronunciaba, necesitaba tomar una gran bocanada de aire y darme unos momentos para contestar-S…se que no lo ha hecho con mala intencion…L-los accidents ocurren ¿Cierto?-

Con la mano libre que tenía busqué dentro de la tina, con un ligero temblor, el causante de todo aquello no  tardando en encontrar el jabón dejándolo en la orilla de la tina, bajando mi mirada. Por el momento me apenaba bastante verlo a los ojos, no podia hacerlo- Aquí está…el shampoo que se cayó- después huboun incómodo silencio, no sabía que más hacer, seguir como si nada hubiera pasado o…dar unos minutos para tranquilizarnos o sencillamente dar por finalizado el baño.

Reino desvió la vista, consciente de la incómoda atmósfera que primaba en esos momentos y muy seguro de que Zinnia preferiría algo de privacidad para arreglarse. Había notado la caída de la toalla en paralelo a su reacción por lo que prefirió volver su ruborizado rostro hacia otro punto, intentando reafirmar sus buenas intenciones. Ella no tardó en alcanzarle la botella de shampoo causante de todo el alboroto y él la recibió forzando una sonrisa, notando cuán temblorosas se encontraban las manos ajenas.

– Ah, gra-gracias... – tartamudeó, un poco preocupado por la muchacha y su evidente estado de shock. – En verdad lo siento – dijo nada más dejar el objeto en el lavamanos, esperando que ella se sintiera un poco más relajada para enjuagar los residuos de espuma que aún se encontraban en su cabello. Había pensado incluso en jabonar su espalda pero por lo que acababa de pasar no lo consideraba pertinente. – ¿Su pierna se encuentra bien? – Preguntó al cabo de una pausa, recordando el quejido que escuchó hace unos momentos.

Volvió a desviar la vista de ella pues no se encontraba en las mejores condiciones, ladeando la cabeza hacia su derecha.

– Pensaba enjuagar su cabello pero si es muy incómodo lo entenderé... – comentó su plan con un poco de vergüenza enseñándole el brazo de la ducha aún en su mano derecha, intentando obviar nuevamente en su cabeza que se encontraba con una mujer joven. Aunque fuera difícil resultaba más relajante centrarse en la idea de que estaba bañando a una niña pequeña.

No tenía idea de como retomar el hilo de la conversacion pero reino lo hizo aún disculpándose lo cual me hacía sentir mal, creo que sobrereaccioné al sentir su contacto. Todavía no alzaba la mirada riendo un poco de manera nerviosa- No se preocupe, está bien mi pie. Solo fue un dolor pasajero por el movimiento- Subí la mirada, no a su rostro, si no a la mano de la regadera. Bien, debía de poner en orden la cabeza, solo estamos en esta situación debido a que me ayuda en el aseo personal, solo eso.

-No sera incómodo señor Reino, en verdad- Tener la mente fría, olvidar las reacciones que podría tener mi cuerpo, es lo que necesitaba hacer- Yo e exagerado en cuanto a mi reacción, además no fue con intención- Creo que el que estaba en más apuro era él. Hice un esfuerzo para mover mi rostro y mirarlo a la cara, en ese momento vi que él tampoco me miraba, ablandé más el rostro- Reino…- Dije en un tono más suave para que viera que ya estaba tranquila levantando la mano para ponerla en su mejilla y moverlo para hacer que nuestras caras se encontraran- Me agradaría que lavaras mi cabello y, en verdad, espero que el accidente no afecte en lo absolute nuestra Amistad que aún esta en desarrollo-

Eso era lo que más me preocupaba, el que después de esto ya no deseara estar conmigo y la idea no me agradaba. El señor Reino era una buena persona, además nos encontraríamos en el trabajo y el ambiente se llenaría de mucha tension y sería la segunda persona a la que incomodo. Incluso, a lo mejor, en estos momentos debería de sentir incómodo mi contacto por eso separé el contacto con brusquedad metiéndola en el agua. Todo este tiempo se ha hablado de lo que yo eh sentido pero no de como él se siente- Si para ti es incómodo puedes decirlo sin problema alguno, de seguro es complicado para ti.

El contacto de sus delicados dedos le paralizó. Durante un breve instante, en el que se permitió observar a Zinnia como ella así lo quería, Reino endureció sus facciones como si acabara de recibir una noticia desalentadora, alarmante.

Era un hombre adulto, con carácter, la timidez no era parte de sus cualidades aún si de mujeres se trataba, de hecho solía ser una persona exageradamente extrovertida y bromista. Pero en aquél momento los colores se le subieron al rostro sin que pudiera evitarlo, enarcó ambas cejas al notar -o más bien, recordar- cuán bella era su acompañante.

Aún sumido en esas impertinentes reflexiones le escuchó con atención y le agradó que no sintiera rechazo hacia la idea de seguir siendo asistida por él.

– ¿Es más cómodo así? – Preguntó un tanto embobado, con la creciente de necesidad de interrumpir el incómodo silencio que volvía a interceder por ambos. – ¿Prefieres que te trate de "tú"? – Ya había sido un gran avance el dejar ciertas formalidades pero, aún si le costaba relacionarse con ella sin el "usted", quería hacerla sentir cómoda en su presencia. – Será algo difícil pero puedo hacer el intento... – murmuró, volviendo a dedicarle una cándida sonrisa.

No perdió de vista la petición de la muchacha, simplemente quería confirmar sus modos para tratarla. No tenía idea de cuánto tiempo tardarían en familiarizarse el uno con el otro pero, por una extraña razón, no le molestaba apresurar el proceso. Después de todo, habían llegado a este punto de confianza ¿no?

– Voltea, terminaré de enjuagar – indicó refiriéndose al cabello. Apenas Zinnia obedeció Reino se acomodó a sus espaldas y volvió a sujetar su frente con una mano, ayudándose de ella para que el agua que ahora remojaba su cabeza no se colara por su rostro ni llevara el shampoo a sus ojos. Continuó con esta dinámica por un par de minutos, esperando que ella se sintiera más relajada.

¿Hablarnos de tu? Era muy informal y sería extraño pero creo que ya en este punto de la relación la formalidad estaba demás así que funcionaría. Asentí ante su pregunta- Estaría bien, si no le molesta también me agradaría tratarle de “tú”- No es que tratara a todo el mundo de usted pero me han inculcado que fuera de ese modo con las personas que tuvieran mas edad que yo, no es que reino fuera muy grande, solo que a las personas mayores de tres años en adelante de mi edad les hablaba de usted.

Parecía que las cosas ya volvían a la normalidad pero me preocupaba el sonrojo que no desaparecerá de su rostro, me preguntaba si mi color de volvía a la normalidad o permanecían rastros del carmesí, como a él le sucedía. Obedecí la orden de volver a darle la espalda para retomar lo que fue interrumpido. En un principio me mantenía en alerta, por si pasaba otro accidente pero conforme pasaban los minutos no ocurría nada así que podría bajar la guardia y en los últimos minutos que tardó Reino de enjuagarle los disfrutó con los ojos cerrados.

Intentaba pensar que la persona que estaba haciendo la labor de lavarme era una de las sirvientas pero por más que trataba no podía, sobre todo por que las manos no eran las mismas. El de las sirvientas eran delicadas y delgadas, como las mías pero ahora las que tocaban mi cabeza y cabello eran mucho mas grandes y un poco rasposas, signo de que era un hombre trabajador pero ¿por qué me fijaba en aquello?

Una vez que terminó de enjuagarme pude volver a abrir los ojos volteándome un poco-Parece que por fin termino con mi cabello, usted…quiero decir… Eres muy paciente, realmente es largo- llevé una mano por mi cabello- Si, esta muy limpio, ahora ¿Qué es lo que sigue?- pregunte un tanto con curiosidad y la verdad es que estando mas limpia me sentía muy cómoda- Podemos dar un descanso para que salgas a refrescarte, ya debes de estar muriéndote de calor.

– Eso era lo más complicado, solo queda tallar tu espalda – respondió sonriente ante su pregunta, igualmente desacostumbrado a llamarla de "tú". Las mejillas de Reino aún se encontraban ruborizadas pero no solo era por la vergüenza sino que también estaba acalorado por el vapor propio de la tina.

Al cabo de un momento el mánager le alcanzó el jabón a la muchacha y le pidió a ella misma que lo sostuviera mientras se ocupaba de su cabello, esto con el fin de no repetir lo ocurrido hace unos momentos. Ordenó con sus manos el húmedo y largo pelo de Zinnia, el cual cepillaría más tarde, y lo puso sobre sus hombros para descubrir su espalda desnuda. Una electrizante sensación volvió a apoderarse de él al ver la línea que definía sus omóplatos, sus hombros eran sumamente pequeños y delgados.

– Hemos demorado un tanto, además no es sano para tu piel estar en agua caliente por más de veinte minutos, empezarás a marearte – comentó intentando relajarse y desviar la atención de esos pensamientos medianamente morbosos que empezaban a aparecer en su mente, aunque de igual modo para dejarla tranquila agregó: – Pero puedo darte un momento para que laves tus partes íntimas...

Dicho esto le pidió el jabón y empezó a tallar su espalda, tocando sus hombros con suma timidez, desviando la mirada para no invocar nuevamente ese dejo de ansiedad que le inundaba cada vez que tenía contacto con su piel. Frotaba sus manos enjabonadas contra su espalda, para luego recorrer el agua del brazo de la ducha sobre ella y enjuagarla. Apenas acabó se permitió salir un rato fuera del baño, dejando a Zinnia sola para que tuviera su espacio. Y claro, él aprovechó de tomar aire y enfriar sus ideas.

Me tranquilizaba saber que ya estabamos a punto de concluir la parte del baño y me pareció un gesto muy amable el que se haya preocupado de mi salud el estar mucho tiempo en la tina pero me sonrojé al escucharle decir que me dejaría para que limpiara mis partes…íntimas. Era lógico que lo hiciera pero que el lo dijera es lo que provocaba mi nerviosismo. Todo el tiempo en que talló mi espalda me sentí extraña. El contacto era más directo que cuando tocaba mi cabello y mi cuerpo se tensó ¿Por que me ocurría eso? Me apenaba mucho sentirme así con él, sobre todo por que me estaba ayudando.

-Yo te avisaré cuando haya terminado la labor de limpiarme- Le comenté antes de que se fuera y por fin tuviera un momento a solas, momento que fue oportuno pues asi podia tener un respiro. No me moví enseguida, estando sumida en mis pensamientos, no pensé que una simple ayuda resultara de esta manera. Cerré con fuerza mis ojos mientras tenía una conclusion en mi mente que, ciertamente me asustaba, su contacto me excito pero viendolo de forma racional eso era normal ya que era una mujer adulta ¿No? Yo…¿Tambien tenía ese tipo de necesidades?- Pero por que ahora Zinnia, trata de controlarte- Si me concentraba en la labor principal de seguro me distraería y ya no tendría esos pensamientos que me perturbaban.

Tomé el jabón empezando a lavarme primero los pechos, di un respingo al hacerlo, los tenía muy sensibles, esta tarea sería muy difícil pero continue lo más rapido que pude para que dejara de sentirlo y al momento de bajar no pude evatar dar esta vez un pequeño gemido, cerrando mis piernas. Era imposible lavarme- Piensa de manera fría…- me reproché a mi misma dando un gran respiro concentrandome en apartar esas sensaciones retomando la labor. No fue para nada fácil  pero pude hacerlo en pocos minutos, mi respiración se encontraba agitada y no solo por…aquello, tambien por el calor de la habitación- L-listo ya eh terminado- Avisé estando encogida de hombros esperando a que mi respiración volviera a la normalidad.

Cerró la puerta tras de sí y dio un respiro profundo, anhelando el aire fresco del que se había visto privado hace unos momentos. No solo el calor en el baño era insoportable sino también la temperatura de su propio cuerpo pues estaba algo desatendido de necesidades sexuales y le pedía consuelo, lo que le generaba una sensación exasperante. Desde su suerte de "divorcio" cualquier deseo de esa índole le parecía un derroche vacío que de nada servía si no había amor de por medio, la barra de sus satisfacciones quedó demasiado alta después de Candace.

Era un hombre, si, pero uno jodidamente pensante y moralista. Más de lo que le gustaba. Si bien Reino era un tipo despreocupado fuera de sus ocupaciones laborales, donde se conocía al bebedor social y al alocado sin remedio, jamás había abandonado cierta rigidez en el aspecto amoroso donde era más bien tímido y reservado. Incluso un poco arisco.

Al cabo de unos minutos fuera, resistiéndose a fumar un cigarrillo por la ansiedad que se lo comía por dentro, volvió a entrar al baño decidido a apartar esos pensamientos de su cabeza. No quería que Zinnia le percibiera distante ni evasivo, que era lo que solía ocurrir cuando una mujer le atraía.

Trazó una de esas amigables sonrisas que tanto le caracterizaban, esperando jugarle una broma o dos si la situación volvía a tornarse tensa. Verla como una niña pequeña era lo más fácil en esos momentos, lo que le aseguraría mantener su mente en otra parte.

– Bien, tapón fuera – se dirigió a ella nuevamente en un tono infantil, hundiendo su mano en el agua y sacando el tapón. El conducto de la bañera comenzó lentamente a succionar el agua mientras Reino dejaba el brazo metálico en su lugar, en la manija de arriba. – Acomoda bien la toalla, voy a sentarte otra vez en la tina – le indicó antes de acercar su cuerpo al de ella y ofrecerle una especie de abrazo en el que se permitiría alzarla hacia el exterior.