Cuando la realidad llega a sobrepasar (Katherine)

Era otro día de recuperativas que se había repetido tal y como el primero. Incapaz de enfrentar la clase de canto Skyle había vuelto a escapar. Sus pasos apresurados solo fueron eco en los pasillos, un sonido fino que rapidamente se desvaneció, pues al ser sábado, las personas que rondaban eran mucho menos que en los habituales días de clases. En parte el castaño lo agradecía desde el fondo de su caótico corazón. De este modo, nadie podría percatarse de que había salido llorando, de nuevo, de la sala en un arrebato poco digno de un muchacho de su edad. ¿Pero podría alguien recriminarselo? No eran pocos los que en determinado momento se veían sobrepasados de emociones, frustraciones o deseos hasta el punto de las lágrimas, pero su caso, particularmente, fue culpa de su autoestima. ¿Incluso así a él lo habían elegido para ser Romeo? ¡¿Incluso así?!

Uno no puede jugar a hacerse el tonto por siempre. De algún modo y otro la realidad viene y te golpea fuerte en las mejillas.

¿Qué hago aquí?
Qué importa, solo debes aprovechar.
No soy lo suficientemente bueno para estar aquí.
Nunca entraste aquí por ser bueno.
¿Porqué no puedo tener lo que ellos tienen?
Tu no quieres el talento.
¡¿Entonces qué quiero?!
La fuente de su inspiración. Solo quieres amor.

La risa burlona que resonaba en su cabeza le hacía sentir, como menos, patético. ¿Realmente a eso se reducía todo su anhelo? ¿Amor? ¿Una excusa tan barata y utilizada en todo?

¡Pero yo amo cantar!

Los envidiaba, los envidiaba tanto que antes de dejar salir un sentimiento tan oscuro, antes de dejarlo salir a él, prefirió romper a llorar y huír a las frías baldozas de los impecables baños. Ahí, dentro de uno de los cubiculos, con la tapa cerrada y las piernas en alto, se quedó ahogando su frustración.



Tarareaba en una voz temblorosa, incapaz de entender si esa canción que ultimamente era la única que lograba cantar, realmente no tenía dedicatoria. ¿Porqué entonces se sentía tan nostálgico? ¿Porqué, en algún punto dolía una ausencia de algo que se supone, nunca estuvo ahí?

Deja de pensar, deja de intentar recordar. Cállate y sigue bailando. No necesitas nada más.

Zebra parecía alterado junto con él. Hasta se podía decir que estaba molesto, y eso, por supuesto, no era una buena señal. Skyle levantó la cabeza abruptamente, conteniendo la respiración en el momento en que sintió el chirrido de la puerta del baño. Alguien había entrado.

Buena hora en que el baño del cubiculo de profesores estuviera cerrado. Se maldijo una y otra vez, llegando al millón profiriendo todas las maldiciones que le cabían en su vocabulario en cualquier idioma.

Se había dicho que sería paciente, pero es inglesa, los de su tierra no toleraban los retrasos aunque no era como si se encolerizaban demasiado; aunque cuando se trataba de necesidades fisiológicas, fue el único límite que tuvo su paciencia.

Así que sin parecer alterada salió del área de profesores mientras sus tacones no parecían sonar mucho. Era un repiqueteo suave. Aunque lo único que no disimulaba mucho era su cara de nervios y poca contención.
Pero ella al ver una señal que indicaba donde había baños, solo pudo acelerar el paso y al quedar a pocos metros simplemente corrió y entró a una puerta sin darse cuenta que era el baño de hombres.

Ciegamente solo corrió hasta el último baño, que sabía era el más limpio de los públicos y fue cuando encontró alivio.
Al terminar salió tranquila y se fue a lavar sus manos pero por el espejo pudo darse cuenta de unos mingitorios.

- ¿M-mingitorios? - parpadeó perpleja de encontrarse en una situación un tanto embarazosa.

No podía salir ¿Y si alguien la veía? Sería una vergüenza, su gran orgullo no se lo permitía. Las burlas a sus espaldas la sobrepasarían y entraría a un estado colérico-dramático digno de su antigua profesión.

Pero apenas oyó unas voces masculinas cerca ella rápidamente se fue corriendo a ese baño que previamente había usado y se encerró. Bajó la tapa y se subió al asiento muerta de nervios y sin tomar riesgos puso el seguro para que no pudieran entrar.

¨¿Cómo voy a salir de aquí?" - se repitió esa pregunta una y otra vez.

Conteniendo la respiración pudo escuchar los pasos ligeros entrar en los baños. Seguramente y alguien venía con urgencia al servicio. Debería aprovechar entonces de ejecutar su huída en el momento en que escuchara la puerta conjunta cerrarse, sin embargo, ninguno de los músculos del castaño se contrageron para generar el movimiento necesario.

No quiero salir.

Para cuando creyó encontrar el valor, su oportunidad ya había pasado de largo, y ahora mismo, volvía escuchar el sonido de la puerta abriendose, y a aquella persona desconocida caminar, posiblemente, hacia el lavamanos.

Esperaría. Ese fue el primer pensamiento que cruzó la mente dividida del chico, sin embargo, en el mismo momento en el que sus oídos reconocieron aquella voz, como si hubiese sido una trampa autoimpuesta, el seguro fue sacado y sus piernas hubieron avanzado lo suficiente como para que ella pudiera verlo.

Sus labios se separaron, como queriendo articular algo, pero entonces recordó lo patética que debía verse su cara luego de llorar. Por otra parte, la sorpresa de verla ahí, el alivio de que fuera ella y no cualquier otro compañero, fue parte de las mejores posibilidades con las que pudo contar.

-¿P-profesora...?- Seguramente en su rostro lo que había era algo similar a una sonricilla nerviosa. Como las veces en las que soñaba con su madre y luego despertaba con la decepción de la realidad.

Diablos, mil diablos y truesnos. Ya había un estudiante dentro en los baños. La profesora era muy capaz y estaba a punto de soltar una amenaza para que no se atreviera a comentar ese pequeño percance que había sufrido.

- ¡S-Skyle!.... T-tu....

¿Pero que era esa cara que le mostraba? Sus ojos estaban rojos e inchados, su cara parecía algo enrojecida pero aquella pequeña sonrisa le confundía demasiado.

No tuvo tiempo de pensar algo, solo lo tomó de la mano y le escondió en el mismo lugar que estaba y ella se metió con el para evitar que fuera visto por otros alumnos. Kath se subió a la taza del baño mientras dejaba a su alumno ahi parado.

- Skyle, solo te pediré un favor... bueno son dos, pero tu sabes a que me refiero - susurró nerviosa la inglesa en lo que esperaba a oír las voces masculinas en el baño - Por favor no digas que estuve aquí, es solo un error ¿entiendes? Hay que evitar malentendidos; no puedo simplemente encerrarme y que parezca que no hay nadie - Oyó la puerta abrirse y ahi estaban las otras voces masculinas que se reían mientras hablaban de sus clases y la tarea - Mi segundo favor que te pido es que me saques de aquí sin que nadie se de cuenta que estuve. ¿Entendido?.

Y ahi se quedó quieta y sumamente nerviosa. Kath no podía esperar a la vergüenza ajena de que los demás descubriesen su error, ella era muy paranoica y controlaba bastante su imagen como para que esto se saliera de control. Ella era el tipo de mujeres que no puede tolerar tener la situación bajo sus manos.

Solo esperó a que los otros chicos terminaran sus asuntos y a que su alumno Skyle le ayudara con ese pequeño gran predicamento en el que se había metido.
¿Él era un buen chico, no?

Pudo notar la sorpresa en ella, y solo entonces Skyle fue conciente del vergonzoso supuesto que debía ser una situación como esa para cualquiera. Era simplemente cosa de llevar la situación al inverso y encontrarse a sí mismo en el baño de chicas como para que los colores, por si solos, se le subieran al rostro. Fue precisamente ese momento en el que ella le pilló desprevenido al punto de que fue practicamente arrastrado al interior del cubiculo incapaz de oponer resistencia.

Por una fracción de segundo, el castaño se sintió profundamente confundido en la situación. Extrañado del temor y ese nerviosismo que por primera vez podía observar en la mujer que era su profesora.

Interesante...
No ahora...

Fue el pensamiento que retuvo la voz en su interior, que a penas pudo ver una situación de la que podía obtener alguna clase de provecho, había despertado con las ansias de probar suerte en la desesperación ajena y, como siempre, poner en riesgo a su pequeño protegido: Skyle.

Lamentablemente, concidió la curiosidad de él con la debilidad emocional del muchacho. Por supuesto skyle no quería dejar que alguien más notara ese pequeño... "detalle" de su personalidad, pero sí, había un susurro potente en su interior ante el cual, ni la más blanca paloma podría haber hecho oídos sordos.

-¿Q-que obtendré a cambio...?- Susurró con evidente nerviosismo, bajando la cabeza, pegando su mirada en la punta de sus pies. No era realmente que quisiera aproblemar a la profesora, pero de un momento a otro había visto una oportunidad única: Desistir del papel de Romeo con el apoyo de ella.

Esperó pacientemente la respuesta del chico, ella esperaba que si pues a pesar de su personalidad tan encerrada en si mismo podría significar una nobleza oculta. Además ¡Era la maestra! ¿Quien no quiere ayudar a los profesores desde la sincera intención o hasta por lambiscón? Reconocía que había de todo tipo de estudiantes.

- ¿A cambio? - susurró con un gesto confundido, no esperaba una declaración tan directa de que esperaba algo a cambio - Bueno, ¿Que tal si te invito el almuerzo de mañana? ¿o la comida? No se, lo que prefieras, soy una mujer agradecida - intentó parecerse la ignorante y pasar por alto aquella pregunta, por que sabía que saldría mas por su cuenta y molesta sin importarle las apariencias si él se atrevía a pedirle algo de las calificaciones.

Ante todo ella era una profesional, sea como actriz y cantante como de profesora y respetaba muy bien su trabajo como para dejarse llevar así por algo de vergüenza que tenía.
Y pensándolo bien, era un favor pequeño, no era como que pudiera pedir mucho. Pero aún así agradecería que la ayudara.

- ¿Qué dices? ¿Si me ayudarías o prefieres otra cosa?

No había mucho que procesar, nada que realmente pensar al respecto, la respuesta era tan clara como el agua que salía de las llaves del perfecto baño de la escuela.

-La ayudaré - Contestó Skyle con absoluta resolución, pero eso no fue todo. Como si la personalidad del otro se traspusiera a la propia, su mirada pareció ser diferente a lo habitual, como si en ella escondiera una fuerza que nunca nadie en verdad ha visto en el castaño, como si estuviera decidido a cumplir un objetivo mayor, cuando en verdad solo era una deserción. - Pero a cambio quisiera que usted me ayude en algo... - Hizo una pausa, intentando buscar las mejores palabras.

-En verdad es algo que podría hacer por mi mismo, pero eso generaría muchos problemas y cuestionamientos que realmente no quiero generar...- Explicó llevando su mirada nerviosa de un rincón a otro en el cubículo.

¿Vas a abandonar? ¿Después de que tanto lo querías?
Tu me abandonaste...
No, yo te di un papel, solo que no salió como quería.
Y luego me abandonaste...
No puedo interpretarlo, lo sabes. Tu tampoco puedes, no sabes.
Quiero abandonar.
Pero ella quería apoyarte...

-No quiero actuar en la obra... No... No es que no quiera... No puedo. No puedo actuar el papel de Romeo...- Declaró en un susurro, por primera vez alcanzando la alta mirada de la docente, incluso sabiendo que su petición podría enfadarla.

-Yo solo audicioné porque... quería demostrarme a mi mismo que era capaz, p-pero esto se me fue de las manos....- Y ahí estaba él, en el peor escenario posible para hacer una súplica a la estatua de la santa que se encontraba frente a él, donde claro, los papeles parecian una absurda ironía.

Katherine enarcó una ceja, algo dispuesta a escuchar en que era lo que necesitaba su auxilio. Aunque su mirar se mostró confuso con aquel remedo de explicación del joven.
¿pues que cuestionamientos evitaba? ¿si podía hacer por su cuenta, por que era difícil entonces?

Su semblante cambio por completo al oirle. Era algo que la verdad estaba fuera de su comprensión normal pero le escuchó con paciencia.
El chico parecía realmente preocupado por lo que sucedía. Así que Katherine le tomó de los hombros con intenciones mas dulces. Y le miró a los ojos cuando él los alzó.

- Vamos a hablarlo mejor en mi cubículo Skyle ¿De acuerdo?... Ahi estaremos mejor y me explicaras mejor lo que sucede - intentó que su voz fuera dulce, como la de su madre cuando ella se metía en problemas - Sería incomodo hablar de esto si alguien entra... Apuesto que no quieres que esto lo escuche el primer tipo que entre, ¿verdad?

A pesar de todo lo que había tratado con Reino, quería escuchar las propias emociones y con las palabras de Skyle el por que de su situación en la obra y por que quería escapar de ella.

Por alguna razón no fue la rabia esperada el resultado de tan absurda petición. Tan inesperado fue en verdad lo que obtuvo por resultado que Skyle incluso tardó en reaccionar, tomándose unos segundos tras la respuesta de la docente.

-¿D-de... verdad?- PReguntó el castaño con notoria incredulidad. Pestañando en confusión ante el cálido y comprensivo tono de voz que la profesora había decidido utilizar. Casi daba la sensación de que podía confiar en ella.

Cuidado.
Lo sé...
No seas ingenuo, ella quiere salvar su pellejo.
Yo también...

-¿¡De verdad?!- Volvió a preguntar un tanto más enérgico, aunque sin alzar demás la voz. Como si de pronto la luz volviera a su lloroso y acabado rostro y todo el asunto vivido aquel día de recuperativas, quedara atrás. Claro que en todo momento Skyle había tenido el cuidado de hablar bajo, lo suficiente como para que ella y solo ella pudiera escuchar, pero la propuesta hecha por el adulto en cuestión, le pareció razonable. Después de todo el cubículo de un baño no era el mejor lugar para una charla seria como esa. Eso, podía decirlo incluso él.

-La sacaré de aquí. Lo prometo.- Dijo con una seguridad propia de un mal protagonista de manga.

Se dio la vuelta cuando escuchó el silencio, dándole la espalda a la mujer dispuesto a abrir la puerta del baño y comprobar que afuera no había nadie.

Katherine esperó a que el chico pudiera procesar lo que pasaba, era lo mejor que podía hacer por el. No quería fallarle a ningún alumno... o simplemente a nadie. Sabía como se sentía el Skyle, al menos hasta cierto punto, por lo que no quería dejarlo solo en esta situación.

- Es en serio Skyle... Y me podrías haber dicho de esto sin siquiera yo pidiéndote un favor - intentó convencerlo que esto iba mas allá de la situación, esto sucedía por que era su deber - A mi me hubiera gustado tener más apoyo de mis profesores... No quiero que vivas lo que me pasó.

Por algo se había formado esta escuela, para lograr que los alumnos lograran desarrollarse en el ámbito musical y en otro sentido a lo que se hace en otras disquera o escuelas de música.

- Y muchas gracias - añadió ese pequeño detalle, pues ella seguía atrapada en el baño de hombres.

La maestra siguió a su alumno y se asomó para también comprobar que no había moros en la costa. No se oían risas ni pasos por el pasillo así que salió con toda la calma del mundo, como si no hubiera pasado nada.

- Bueno, muchas gracias... entonces ¿me sigues? - Kath hizo un ademán para que siguiera sus pasos y se dirigiera a los cubículos de los profesores, donde tratarían cosas más serias.

De alguna manera las palabras de la docente le llegaron tan profundo que fue inevitable confiar a ciegas en ella. El muchacho salió primero, para comprobar que no venía nadie desde los pasillos, solo hizo una ceña y en un par de segundos la profesora ya estaba afuera como si nada hubiese pasado. De cierta manera, era un alivio para ambos y es que aunque tal vez ninguno lo consideró, era quizás peor la escena de ser encontrados profesora y alumno saliendo juntos del baño que si hubiese sido la primera por si sola.

¿Qué harás?
Lo único que puedo hacer.

-¡S-sí! - Asintió enérgicamente, como si intentara convencer a alguien que no era nadie más que su propia cabeza. En la ingenuidad de la honestidad controlada, Skyle pretendía más o menos explicarle a la profesora que él simplemente no podía con ello.

Tímido y casi sin hacer ruido con sus pasos, Skyle siguió la figura de la mujer que avanzaba por los pasillos de la escuela tan segura de si misma como nunca el muchacho imaginaría estar.

No tardaron mucho en llegar a la sala de profesores, específicamente, el cubículo que le correspondía a la docente Katherine Howell.