(R) Primera vez. (+18)

Necesitaba despojarse cuánto antes de esa latente necesidad, creía que de no hacerlo podía volverse loco. Buscó la boca ajena y hundió en ella su lengua, besándola, mordiéndola con necesidad, atesorando en su joven memoria aquél húmedo contacto que no volvería a repetirse. Deslizó sus manos por la espalda de la escultural mujer, recorriéndola hasta acabar en sus nalgas las cuales atrajo hacia su propia erección, potenciando una penetración más violenta. Una y otra vez, inundado por ese fuerte aroma que emanaba su entrepierna.

Los brazos de Katherine le envolvieron con desesperación, el agradable roce de sus duros capullos haciendo presión contra su propio torso generó mucha urgencia en él, esa urgencia que acabó llevándolos al placer.

– Nh... ¡NGHH!~ – Bastaron unas cuantas embestidas para alcanzar el orgasmo. Reed liberó su máxima instancia de tensión estando aún en el interior de Kat, obstaculizado únicamente por la presencia del siempre confiable protector el cual se llenó rápido de una considerable cantidad de sus semillas. – Ah... Ah... – jadeó agotadísimo, manteniéndose sobre el cuerpo de la mayor.

Su cuerpo se vio apoderado de una serie de espasmos en lo que terminaba de liberar el último residuo de sus fluidos. Alejó el rostro durante un instante para hundirlo sobre la colcha del hotel y darle un poco de espacio a la muchacha para respirar, mas fue incapaz de apartarse. Había estado increíble. La cabeza aún le daba vueltas y tenía los músculos entumidos.

Kat se mantuvo abrazando a Reed como si su vida dependiera de ello mientras aun intentaba volver a tener la razón. Los hechos de esta noche intentó darles sentido pero en esta última parte no tenía causa alguna.
Ella quería tener diversión, Reed jamas se mostró en contra de ello. Katherine había disfrutado aunque no fuera la típica de ella que se entretenía con los hombres, en cambio se dejó poseer por aquel vagabundo virgen por más que se hubiera negado que eso no le gustaba.

Pensaba que era la abstinencia la que la había hecho tan débil de voluntad pero en realidad fue por que le había gustado ser dominada.

- G-gracias... Reed~ - le susurró, admitiendo que le había gustado su rudeza en la cama - l-lastima que fue con condón, pero n-no me he tomado l-las pastillas - si, la sensación se hubiera sentido miles de veces mejor pero tal vez el ritmo del vagabundo hubiera rozado en el salvajismo.

Sería lindo volver a tener sexo con Reed, pero las probabilidades eran muy pocas, en unos días abandonaría Glass City y volvería a su natal Inglaterra. Solo el destino permitiría unirlos aunque sería una agradable sorpresa que fuera con los sueños de ambos realizados y que se hablaran recordando la locura que hicieron en el hotel Royal Diamond.

Sus piernas aun permanecerían entumecidas un rato pero le gustó mantenerse en esa posición, pues el cuerpo de su amante la mantenía caliente. Kat tomó la cobija a tantos y cubrió los dos en lo que sus cuerpos liberaban la adrenalina y entraban a ese trance que sucedía después del sexo.

Solo era relajarse un poco de toda esta locura que había sucedido en la cama.

La voz que Katherine empleó para agradecerle era diferente a la de siempre. Se asemejaba un poco a ese dulce tono que empleaba al gemir pero no alcanzaba a ser tal, tampoco parecía que estuviese dirigiéndose a él como siempre, como la mujer graciosa, sexy y muy segura del comienzo. Reed podía reconocer el temblor en sus palabras y, aún siendo un completo inexperto, podía adivinar que aquél era el vestigio de algo. ¿Acaso ella también había alcanzado el clímax? No lo sabía, no tenía ni idea de cómo se reconocía el orgasmo en una mujer. Y no pretendía preguntar tampoco.

– N-no... Tú disculpa... – separó un poco su rostro de la colcha para observarla a ella desde arriba, aún rojo y acalorado. – No me he controlado nada... Me he visto poseído por una sensación inigualable... – pese a la vergüenza que sentía tenía la necesidad de explicarle cómo se sentía, de hacerle ver lo bueno que estuvo.

De seguro sería la última vez que se verían pero podía apostar que él la recordaría para siempre. Se jactaría en su fuero interno al oír las conversaciones de sus amigos, todas relativas al sexo y a mujeres menos atractivas que la que ahora yacía bajo su cuerpo. Pidió permiso para moverse y retirar su ya fatigado miembro del interior ajeno, volteándose hacia el costado para apartarse y sentarse a orillas del camastro, un tanto desorientado por las sensaciones que lentamente empezaban a apoderarse de sí.

– Espero no haberte hecho daño... – agregó volviéndose a ella por sobre su hombro, refiriéndose al obvio impulso que tuvo de penetrarla con tanta vehemencia. Sabía que sólo era un vagabundo que recogió de la calle para divertirse esa noche pero no quería que pensara que era un canalla, solo era un crío y nada más.

- Sabes, entiendo como estas.... cuando fue mi primera vez también me dejé dominar por mi cuerpo - No pudo evitarlo, aun cuando primero había sentido dolor y después no quería olvidar esa sensación. Su primera vez fue algo alocada - me alegro de haber sido yo quien te halla propiciado aquel placer, me halagas y atesoraré tus palabras.

Asintió, estando sin cuidado que le retirara su miembro, lo extrañaría en demasía aunque hubiera adorado tener sexo a contacto directo.
Cuando ya se retiró de ella, soltó un gran suspiro mientras ladeaba la cabeza. Lo que había sucedido es que los jugos internos de la joven inglesa empezaron a escurrirle, la cama ya se había manchado en el proceso pero al retirar el miembro de ella ya no hubo limite.

- Al contrario, mira lo que me has hecho hacer - tomó sus piernas para que tuviera una mejor vista de lo que había provocado - Me has llevado a un borde de la locura asombroso - se mordió el labio inferior mientras intentaba recostarse mejor - solo intenta hacer caso a lo que diga la chica afortunada, pero si ves señales, procede con cuidado.... Es el único consejo que te puedo dar Reed.

No quería despedirse de Reed, le entretenía en demasía y era una compañía agradable pues la diferencia de edad no era mucha, ambos fueron unos chiquillos que se dejaron llevar por sus emociones y necesidades.

- Puedes pasar la noche aquí si quieres, así me podrías acompañar al buffet y la comida del hotel es asombrosa... mis compañeras de viaje son flojas así que podremos desayunar en privacidad. ¿Te gusta la idea? - se vuelve a cobijar mientras se acurruca para evitar perder el calor de su cuerpo.

El rubor en sus mejillas se acentuó al ver la jugosa entrepierna de la mayor, esa vergüenza provocó que se volviera inmediatamente hacia delante como evitando mantener contacto visual con ella. Su miembro abandonó la dureza de hace unos minutos pero seguía algo impactado por su forma de eyacular, por los cambios que había experimentado y por las sensaciones que se llevaba consigo... Era un auténtico adolescente que no había experimentado lo suficiente con su propio cuerpo.

Las palabras de Katherine conseguían erizarlo y al mismo tiempo le complacían, era una mujer encantadora que se molestaba incluso en darle consejos para futuras ocasiones.

Pero ¿realmente sería capaz de dejar de lado una unión tan deliciosa como esa? Reconocía que aquél calambre que dominaba sus piernas podría eventualmente convertirse en algo adictivo... ¿No podía mantener contacto con ella de alguna forma? Entonces recordó que era extranjera, que este sólo fue un paseo y que él sólo era una anécdota en su vida.

Ponte en tu lugar, idiota...

– ¿No te molesta? – Preguntó con esto en mente, refiriéndose a la idea de alojarse ahí. Pensaba irse apenas terminaran de jugar pues era consciente de que quizás ella querría algo de espacio pero le alegró muchísimo que le permitiese quedarse, la verdad es que apenas podía con su propio cuerpo. – Gracias... De verdad... – masculló en medida que, aún desnudo, volvía a acomodarse en la cama y volvía el cuerpo hacia ella.

Mantuvo su rostro muy próximo al de la castaña, le quedó viendo durante un largo minuto, parpadeando de cuando en cuando por el sueño que lentamente empezaba a apoderarse de sí.

– Estoy... Exhausto... – reveló a medida que sus ojos comenzaban a cerrarse y se permitía caer en un profundo sueño.

Cada vez ese chico con sus pequeños gestos le sacaba una sonrisa, era tan tierno en sus reacciones de virgen que le daban ganas de abrazarlo.
Le dolía haberse encariñado con aquel joven, quería seguir hablando con él pero dudaba que tuviera correo electrónico o celular. ¿Cómo podrían seguir platicando de cualquier tontería? Además, no se sentiría él incómodo por si llegaba a ofrecerle contactos.

- No te preocupes, es una queen size, aqua tendremos espacio de sobra. - le contestó mientras se paraba de la cama e iba por una toalla para limpiar y poner encima donde manchó para dormir seca. Al volver los cobijó a ambos y dejó que se le acercara el chico un poco más - No me agradezcas nada, eres un chico lindo ¿Sabes Reed?.

Lo dudó un poco pero abrazó un brazo suyo para dormirse, generalmente usaba una almohada pero creía que necesitaba ese contacto de para conciliar el sueño.

La joven cantante empezó a tararear un poco para arrugar a Reed para que cayera dormido y al menos por unos instantes olvidara el mundo del que provenía, que podía gozar tal vez un poco el lujo, la paz y la calidez de un cuarto y una mujer.

- Todavía no sabes que me encontraras... en un sueño tuyo distraído. - murmuró en italiano una canción que había compuesto, no quería que la entendiera, simplemente que su suave voz y ritmo acompañara al hechizo de morfeo - Me miraras y comprenderás sin que deba hablarte~. - acarició sus cabellos mientras lo seguía arrullando.

letra de la canción:

- Descansa Reed, buenas noches - besó su mejilla mientras mantenía el ritmo dulce de su tarareo y le cantaba al chico - ... Y no te sorprendas cuando te des cuenta que tu lugar es entre mis brazos~.

Poco a poco comenzó a cerrar ella también los ojos y continuaba tarareando hasta que se encontró igual de cansada, esperó a que el chico pareciera totalmente dormido, así de apacible y tranquilo.

Solo en ese momento calló su boca y abrió sus ojos, teniendo como última vista la cara de Reed.

canción:

Acostumbraba a dormir bastante mal en los barrios bajos. Vivía en un piso que alquilaba su madre donde las paredes eran tan delgadas que se escuchaba todo el ruido externo, las peleas entre borrachos, los bocinazos a medianoche... Era un suplicio descansar allí, si es que podía decir que "descansaba", siempre había que estar alerta ante el mínimo barullo que se aproximara. Más de una vez les habían entrado a robar o algunos viejos ladrillos habían atravesado estrepitosamente la ventana en un arranque de ira de los vecinos, despertando a su exhausta madre que no hacía más que trabajar todo el día.

Las noches en las que ella salía a prostituirse Reed la pasaba en casa de sus amigos o a la interperie, donde la situación era mucho peor. Vivir allí era una verdadera mierda.

Este ambiente distaba tanto de su ubicación actual que el vagabundo se echó una bien merecida siesta, de esas profundas y extensas. Una dulce melodía arrulló su sueño, un aroma fuerte se impregnó en su piel... Un aroma como a perfume.

Extrañado por esta nueva sensación de confort Reed abrió los ojos lentamente esa mañana, vislumbrando ante él el hermoso rostro de una mujer de clase alta, justo cuando pensaba que todo en ella no había sido más que un sueño. Salir del clásico estado de sopor que se produce al despertar era algo difícil en una cama tan cómoda como esa... ¿Y si mejor esperaba a que ella diera las primeras señales de vida?

Si, era lo mejor.

Se acurrucó a su lado sin dejar de observarle cuando, de forma repentina, besó su mejilla con timidez. No lo había dicho nunca (y tampoco apelaría a mencionarlo en esa ocasión) pero le hacía falta recibir un poco de cariño, que le consintieran de vez en cuando... Sólo un poco.

Ese pitido... Si, lo reconocida perfectamente bien, le martillaba tan fuerte la cabeza que el no reconocerlo sería una tontería. Era su celular con el despertador que tanto odiaba, tanto por quitarle las horas de sueño como el dolor de cabeza que le estaba provocando.

No estaba del todo cruda, pero el agotamiento de anoche se le acumuló hasta ese momento en que volvió de entre los muertos. Solo pensó en que debía bañarse, vestirse, arreglarse y peinarse fue una locura, como para saltar de un puente del cual saltar para acabar con su "sufrimiento" de clase media-alta.

- Ungh... - abrió los ojos poco a poco y se los frotó para ver mejor. Pero una sonrisa se le marcó al ver Reed aun a su lado - Buenos días, ¿que tal amaneciste?... A puesto que soy un desastre ahora ¿no?

Si, tal vez no era la dama que usualmente era, no creía que él la hubiera visto así en su encuentro casi borracha y triste.
Con toda la pereza se levantó de la cama y así aun con su cuerpo desnudo fue a sacar ropa y toallas para ella y así ducharse. Volteó a ver a Reed con una sonrisa.

- Te puedes arreglar, si quieres ducharte de nuevo no tengo problema pero... ¿me esperarás a que salga? - le preguntó preocupada, no quería que se fuera apenas en un momento de distracción, quería seguir siendo amable y mimarlo, tenía la necesidad de hacerlo.  - El buffet es bueno y variado, aunque creo que iré por un desayuno inglés para quitarme esta cruda.

¿Estaba intentando convercerle? No estaba segura si fue un gesto amable y natural por su parte o por que le generó cariño. Se regañó a si misma, con otros hombres ha sido así de amable... pero no protectora.

Mierda, se estaba despertando. Reed se apartó un poco para darle espacio, arqueando las cejas de la sorpresa y dando esbozos de un leve rubor, sin saber qué decir o cómo actuar. No comprendía lo que quería decir Katherine con "desastre", a su ver no había nada más lindo que una mujer sin maquillaje, al natural, aunque esta era la primera vez que veía una recién despertando... Sin contar a su madre, claro.

Aún así no dijo nada, por mera timidez.

Observó en silencio cómo la inglesa abandonaba la cama, pero apenas notó que su cuerpo seguía desnudo desvió la vista avergonzado. Era un espectáculo digno de admirar, su cuerpo moreno y bien proporcionado seguía provocando reacciones adversas en él, pero no quería pasar de irrespetuoso después de todo lo que Katherine había hecho por él.

— Si es lo que quieres, lo haré — respondió ante su petición de esperarla, mientras se sentaba en el colchón manteniendo la sábana sobre su zona íntima. Lo único que exhibía sin timidez era su dorso desnudo. — Una ducha rápida no me vendrá mal... — comentó ante su oferta, sin querer quitarle tiempo pues no entendía cómo funcionaban los hoteles.

¿Comerían en la habitación o afuera? ¿Qué tipo de cosas servían? ¿Los recepcionistas volverían a sospechar de sus orígenes? Dejó las preguntas de lado, consciente de que la anfitriona debía entrar al baño aún en el mal estado que se encontraba.

— Oye, no sé de qué va el desayuno pero procura que tenga jugo de naranja o un buen vaso de agua fría, te vendrá bien para la resaca — le recomendó sin moverse de su lugar, recordando cuán desagradable era la sensación de amanecida tras una noche de copas y juerga.

- Si quieres podemos ahorrar agua y salvar al planeta bañandonos juntos - le dijo con unos ojos halagadores que se posaban en el cuerpo de Reed, tan lindo en sus reacciones y actitudes pero no pudo evitar reír de aquella broma - No te creas, si tu no quieres no te haré nada en lo que te duchas. - luego oyó la sugerencia mientras se rascaba un poco la cabeza algo perezosa aun de moverse - Es un buffet, sirven de todo un poco en la mañana, el jugo suena bien... saldré pronto.

Cerró la puerta pero no puso seguro, ella no se negaría si el chico tuviera ganas aún de sexo matutino, de paso la despertaría completamente de aquel estado durmiente pero sabía que eso no sucedería.
Entró a la regadera en lo que abría las llaves que dejaban caer el agua que parecía actuar al quitarle todo el peso que tenía encima y depuraba su cuerpo y mente.

- Esto es una locura... pero es la mas divertida de todas - se talló su cuerpo con jabón y se lavó el cabello, iba a un ritmo calmo y tomandose su tiempo en la regadera pero intentaba no pasarse de tiempo.

Fueron unos largos minutos para ella pero se forzó en salir y en cubrirse con una toalla mientras salía del cuarto de baño con una sonrisa.

- Tu turno corazón, tardate lo que quieras - le dijo mientras se secaba el pelo con esa sola toalla, sin molestarse en cubrirse el cuerpo pues se sentía cómoda en su desnudes. Era una Eva que jamás había probado el fruto prohibido.

La propuesta que Katherine le había hecho sonaba tentadora pero Reed se limitó a volver la vista hacia otro punto, intentando ocultar el rubor en sus mejillas y la erección que lentamente comenzaba a hacerse valer en su entrepierna. Por suerte ella entró al baño antes de que ésta fuese demasiado visible, el muchacho le siguió con la mirada y oprimió su miembro bajo las sábanas aún impregnadas del dulce olor de la inglesa.

Apenas desapareció de su vista, y temiendo que saliera pronto de la ducha, Reed se dispuso a buscar en los cajones y en los muebles que lo rodeaban las toallas del hotel. Al cabo de una inspección bastante penosa consiguió atar a su cintura la "censura" que cubriría su humillante realidad.

Invadir la privacidad de la anfitriona era algo que ni siquiera él estaba dispuesto a hacer, pese a ser un vagabundo era un sujeto sumamente educado... Y por qué no decirlo, tímido e inexperto. Al cabo de unos minutos Katherine apareció en la habitación con su cuerpo completamente al descubierto y el cabello atado en una especie de turbante. Reed cubrió sus ojos con la mano libre, y sujetando firmemente la toalla con la otra entró al baño.

— Va... Vale, no tardo... — masculló con vergüenza antes de cerrar la puerta tras de sí. Dejó escapar un profundo suspiro antes de apoyar su espalda en la superficie de cerámica de la ducha, observando su erguido miembro ante él. Esto es tan penoso... se replicó así mismo en el momento que encendió la ducha, comenzando a bañarse con agua helada para poder deshacerse de la erección.

Pero por más que lo intentaba era inútil. Reed, visiblemente descompuesto por la situación, aprovechó el sonido del agua cayendo sobre su cuerpo y la baldosa para masturbarse, así desahogar sus deseos matutinos sin fastidiar a nadie.

— Listo~ — canturreó al salir de la ducha con una bata blanca que encontró en el interior del baño, mucho más relajado después de esos cuatro minutos de urgencia.

Con cuidado, la joven promesa de la opera empezó a buscar en su maleta que ropas se podía poner hoy. Le encantaba el turismo pero para ellos debía estar cómoda para soportar las largas caminadas.
Unos botines eran un buen comienzo. Siguió con unos mezclillas ajustados a la perfección a su cuerpo, una camisa blanca, chaqueta azul. Si, parecía una buena combinación para el día.

Empezó a secarse el pelo algo aburrida y pensando que podía antojarsele para comer. No sabía si había algo parecido a platillos locales en esta ciudad pero estaba dispuesta a comer un poco de todo aunque cuidando su figura.

- Vamos Kath, despierta - prendió la secadora enfrente de su cara para mínimo provocar alguna reacción suya. Las mañanas le eran muy difíciles aún.

Se arregló el cabello de una coleta dejando unos mechones que siguieran su propia voluntad. Y por último como toque final algo de maquillaje, muy poco y suave, solo para darse mas brillo y disimular un poco las orejeras de aquella noche en que se desveló como nunca.

- ¿Ya? Bueno, aunque pudiste haber tomado tu tiempo. - le sonrió alegre mientras tomaba su bolso negro y echaba las cosas mas indispensables en el - ¿Listo para el buffet? Te apuesto que es delicioso - aseguró con aquella voz cantarina y vibrante como su personalidad

Esbozó una expresión un tanto boba ante la afirmación de Katherine, el efecto del orgasmo recién provocado aún no desaparecía del todo de su cuerpo por lo que se encontraba notoriamente adormilado. Tal fue el relajo que ante las palabras ajenas no dudó en imaginar un delicioso buffet, como esos que tarde, mal y nunca veía en la televisión. Solo tener estas difusas imágenes en mente provocó que su estómago emitiera un breve gruñido, evidenciando lo hambriento que estaba.

— ¡Ugh! — Soltó un gesto de sorpresa, avergonzado llevó ambas manos hacia su trabajado abdomen. — Lo... Lo... Lo siento... — Se disculpó con un notorio rubor colorando sus mejillas, la oleada de vergüenza fue tal que tomó las ropas que la inglesa le había regalado y volvió sobre sus pasos hasta encerrarse nuevamente en el baño.

Los pocos minutos que tardó en vestirse se debieron a sus dudas y a su latente nerviosismo... Pero era comprensible pues Reed nunca había estado en un hotel ni mucho menos junto a una mujer tan bella, teniendo cierta intimidad como la de amanecer juntos y tomar el desayuno. Fuera como fuera, le estaba dando una impresión terrible a su primera vez.

Se puso unos vaqueros de marca y una camisa color burdeo, prendas que curiosamente le quedaron como anillo al dedo. Recordó entonces, y de manera muy fugaz, la conversación del día anterior... Katherine estaba saliendo de un mal de amores, las ropas que él ahora vestía originalmente le pertenecerían a su novio. Lo mínimo que podía hacer por ella era hacerle pasar un buen rato, que olvidara todo lo anterior y riera una vez más. Con este pensamiento en mente salió del baño con su nuevo atuendo y una sonrisa socarrona trazada en los labios.

— ¿Lista para montar un teatro otra vez? — Preguntó con un dejo de complicidad, dispuesto a seguirle el juego en lo de engañar a los recepcionistas.

La turista no pudo evitar reirse de oír el estómago de Reed pidiendo por comida y como el pobre estaba avergonzado de algo tan común y humano pero aun así escapó. Pero cuando de la nada también el suyo empezó a rugir.

- ¿L-lo oíste? - Le preguntó desde afuera del baño - ¡Jajajaja! - y de nuevo empezó a carcajearse por la sincronización de sus estómagos e incluso tuvo que tumbarse en la cama por que ella no se aguantaba a si misma.

Cuando por fin pudo calmarse tomó su bolso y le esperó aún en la calma a que saliera para tener ambos un desayuno decente del cual el chico podría presumir cuando volviera su casa y viera a sus amigos.
La mente de Kath maquinaba como sería el regreso del chico ¿Sería triunfante? ¿Presumiría de la buena noche que pasó con una turista de buen ver y de su desayuno exquisito?.
Veía en él un chico lindo y respetuoso, no sabía si comentaría algo a sus amigos o al menos a su familia. Ella no tenía problemas, al fin y al cabo sería divicil que se vieran de nuevo.

- No será necesario, ¿Acaso no pareces en apariencia diferente? No preguntaran nada - se paró de nuevo y abrió la puerta de su cuarto. - Vamos, todo estará bien. La gente memoriza más apariencias que caras

Ella salió con la mirada en alto y con una actitud fresca, como si fuera una rosa en el sereno de la mañana y no el desastre con el que amaneció.
Se metió en el elevador y esperó a que se metiera y en lo que bajaban al lobby ella sacó su celular.

- Selfie Attack! - apuntó el ente de la cámara a ellos mientras lo abrazaba y le daba un beso en la mejilla y tomaba la foto. - No te quiero olvidar, eres muy lindo Reed... muchas gracias por lo que has hecho por mi.

El fue tan amable de escoltarla sana y salva hasta al hotel, el no le fue incomodo del todo con ella cuando estaba medio pasada de latas de cerveza e incluso aceptó a que su primera vez fuera con ella en el cual disfrutó ella como nunca por la abstinencia, aunque su dominancia se perdió en el sexo. Reed había sido un chico lindo a su manera y eso le gustaba.

Todo aquello resultaba un vuelco inesperado en su vida. Las experiencias le habían malacostumbrado a conductas dudosas, durante mucho tiempo se dijo que no podía confiar en la gente, especialmente en los ricos, pero todo lo que había pasado le estaba haciendo cambiar su perspectiva. No podía actuar con hostilidad como siempre hacía, no con ella.

Llevaba tiempo sin reír tanto como en el instante que escuchó rugir el estómago de Katherine, no solo le sorprendió el gesto sino también que le llenó de alivio. Detalles como ese y recuerdos como el de la noche anterior le hacían ver que ella era tan humana como él, parecía hasta estúpido creer que el dinero pudiera cambiar la naturaleza de una persona.

Ya de mejor humor y con la clara intención de divertirse hasta el último segundo que compartiera con ella, se observó al espejo y le echó una última arreglada a su cinturón antes de seguir el paso de la inglesa. Cargaba consigo un paquete con todos los regalos que había recibido gracias al quiebre con su novio; Reed no sabía qué le diría a su madre cuando llegara con ellos a casa... De seguro lo primero que pensaría sería que mató a alguien para obtenerlos.

— Confiaré en usted, señorita — respondió al salir de la habitación, imitando el tono servil de los recepcionistas. Vamos, que se estaba mofando.

Cerró la puerta tras de sí y la siguió hasta el elevador, intentando contener el asombro que se dibujaba en su rostro cada vez que veía la refinada decoración de los pasillos. De cualquier modo no había nadie a la vista y si aparecía alguien estaba decidido a entrenar su mirada amenazadora con esa persona.

Esto se traía en mente cuando la extranjera se acercó a él con su celular, besándole inesperadamente en la mejilla antes de sacar una fotografía del momento... Y de su patética expresión.

— Qué... Qué... — Tartamudeó antes de volverse hacia ella con estupefacción pero luego, ante su aclaración, le devolvió una sonrisa divertida. — ¡Ustedes los ricos si que tienen costumbres muy raras! — Comentó más relajado, volviendo la vista hacia la pantalla del móvil y observando la foto: — Come on, me veo fatal~ — respondió, esta vez imitando el acento anglosajón de la muchacha. — Desearía poder conservar esa foto también pero me conformaré con el recuerdo...

Segundos antes de llegar al piso principal le robó un beso rápido a Katherine, consciente de que sería la última vez que podría disfrutar de esos labios tan dulces y experimentados.