Una noche agradable - Andrea Laakkonen

Sonreí desbordando felicidad que no contuve mis ganas de abrazarla cuando accedió a quedarse. Como he dicho de nuevo: casi como una niña. -¡Perfecto!...Me gusta eso también, pero tal vez podríamos hacer otras cosas- Me separé un poco, pensativa. No quería tampoco aburrirla toda la noche y tal vez sería buen tiempo para incluso conocernos mejor, o algo.

-Bueno, primero lo primero...- Me separé y me levanté para dirigirme a mi habitación. -Por lo menos deja me pongo pijama. Si al final de la noche me dormiré en tus brazos, habrá que estar cómoda...- Volví a una jugada pícara para volver a bromear con ella. -Debo usar esa que compré el otro día...o tal vez lo mismo con lo que dormí cuando fuimos a tu casa- Puse mi mano en mi boca conteniendo mi risa en lo que esperaba su reacción, después la besé en la mejilla. -Puedes esperarme en la cocina en lo que me cambio...¡y no espíes!.

Me dirigí a la habitación para colocarme un short corto azul y una playera del mismo color que llegaba casi hasta taparme los muslos donde cubría el short. Avisándole que ya no había problema en ver fui a donde ella -Bien...¿Gustas que te prepare té? Es muy bueno para antes de dormir.

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Reía por lo bajo al ver su cara de embobada al verme. Claramente Sora no podía ocultar lo que sentía cada vez que me veía y eso era lo que más me enamoraba de ella. -¡Me gusta ver lo honesta que eres con al mirada!- Aún risueña sólo moví mi mano su barbilla para que cerrara la boca en lo que me dirigía a los muebles de la cocineta para preparar el agua caliente.

Me encogí los hombros mientras pensaba en qué podíamos hacer en este tiempo. -No sé, por el momento esperar a que el agua esté caliente... ¿Sabes? Todavía no sé mucho de tu familia...- Me giré a la mesa donde estaba ella y recargué mis manos en mis mejillas en lo que la veía con una gran sonrisa. -Me gustaría saber cómo era tu madre. Debió ser una persona maravillosa a pesar de que no estuvo tanto tiempo con ustedes.

Me acomodé en su cuerpo para que pudiera abrazarme con la mejor comodidad posible, en lo que yo esperaba emocionada a que me contara. Me sumergía en su recuerdo; su madre, que por lo que escuchaba, fue una persona maravillosa, artista nata y una gran madre comprensiva, y también a su padre: que por lo que escuchaba presentía que siempre tenía en mente primero a su familia. Claro, también se me hacía lindo imaginarme a una pequeña Sora jugando con su hermano y sus padres. -Tienes una gran familia. A pesar que alguien está en el cielo cuidándolos...Tal vez hasta ella pueda iluminar a tu hermano un día- Acariciaba su mano en lo que de lado le dedicaba una sonrisa.

-Veo que recuerdas muy bien...Y la otra ve ocasión te conté de "mis niños", ¡que por cierto están esperando conocerte, eh!- La verdad me sentía ansiosa de que la conocieran y le dieran más la seguridad que ella era bienvenida en mi familia ¿Y qué mejor que un montón de angelitos para eso?

Me quedé pensativa un momento cuando una pregunta me llegaba a la mente. -Uhm...No sé si ya te lo pregunté, pero: ¿Por qué fue que decidiste ser maestra? Con gran talento puedes fácil ser una gran pianista internacional.

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-Problemas con un compañero?...Espero y eso no le afecte de por vida- Eso también me recordaba cuando de repente me peleaba con mis amigos a la hora de trabajar, por falta de compromiso, diferentes ideas, o incluso por tonterías.

Hice un leve reflejo al sentir el cosquilleo de su nariz en mi mejilla, moviendo mi mano para que me abrazara por la cintura. -Bueno, mis hermanos son más altos que yo, así que mis niños están acostumbrados a eso...- Técnicamente yo era la pequeña de la familia en varios sentidos. -Claro que tal vez no te salvas de que uno te pida que lo cargues, "tía Sora"- Reí bromista con eso ocultando mis labios con una de mis palmas.

-Bueno, eso explica por qué sueles ser muy reservada. Claro que no me molesta que seas así, siento que por eso te portas muy caballerosa conmigo, y eso es lo que me enamora de ti. Además es lindo que te guste enseñar- Había apretado suavemente su mejilla sonriéndole de forma dulce.

-En mi caso...Cuando acompañaba a mi padre, veía que yo era muy curiosa y me iba a varios lugares, por lo que sus ratos libres me llevaba al salón de música donde me gustaba ver los instrumentos. El piano fue uno de los que más me llamó la atención porque no se veía tan frágil si jugaba cerca de el, de ahí mi padre me empezó a enseñar lo básica...- Comencé a reír un poco recordando algo -Claro que mis dedos eran muy pequeños para poder tocar tan gran piano que tenían, por lo que mejor me compró un pequeño teclado. Hasta que empecé a crecer y otros instrumentos también me interesaron, pero siempre lo básico fue bajo la tutela de mi padre- Me giré un poco y me acurruqué en su pecho recordando con gusto aquellos tiempos.

Luego el agua caliente empezó a golpear con la tapa del recipiente. -¡El agua!...- Me tuve que separar de ella para apagar el fuego de la estufa, sacar tazas, llevar el recipiente con los sobres de té a la mesa y luego servirlos. -¡Servido, bella dama! ¡Cuidado, está caliente!

-¡Oh! Ya veo...Esas cosas pueden ser muy complicadas a veces...- Decidí hacer silencio y mejor no tomar ese tema que podría ser demasiado delicado.

Me había emocionado cuando pareció no incomodarle el tema con mis niños. Ellos también eran parte importante de mi vida, y saber que estaba dispuesta a quererlos me hacía feliz. -¡Los vas a amar! ¡Te lo aseguro!- Exclamé con una sonrisa tan grande como mis ánimos.

Claro, tal vez ya no guardo la curiosidad de una pequeña niña, pero de todos modos ese interés por el mundo y la gente aún seguí en mí, incluso ese fue otro motivo por el cual Sora y yo nos conocimos mejor cuando nos encontramos en aquel jardín. Me llevé un dedo al mentón al darme cuenta que se me había olvidado mostrarle una foto mía la otra vez que vinimos. ¡Qué remedio! -¡Ah, cierto! Bueno, por ahí está mi álbum de fotos. Podemos ir a la sala, y sentarnos a verlo ¿Qué te parece?- Si bien rompía el abrazo en el que estábamos acobijadas, sería bueno volver estar en el sillón más cómodas. Tomé mi taza, y de la mano la tomé para llevarla al sofá, y otra vez, pedirle que sea una "buena niña" y me esperara.

Volví con un gran álbum familiar de pasta verde con algunos detalles dorados, sentándome enseguida de ella mientras ponía el álbum en la mesa y me recargaba en Sora. Por lo que hojeaba se podían ver algunas fotos de hace unos años: la boda de mis hermanos, mis padres juntos, graduaciones, una foto de mí a los doce con mi primer sobrina, etc... -¿Qué te parece esta?- Era de mi primer día en la primaria:

Tomando en cuenta que es difícil encontrar un personaje con el color de ojos de Andrea, tuve que usar lo más parecido:

La saqué del plástico protector y se la pasé a Sora para que la viera más de cerca. -¡Puedes conservarla!

PD::

Sonreí y la miré de reojo cuando vi que había tomado la fotografía.

Negué un poco con la cabeza y le besé la mejilla. -¡No! ¡Insisto! A mi familia no le causará conflicto que tú la conserves. Ellos tienen muchos recuerdos de mí. Aparte...- Recorrí con la mirada su rostro fascinado con mi foto. -...veo que tú pareces querer mucho esa foto- Reí y luego tomé la fotografía de su mano -Pero, con la condición de que si tienes una tuya la podré conservar. ¿Te parece?- Le guiñé el ojo y luego de di un fugaz beso en los labios volviéndole a tender la foto en su mano.

Vi que ella parecía sorprenderse con algo que había visto en el álbum, viéndose demasiado intrigada al respecto. La miraba con duda mientras dejaba que se moviera para que tomara el álbum y lo observara mejor. Después de verla repetidamente le pregunté qué había visto. -Linda ¿Ocurre algo?- Al parecer tenía que ver con la fotografía donde salía con mis hermanos cuando yo era pequeña, y tenía que ver, tal vez, con una de las personas que salían al fondo.

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Si bien sólo le sonreí al escucharla, por dentro me estaba muriendo de ganas por ver a mi Sora cuando era pequeña, me podría dar una idea de lo tierna que se podría ver. -Tendré que agendar una visita a tu casa pronto entonces.

Pude ver al sujeto de fondo: alto, ojos verdes, rubio, y aparentaba estar a sus veintes. -La verdad, no tengo idea de quién sea. Es más, ni si quiera parece finlandés...- La foto fue de cuando yo tenía ocho años, y recién yo había descubierto que era un ángel. -¿Compañero tuyo de Musette? ¿Por qué presiento que hoy en día no se ve dieciséis años más viejo?- Por más que intentara hacer memoria, nada se me hacia familiar en aquella persona. No era ningún allegado a mi familia.

-Parece raro, pero...es como si estuviera feliz de verme. No lo sé, su mirada parece decirme eso.

Acurruqué mi cabeza en su hombro mientras ambas estábamos en la duda con él sujeto. ¡Increíble cómo el ambiente puede cambiar de un momento para otro! La opción más probable es que él no fuera un humano, si yo tampoco lo era, era posible. Sólo espero que no fuera una criatura peligrosa.

-¿El ángel que me salvó? Veamos...- Llevé una mano a mi mentón y traté de recordar. -Estaba vestido con una armadura, eso lo recuerdo bien, además de que tenía una máscara que la cubría la nariz y la boca, y su cabello era rubio. Con los ojos...era de noche por lo que no recuerdo si eran azules o verdes, pero sí era en uno de esos tonos, además su mirada era penetrante, pero cuando me rescató noté en sus ojos una mirada más amable...¿Crees que sea él?- Todo parecía coincidir, pero ahora estaba la pregunta ¿Por qué la suerte de que él estuviera ahí en ese momento?

-Sora...¿Crees que...?- No podía describir lo que me pasó en aquel momento, muchos sentimientos se me cruzaron. -¿Que él tenga algo que ver con mi madre?- La abracé y me volví a acurrucar en su pecho, pensativa.

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