Bienvenida a mí casa, mi princesa [con Andrea Laakkonen] (+18)

-Estoy segura de que te aceptarán, si no lo hacen, es que están mal de la cabeza –Le comenta mientras deja la lata en la mesa que tiene al lado- Tienes una voz hermosa –Le susurra en su oído para después sonreír por el beso en su mejilla- En mi tiempo libre te desearé muucha suerte –Le dice sabiendo que no podría estar con ella por tema de su trabajo, pero eso no quiere decir que vaya a estar atenta de ella cuando pudiera.

-A dónde tú quieras –Le dice a tiempo antes de que sus labios fueron sellados por los de ella.

Sonríe por el nuevo beso y lo corresponde con cariño, posando sus manos en el medio de su espalda para acercarla más a ella, así quedara más pegada a ella. Alarga un poco más el beso con suavidad y dulzura, pero esa dulzura poco a poco se va convirtiendo en algo más pasional cuando va profundizando el beso. De nuevo siente que tiene que controlar sus manos, quienes ya se habían dedicado a recorrer delicadamente su espalda.

Sonríe feliz por su confesión, aceptando el beso de regreso. Sus manos traicioneras deciden que es mejor para ellas ir descendiendo lentamente por su espalda, pasando por sus caderas hasta tomar sus muslos para hacer que quede sentada encima suyo, de tal forma que su cadera quedara atrapada por las piernas de la rubia. Se reincorpora un poco del asiento, envolviéndola en un tierno abrazo, mordiendo suavemente su labio inferior, estirándolo un poco y volver a besarlo una vez que ambas han vuelto a tomar aire para poder continuar con el beso.

Se ruboriza fuertemente cuando nota sus dedos en su nuca y la guía hasta su cuello, entendiendo perfectamente el mensaje. En vez de besarla, alza su vista para verla con el rubor en sus mejillas; acaricia suavemente su mejilla, mirándola con amor. Perfila su nariz con la suya, deposita un beso en la punta de su nariz y luego uno corto pero lento sobre sus labios. Su mano se queda acariciando su mejilla mientras sus labios van descendiendo, beso a beso, hasta su cuello.

Cuando llega a su destino, empieza rozando su piel con sus labios, poco a poco va dejando suaves besos por su piel; el brazo que la seguía rodeando por la cintura, la afirma más a ella para profundizar un poco los besos sobre su piel. Los besos suaves empiezan a combinarse con besos algo más profundos, que a los minutos se añaden las mordidas suaves mientras empieza a combinar ahora los besos con alguna que otra lamida.

Adora esos pequeños gemidos que logra sacar de sus labios, así que eso solo la tienta a profundizar los besos mientras sus manos aprisionan su espalda para poder profundizar mejor su cuello. Sus manos dan un par de caricias a su espalda, hasta que van descendiendo poco a poco, el mismo recorrido que había tomado antes para tomar sus muslos; los toma de nuevo y la va tumbando poco a poco sobre el sofá, quedando ahora encima de ella y entre sus piernas. Sus labios ascienden beso a beso hasta su oído, cual muerde suavemente.

-¿En la cama estarás más cómoda, no? –Le pregunta sutilmente mientras sus manos acarician de manera sugerente sus muslos.

Acaricia su mano con su pulgar mientras la sigue hasta su habitación; pone una mano en cada costado suyo, apoyándose en la cama en cuanto ella se sienta y la invita a acercarse. Besa fugazmente sus labios mientras la va tumbando poco a poco, quedando encima suyo mientras seguía apoyándose sobre sus manos para no aplastarla. Siente como un agradable escalofrío recorre su espalda cuando siente sus labios besar su cuello, un escalofrío que Andrea podrá notar perfectamente.
Deja que bese su cuello, disfrutando de cada beso mientras consigue recostarse un poco sobre ella y sin dejar todo el peso encima mientras mueve su mano derecha hasta su nuca, hundiendo sus dedos en él y entrelazando su cabello entre ellos.

Sigue los movimientos de la chica, acercándose más a ella mientras suspira por sus delicados besos sobre su cuello. Mira cómo va desabotonando la camisa, sintiéndose como si ese momento fuera la primera vez para ella a pesar de que no era así. La mira a los ojos fijamente, juntando sus frentes, sacándose por completo la camisa y dejarla olvidada a un lado para dejar que su princesa le pudiera quitar con más libertad el sostén.

El rubor aparece de manera muy suave sobre sus mejillas, rubor que se intensifica cuando Andrea guía a su mano hacia la camisa, tentándola a desabotonarla. Se queda mirándola con un deje de vergüenza y con dulzura, acercándose a sus labios, dándole un tierno beso mientras lleva a sus dos manos hasta el último botón de su camisa, desabrochando los dos últimos. Una vez desabrochados, Sora despega sus labios de los de ella para descender hasta su estómago.

De manera suave y lenta empieza a ascender por su estómago, repartiendo besos por este; sus dedos desabotonan la camisa mientras sus labios se pone de acuerdo con su lengua para saborear su piel, mordiendo delicadamente su estómago cuando este empezó a estar al descubierto, mordidas suaves que más adelante empezarían a aparecer marcas rojizas. Sus manos acarician su vientre a medida que iba desabrochando de manera ascendente; cuando la desabrocha por completo abre su camisa para colar sus manos por su espalda y levantarla muy suavemente para poder sacarle la camisa, dejándola a un lado mientras besa el centro de su pecho.