Casi la realidad (privado)

El movimiento del automóvil era tan suave que se sentía como un arrullo, provocó que olvidara totalmente donde estaba. Mi cuerpo y mi mente se dejaron llevar por el sueño, pero al no ser todo para siempre volví a la realidad abriendo con lentitud mis ojos, parpadeando un par de veces para ver con claridad y saber en donde me hayaba. Por un momento olvidé que había dicho la Escuela Musette como nuestro destino-El viaje se ha sentido corto- murmure de manera somnolienta pero terminé la frase cortante, percatándome, por fin, que mi cabeza reposaba en en algo duro, era el hombro del señor Reino.

Sin demorarme, pero tampoco perdiendo la calma ni notarme exaltada, me incorporé observando a reino con pena apareciendo en las mejillas in leve rubor- Por favor excúseme, no fue mi intención usarlo como apoyo para dormer durante el trayecto. De seguro el viaje no le fue tan cómodo- bajé la mirada avergonzada al ser tan descuidada, no volviendo a comentar palabra alguna hasta después de bajar del taxi.

-Aquí es donde me encuentro viviendo por el momento, en los dosmitorios de los profesores- Comenté al tiempo que íbamos a ese lugar, mis movimientos seguían siendo torpes, tal vez demasiados, pero no tanto como en un principio- el señor Regan amablemente me ofreció quedarme en ese lugar, además de ser docente e imparter clases de danza a los estudiantes. Acepté con gusto pues me encntaría serle de ayuda, además, de esta manera no depend tanto de mi familia- "y del prestigio que tiene”, lo pensé un tanto melancólica pero manteniendo una sonrisa amable en el rostro, la cual ya casi era automática.

Había sido un viaje agradable y tranquilo, pese a las miradas furtivas que el chofer le dedicaba a la "parejita" por el espejo retrovisor, sobretodo a él. Reino suspiró ante este detalle, consciente de que quizás la familia de Zinnia le fastidiaría por el solo hecho de haberle dirigido la palabra a su hija. Pero de pronto recordó el destino indicado por ella: la escuela Musette, ¿por qué ahí, si Zinnia no era profesora? ¿No estaría pensando en hacer alguna especie de trámite en semejante estado?

Un poco preocupado por este pensamiento distinguió el edificio a través del cristal de la ventana, ese edificio en el que solía frecuentar desde la semana pasada debido a las audiciones. Quizás y tenían la oportunidad de encontrarse con Revo por los pasillos... No, era domingo después de todo.

La sorpresa de la joven al despertar solo le hizo sonreír, Reino se volvió a ella poco antes de aparcar en los estacionamientos de la academia.

– ¡Para nada! ¡Su peso es apenas perceptible, señorita! Me alegra que se haya tomado la libertad de descansar – le dijo, negando sus suposiciones con la mano. – Aunque un auto no es lo mismo que una cama, ¿verdad? La ayudaré a llegar a su destino, pronto podrá descansar como es debido – dicho esto abrió la puerta del vehículo y se bajó, se volvió enseguida hacia el interior y extendió su mano, dispuesto a ayudar a Zinnia en su descenso.

El taxista arrancó el auto y se marchó después de que Reino le hiciera entrega de un billete a modo de pago y cerrara la puerta tras de sí.

– Vaya, con que eso era... – respondió más aliviado mientras caminaba junto a ella, facilitándole el paso abriéndole puertas y manteniéndose siempre cerca. – ¡Es una gran coincidencia! También paso mucho tiempo en Musette por decisión de Revo, me ha hecho cargo de las audiciones para la obra del festival escolar, ese gran evento que se presenta todos los años en Glass City... – se detuvo de pronto al hablar de la tradición, recordando un detalle: – ¿Hospedarse aquí no le dará problemas con su familia?

-En un principio si me causó ciertos desacuerdos, sobre todo con mi madre- Comenté haciendo una leve mueca casi imperceptible- Pero después de una hora platicando con ella pareció rendirse y aceptar que me quedara, cosa que, siendo sincera, me extraña pues no es fácil que ella acepte algo ajeno a sus pensamientos. Después de un periodo, cuando me sienta mas segura, pienso en ver departamentos, se que ese departamento será temporal pero por lo menos podré sentirme libre-

Voltee a verlo, esta vez con un pequeño brillos en los ojos- No estaba enterada sobre una obra de la escuela ¿Aún te encuentras haciendo audiciones? Me gustaría comenzar a ver a los estudiantes y que tan apasionados son- Hablaba un poco más emocionada de los normal. Cuando se trataban cosas culturales, como obras de teatro, me emocionaba mucho y si aun estaba en audiciones Reino tal vez pudiera darme una vuelta y observar con una distancia prudente, para no incomodarlo.

-Llegando a mi habitación lo primero que haré será asearme, ya eh pasado mucho tiempo con la suciedad, no me siento tan cómoda ¿Usted que es lo que hará señor Reino? Pasamos casi toda la tarde juntos- Sentía que acaparé toda su atención aunque no me molesta su prescencia, todo lo contrario y de cierto modo me alegraba el poder saber que pudieramos ver en la escuela, aunque estuvieramos en horas de trabajo, no me molestaba.

Le hizo gracia escuchar la pregunta de Zinnia, considerando que ya se encontraba allí resultaba evidente qué es lo primero que haría. Pero suponía que ella no contaba con la suficiente experiencia rompiéndose piernas ni siendo acompañada por sujetos como él, aunque debía tener un séquito de sirvientes escondidos por allí que se morían de ganas por hacer su trabajo, quién sabía.

– ¿Qué haré yo? Pues... Asistirla, supongo – dijo acompañándose de una cálida sonrisa dirigida a ella. Avanzaba a paso lento para no dificultar el avance de la jovencita, los pasillos de la academia se encontraban en completo silencio y, aún teniendo una idea muy remota de dónde se encontraban los dormitorios para docentes, no tenía la certeza así que era Zinnia quien guiaba la expedición. – También me he roto huesos con anterioridad y los primeros días es difícil hacer lo habitual sin otra persona que te ayude.

Le resultaba un tanto difícil imaginar a un miembro de la familia Millaray cediendo a los caprichos de su hija, pero era comprensible, incluso él se había visto presionado a aceptar las demandas de Zinnia. Pese a su apariencia y porte elegante, era un tanto testaruda.

– Ah, y sobre las audiciones... Aún queda toda la semana que viene, puede venir cuando guste, la academia tiene muchos talentos que ofrecer. No termina de ser divertido – comentó de pronto, abriendo una puerta que llevaba al exterior, en dirección hacia una construcción un tanto alejada del edificio principal de Musette.

Caminaron hasta allá por los bellos jardines que señalaban el camino y al cabo de un rato se encontraron con una mural de varios metros de altura, cuya entrada era una reja que impedía el paso a una especie de ciudadela con tres edificios centrales. Un pequeño letrero dorado tenía grabado en su superficie la palabra "Dormitorios", por lo que deducía que habían llegado a destino.

¿Iba a cuidar más de mí? Me ha demostrado que tiene un amplio conocimiento acerca de las fracturas y en general de las heridas que uno pudiera llegar a tener, lo más racional que puedo hacer es hacerle caso a todo lo que me dijera, además le tenía mucha confianza y por algo Regan le dejó el cargo de la obra de teatro en al escuela.

Me entretuve al pasar por el jardín, todos los días me quedaba cinco minutos, incluso hoy antes de salir hacia el centro de comercios me quedé admirando las rosas. Quería llevar algunas a mi habitación, para que su aroma invadiera el lugar pero era mejor que estuvieran en tierra, no se marchitaban con tanta facilidad y duraban mucho más tiempo. Me incliné lo suficiente para percibir el aroma, cerrando los ojos para que se quedara grabado en la memoria. Antes de retomar el camino acaricie unos cuantos pétalos de la rosa roja.

Llegando a la entrada comencé a buscar en la bolsa la llave de la reja. Es bueno saber que aun no acababan las audiciones. Fue fácil encontrar la llave pero incluso el abrir esa reja implico más tiempo de lo normal- ¿Podría avisarme cuando sea la próxima audición? No se preocupe solo seré espectadora, no interferiré en su trabajo- Mi tono de voz se suavizo mucho y es que realmente estaba interesada en el tema y de este modo se ampliaría mi conocimiento de las instalaciones de la escuela, también tendría algo que hacer en mis días de reposo prácticamente obligadas.

Sólo faltar caminar hacia el edificio de en medio, el de los profesores, mis brazos ya se sentían adoloridos y se me dificultaba disimular aquel dolor y cansancio- Por cierto señor Reino, soy un tanto curiosa ¿Como fue que conoció al señor Regan? ¿Fue usted su manager?- Pregunté de manera un tanto inocente, era la única manera en que ellos dos pudieran tener una conexión.

– Puede venir cuando guste. Dudo que los profesores pongan mucho problema, además usted ya es casi miembro de Musette alojándose aquí – respondió ante la petición de Zinnia, sonriente y secretamente preocupado por lo lentos que se estaban volviendo sus movimientos. Percibía el cansancio en ella pero no sabía si era del todo prudente cargarla sobre sus brazos otra vez, ahora se encontraban en territorio conocido y ella debía de acostumbrarse a las muletas. Si el asunto persistía sería el entrometido de siempre, además no tenía idea de cuánto faltaba para llegar al dormitorio.

Observaba que no había ni un alma a su alrededor, únicamente las flores les observaban. Ambos se dirigieron a paso manso hacia el edificio del medio, el cual Reino distinguió como el sector del profesorado. A pesar de encontrarse hace una semana trabajando en la academia no podía congeniar bien con sus colegas, su actitud relajada y apariencia estrambótica tendía a ahuyentar a los docentes, educados bajo las normas del recato y la disciplina.

Sería gracioso encontrarse con uno de ellos por aquí...

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la curiosa acotación de Zinnia:

– ¿Eh? N-no... Soy mánager desde hace solo cinco años – comentó, volviéndose a ella con una sonrisa, divertido por su suposición. – Revo y yo somos viejos compañeros de escenario, mucho antes de que se enfrascara en el resurgimiento de Merveilles. Cuando empezó con eso parecía haber tomado las riendas de un nuevo desafío y yo me encontraba completamente acabado, me pareció bien darle mi apoyo aunque estuviera recién a puertas de mi actual oficio. Intento ayudarle en todo lo que esté a mi alcance, no solo como profesional sino también como amigo y amante de la música.

Mi rostro se volvió como un tomate al escuchar que no tenía mucho tiempo que era mánager y que además habían sido compañeros, entonces antes había acertado en mi presentimiento de que era músico, bajé mi mirada hasta que se me bajara un poco el sonrojo- Lamento mucho mi equivocación…Vaya entonces también eras músico como el señor Regan, que bueno que le ayudaste en su proyecto- Sonreí, feliz de que lo hubiera ayudado en su proyecto, realmente Reino era una persona muy amable, me alegraba mucho haberlo conocido.

Por suerte ya casi llegábamos a mi habitación- Y muchas gracias por la invitación iré a ver la audición- Mi sonrojo bajó pero no lo suficiente-Ayudar a Regan ¿También te ayudo mucho hacerlo?-Lo miré de reojo curiosa por saber si tenía un pasado oscuro, lo más probable es que si pero ¿Qué tan oscuro? Tal vez no podría imaginarme la oscuridad que lo rodeo en la época de su juventud. Aceleré un poco el paso cuando vi las primeras puertas deteniéndome casi enseguida- Bien llegamos al fin- Dije dando un suspiro, sacando la llave de la habitación y abriendo la puerta.

Al entrar a la habitación mis ojos se posaron en la cama, si hubiera estado sola lo primero que hubiera ero sería aventarme a la cama para descansar un rato pero estaba sucia y teniendo la compañía de Reino sería muy mal visto que lo hiciera por lo que me contuve, algo muy cercano al descanso deseado era sentarme, pero antes le ofrecía a Reino una silla para que se sentara- Se siente bien estar en un ambiente conocido ¿Cierto? Gracias por acompañarme hasta mi habitación y tenerme paciencia en el trayecto- Le dediqué una sonrisa amable moviendo un poco los brazos para que se destensaran. Me sentía muy liberada- No se en que más podría asistirme señor Reino, lo que tengo planeado es asearme y cambiarme a una ropa mas limpia y cómoda.

Ante su disculpa sacudió la cabeza de un lado a otro con suavidad, indicando que no pasaba nada por equivocarse en tal tontería. De hecho era bastante normal suponer algo así, con su edad cualquiera pensaría que llevaba al menos una década ejerciendo su actual profesión. Sin embargo, el comentario que siguió le hizo detenerse un momento, incluso esbozó una sonrisa llena de nostalgia que decidió ocultar.

– Si... – respondió con simpleza, sin desear ahondar más en el asunto.

Efectivamente, ayudar a Regan en su proyecto no solo le había significado la revitalización del sello sino de sí mismo. Fue la oportunidad que se reveló ante él en la crisis, la solución antes de recluirse a sí mismo de la propia sociedad y las relaciones interpersonales.

Por suerte no tuvo que llenar con palabras ese silencio que se había colado entre ambos pues habían llegado a la habitación. Una vez dentro pudo sentirse aliviado de haber guiado a la muchacha sana y salva a sus aposentos.

– No hay qué – dijo al escucharle, agradeciendo en un gesto el detalle de la silla mas sin sentarse en ella. – Ahm... ¿El doctor no se lo explicó? – Se llevó la mano a la nuca, sonriendo un tanto incómodo. – Necesitará ayuda con el aseo, aunque entiendo que es sumamente incómodo ser asistido por alguien que acaba de conocer. Podemos contactar a algún amigo o familiar suyo – explicó intentando parecer relajado.

Me quedé calla en el momento que comenzó a explicar en lo que me iba a ayudar, el aseo, me quedé paralizada con tan solo pensar como me ayudaría y es que sentía mucho pudor. De esa manera me educaron pero tenía razón en que necesitara ayuda. Si el caminar resultó muy tardado y trabajoso no me imagino cuanto me tardaría y costaría el aseo. Cuando dio la otra sugerencia me quedé pensando en tomarla seriamente pero...-…Ah…-Lancé un leve suspiro, no era buena idea- Las amistades que eh hecho residen en Francia, no tiene mucho tiempo que regrese a Glass City, la única amistad que hice en la ciudad era cuando me encontraba en un internado para señoritas, perdí comunicación con ella hace años- Comenté un tanto tímida- Y si hablo en estos momentos a mi casa estoy segura que recibiré una reprimenda, lo cierto es que no deseo en estos momentos escucharlos y el servicio tardará un poco en llegar así que…

Miraba para todos lados menos hacia él, mi porte tranquilo se esfumó, no tenía a quien más recurrir, al que le tuviera mucha confianza, con excepción de…Regan… En mi mente apareció su imagen, abrí grandes los ojos, eso era imposible, que le llamara y le pidiera que me ayudara…Moví mi cabeza para quitar tales pensamientos y concentrarme solo en la persona que tenía enfrente- Puedo asegurarle señor Reino que usted para mí es una persona a la que se le puede dar confianza. No sólo por el hecho de que me haya salvado, también por que le ha ayudado mucho a Regan.

Estiré mi mano para tomar de nuevo las muletas, esta vez solo tuve quedar unos pequeños pasos para estar cerca de Reino- No es incomodidad, es…pena...verguenza- Traté de mirarle a los ojos ante la confesión, otra vez mordí mi labio inferior-De que alguien mas me vea s-sin ropa- Ahora mis ojos fueron en dirección a la puerta del baño- Vamos al baño, es por aquí

Los orbes del mánager se empezaron a abrir gradualmente a medida que le escuchaba. ¿Realmente acabaría siendo él quien le aseara? Se hizo un silencio en el que Zinnia pensaba y la mente de Reino restaba completamente bloqueada, no entendía cómo las cosas habían acabado así. Estaba dispuesto a ayudarle, lo había dicho y así era, pero no esperaba que en verdad ella accediera o tuviera la intención de permitirle asistirla.

Reino desvió la mirada, agradeciendo el portar siempre consigo sus gafas oscuras (a pesar de encontrarse en interiores) para poder disimular el nerviosismo latente. También agradecía que la jovencita no le estuviera mirando directamente, pero cuando retomó la palabra con tal determinación el color en sus mejillas se intensificó de forma irremediable.

– ¡N-no le estoy pidiendo que confíe en mí si no quiere hacerlo! – Acotó cortante, levantando una mano en señal de detención. No le obligaría a nada que ella no quisiera y bien comprendía que en el fondo seguía siendo un vago, un tipo que había conocido hace solo unas horas, tampoco quería que accediera porque no tenía otra opción. Si, en el fondo agradecería su confianza. – P-puedo cerrar los ojos a su señal o usar alguna toalla para cubrirse... N-no miraré más de la cuenta... Descuide... – balbuceó cuando le vio marchar en dirección al baño, sin saber si detenerla o animarla a sentirse relajada a su lado.

Había girado la perilla de la puerta cuando le escuchaba decir las últimas palabras, no abrí la puerta solo me le quedé mirando un poco seria pero mi mirada se suavizó mucho girando mi rostro para que no viera la sonrisa que apareció en ésta y es que el verle el rostro y sonrojado para mi se veía sumamente ¿Tierno? Si podría ser la palabra adecuada para la situación y es que él siendo un hombre con apariencia “ruda” sonrojado era una escena que despertaba en mi aquella reacción a pesar de la situación en la que nos encontrábamos- Confiaré en usted, pues no es una simple persona que solo veré una vez en la vida, sino seremos compañeros de trabajo-Comenté aun esbozando una ligera sonrisa, entre abri la puerta, pero así la deje, llevé mi mano libre a mi boca para cubrir una pequeña risita que se escapó.

-Señor Reino, usted parece estar mas nervioso que yo, como si fuera al que se le va a ver desnudo- Comenté un poco divertida pero después volví a la seriedad. A lo mejor y a él le incomodaba más que a mi, no sería justo de mi parte pedirle hacer algo que realmente no quisiera hacer- Son muy buenas las ideas que usted propone pero si en verdad no desea hacerlo podría yo intentar hacerlo por mi cuenta, en caso de que necesitara su ayuda se lo pediría- Le di la sugerencia recargandome con disimulo en la pared así tendría mas apoyo, aún notaba su sonrojo y de seguro él notaba el mío, una situación incómoda, era cierto pero solo era cuestion de ponernos de acuerdo en aquello y sería solo esta vez que me ayudara, después de hacer la llamada a mi casa estoy segura que enviarán a alguien del servicio para asistirme, más de una persona.

Una vez que le dije mi propuesta por fin abrí por completo la puerta del baño, sin hacer ningún movimiento esperando la respuesta del señor Reino, ladee solo unos centímetros la cabeza- Sé que usted no tiene otras intenciones más que de ayudarme, y eso se lo agradezco de corazón, se que si tuviera otras intenciones y a las hubiera hecho. Además es mi caballero ya, no lo recuerda?

Le escuchó en silencio, con la boca ligeramente entreabierta y la impresión dibujada en su semblante, sin poder reír siquiera ante la broma.

No sabía si definir a la hija de los Millaray como una persona excesivamente buena o ingenua, aunque le agradecía el gesto de considerarlo auténticamente su caballero, de confiar en él... ¿Cómo podía estar tan segura de que un hombre no le hubiera seguido hasta éste punto sin una segunda intención? Sobretodo uno que dice conocer perfectamente los cuidados de una fractura... No era el caso, él jamás usaría el accidente de otra persona para conseguir algo, mucho menos algo así. Pero de ser otro en su lugar la posibilidad existía y de seguro Zinnia caería en sus redes con suma facilidad, corriendo cualquier tipo de peligros.

– No debería confiar tanto en los hombres – verbalizó sus pensamientos en un murmullo, casi sin querer, un poco sorprendido de no haberse contenido.

Guardó silencio en lo que se llevaba tímidamente una mano a la nuca, desviando la mirada en dirección a la ventana de la habitación. Realmente le angustiaba imaginar que en otras circunstancias, o incluso en un futuro, los descuidos de Zinnia le podían jugar en contra. Comprendió entonces que estaba diciendo algo bastante descontextualizado y siniestro, por lo que esbozó una sonrisa nerviosa y aclaró:

– Ah~~ ¡Pero no se preocupe! ¡Le aseguro que puede confiar en mí! Verá, soy un completo idiota en lo que respecta a las mujeres... Además es difícil ver de modo sexual una circunstancia como ésta... Digo...

Un pequeño tic se apoderó de su ojo al caer en cuenta de lo innecesariamente directo que estaba siendo, por lo que simplemente sacudió la cabeza de un lado a otro y se quitó la chaqueta, dejándola en el respaldo de la silla que anteriormente Zinnia le había ofrecido. Se acercó en dirección al baño, abrió la puerta con seguridad y empezó a lavarse las manos, dispuesto a empezar lo que él llamaba "la operación baño."

Quedé asombrada por la respuesta que me brindo, esperaba que fuera una afirmativa o negativa acerca de que aún siguiera con el plan de ayudarme en el aseo, pero en vez de eso consegui un consejo, o sonaba más bien como un regaño al tener una actitud tan confiada con él. Sólo desvié la mirada sin contestarle a aquel comentario que parecía estar fuera de lugar y es que mi motivo de ser tan confiado con él tal vez se era raíz a que cuidara de mi hasta este punto, también estaba el caso de que no tenía mucho conocimientos acerca de…los hombres, no debía de conocer de eso pues no me funcionaría, al ya tener un compromiso pensaron que no era necesario que tuviera aquellos consejos que lograba escuchar en las conversaciones de las otras señoritas cuando iba a eventos.

Alcé los ojos cuando escuche su segundo comentario, hacienda que me exaltara y, un poco alarmara al escucharle la última frase “Ver de modo sexual una situación como ésta” sonrojándome mucho. No hablaba mucho acerca de…mmm…el tema de la sexualidad, realmente me apenaba y la situación de que no pudiera hablar acerca de eso con tanta fluidez como las otras personas era una cosa aun más penosa, sobre todo por que era ya una persona adulta. Apenas me estaba dando cuenta que no me comportaba como tal, sino como una chica adolescente.

Me quedé por un tiempo más en la entrada de la puerta del baño cuando el señor Reino entró, ya sin saber que hacer, la conversación provocó que estuviera muy sumida en mis pensamientos pero tenía tiempo de sobra así que entre buscando unas toallas mirando de reojo, pero esta vez con un poco de timidez, a Reino, ya se me estaba dificultando actuar de manera natural- Señor Reino quisiera aclarar que yo no lo veo como una persona con la que podría tener una situación…sex…am…Muy íntima- Quería repetir la última frase que dijo pero no podiay no creo poder lograrlo- Pero con esto no quiero decir que no tenga atractivo, todo lo contrario…Bueno lo que quiero decir es que no pensaba que pudiera ocurrir algo así, yo tengo nula experiencia en esos temas y…-decidí mejor terminar la conversación pues las palabras salían sin siquiera ser procesadas por mi cerebro.

-L-lo siento es solo que no me he puesto a pensar en estos años sobre ese tema- Y no lo creía necesario, pore so había estado viviendo en la ignorancia, me sentía realmente ignorante. Di un suspiro al descubrir que efectivamente era muy ingenua al pensar que no estuviera excenta de todo aquello- Ya…Tengo las toallas que creo que serán más que suficientes ¿Usted ya esta listo?- Por suerte el baño estaba a la medida perfecta, podia moverme con facilidad pues las cosas estaban cerca pero no a tal grado que ambos no tuvieramos cierta distancia.

El nerviosismo de Zinnia, las palabras empleadas y todo su lenguaje corporal revelaban algo que Reino quizás hubiera preferido no enterarse: era virgen, no conocía a los hombres y parecía ser lo suficientemente ingenua como para esperar ser tratada como una niña pequeña, aún desnuda. Un intenso rubor se apoderó de su cara ante esta idea tan absurda, regañándose en su fuero interno por haber sido tan directo con ella, pero tuvo la deferencia de mantenerse en silencio y guiar sus pasos en dirección a la bañera, la cual empezó a llenar con agua adecuadamente temperada.

– Tampoco tenía la intención de insinuarle nada. Discúlpeme, fui descortés y un poco maleducado – esperaba que no fuera necesario aclararlo pero aún así lo hizo, intentando tranquilizarla... Y también queriendo tranquilizarse a sí mismo. Mientras el agua ascendía, el mánager se volvió a verla rascándose la mejilla con el índice y una expresión de idiota dibujada en el rostro: – ¿Está segura de que desea desnudarse por primera vez ante otra persona? En algunas religiones hacer eso es impedimento para contraer matrimonio... – comentó intentando parecer divertido, disimulando en vano su nerviosismo.

Se frenó a sí mismo, comprendiendo que no sacaría nada con seguir incomodándola. Respiró profundamente y tras unos breves segundos de meditación, consiguió regresar a la actitud casi paternal que le caracterizaba. Al ver que la tina estaba lista detuvo una mano en el hombro de Zinnia y le dedicó una afable sonrisa.

– Mejor... Me dejaré de hablar tantas tonterías... – dijo, tranquilo al fin. – Venga, cuando esté lista yo mismo le quitaré la bota y la acomodaré en la tina. Lo mínimo que puedo hacer es tratarla como una princesa – le indicó dirigiéndole una mirada llena de autoconfianza, un gesto ligeramente más varonil, intentando emular al caballero que supuestamente era.

Al escuchar la disculpa de Reino voltee a verle con una pequeña sonrisa. No pasaba nada que fuera tan directo conmigo, probablemente eso me ayudaría pues era cierto que no conocía a los hombres, debería de pensar de una manera mas ¿Cómo decirlo? Más cautelosa. Ya estaba tranquila pero al escuchar lo del matrimonio mi mirada se tornó un tanto apagada, sé que no sabía lo de mi matrimonio pero el comentario pude tomarlo un tanto personal- Realmente me gustaría que fuera cierto, de esa manera yo…-me percaté que mis pensamientos salían a través de mi boca, la cubrí, carraspeando un poco- Lo que quiero decir es que tengo la suerte de que mi familia no sea de ese tipo de religión- Respondí tratando de seguirle el juego y entonces el agua dejó de caer en la tina.

Miré el agua teniendo aún en las manos las toallas,  ya se acercaba la hora de que me ayudara. Era la primera vez que me sentía de este modo a la hora del baño. El baño era para disfrutar pero en estos momentos…-Yo…creo ya estar lista- Le comenté alzando los hombros cuando sentí como me tocaba el hombro- ¿Realmente merezco ser tratada como una princesa?- Pregunté meditando un poco aquello pues no era de la realeza, pero el pensar que me estaban tratando como tal, me divertía y me agradaba mucho. Di un gran respiro cerrando los ojos al hacer la acción.

-Yo me quitaré la ropa sola, hay que darnos la espalda, me pondré la toalla y cuando esté lista le avisaré- Sonó mas que nada como una orden, para que no diera más objeciones Y sin más, sin saber si lo había hecho también me di la vuelta poniendo en el lavabo las toallas para llevar las manos a mi vestido, en la parte de atrás donde se desabrochaba. No era una tarea difícil pero en estos momentos no podía, mis manos temblaban ligeramente. Estuve lidiando por dos minutos con el vestido hasta no llegar a nada.

-Disculpe señor Reino, no…No me es posible quitarme el vestido ¿P-podría ayudarme con eso?-Hice a un lado mi cabello dejando al descubierto la parte donde se desabrochada el vestido, muy apenada, esperando que sea solo aquello en lo que me ayudara.