Una noche agradable - Andrea Laakkonen

Rodea sus hombros con su brazo, permitiendo que se acunara en su cuerpo mientras la mira y escucha atenta. La descripción encajaba con Julius, pero claro, hay muchos rubios y de ojos claros por ahí, pero nada que no encaje con que el chico estuviera ahí.

Se centra en ella, abrazándola con fuerza mientras besa su frente. La mira con curiosidad y una ceja arqueada al no saber a qué se refería.

Bueno, creo que la descripción encaja con él pero… ¿A qué te refieres con eso? ¿Con lo de tu madre? –Pregunta mientras acaricia su mejilla con su dedo índice, depositando un suave beso en la punta de su nariz.

Spoiler:

Su mano acaricia con gran dulzura su mejilla, en lo que la mira con atención y delicadeza, juntando un poco su frente con la de ella en lo que la abraza cada vez con más firmeza, como si protegiera a una niña pequeña asustada de los monstruos en la noche. Esa lágrima rompe su corazón, igual que la primera vez que la vio llorar, como la primera vez que la conoció y se quedaron en ese pequeño refugio donde ambas terminaron diciendo lo que sentían.

La mira fijamente a los ojos, acariciando dulcemente su mejilla con su dedo índice mientras se queda en blanco, sin saber que decir o hacer. Asiente con la cabeza, inclinándose a ella para brindarle un tierno beso en los labios pero uno corto antes de que ella se levantara para dejar las tazas en la cocina.

Va tras suyo, y cuando los deja, con mucha delicadeza la coge en brazos como si de una princesa se tratase y le deja un tierno beso en la mejilla, regalándole una sonrisa. La lleva hasta la cama, donde la sienta cuidadosamente.

La lleva a la cama, y una vez la sentó ahí, nota la falta de energía tan común en su chica pero no la presiona con preguntas, pues sabe el motivo de su caída de ánimos. Le sonríe y se sube a la cama con ella, robándole un tierno y dulce beso en lo que se va tumbando y la atare hacia ella, envolviéndola entre sus brazos, permitiéndole que la usara de almohada prácticamente. Adoraba tenerla de esa manera.

-Tan solo durmamos y descansemos del día, mañana será otro día –Le dice besando la punta de su nariz, una en su mejilla y otra en su comisura antes de dejarla descansar debidamente.

Con su brazo izquierdo rodea su cintura en lo que alcanza la sábana para taparse ambas, así poder acariciar su cabeza con gran dulzura para ayudarla a coger mejor el sueño. Besa con ternura su frente, sonriendo y aceptando con gusto su beso, así dejarla descansar mientras la mira fijamente, notando como poco a poco va cayendo dormida, no solo por su respiración tranquila, sino porque el movimiento de sus dedos sobre su cabellera negra iba mitigando lentamente.

Cuando cae dormida, Sora es la que queda despierta un poco más para velar por su sueño, brindándole tiernas caricias y suaves besos en su frente, nariz y mejilla para que viera que ella estaba a su lado y esperando que así las pesadillas no fueran a ella, no porque Andrea tuviera facilidad en ello, sino porque teme que esté preocupada por el tema que han estado hablando hace apenas unos minutos. Piensa que así la relaja un poco más.

Poco a poco es ella la que cae dormida lentamente, sin soltar a su chica favorita.

Sora duerme plácidamente, abrazando a su chica y sin soltarla en ningún momento. En su caso tiene un sueño ligero, tiene el típico sueño familiar pero con el añadido de que su chica estaba con ellos, celebrando lo que fuera en la casa de su padre. Es aquello que ella desea.

Sora tarda un poco más en despertarse, pero solo unos quince minutos después que su chica. Se friega los ojos y se despereza un poco, notando que su ángel no está. Se levanta y sale de la habitación para ir con ella, así ir cuidadosamente y abrazarla por la espalda mientras le deja un suave beso en su hombro.

-Buenos días mi princesa –Susurra dejándole un suave beso en su cabeza.

Besa con mucha ternura su mejilla mientras sonríe enamorada de ella.

-Duermo muy tranquila a tu lado mi vida –Le dice con gran calma para brindarle otro beso en su cabeza hasta que se fija al fin en el mandil- Oh, es el mandil que compraste, ¿cierto? –Sonríe al recordar, prácticamente, el primer día de compras al lado de su rubia favorita. Mira al café que su chica le había señalado con la mirada- Vale, enseguida te preparo el café –Le roba un tierno y corto beso, así deshacer el abrazo para ir a prepararle el café en una taza y ponérselo dulce- ¿Cuántas cucharadas te sueles echar? No sé cuan dulce te refieres –Le pregunta con esa cara de torpeza ya tan natural y típico en ella.

La mira modelar el mandil mientras servía el café en las tazas, solo que termina echándolo en la mesa mientras el rojo sube por su rostro como un termómetro mientras la expresión de su rostro es digno de hacer una foto y tenerlo enmarcado.

-Y-Yo… ¡Ah! –En cuanto se da cuenta de la que está liando, no duda en empezar a limpiar la mesa del café que había vertido por el comentario juguetón de la chica.

Y es que se había imaginado a la chica llevando solamente el mandil, solamente por y para ella; las demás imágenes no hace falta describirlas porque es obvio. Andrea conseguía sacar la parte pervertida de ella, algo que ninguna había logrado.
Le echa las tres cucharadas de café que le dice su chica mientras que ella sólo se echa una. Mira el pan francés que hizo su chica y no duda en probarlo.

-Está bueno –Le sonríe- Aunque eso me recuerda que algún día debo ser yo la que deba tener un detalle así –Comenta dándole un sorbo a su café.

Hace apenas tres semanas que están juntas, así que es normal que hayan silencios incómodos ya que en verdad saben muy pocas cosas la una de la otra. En cuanto le iba a preguntar cosas triviales, Andrea se le adelanta contándole aquello. La mira preocupada, así que se acerca a ella y acaricia su mejilla, haciendo que la mire mientras le brinda un tierno beso en los labios.

-¿Quieres… ir a ver a Julius? Podrás preguntarle todas las dudas que tengas –Le propone mientras sigue acariciando su mejilla.

Se queda acariciando su mejilla con ternura, mirándola fijamente, sonriéndole y dejándole un tierno beso en la punta de su nariz. Le susurra un “tómate tu tiempo” en lo que le brinda un tierno beso en los labios, uno medianamente corto para pasar a juntar su frente con la de ella.

-No importa, me gusta saber más cosas de ti, y quiero estar a tu lado para todo –Le guiña un ojo de manera muy inocente- Aunque, me gustaría saber que comidas son tus favoritas, me gustaría saber que podría cocinarte cuando podamos estar así de nuevo –Le dice mientras se separa un poco de ella y dejar que desayunara con tranquilidad.