Antítesis (Privado Balam)

Skyle se sorprendió al notar que efectivamente el muchacho frente a él sí era capaz de escucharlo y sobre todo, intentar entenderlo. Las personas no siempre hacían eso.

Una calidez agradable se depositó en el pecho del estudiante de tercero, entendía también que a Balam le costara procesar algunas cosas, después de todo, ambos eran totalmente diferentes, pero tenían en común el hecho innegable de que se sentía agradable pasar tiempo juntos, aunque zebra insistiera en lo contrario, la verdad es que hasta a él le generaba más curiosidad y menos rechazo que la mayoría del resto de las personas en aquella escuela, en aquella ciudad y en el mundo mismo.

-Creo que es más un gustar de amigos -se rio suavemente, ya un poco más relajado, alzando su mano hasta acariciar los cabellos Balam como si fuera un animalito, dando por un momento una escena que como estudiante superior le correspondía.

-También me gusta estar contigo, eres una buena persona. ¿Quieres que intentemos ser mejores amigos? -

Se supone que eso no lo planeas Skyle.
¿Ah no?
Argh, haz lo que te de la maldita gana.
¿No estás en contra?
No es como que pueda negarme, ¿o si?
Hehehe, también puede ser tu amigo Zebra.
Cállate.

Skye sonrió amable y colocándose la toalla sobre su cabello todavía húmedo, se atrevió a hacer una invitación que jamás había hecho.

-¿Quieres ir y pasar el rato en mi cuarto? Aún es temprano.-

¡Hey! ¡Skyle!

Como si de pronto el muchacho se hubiese vuelto un rebelde sin causa, Skyle ignoró por completo los reclamos de Zebra en su cabeza.

— ¿¡ Mejores amigos!? !Por supuesto, si, si, aaah!

Balam hablaba en un tono mas alto del normal, casi en un grito con una gran sonrisa en su rostro, que hacía que este se iluminara por completo,  no podía ser un mejor día para el gatuno hasta que oyó las siguientes palabras del castaño. ¿Una invitación? ¿Y en la habitación de Skyle? Balam se contenia de no chillar de la emoción,  nunca le habían invitado a ningún lugar, era casi como un sueño cumplido para él.

—¿Yo? ¿¡Ir a tu habitación? ¡Claro que si quiero Sky! Iiiih~

Chilló el castaño finalmente tras la emoción que este le generaba, con rapidez tomó la mano de Skyle y se lo llevó rápidamente  en dirección a las habitaciones,  saliendo finalmente del baño.

Caminaba muy feliz por los pasillos del edificio, cantando la última canción, la cual había escuchado junto a su nuevo mejor amigo, Balam daba alegres pasos,  mientras movia su cola al compás de su canto.

— Oh... Sky ¿Cuál es tu habitación? Hehe estoy yendo sin siquiera saber el número.

El gatuno dio una tierna risa al terminar de hablar y le dio un suave cabezazo en muestra de cariño.

La emoción que mostró el castaño fue enternecedora y también un poco contagiosa para él, por lo que no se resistió a ser llevado de la mano en dirección a las habitaciones, pensando de inmediato que probablemente el chico no tenía idea cual era su habitación, así que cuando lo dijo no pudo sino reír.

-Haha! la 202! -en ningún momento pretendió liderar la travesía hasta su habitación. Tuvieron suerte de que en el camino no se toparon con ningún estudiante o supervisor de los dormitorios, simplemente parecía que solo ellos rondaban en edificio en ese momento.

-¿Tu ya tienes habitación Bal? ¿Tienes compañero de cuarto? - preguntó con curiosidad pues a él no se le permitia compartir habitación con nadie, por lo mismo es que era la primera vez que invitqba a alguien a pasar dentro.

La habitación era de un blanco puro un poco intimidante, pues más que una habitación de un dormitorio escolar parecía una habitación de hospital. Solo consistía en una cama individual, un armario, un escritorio frente a una ventana y una repisa con libros. Lo único que destacaba de todo el blanco era el peluche de cebra que descansaba sobre el cobertor, entremedio de dos almohadones también blancos. No habían adornos y los materiales escolares de Skyle eran igual de monotonos. Lo único divertido probablemente era que su armario tenía varias prendas con es estampado de cebra que tanto les gustaba.

-Bienvenido...- dijo en un susurro tímido y solo entonces cayó en cuenta de que no había realmente mucho que hacer en aquella habitación, debía pensar en algo rápido.

Te dije que sería una mala idea...

-Eh... ¿tienes hambre?- Skyle se adelantó hacia un cajón en el que guardaba algunas golosinas, de nuevo parecía tenso.

Balam seguía caminando con una sonrisa despreocupada, completamente a la situación emocional de su compañero. Cuando mencionó el número de la habitación, el castaño rió levemente y apretó un poco más la mano de Skyle. Al llegar a la habitación y observar el ambiente tan blanco y ordenado, Balam inclinó la cabeza, sorprendido, "¿Eh? no puede ser... Está todo... Vacío."

— Ahm Sky...  Wow...

El gatuno se quedó sin palabras al ver la habitación, estaba completamente asombrado por como estaba, se acercó  a tocar las sábanas y el peluche de cebra con curiosidad, tomó este sentándose en la cama.
Cuando escuchó la pregunta sobre si tenía habitación, Balam se detuvo un momento, pensando en su respuesta.

— Oh, ¡Obvio que tengo! ¡Puede que no esté viviendo en el mismo techo de Revo pero se preocupa mucho por mi!  ¡Mi habitación es maravillosa, hay de todo lo que siempre quise! y... no tengo compañero, pero desde ahora si me siento solo vendré a verte jijiji~

Balam hablaba con mucha emoción, sus ojos casi brillaban al recordar cada detalle que el tutor le había dejado en aquella habitación, le hacía muy feliz el pensar en su zona segura. Al ver a su mejor amigo buscando algo, la intriga le ganó y se le acercó lentamente, manteniendo su sonrisa.

— ¿Tu tienes hambre? yo ahm si tengo hehe pero no quiero molestar~

Dijo con un tono juguetón y curioso.

— ¿Estás bien? Te ves... diferente desde que llegamos aquí.

Balam se acercó al rostro ajeno, posándose en el hombro del pelicafé, dejándole un suave beso en su mejilla para luego ir a sentarse en la cama, abrazando su propio cuerpo con la cola y mirando alrededor de la habitación. Luego, volvió su mirada hacia él, con esa expresión inocente como si no supiera lo que había hecho.

— No tienes que estar incómodo conmigo. Me gusta estar contigo, Sky, y no me importa qué hagamos, aún que si no quieres hacer nada, también está bien. Solo quiero pasar tiempo contigo aún que... si quieres también puedes conocer mi habitación hehe~

Soltando una pequeña risa, mientras elevaba el peluche y lo abrazaba con algo de fuerza pero con cuidado.

Poco a poco la cara de Skyle comenzó a palidecer. En un comienzo se tensó por lo aburrida que le pareció de golpe su propia habitación. Después se sintió ansioso al ver a Balam tomar el preciado peluche de cebra que hasta ahora nadie jamás había tomado a excepción de él.

Y de él.
¿De quién?
...

Con los snacks de papas fritas en la mano, sintió los colores dejar su rostro cuando escuchó el nombre de "REVO". ¿Revo el director? ¿El mismísimo Regan Vosuet? ¿Aquel hombre misterioso de gafas que incluso con ellas puestas le daba la sensación de que podía ver a través de su alma y de la de cada uno de ellos? ¿El hombre que muchas veces había tenido en frente por reuniones con su padre por los varios incidentes en la escuela?

¿El sujeto ese tiene un hijo?
¿AH?
Si lo piensas, igual se parecen un poco.
¡Imposible!
Imagina a este idiota de aquí con gafas negras.
¡No puede ser...!

Los snacks se deslizaron de sus manos hacia el suelo e instintivamente repitió el pseudonimo del director.

-¿R-revo? -tartamudeó y quizás por el asombro o netamente por que ya comenzaba a acostumbrarse a los acercamientos del castaño, aquel beso no hizo más que dejarlo otro rato helado mientras esperaba una respuesta o más bien, su cerebro y el de zebra construían al menos diez teorías conspirativas distintas.

-¿Qué eres del director? ¿Su hijo? ¿Su nieto? Zebra cree que eres su hijo, pero yo nunca había oído que fuera padre, creo que no está casado ¿o si?, ¿Quién es tu madre? No, espera, esto no es bueno, no es bueno, no es bueno. Debí escuchar a zebra... No deberías juntarte conmigo, te puedes meter en problemas.... -de pronto Skyle comenzó con una intensa verborrea mientras andaba en círculos por la habitación. Ni siquiera su adorado peluche lograba robar su atención.