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Feast Of Demoralization (Priv. Andrew +18)
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Re: Feast Of Demoralization (Priv. Andrew +18)
Esa mirada. Ese orbe que se atrevía a seguir retándole pese a cómo se había desarrollado todo, era como un incentivo para su cuerpo a seguir moviéndose; y esa sonrisa que decoraba las palabras, a pesar de tantos golpes, no lograba callarla y seguía hablándole con una voz que susurraba en su cabeza una y otra vez, alimentado el desasosiego. Apretó sus puños con fuerza, con frustración y enojo; simplemente no podía evitarlo; no podía detenerse. Que fuera tan claro y tan directo hacia esa faceta apenas descubierta, incluso que recorriera su cuerpo con tal picardía enfermiza, le hacía sentir vulnerable. Algo que no podía soportar, nunca.
Esa voz escupía verdades; su cuerpo había reaccionado, involuntariamente; generando confusión y pavor. Aterrado, no se atrevía a mirar, pero vaya que lo sentía.
— Cierra la… — Pero por poco, sus palabras fueron interrumpidas por aquel que se abalanzó con un arma en sus manos, cortando su piel y su ropa. La impresión en los ojos castaños de Andrew no se hizo esperar, ni tampoco las gotas de sangre que se deslizaron desde su clavícula hasta perderse entre las telas negras que comenzaron a oler a hierro. El dolor y el ardor de aquella herida simplemente le hicieron soltar una sutil risa, divertido ante aquella revelación. Le gustaba, le encantaba, le recordaba el resumen de aquello que fue su infancia desde niño. Cuánta nostalgia. ¿Le atacaría de esa manera? Bien, se ponía mejor.
Moviendo su cuerpo, con la finalidad de evadir aquellos cortes que acechaban su piel; y que algunos pasaban a cortarle la ropa, creando más heridas de las que le hubiera gustado. Esta vez los papeles se invertían. El intentar atrapar el arma con las manos parecía inútil, terminando por cortarse en los varios intentos que hizo en contra de la habilidad de Eiji. Estaba perdiendo el control que tanto había disfrutado tener. Y ahí en medio del callejón oscuro, sus ojos llenos de furia se perdieron en el brillo de la punta que le amenazaba constantemente. Sonriendo, y riendo ante cada herida nueva hecha en su cuerpo.
— ¿Te sientes más protegido usando eso? — Preguntó retrocediendo ante las múltiples embestidas del hombre asiático, acentuando la burla en sus palabras.
Cualquiera que viera desde lo lejos, pensaría en llamar a alguien para detener el enfrentamiento de aquellos perdidos en el instante; ignoraban el hecho de que alguien más pudiera ser testigo de lo que pasaba. Pero no importaba; se reflejaba en cada acto, en cada risa en que el azabache vivía el momento, esperando por aquel cansancio, como un animal cazando a su presa que solo se resistía, aumentando el anhelo por someterle y hacerle suplicar por piedad. Fue ahí que su espalda se vio contra aquella pared en la que antes había derrochado su ira contra el cuerpo de Eiji; la noche estaba llena de ironía. Mirando al asiático, acorralado entre los ladrillos, el reto era evidente.
— ¿Y qué harás, imbécil, matarme? — La punta del arma, brillante en una sangre que le pertenecía, le hacía suspirar con tal anhelo de que Eiji siquiera se atreviera a atacarle. — Inténtalo, ven —
Las heridas en su cuerpo, reflejaban la sangre de la punta del arma. El ardor recorría su piel, y aunque no se sintiera cómodo al recibir tantos cortes, el fetiche por tenerle de nuevo sometido, era más fuerte.
Esa voz escupía verdades; su cuerpo había reaccionado, involuntariamente; generando confusión y pavor. Aterrado, no se atrevía a mirar, pero vaya que lo sentía.
— Cierra la… — Pero por poco, sus palabras fueron interrumpidas por aquel que se abalanzó con un arma en sus manos, cortando su piel y su ropa. La impresión en los ojos castaños de Andrew no se hizo esperar, ni tampoco las gotas de sangre que se deslizaron desde su clavícula hasta perderse entre las telas negras que comenzaron a oler a hierro. El dolor y el ardor de aquella herida simplemente le hicieron soltar una sutil risa, divertido ante aquella revelación. Le gustaba, le encantaba, le recordaba el resumen de aquello que fue su infancia desde niño. Cuánta nostalgia. ¿Le atacaría de esa manera? Bien, se ponía mejor.
Moviendo su cuerpo, con la finalidad de evadir aquellos cortes que acechaban su piel; y que algunos pasaban a cortarle la ropa, creando más heridas de las que le hubiera gustado. Esta vez los papeles se invertían. El intentar atrapar el arma con las manos parecía inútil, terminando por cortarse en los varios intentos que hizo en contra de la habilidad de Eiji. Estaba perdiendo el control que tanto había disfrutado tener. Y ahí en medio del callejón oscuro, sus ojos llenos de furia se perdieron en el brillo de la punta que le amenazaba constantemente. Sonriendo, y riendo ante cada herida nueva hecha en su cuerpo.
— ¿Te sientes más protegido usando eso? — Preguntó retrocediendo ante las múltiples embestidas del hombre asiático, acentuando la burla en sus palabras.
Cualquiera que viera desde lo lejos, pensaría en llamar a alguien para detener el enfrentamiento de aquellos perdidos en el instante; ignoraban el hecho de que alguien más pudiera ser testigo de lo que pasaba. Pero no importaba; se reflejaba en cada acto, en cada risa en que el azabache vivía el momento, esperando por aquel cansancio, como un animal cazando a su presa que solo se resistía, aumentando el anhelo por someterle y hacerle suplicar por piedad. Fue ahí que su espalda se vio contra aquella pared en la que antes había derrochado su ira contra el cuerpo de Eiji; la noche estaba llena de ironía. Mirando al asiático, acorralado entre los ladrillos, el reto era evidente.
— ¿Y qué harás, imbécil, matarme? — La punta del arma, brillante en una sangre que le pertenecía, le hacía suspirar con tal anhelo de que Eiji siquiera se atreviera a atacarle. — Inténtalo, ven —
Las heridas en su cuerpo, reflejaban la sangre de la punta del arma. El ardor recorría su piel, y aunque no se sintiera cómodo al recibir tantos cortes, el fetiche por tenerle de nuevo sometido, era más fuerte.
Andrew Walker- Ocupación : Músico
Mensajes : 141
Fecha de inscripción : 01/05/2014
Edad : 27
Re: Feast Of Demoralization (Priv. Andrew +18)
-¿Protegido? - cuestionó el de cabellos violáceos con una voz aterciopelada, denotando que él también estaba disfrutando aquello mucho más de lo que esperaba. Ignorando por completo el dolor en su cuerpo y rostro producto de la adrenalina del momento.
Eiji no era demasiado atlético, pero llevaba años usando aquella arma punzante, más como un objeto de diversión que como un método de defensa. Probablemente era más hábil con eso que con un cuchillo como tal. Una curiosa, pero innegable buena herencia de su amo.
-No me malinterpretes, no intento matarte, ni siquiera planeo ganarte. - susurró acorralándolo con su propio cuerpo contra la pared, dejando el punzón direccionado hacia su yugular, como una advertencia de que pensara dos veces las cosas antes de moverse impulsivamente -Así que compórtate y resígnate. - ordenó con una voz mucho más demandante mientras su mano libre tocaba el bulto sobre los pantalones del muchacho.
-¿Es tu primera vez emocionándote de esta forma por golpear a alguien? - presionó un poco, con más delicadeza de la que cualquiera apostaría que Eiji podría tener.- Oi, quédate quieto. No voy a hacerte nada, solo quiero saciar mi curiosidad -se rio burlesco, pero manteniendo el tono grave y seductor de su voz, casi como si cantara.
-¿Que pasa por tu mente? ¿Solo es ira? ¿Tan terrible sería admitir qué acabas de descubrir que eres un sádico pervertido? -otra risa resonó contra el oído de Andrew como un ronroneo, luego tomó un poco de distancia y lamió descaradamente la sangre del punzón antes de voltearlo y ofrecercelo al pelinegro.
-Adelante, ¿quieres control? Te lo otorgaré. Siempre y cuando admitas lo que no quieres ver. Siempre y cuando no solo seas una bestia cegada por la ira absurda y admitas que más que burda violencia lo que anhelas es dominancia. -esperó pacientemente su reacción, incitandolo con una última frase que sabía que entendería perfectamente.
-ねぇ... 遊びましょう~ (nee, Asobimashou; hey, juguemos)-
Eiji no era demasiado atlético, pero llevaba años usando aquella arma punzante, más como un objeto de diversión que como un método de defensa. Probablemente era más hábil con eso que con un cuchillo como tal. Una curiosa, pero innegable buena herencia de su amo.
-No me malinterpretes, no intento matarte, ni siquiera planeo ganarte. - susurró acorralándolo con su propio cuerpo contra la pared, dejando el punzón direccionado hacia su yugular, como una advertencia de que pensara dos veces las cosas antes de moverse impulsivamente -Así que compórtate y resígnate. - ordenó con una voz mucho más demandante mientras su mano libre tocaba el bulto sobre los pantalones del muchacho.
-¿Es tu primera vez emocionándote de esta forma por golpear a alguien? - presionó un poco, con más delicadeza de la que cualquiera apostaría que Eiji podría tener.- Oi, quédate quieto. No voy a hacerte nada, solo quiero saciar mi curiosidad -se rio burlesco, pero manteniendo el tono grave y seductor de su voz, casi como si cantara.
-¿Que pasa por tu mente? ¿Solo es ira? ¿Tan terrible sería admitir qué acabas de descubrir que eres un sádico pervertido? -otra risa resonó contra el oído de Andrew como un ronroneo, luego tomó un poco de distancia y lamió descaradamente la sangre del punzón antes de voltearlo y ofrecercelo al pelinegro.
-Adelante, ¿quieres control? Te lo otorgaré. Siempre y cuando admitas lo que no quieres ver. Siempre y cuando no solo seas una bestia cegada por la ira absurda y admitas que más que burda violencia lo que anhelas es dominancia. -esperó pacientemente su reacción, incitandolo con una última frase que sabía que entendería perfectamente.
-ねぇ... 遊びましょう~ (nee, Asobimashou; hey, juguemos)-
Eiji Mitsuo- Ocupación : Ciudadano
Mensajes : 292
Fecha de inscripción : 10/10/2013
Re: Feast Of Demoralization (Priv. Andrew +18)
Ante la amenaza, el elevar su cuello era suficiente como para evitar que la punta del arma rosara su piel. Le miró desde arriba, consciente de que la situación ya no estaba a su favor mientras la inmaculada sonrisa llena de goce se desvanecía al sentir el gesto que apretó su entrepierna.
— ¡..! — El cuerpo de Andrew se estremeció ante un cosquilleo que subió por su vientre hasta su abdomen, a causa de la mano traviesa que indagaba en su hombría, dedicando atención a esa parte de su cuerpo que se veía atendida por un extraño y gentil toque; algo que sin duda, llegó sin ser esperado. Los ojos del azabache se fijaban en el rostro que rompió la barrera del acercamiento, y ronroneaba sus palabras libremente sobre su oído, creando sensaciones con poca explicación, más siendo un llamado al instinto que otra cosa. Apretó la mandíbula, pensando en romper el brazo que le tocaba libremente, pero el filo que reposaba sobre su garganta le recordaba su posición.
Todas aquellas palabras circularon por su mente. ¿Sádico? ¿Ira? Control, sí, lo quería, quería y anhelaba finalmente el control de todo lo que sucedía a su alrededor, en todos los contextos, incluso de aquel sujeto por el cual sentía desprecio, una incalculable ira y un profundo interés. Verle tragar la sangre generó un nuevo espasmo en su cuerpo. Bajó su mentón mirando fijamente el objeto que se le ofreció tan libremente preguntándose si el tomarlo o no. La suave sonrisa regresó a sus labios ante las ideas que se formulaban en su cabeza ante las palabras del japonés ¿Jugar? Ya lo estaba haciendo. La mirada que antes era feroz ahora brillaba con una estela de indiscreción y curiosidad; Walker al no verse amenazado, sujetó la mano de Eiji por la muñeca, con una fuerza que buscaba que los huesos de la misma crujieran en la palma de su mano.
— Control — Murmuró sus palabras, alzando el brazo del joven por encima de su cabeza. — Lo quiero —Dijo, sujetando el arma por el mango, dejando que el filo viajara hasta el cuello de Eiji, donde no se limitó a que cortar tan solo un poco de la piel a la altura de la garganta, en lentos movimientos deslizó acariciando de manera superficial hasta el mentón, donde se detuvo. — Pero…¿Qué te hace pensar que necesito que me lo des? — Como si la fuerza no hubiera sido suficiente antes, su mano apretó un poco más la finura de Eiji, acentuando su dominancia sobre el cuerpo.
— ¿Crees que me conoces realmente? Sólo por haberme jodido lo suficiente para que deformara tu rostro a golpes — El tono de su voz, áspero y grueso, recalcaba que la ira incontrolable había evolucionado en deseo de poder ante aquel que se ofrecía a explorar el lado más oscuro de su mente. —No sé quien seas y no me importa una mierda… pero, te aseguro — El filo siguió su camino tortuoso, llegando hasta los labios del japonés; donde presionó con un suave toque, rosando el metal con la carnosidad resbalando el punzón en un peligroso juego. Llegó hasta la comisura de la boca, donde se atrevió a dejar un fino corte sobre el tejido, creando una herida en la piel que se hizo espejo en el otro extremo de las fauces de Eiji. Miró el brotar de las gotas de sangre, que su tono rojizo se unió en sinfonista con la blancura ajena. Miró satisfecho las marcas que le había realizado en la boca, sin importarle en lo más mínimo que fueran un impedimento para hablar, o abrirla y sintió como los latidos de su corazón se aceleraban con tan solo ver; sin duda, salía de los límites de los cuales alguna vez llegó a tener. — Que jugar con mi paciencia es algo que no debes seguir haciendo — Lanzó el arma sin más interés en la misma, escuchando el metálico sonido que inundó el callejón una vez golpeó contra el suelo, perdiéndose en la oscura escena.
— De rodillas — Ordenó.
— ¡..! — El cuerpo de Andrew se estremeció ante un cosquilleo que subió por su vientre hasta su abdomen, a causa de la mano traviesa que indagaba en su hombría, dedicando atención a esa parte de su cuerpo que se veía atendida por un extraño y gentil toque; algo que sin duda, llegó sin ser esperado. Los ojos del azabache se fijaban en el rostro que rompió la barrera del acercamiento, y ronroneaba sus palabras libremente sobre su oído, creando sensaciones con poca explicación, más siendo un llamado al instinto que otra cosa. Apretó la mandíbula, pensando en romper el brazo que le tocaba libremente, pero el filo que reposaba sobre su garganta le recordaba su posición.
Todas aquellas palabras circularon por su mente. ¿Sádico? ¿Ira? Control, sí, lo quería, quería y anhelaba finalmente el control de todo lo que sucedía a su alrededor, en todos los contextos, incluso de aquel sujeto por el cual sentía desprecio, una incalculable ira y un profundo interés. Verle tragar la sangre generó un nuevo espasmo en su cuerpo. Bajó su mentón mirando fijamente el objeto que se le ofreció tan libremente preguntándose si el tomarlo o no. La suave sonrisa regresó a sus labios ante las ideas que se formulaban en su cabeza ante las palabras del japonés ¿Jugar? Ya lo estaba haciendo. La mirada que antes era feroz ahora brillaba con una estela de indiscreción y curiosidad; Walker al no verse amenazado, sujetó la mano de Eiji por la muñeca, con una fuerza que buscaba que los huesos de la misma crujieran en la palma de su mano.
— Control — Murmuró sus palabras, alzando el brazo del joven por encima de su cabeza. — Lo quiero —Dijo, sujetando el arma por el mango, dejando que el filo viajara hasta el cuello de Eiji, donde no se limitó a que cortar tan solo un poco de la piel a la altura de la garganta, en lentos movimientos deslizó acariciando de manera superficial hasta el mentón, donde se detuvo. — Pero…¿Qué te hace pensar que necesito que me lo des? — Como si la fuerza no hubiera sido suficiente antes, su mano apretó un poco más la finura de Eiji, acentuando su dominancia sobre el cuerpo.
— ¿Crees que me conoces realmente? Sólo por haberme jodido lo suficiente para que deformara tu rostro a golpes — El tono de su voz, áspero y grueso, recalcaba que la ira incontrolable había evolucionado en deseo de poder ante aquel que se ofrecía a explorar el lado más oscuro de su mente. —No sé quien seas y no me importa una mierda… pero, te aseguro — El filo siguió su camino tortuoso, llegando hasta los labios del japonés; donde presionó con un suave toque, rosando el metal con la carnosidad resbalando el punzón en un peligroso juego. Llegó hasta la comisura de la boca, donde se atrevió a dejar un fino corte sobre el tejido, creando una herida en la piel que se hizo espejo en el otro extremo de las fauces de Eiji. Miró el brotar de las gotas de sangre, que su tono rojizo se unió en sinfonista con la blancura ajena. Miró satisfecho las marcas que le había realizado en la boca, sin importarle en lo más mínimo que fueran un impedimento para hablar, o abrirla y sintió como los latidos de su corazón se aceleraban con tan solo ver; sin duda, salía de los límites de los cuales alguna vez llegó a tener. — Que jugar con mi paciencia es algo que no debes seguir haciendo — Lanzó el arma sin más interés en la misma, escuchando el metálico sonido que inundó el callejón una vez golpeó contra el suelo, perdiéndose en la oscura escena.
— De rodillas — Ordenó.
- CLICK ME:
Por petición del staff, se debería de agregar un +18 si es que gustas llegar más allá con el tema. Si no, podemos hacer que llegue la policía y se los lleve(?) te lo dejo a tu criterio.
Para los que leen, espero que su morbo este siendo complacido.
Andrew Walker- Ocupación : Músico
Mensajes : 141
Fecha de inscripción : 01/05/2014
Edad : 27
Re: Feast Of Demoralization (Priv. Andrew +18)
La presión sobre su muñeca fue mayor a la que esperaba, por lo que un quejido se escapó de sus labios, pero inmediatamente después una risa pequeña, casi adorable se le escapó de la boca como un niño en una jugarreta inocente.
Eiji contuvo un momento la respiración mientras el conocido filo del punzón se deslizaba por su cuello, su rostro no solo estaba inflamado, moreteado y ensangrentado, sino que también exhibía un rubor de excitación que no era disimulable.
-Por que este... ah... es un juego que se juega de a dos... -respondió el muchacho entre jadeos que aumentaban acorde a la fuerza que el otro iba aplicando sobre él.
El filo del punzón no lo asustaba, le era familiar, tal vez más de lo que cualquiera pudiese imaginar, pero no esperó que el sujeto frente a él decidiera perjudicar a un vocalista de esa manera. Los cortes en sus fauces sangraron de buena gana al ser una zona ampliamente irrigada aunque los cortes no fueran tan amplios, el impulso eléctrico que se generó en su espalda cuando su piel fue rasgada decantó en un hormigueo provocador en su abdomen bajo. Eiji se veía innegablemente excitado por como progresaba la situación.
-Mgh... No te conozco, solo conozco esa mirada... -aclaró el chico, pues no tenía intenciones de parecer soberbio al respecto, no era que pudiera leer a Andrew por completo, solo que podía oler aquella hambre mucho más fácil, como si su instinto le gritara que dentro de él había algo que nadie más había visto y eso, para el japonés era un deleite.
-Eiji Mitsuo... No deberías olvidar mi nombre.. -su único ojo brilló junto con la sonrisa que le dedicó. Le daba igual si el otro retenía o no su nombre, pero las presentaciones eran importantes, ¿no? Él no tenía miedo de dar su identidad, apostaba a meterse como un parásito en la mente de las personas que le interesaban.
-¿Estás seguro? -preguntó viendo su punzón desaparecer en la oscuridad del callejón, y la pregunta resultó conveniente tanto para el arma como para lo dicho por el otro. -Me parece que alguien disfruta que jueguen con su paciencia.- declaró mientras se dejaba caer de rodillas a los pies del pelinegro, dando una mirada lasciva hacia el bulto entre sus piernas y luego hacia arriba, clavándose en sus ojos acusadoramente.
Eiji contuvo un momento la respiración mientras el conocido filo del punzón se deslizaba por su cuello, su rostro no solo estaba inflamado, moreteado y ensangrentado, sino que también exhibía un rubor de excitación que no era disimulable.
-Por que este... ah... es un juego que se juega de a dos... -respondió el muchacho entre jadeos que aumentaban acorde a la fuerza que el otro iba aplicando sobre él.
El filo del punzón no lo asustaba, le era familiar, tal vez más de lo que cualquiera pudiese imaginar, pero no esperó que el sujeto frente a él decidiera perjudicar a un vocalista de esa manera. Los cortes en sus fauces sangraron de buena gana al ser una zona ampliamente irrigada aunque los cortes no fueran tan amplios, el impulso eléctrico que se generó en su espalda cuando su piel fue rasgada decantó en un hormigueo provocador en su abdomen bajo. Eiji se veía innegablemente excitado por como progresaba la situación.
-Mgh... No te conozco, solo conozco esa mirada... -aclaró el chico, pues no tenía intenciones de parecer soberbio al respecto, no era que pudiera leer a Andrew por completo, solo que podía oler aquella hambre mucho más fácil, como si su instinto le gritara que dentro de él había algo que nadie más había visto y eso, para el japonés era un deleite.
-Eiji Mitsuo... No deberías olvidar mi nombre.. -su único ojo brilló junto con la sonrisa que le dedicó. Le daba igual si el otro retenía o no su nombre, pero las presentaciones eran importantes, ¿no? Él no tenía miedo de dar su identidad, apostaba a meterse como un parásito en la mente de las personas que le interesaban.
-¿Estás seguro? -preguntó viendo su punzón desaparecer en la oscuridad del callejón, y la pregunta resultó conveniente tanto para el arma como para lo dicho por el otro. -Me parece que alguien disfruta que jueguen con su paciencia.- declaró mientras se dejaba caer de rodillas a los pies del pelinegro, dando una mirada lasciva hacia el bulto entre sus piernas y luego hacia arriba, clavándose en sus ojos acusadoramente.
- Spoiler:
- Va, lo agregué para que no se espanten. No quiero policía, planeo que Skylos no tenga más opción que venir a buscarme así que lleva esto hasta donde quieras. Estoy seguro que el público no tendrá quejas~
Eiji Mitsuo- Ocupación : Ciudadano
Mensajes : 292
Fecha de inscripción : 10/10/2013
Re: Feast Of Demoralization (Priv. Andrew +18)
¿Eiji Mitsuo? Finalmente. Ese nombre resonó en sus pensamientos, grabado en su memoria como una marca hecha al rojo vivo; algo que nunca olvidaría ni con el pasar de los años. Sus ojos miraron con un brillo denso a Eiji obedecer su orden; verle desde lo alto frente a él, sumiso, ocasionó que un escalofrío naciera desde su espalda y recorriera cada centímetro de su cuerpo; una sonrisa que jamás se había visto en su rostro se formó. Control… sí, era eso.
Ver los ojos de Eiji fijarse en su erección y después volver a juntar ambas miradas le obligó a soltar un suspiro profundo, uno que ya no buscaba controlar el desatar de los deseos más oscuros que brotaban de su mente. La sangre corriendo por las comisuras de sus labios, cubriendo con líneas rojas la piel de su cuello y liberando un tenue olor a hierro era como si una obra de arte estuviera en proceso; quería tocar, quería trazar con sus dedos y sentir cómo guiaba la situación hasta conseguir lo que realmente quería. Pero había un problema…algo que no cuadraba. ¿Por qué se sentía tan excitado si Eiji era…un hombre? Una expresión de disgusto se apoderó de sus ojos al ser su mente cuestionada por esa pregunta, y, desquitando esa molestia llena de confusión, Andrew alzó su mano y la posicionó sobre el cabello de Eiji, sujetando las hebras moradas de cabeza entre sus dedos hasta tocar su cuero cabelludo y apretar con fuerza su mano en un puño. Movió la cabeza de Eiji, como si la estuviera inspeccionando con curiosidad, y al poco tiempo liberó su cabello, pero no apartó su mano.
—Lo disfrutas…puedo verlo en rostro— Su voz seca e intuitiva aterrizaban finalmente las expresiones de gozo que el asiático había mantenido durante todo este tiempo ¿Sería qué?... — Estás enfermo — El repudio escupido de sus palabras le hizo morderse la lengua al pensar que no le hacía diferente de aquel sujeto, no cuando sus acciones habían hablado más de él mismo en aquella noche que en el resto de su vida en la ciudad. Pero no era el momento para negar o cambiar de idea; quería seguir.
Sus dedos se deslizaron por el rostro del asiático sintiendo bajo las yemas la hinchazón en la piel, sin culpa y menos siendo gentil con sus movimientos Andrew sujetó la mandíbula de Eiji con fuerza que desató un cosquilleo en su vientre que solo agitó su respiración a un nivel más profundo. El pulgar de Andrew se frotó por los labios del asiático, machándose con la sangre y rosando con su yema los cortes en las comisuras. Se mordió su propio labio sin apartar la vista; las palabras sobraban en ese momento y Andrew lo sabía, presionó su pulgar contra la boca de Eiji buscando entrar en sus fauces, y cuando lo hizo pudo sentir su dentadura y lo cálido de su saliva que se mezclaba con su propia sangre — Tsk…— La calidez y la sensación le hicieron buscar más; apretando con su dedo las heridas en las comisuras que sangraron más al obligarlo a abrir la boca, juntó su pulgar con la lengua, la presionó con dureza y sintió lo blando de la carne. Su mirada estaba perdida en lo que pasaba en la boca de Eiji, fijando su atención en cómo el músculo se retorcía sobre su dedo y como la saliva impregnaba su mano. Un extraño calor creció en su pecho ante tal imagen.
A pesar de todo, ver la curiosa mirada de Eiji pasar por erecta hombría de vez en cuando le hizo curvar sus propios labios, en una sonrisa complacida.
— Qué impaciente — Susurra — ¿Está esperando a que te ordene hacerlo? —
Ver los ojos de Eiji fijarse en su erección y después volver a juntar ambas miradas le obligó a soltar un suspiro profundo, uno que ya no buscaba controlar el desatar de los deseos más oscuros que brotaban de su mente. La sangre corriendo por las comisuras de sus labios, cubriendo con líneas rojas la piel de su cuello y liberando un tenue olor a hierro era como si una obra de arte estuviera en proceso; quería tocar, quería trazar con sus dedos y sentir cómo guiaba la situación hasta conseguir lo que realmente quería. Pero había un problema…algo que no cuadraba. ¿Por qué se sentía tan excitado si Eiji era…un hombre? Una expresión de disgusto se apoderó de sus ojos al ser su mente cuestionada por esa pregunta, y, desquitando esa molestia llena de confusión, Andrew alzó su mano y la posicionó sobre el cabello de Eiji, sujetando las hebras moradas de cabeza entre sus dedos hasta tocar su cuero cabelludo y apretar con fuerza su mano en un puño. Movió la cabeza de Eiji, como si la estuviera inspeccionando con curiosidad, y al poco tiempo liberó su cabello, pero no apartó su mano.
—Lo disfrutas…puedo verlo en rostro— Su voz seca e intuitiva aterrizaban finalmente las expresiones de gozo que el asiático había mantenido durante todo este tiempo ¿Sería qué?... — Estás enfermo — El repudio escupido de sus palabras le hizo morderse la lengua al pensar que no le hacía diferente de aquel sujeto, no cuando sus acciones habían hablado más de él mismo en aquella noche que en el resto de su vida en la ciudad. Pero no era el momento para negar o cambiar de idea; quería seguir.
Sus dedos se deslizaron por el rostro del asiático sintiendo bajo las yemas la hinchazón en la piel, sin culpa y menos siendo gentil con sus movimientos Andrew sujetó la mandíbula de Eiji con fuerza que desató un cosquilleo en su vientre que solo agitó su respiración a un nivel más profundo. El pulgar de Andrew se frotó por los labios del asiático, machándose con la sangre y rosando con su yema los cortes en las comisuras. Se mordió su propio labio sin apartar la vista; las palabras sobraban en ese momento y Andrew lo sabía, presionó su pulgar contra la boca de Eiji buscando entrar en sus fauces, y cuando lo hizo pudo sentir su dentadura y lo cálido de su saliva que se mezclaba con su propia sangre — Tsk…— La calidez y la sensación le hicieron buscar más; apretando con su dedo las heridas en las comisuras que sangraron más al obligarlo a abrir la boca, juntó su pulgar con la lengua, la presionó con dureza y sintió lo blando de la carne. Su mirada estaba perdida en lo que pasaba en la boca de Eiji, fijando su atención en cómo el músculo se retorcía sobre su dedo y como la saliva impregnaba su mano. Un extraño calor creció en su pecho ante tal imagen.
A pesar de todo, ver la curiosa mirada de Eiji pasar por erecta hombría de vez en cuando le hizo curvar sus propios labios, en una sonrisa complacida.
— Qué impaciente — Susurra — ¿Está esperando a que te ordene hacerlo? —
Andrew Walker- Ocupación : Músico
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