Dando un simple Paséo [Aria]

El Glass Dome. Una de sus metas que de momento se encontraba tan cerca y tan lejos para ella, el lugar donde los conciertos de cantantes famosos se realizaban día tras día. Y algún día anhelaba ser uno de ellos, pero de momento sólo le quedaba asistir a dichos recitales cuando podía (y sólo cuando disfrutaba de la voz de quien cantaba, por supuesto). Por suerte para ella, a pesar de ser un concierto masivo, todo estaba muy bien ordenado al interior en butacas para la gran mayoría de los asistentes, por lo que la salida fue tranquila, sin muchas multitudes ni tapujos.

Pero lo peor comenzaría tras abandonar el hall del lugar. Por lo visto, afuera se había apelmazado un montón de gente que no consiguió entrar, sólo para lograr apreciar aunque fuera un poco de la música que provenía del lugar y para aprovechar de toparse con su tan amado idol, ¿es que acaso no sabían que rara vez abandonaban el Dome por la puerta principal? Eso sólo lo hacían los locos, los suicidas... y aquellos con muy buenos guardaespaldas, lo cual no parecía ser el caso.

De sólo pensar en la multitud que se le avecinaba, su cuerpo se empezó a tensar de a poco. No... tienes que controlarte, la distancia es corta entre la taquilla y la vereda. Allí estarás a salvo... -pensó como si aquello pudiera calmarla, sabiendo en el fondo que no lo conseguiría. A medida que iba saliendo, la multitud se le venía encima, la aplastaba, literalmente, robándose su aliento al sofocarla y sólo lo empeoraba el hecho de que ya estaba comenzando a hiperventilar. Intentaba abrirse paso entre la gente por la fuerza mientras iba pidiendo permiso casi a gritos, pero con cada segundo que iba pasando, su visión se nublaba de a poco, se sentía como en medio de un ataque de asma o de angustia, le sudaban las manos y su pulso se aceleraba, ¿acaso su cuerpo estaba temblando? Parecían ser los escalofríos, no estaba del todo segura, ya no podía ver bien, incluso ya se sentía en medio de un océano de gente, arrastrada por la corriente hasta que sus piernas comenzaron a fallar y cayó al suelo, pasada a llevar por la multitud. Quería gritar, pero su voz no salía. Maldición... Responde, ¡maldición!

OFF:

Sentía los golpes de la gente que pasaba apresuradamente a su alrededor, haciendo que luchara por mantenerse estable y no ser lanzada al suelo violentamente a pesar de los embates de la multitud en ella, necesitaba aire, aire que en aquel momento no tenía. Miraba hacia el cielo, pero su campo visual estaba totalmente reducido, y su visión borrosa no le permitía ver algo muy definido más que siluetas oscuras a su alrededor y unas vagas manchas, que realmente podrían ser las estrellas o los focos que estaban afuera del Dome. Sentía que en cualquier momento iba a colapsar y desmayarse.

Y de repente, la multitud se apartó. Y de a poco iba sintiendo el aire fresco en sus pulmones, su pulso normalizarse... era casi como si aquella presión que sentía se hubiera desvanecido en un abrir y cerrar de ojos, podía estar tranquila.

Cuando consiguió mirar a su alrededor de forma clara, pudo distinguir que en efecto la multitud se había apartado, como abriéndole paso a alguien, lo cual la confundió, ¿a quién...? Pero pronto esa pregunta hallaría una respuesta al divisar una figura altísima frente a ella, que aparecía en el mismo instante en que la multitud terminaba por dispersarse. Oía que le hablaba, le había escuchado bien, pero había una parte de su cerebro que aún no reaccionaba, no procesaba lo que decía. Su mirada era tranquilizadora, por lo que no podía no sentirse algo más calmada y tras dudarlo unos segundos, tomó la mano del extraño. Sabía en el fondo que no debía ser tan confiada, pero en aquel momento habría dado lo que fuera por una manera de alejarse de ese lugar, siéndole algo dificultoso aun por su cuenta, puesto que apenas sus piernas estaban recobrando sensación, sensación de dolor por la abrupta caída al suelo- Esto va a dejar moretes... -fue el único y primer pensamiento que provino de su mente desde que saliera del concierto.

Aún se encontraba algo aturdida y desconcertada por lo que acababa de ocurrir, apenas reponiéndose de todo y repasando los sucesos de a poco en su mente, por lo mismo no se había percatado del detalle de los afilados colmillos que se perfilaban bajo los labios del pelinegro. Repentinamente, una sensación de liviandad en su cabeza, casi como un ataque vértigo, la hizo detener sus pensamientos, y antes que se diera cuenta ya estaba en los brazos del recién aparecido, intentó forcejear como podía, ¿acaso se estaría aprovechando de la situación para hacerle algo? Fuera como fuera, no sabía si sentirse preocupada o aliviada de que le apartara de la multitud y de aquel ruidoso lugar.

Cuando la dejó de pie frente a él, arrimada a una pared, comenzó a sentirse acorralada y a temer, más bien sospechar... lo único que le quedaba por ahora era fingirse inocente, algo en el fondo le decía que si sus sospechas eran correctas e intentaba huir ahora mismo, no duraría ni a la calle a unos cuantos metros. Tendría que planear bien sus movimientos y medir bien sus palabras.

-Ahora sí, gracias... -fue lo único que pudo decir, mirando hacia otro lado- No tenías que hacerlo... -replicó con un suspiro agotado- Pero aun así, si no lo hubieras hecho, supongo que me habría quedado ahí tirada en el suelo... o pisoteada -agradeció con una leve inclinación de su cabeza, mirándole mejor en cuanto se presentaba. Por las pintas que traía, realmente y bien podría ser un aristócrata o algo por el estilo, o un rico empresario, ¿qué estaría haciendo allí, además de rescatar mujeres en apuros? Otra razón más para mantenerse alerta.

-Mucho gusto Demian, realmente te agradezco la ayuda... Supongo que se puede decir que estoy en deuda contigo -dijo algo a su pesar. En el fondo no quería desconfiar, pero por experiencia propia nadie ayudaba tan así como así a una chica con un ataque de pánico... No a menos que quisieran algo a cambio, en cualquier sentido. De todos modos, ayuda era ayuda, y deuda era deuda...

Entonces su cuerpo se tensó al tener su brazo justo junto a su rostro, apoyado en la pared. La cabeza comenzó a darle algo de vueltas por el repentino golpe de adrenalina. Por un segundo se sintió como una presa esperando a que otro le devorara, como un cervatillo se siente al ver los focos de un automóvil antes de ser arrollado por el mismo... y la sonrisa del ahora llamado Demian no le estaba dando seguridad alguna.

-Aria... -contestó sin más, aún sin darle el beneficio de la duda como para sentir que realmente podría confiar en él sin temer peligrosas segundas intenciones- Discúlpame, pero al menos yo ya me siento mejor... y es innecesario estar en un lugar tan oscuro... y tenerte así sobre mío es incómodo, siendo que apenas te conozco. Realmente agradezco tu ayuda, y sé que dije que te estoy en deuda o algo así, pero... -calló, su voz fue bajando el volumen. ¿Cómo podría zafarse de la situación? En todos los escenarios virtuales que podía imaginar terminaba herida o violada o quien sabe qué más... Todo en un contexto donde Demian era alguien peligroso... ¿Y en los que no lo era? Simplemente era un patán disfrazado de aristócrata galante que buscaba conquistas... pero sonaba demasiado telenovelesco como para ser realidad. Lo único que le restaba era esperar algún instante en que se descuidara para poder marcharse disimuladamente, por más imposible que sonase.

No terminaba de comprender al hombre que ahora se encontraba frente suyo, acorralándola en medio de las sombras. La tensión en el ambiente y en sí misma se mantenía, aun así alerta a cualquier cosa que pudiera decir o hacer el pelinegro. Por el momento decidió seguirle el juego y... charlar, algo más aliviada de que se apartara por fin- ¿Maldición? -preguntó con suma curiosidad, sorprendida por el cuervo que de la nada se materializaba en su hombro- Espera... ¿es real? -inquirió, extendiendo su mano hacia el animal justo en el instante en que a sus pies un resplandor verde le llamaba la atención: un gato tan oscuro como el ave- Aunque debo decir que no muchos se sienten acompañados en la oscuridad... o más bien, no muchos se sienten gratamente acompañados en la oscuridad... Las sombras esconden cosas que no vemos... la gente suele temerle a lo que no ve o lo que desconoce... -comentó para luego suspirar ante la advertencia y consejo de Demian- Creo que para la próxima debería considerarlo, gracias Demian, lo tendré en mente... -lo que decía era más que sensato. Amenazante o no, sería una tonta si no supiera aceptar un buen consejo cuando lo escuchaba... en ese momento se sintió más que estúpida por no haberlo considerado antes. Para la próxima, quizás lo mejor sería salir unos momentos antes que terminara el concierto en sí y esperar en la cafetería a que se disipara la multitud.

Arqueó una ceja al darse cuenta que se marchaba, agradeciendo una última vez con una inclinación de cabeza y apenas murmurando un Gracias... al verle alejarse, junto con la desaparición de sus extrañas criaturas, lamentando no haber podido tocarlas. "Tonta, si lo hubieras tocado no habría tenido mucho caso, eran sombras... no puedes tocar una sombra, sería como humo, ¿no es verdad?", pensó mientras escuchaba a la gente acercarse, sabiendo que esa era su señal para marcharse. Por un lado habría deseado detenerle, pero realmente ahora que había pasado la oportunidad, no tenía caso en encapricharse en ello, las cosas para ella sucedían por una razón. Si un nuevo encuentro debía darse, se daría con el tiempo, por lo cual decidió apartarse rápidamente del lugar para poder evadir lo más pronto posible a la multitud.

Tras alejarse por fin de aquel lugar, comenzó a llegar a una zona más abierta, algo que parecía una placilla, pero en el instante en que estaba por doblar una esquina de la nada se apareció junto a ella un cuervo hecho de sombras. Lanzó una exclamación de sorpresa al voltearse hacia la criatura, mirando en todas direcciones en espera de ver al hombre que lo había hecho salir de la pared- ¿Demian..? -preguntó, esperando verle salir también de una pared o algo parecido. Habiéndose criado a la luz de la lectura de miles de libros con mitos y leyendas, y siendo de la cultura inglesa, en tal contacto con la celta e irlandesa, siempre había creído en la magia y en las criaturas sobrenaturales, sin embargo una cosa era creer y otra presenciarlo con sus mismos ojos. En el momento de estar cara a cara con algo así, era más fácil creer que el hombre era un ilusionista o algo por el estilo, que admitir que podría ser un hechicero real.

Por un instante no comprendió lo que Demian quiso decir al aparecer poco después, luego dándose cuenta que se refería al agradecimiento que le habría pronunciado antes de marcharse- ¿Mover multitudes? ¿Cómo es eso? -con escucharle hablar de esa manera, sólo se le venía a la mente un movimiento literal de masas, como quien mueve tachos de metal con un imán- Pues me gustan las aves, y los cuervos son muy inteligentes -comentó como si nada, extendiendo su brazo como si esperara que la sombra se posara en ella- Pero este no es real, ¿verdad? No es un animal, simplemente es una sombra con esa forma... -le miró con el ceño fruncido, como si así pudiera determinar qué era Demian- Todo a lo que no se le tiene respeto se vuelve en contra de uno, es como lo mismo que con el mar... -dijo como si aquella fuera una conversación de lo más normal- Pues para ti será joven... -comentó con sorna. Pensaba igual, pero de momento se hallaba limitada- ¿Que qué planeo hacer? Yo debería volver pronto a la escuela, tengo mi pase del concierto como justificación para llegar tarde, pero tampoco puedo excederme demasiado... -contestó a su pregunta, mirando a sus espaldas para darse cuenta que a aquellas alturas de la noche las calles ya comenzaban a estar desiertas.

-Oye Demian... ¿tú qué eres? Haces erebokinesis -dijo, señalando el cuervo con su dedo- ¿Eres un mago o un demonio? -preguntó, sin tener nada más en mente por el momento como para señalarle de posible opción.

-¿Obtenebración? -preguntó con curiosidad al nunca haber oído ese término antes,, causando más confusión sobre el origen de Demian. Si no era un mago o un demonio, sólo podía quedar una posible opción. Pero para cuando despertó de sus pensamientos, el joven de cabellos azabache había desaparecido. Pensando que se habría ido, volteó para encontrarse con Demian, muy para su sorpresa- ¿¡Ah...!? -bastante sorprendida, dio un medio paso hacia atrás, aun así siguiéndole con su mirada mientras caminaba a su alrededor, volteando hacia su brazo para comprobar que ahora el cuervo se encontraba posado en su brazo. Alternó su mirada entre la criatura y Demian, por lo visto lo que acababa a suceder daba sustento a sus pensamientos.

-¿Preguntas si estoy sorprendida? ¿Que mi cara no te ha dado ninguna pista? -preguntó irónica, aun así con una curva burlona en sus labios- Jamás habría creído que las sombras tienen vida propia o algo por el estilo pero... contigo así parece ser... -y no sólo con él, esa forma de hablar le traía un par de recuerdos a la mente.

Ante la mera mención de lo que deseaba el ahora denominado vampiro se llevó por inercia una de sus manos al cuello, como escudándole de los colmillos del otro- Si eres un vampiro como dices ser, sí... lo sé... -se mantuvo en silencio, como si realmente esperara que la pregunta fuera retórica y el asunto quedara zanjado ahí, pero al ver que no ocurría se vio en la obligación de tomar la palabra- Lo siento, pero esta sangre no te la daré... Creo que ya me he cansado demasiado de las transfusiones... -era imposible para ella no recordar las transfusiones que hacía para su hermana.

En cuanto escuchó la voz de Demian hablándole, miró a su alrededor. Era cierto que en aquel momento eran los únicos dos en el lugar, y por la forma en que hablaba no pudo evitar que un escalofrío le recorriera el cuerpo. Repentinamente fue cuando el cuervo se perdió en medio de las demás sombras que ahora poblaban el lugar. “Esto no me gusta para nada... tengo que huir cuanto antes...”, miró a todas partes en busca de alguna vía de escape, pero su vista no la ayudaba: ahora la rodeaban las sombras, impidiendo su huida hacia cualquier dirección, y antes de que pudiera darse cuenta, ya estaba contra un árbol, acorralada por el vampiro frente suyo.

Dada la situación en la que se encontraba, poca atención le prestaba a lo que decía Demian, y de todos modos, la “jerga” que utilizaba se le hacía extraña, nada que ella conociera, o de algún modo le sonaban de alguna página de viejas novelas vampíricas, pero aquel conocimiento en un momento de peligro como ese se desvanecía por completo de su mente.

-¿De qué hablas? –su voz al hablar temblaba un poco, presa de los nervios- Espera un poco, ¿acaso vas a...? –pero su voz calló de inmediato, habiéndose encontrado de lleno con las orbes esmeralda del otro que parecían tanto como las gemas que le daban su color, como un abismo de humo verde que comenzaba a atraerla, a encadenarla. Sus pensamientos se sentían pesados y sus sentidos, embotados. ¿Por qué había sentido miedo tan repentinamente? Él no iba a hacerle daño en absoluto, Demian no era una mala persona, además tampoco era algo malo seguir mirándole a los ojos, a esos atrayentes ojos.