(R) Primera vez. (+18)

Le correspondía. Bien, no había sido un gesto del todo descabellado... ¿Por qué no lo hizo antes, antes de abrir la boca y arruinarle la noche a su pobre anfitriona? Ah, se le olvidaba cuán cobarde solía ser para estos temas, pero ya habría tiempo de reproches, ahora solo quería disfrutar un momento que posiblemente no conseguiría repetir.

Siguió los movimientos de su lengua con torpeza, yendo lento, intentando contener la ansiedad que ya empezaba a endurecerle los músculos, sobretodo los de la entrepierna. No cerró los ojos, fascinado por lo cerca que tenía a una mujer tan bella y atrevida. Ni en sus sueños más húmedos creyó ver un par de senos tan perfectos como los suyos, ni una expresión tan provocativa, ni mucho menos conseguía imaginar un aroma tan delicioso.

Dejó caer en el suelo la ropa sucia que cargaba bajo su brazo y delicadamente deslizó ambas manos, ahora libres, por la pronunciada cintura de Katherine, acortando la distancia con su cuerpo mientras la ópera llenaba el espacio silente entre ambos.

Al cabo de un minuto en el que Reed intentó seguirle el ritmo del beso, se separaron unidos brevemente por un hilo de saliva que se desintegró en el aire.

– P-perdona. Realmente no sé cómo comportarme en este tipo de situaciones... – murmuró tímidamente con un rubor acentuado en sus mejillas, evidenciando su inexperiencia.

Tenía una gran sonrisa interna cuando el otro le había seguido el juego pero quería ir más rápido por lo que le abrazó quedando más juntos sus cuerpos. Ella no quería contener se ni limitarse pues sabía que el placer y la diversión también serían reducidas.
Ella si había cerrado sus ojos por que su mente había grabado los rasgos de aquel lindo chico.

Al separarse a Katherine le daban unas ganas de hacer un puchero pues estaba disfrutandole. Aunque algo la hizo distraerse puesto que tocaron la puerta.

- ¡Kate! ¿Estas bien? Te llamamos a tu celular pero no nos contestabas.
- Reed - aún abrazado de él acercó su boca a la oreja para susurrarle - mis compañeras de viaje son algo prejuiciosas, y no quiero lidiar con ellas - le mordió el lóbulo de la oreja traviesa - Podrías quedarte detrás de la puerta ¿por favor? - le tomó de la mano y lo llevó a la puerta para que el quedara escondido y la cantante abrió la puerta - Hi girls~, Perdón pero apenas acabo de llegar y noté que perdí el celular... Creo que fue cuando andaba de camino al hotel.
- ¡pudiste habernos dejado una nota en recepción o llamarnos al cuarto!
- No pensé en ello.
- ¡pensamos que te habían asaltado! - dijo otra chica con calma.

En lo que fue de conversación la joven turista se dedicó a acariciar los cabellos y la cara de Reed, no queriendo dejar de consentirlo y sentirlo de cierta manera. Su mano descendió por su pecho hasta llegar por las caderas donde se paseó su mano tranquila y peligrosamente acercándose a la entrepierna del otro, más volvió a subir.

- por cierto, tu celular no se perdió, se cayó en el baño. - dijo otra chica mientras le daba su celular que parecía dañado. - cuando entramos al baño y oímos esa pieza de ópera de valquirias y supimos que solo podía pertenecer a una persona.
- Es la cabalgata de las valquirias - tomó su celular. - vaya, soy algo predecible en ese caso.
- ¿Entonces te vemos a las 9?
- si, en el lobby, cuenten conmigo

Y con eso ella cerró la puerta y miró a Reed con una sonrisa, como preguntándole "¿En que nos quedamos?" Mientras se relamía los labios y le daba un beso en la mejilla.

- ¿planeas solo besarme en toda la noche o que?

Fueron interrumpidos por el golpeteo de la puerta, cosa que le desconcertó bastante y, en parte, le molestó aunque no lo exteriorizó. Se sentía un niño perdido e inexperto ante una mujer evidentemente adulta (en todo sentido) pero la ansiedad le afloraba en cada uno de sus poros, esa ansiedad tímida y virgen que moría por explorar, besar, lamer, succionar y consentir.

– ¡Ngh! – Dejó escapar un suave y casi imperceptible quejido en el momento que Kat jugueteó con su oreja, captando cuán sensible resultaba ser esta zona, algo que desconocía por completo de su propio cuerpo.

Reed obedeció sumisamente la indicación, comprendiendo que ser visto junto a ella en esas circunstancias solo complicaría las cosas. Se dejó guiar por la extranjera hasta ubicarse tras la puerta, mientras ella hablaba con sus compañeras de viaje él se dejaba acariciar en silencio, pese al nerviosismo y al duro intento de retener cualquier clase de sonido para no ser descubierto. Las caricias de Katherine consiguieron acentuar ese apretado malestar que empezaba a llenarle la entrepierna, sobretodo al notar cuán cerca navegaban sus dedos de esa zona, de forma tan provocativa y complaciente.

Pero se detuvo, despidió a sus amigas y se volvió a preguntarle directamente qué continuaría, justo en el momento que Reed creyó estar al borde del colapso.

– N-no haré nada... Que tú no quieras... – respondió colorado y sin mirarla, manteniendo su espalda pegada a la pared, conteniendo el ferviente deseo de masturbarse ahí mismo.

- Oh Reed, para estos momentos ya deberías saber que quiero todo contigo... I'm hungry and lustful of you - Katherine de nuevo se aproximó al chico con bastantes ideas en mente de que hacer con él pero verle tan avergonzado le provocó un cierto ataque de ternura. - Debes ser honesto conmigo y con tus deseos, no haré nada que no quieras - le abrazó con cierto aire protector esperando calmarle - Eres un joven muy lindo, pero sobre todo joven... ¿Te puedo preguntar algo?

Ahora la lengua de la inglesa se decidió por acariciar el cuello además de propinarle algunos besitos coquetos para averiguar sus reacciones. Le provocaba emoción y excitación el cuerpo de aquel jovencito.

- ¿Ya has tenido tu primera vez? - le tomó de ambas manos para guiarlo a la cama y que se sentara en ella para que estuviera más cómodo. - Haré lo necesario para que tu y yo disfrutemos, te lo prometo.

Se quitó en frente de él con lentitud y provocación la chamarra y camiseta y después sus tacones y camisa, quedando totalmente en ropa interior, que eran un brassier y panties de encaje. Esperaba que le gustara lo que viera y lo que iba por ver.
Apagó su laptop para que no los fastidiara en pleno tema y luego tomó asiento justamente en las piernas del otro con una sonrisa pícara.

- ¿Qué deseas tocar primero? ¿Qué se te antoja que te haga? - movió sus caderas provocativamente para que su miembro la sintiera y luego le dio un besito, un poco ansiosa de lo que Reed sería capaz de hacerle. - o mas bien, ¿Algo que me quieras hacer?

El abrazo de Kat y sus palabras lo reconfortaron por un instante, un instante en el que su aroma le llenó los sentidos y consiguió erizar su piel.

La pregunta que ella quería hacerle ya la sabía, la temía, aún si él no era un tipo especialmente presuntuoso, como esos que andaban gritando a todos los vientos cuántas mujeres se follaban a la semana o qué nueva posición habían intentado con la novia. Él era más bien reservado, duro pero siempre manteniéndose al margen de ese tipo de conversaciones, tal vez por un asunto de valores. Haber sido criado por una madre tan joven, alguien que le había enseñado a ser protector de hogar antes de empezada la pubertad, le suponía un trato diferente para con ellas.

– N-no... – respondió finalmente, secretamente avergonzado por haberse asumido virgen ante otra persona en lugar de inflar el pecho con confianza y seducir a la causa de su erección. – Es que... Eres tan atractiva que... – intentó justificarse, interrumpido por sus pesados jadeos, reacción inevitable ante las suaves caricias ajenas.

Su cuerpo temblaba a medida que se sentaba en la cama sin apartarle los ojos de encima a la mayor, intentando reprimir la oleada de imágenes que estaban llegando a su mente. Todas imágenes muy, muy obscenas. Ella quedó en ropa interior y se sentó en su regazo, incrementando la tensión en cada uno de sus músculos con este contacto indirecto. Reed le observó embobado, ¿qué podía decirle? ¿Te amo? ¿Estoy soñando? ¿Chúpamela?

– Maldita sea... – masculló sin saber qué decir, introduciendo imprudente su lengua en la boca de Katherine y colando sus manos torpes e indecisas bajo su sujetador, sintiendo el contacto de esos deliciosos senos, amoldándolos ambiciosamente entre sus dedos.

Nunca había tenido sexo con un virgen, todos sus novios o aventuras ya habían adquirido experiencias previas a ella y le gustó que le enseñaran a darse placer y a darlo. Ahora era su turno de hacer gozar al otro.
Pero a pesar de toda la experiencia que pudiera entender, algo que jamas cambiaría en ella es que siempre se sonrojaría al decirle un cumplido, y que le dijera atractiva a pesar de la diferencia de edad le halagaba aun más.

El jovencito le dio un beso brusco mientras ella se dejaba hacer con su cuerpo, podía notar la desesperación que sentía por gozar su cuerpo. Para ayudarle a desahogar sus ganas, las manos traviesas de Katherine estaban por sus jeans los cuales abrió con cuidado y de manera disimulada, dejando que sus manos acariciaran el miembro por encima de la tela, nada brusco pero era probable que empezara a jadear.

- Oh My God! Reed! - dijo después de tomar aire pues le encantaba sentir sus manos sobre sus senos, ansiosos de descubrirla. Le encantaba saborar al otro desde su boca y aquellos actos la excitaban de sobremanera - Keep touching~.

Dejó escapar una serie de profundos jadeos en el momento que Kat pasó los dedos por su dura entrepierna, generándole un cosquilleo momentáneo que desordenó sus pensamientos y tensó sus músculos. No quería ensuciar ni arrugar en demasía la ropa que le había regalado por lo que al cabo de unos minutos en esta dinámica, Reed se arrancó la camisa y la dejó caer sobre una de las sillas aleatoriamente situadas junto a la mesa del ordenador, quedando a torso desnudo.

Tardaría un poco más en sacarse los pantalones, así que se limitó en ayudar a la inglesa en la tarea de desabrochar el botón de los jeans y bajar la tela del calzoncillo, permitiendo un mayor acceso a su miembro, el cual estaba erecto y a medio exhibir. Aprovechó esta instancia para devorar su cuerpo con la mirada, acariciar los generosos muslos que aún descansaban sobre él, dimensionando lo vivido como un sueño del que no querría jamás despertar.

Depositó un suave beso en sus labios, para luego recorrer su cuerpo valiéndose de pequeñas succiones y lamidas, empezando por la mandíbula, siguiendo por el cuello y acabando en sus pezones, los cuales ondeó con la lengua de forma casi animal, mientras sus dedos diestros empezaban a abrirse paso por la entrepierna ajena, acariciando curiosos esta zona aún censurada por la tela.

El chico se había quitado ropa que le habia dado pero aquella vista de su cuerpo fue un regalo que valía totalmente la pena y del cual no se censuró y tocar y sentir todo su torso aunque su tentación fue peor al ver que aquel miembro clamando por sentir placer. Katherine no se lo iba a negar.
Una mano de la inglesa se aferró a su miembro el cual acarició con suavidad y a una velocidad moderada, quería oír si estaba haciendo bien su trabajo; con la otra mano acarició la punta del miembro.

Aceptó aquel ultimo beso, al menos en sus labios, para dejarse disfrutar con la boca de Reed que parecía estar saboreandola, como si fuera el mejor de los manjares. Esto provocaba que sus respiros fueran pesados mientras las expresiones de placer se las guardaba en la boca.
Sería un inexperto pero aquellas energía que tenía al lamer sus pezones y y en acaricíarla eran maravillosas y eróticas.

- Oh Reed... ¿Seguro que no me mentiste al decirme que eres virgen? - le lanzó una mirada traviesa pero complacida. - Sabes mantenerme bien al borde de la lujuria.

– ¡Ngh! – No contuvo su voz al momento de sentir las manos de la mayor masturbándole, haciendo que desviara por un instante su boca de los exuberantes senos que ante él se exhibían. Echándoles un vistazo de cerca no podía concebir lo bellos que eran, tan perfectos que solo recostarse sobre ellos despertaba en él una gran cantidad de deseos. Se valió de la izquierda para pellizcar su pequeño pezón acanelado, el cual se endureció al cabo de un rato de insistencia. – ¿Quién mentiría con algo así? – Masculló ante su comentario, aunque más bien intuía que debía sentirse halagado.

No conseguía centrar su atención, ni siquiera sabía si quería dar o recibir placer, solo quería estudiarla, experimentarla, sentirla, tocarla... Con esto en mente, sus dedos siguieron jugueteando con introducirse entre los muslos de Katherine, luchando contra la ropa interior de la misma para presionar con brusquedad.

– I-increíble... – comentó de pronto, manoseando insistentemente notó que la tela había cambiando de consistencia, estaba mucho más húmeda.

Con una expresión claramente curiosa volvió su vista hacia este punto e introdujo su mano bajo la prenda íntima, colándose en la feminidad de la extranjera y acariciándola lentamente.

- No se, para hacerte el interesante tal vez. - le dijo con una sonrisa mientras gozaba aquella travesura de morderle pero dejaba que el otro satisficiera su curiosidad con respecto al cuerpo femenino.

La manera en que la tocaba y experimentaba con ella la hacía sentir una Afrodita, sinceramente se encontraba asombrada de que el chico le gustara su cuerpo que en cierto grado estaba más maduro, no sería como el de sus amigas que aun pasaban por la adolescencia.
Un cuerpo terminando de formase, el de una mujer con  basta experiencia en el sexo.

Su cuerpo revelaba como empezaba a excitarse, poniendose mojada por el contacto del chico. Pero también el miembro reaccionaba a sus manos, endureciendose, poniendose más caliente y necesitado de sus actos.

- Oh God... - susurró mientras movía un poco las caderas para sentir más - Reed, please... Vamos a complacernos con la boca, ¿Sabes que es un 69? - aquel tono de voz, aunque seguía siendo seductor, se podía detectar como había flaqueado al alargar las palabras o al aplazarlas y Reed podría oirle sin dificultad - Juro que te gustará, dicen que soy muy hábil con mi boca.

Y como si fuera una prueba, Katherine empezó a chupar y a besar el cuello del vagabundo, bajando un poco por los hombros o subiedo hasta su oreja la cual le encantaba morder y saborear.

Le acariciaba a su mismo compás, intentando seguir el ritmo de la masturbación a pesar de poseer genitales muy diferentes. Era primera vez que tocaba a una mujer y quería tener la oportunidad de explorar todas las variantes de ese tesoro que tenía entre las piernas. ¿Lo estaría haciendo bien? ¿Sería mejor si fuera más fuerte, más rápido? No quiso arriesgarse, imitó la velocidad de Kat y acarició delicadamente una pequeña "cabeza" que parecía asomarse en su abertura, en la cual intentaba introducir su dedo índice con suma delicadeza.

La propuesta de la extranjera llegó a sus oídos y no dejó de sonarle del tentadora, incrementando el tamaño de su miembro y la necesidad de ser tocado. Sin embargo no se sentía capaz de complacerla, era un principiante después de todo.

Pero aquellos carnosos labios recorriendo su cuello y jugueteando con sus orejas, las cuales contaban con una sensibilidad particular que conseguían hacerlo jadear con cada contacto, le hicieron cambiar de opinión inmediatamente. Echó de lado cualquier impedimento racional, dejándose llevar meramente por sus deseos físicos.

– Ah... S-supongo que... Puedo intentarlo... – aceptó tímidamente, conteniendo los profundos y agitados suspiros que luchaban por salir de sus labios.

Sabía lo que era un 69 gracias al porno que sus amigos solían conseguir en las tiendas de videos con el descuento de los cinco dedos y a toda la instrucción que podía proveerse de ellos, pero no tenía certeza de cómo posicionarse. Aunque intuía que él debía quedar abajo esperó pacientemente a que Katherine le diera indicaciones.

Una gran sonrisa apareció en la cara de Katherine cuando el otro aceptó esa manera de tener sexo pero debía de instruirle de como hacerle gozar al cuerpo de una mujer con juegos previos antes de pasar a las grandes ligas donde el goce y la diversión serían máximas..

- Quiero que sigas igual de curioso, quiero que toques con sus dedos, tus labios y tu lengua aquella parte - miró hacia abajo con una expresión complacida - Acaricia mi clítoris, mete dentro de mi tus dedos o tu lengua a pesar de un no vayas a besarme, quiero que seas igual de apasionado como antes... Tu relájate por lo que haga, no muerdo... A veces - recostó con su peso a Reed quedando ella encima sobre la cama - si sientes que no puedes continuar conmigo, avísame y no habrá problema de que no quieras seguir con el 69, pero yo seguiré dándote placer - se relamió los labios por imaginar lo que sería capaz de hacer.

Le dió un último beso fogoso pero de cierta manera tierno como si sus bocas se fueran a despedir para cumplir con otro rol diferente al que tuvieron al principio y Katherine procedió para ponerse en posición teniendo el miembro del chico frente a ella y el contemplaría sus panty algo manchada por los toqueteos previos que hizo en ella. Se las bajó poco a poco para que él contemplara aquella parte de su cuerpo mientras ella se dedica a observar con detenimiento su miembro erecto y ansioso de aquella felación que ejecutaría con placer y cuidado.
Ella empezó por humedecer todo el falo con su lengua intentando cubrir toda la extensión de arriba a abajo saboreando y acariciando con las lamidas que propiciaba aveces solo dedicando por unos largos segundos a la punta de su miembro para luego volver a la rutina hasta que hizo intervención de su mano la cual siguió acariciando en conjunto con la lengua, quería jugar un poco con él antes de meterlo en su boca; ella se encontraba ansiosa de escucharle para comprobar que hacia bien su labor y enaltecer un poco su ego aunque se encontraba esperando por las acciones o tentativas de Reed.

Un intenso rubor se apoderó de sus mejillas al escucharle, ¿cómo podía hablar tan abiertamente de sexo delante de otra persona? Entendía que fuera mayor y más experimentada pero ni siquiera él se sentía capaz de describir de esa forma ciertos haceres eróticos... Era demasiado vergonzoso. Cohibido, permitió que el peso de Kat le guiara en dirección a la cama, sobre la cual se recostó de espaldas sin perder de vista a su anfitriona.

Respondió a su último beso de forma torpe, inseguro. La incertidumbre empezaba a gobernar sobre sus pensamientos pero una vez tuvo la retaguardia de la mayor ante sí la ansiedad regresó, apretando nuevamente sus músculos y recordándole sus necesidades más primitivas. Habían vestigios de humedad en las bragas de la extranjera pero antes de que pudiera empezar a indagar en ellas sintió cómo la lengua ajena empezaba a recorrer su miembro con destreza y manejo.

– Ah... Ah... – jadeó intranquilo, percibiendo las deliciosas caricias que le propiciaba Katherine, ayudándose de la punta de su lengua y sus delicados dedos.

¿Cómo podría devolverle la mano en tal condición? No quería decepcionarla pero se le dificultaba mucho contener el profundo escape de su respiración, la cual se agitaba con cada movimiento. No sin esfuerzo acercó sus labios a la intimidad ajena, la cual empezó a besar tímidamente, para luego apartar la tela y lamer el clítoris como un gato bebiendo leche, de forma reiterada pero suave.

No pudo evitar reirse complacida de oirle, se sentía orgullosa de su trabajo y haría que no se arrepintiera de aquella noche. Tomó su miembro con la mano y lo empezó a masturbar no yendo del todo rápido pues le encantaba observar con atención y sin perder detalle alguno de aquel sexo masculino erguido y endurecido por ella. Luego empezó a chupar la punta de su miembro dejando que su lengua se divirtiera en esa exclusiva parte del miembro, saboreando a Reed con más ahínco.

Aunque una electricidad familiar recorrió su cuerpo e hizo que temblara el mismo aunque en el interior Katherine se encontraba emocionada. El chico ya empezó a divertirse con su cuerpo.

- M-muy bien... sigue así - Oh Dios, su clítoris lo tenía tan sensible que las lamidas eran maravillosas de sentir. Quería mas pero debía darle tiempo al jovencito de que se acostumbrara a esas acciones. - R-reed ¿T-te sientes cómodo con l-lo que hago? - preguntó esperando ir por un buen ritmo, quería que le tuviera confianza y le dijera lo que necesitara o preocupara, ella no haría nada que él no quisiera. Su voz había flaqueado por primera vez en la noche y era por el placer que sentía. Tuvo esperanza de que se atreviera a tocarla sin miramientos o censuras peor tenía que ser paciente por él.

Aunque una buena manera de matar el tiempo era acelerando su mano que lo masturbaba mientras ella volvía a ocupar su boca a chuparle.

Era sumamente complicado darle placer a Katherine cuando su cuerpo era invadido por una serie de fuertes sensaciones que le hacían estremecer, de tal manera que el solo acto de centrar su atención en otra cosa que no fuera su lengua saboreándolo era impensable. Reed apretó los labios, intentando contener sus profundos gemidos mientras se aventuraba a acercar sus manos a la retaguardia de la joven, empezando a tocarla del mismo modo que antes, suave pero inquisidor, friccionando las yemas de sus dedos contra el clítoris.

– S-si... N-no te detengas... – respondió a su pregunta en un balbuceo débil que se esforzaba por no perder coherencia.

A medida que incrementaba la velocidad y la emoción en su cuerpo, más rápido se dedicaba a manosear su preciosa intimidad, separando los labios para permitirse una mejor visión. Los fluidos de la extranjera le habían humectado de tal modo que podía distinguir una pequeña abertura, en la cual decidió introducir lentamente su dedo índice.

Se sentía increíble, las caricias ajenas, el contacto con una zona tan delicada y fascinante, todo intensificaba el brillo en sus orbes azulinos y acentuaba el rubor en sus mejillas. Dejándose llevar por la deliciosa sensación de tocar y ser tocado por otra persona, el muchacho acercó la punta de su nariz a la entrepierna ajena, captando ese singular aroma proveniente de su sexo, el cual empezó a lamer con mayor seguridad, jugando con su lengua e introduciéndola en esa cavidad tan tentadora, succionándola a gusto.