Kono heya ga (Laurence) R+18

Su mirada buscó irreparablemente la del otro al sentir los dedos intrusos en su parte baja. No por la sorpresa, ni tampoco por el rechazo. El japonés no tenía preferencia alguna en la cama, lo habían entrenado principalmente como alguien sumiso, pero más de alguna ocasión el espectáculo fue obligarlo a él a follar (violar) a alguien. Lo que Laurence consiguió con su acción fue robarle una nueva expresión, una sonrisa burlesca, como la de un diablillo mientras, sin real control, mordía la base de uno de sus propios dedos para contener algunos gemidos.

- Ah... ¿Vas a seguir jugando? -Su expectación se mezclaba increíblemente bien con su burla natural. - Espero que... Ngh.. no te arrepientas~.

Sin vergüenza separó un poco más las piernas y a la vez tomó la mano que jugaba con sus heridas, un tanto brusco, un tanto ansioso. Presionó los dedos del mayor contra su herida más grande, sabiendo que era muy probable que esta se abriera y comenzara a sangrar. Entonces otro gemido ronco se escapó de su garganta.

- Mete los dedos aquí también, quiero correrme... - Suplicó sin soltar su mano, llevando la cabeza hacia atrás, perdiéndose en las agudas sensaciones de su cuerpo.

La mezcla perfecta de sensaciones provocadas por las acciones tan bien ejecutadas por parte del mayor, fueron suficiente para que el nipón se retorciera en placer. Algo que no esperó que ocurriera tan fácilmente, si tenía que ser honesto. Y es que no muchos de sus compañeros de cama lograban complacerlo de esa manera en un primer e inesperado encuentro.

-A-aaaahh...- Dejó escapar un gemido largo y meloso que terminó en una mordida brusca de sus propios labios en el momento en que eyaculó sin reparos dentro de la boca de su vecino.

Su cuerpo completo sufrió un espasmo corto pero suficientemente grato para dejarlo con una sonrisa ladina y satisfecha.

Relajó los musculos de su cuerpo, especialmente los de su mano que se habían aferrado al cabello ajeno e incluso lo habían jalado sin mucha consideración al momento del clímax. Poco a poco su respiración se fue regulando mientras él mismo jugaba con el desastre de fluidos, mezcla de sudor, semen que había escapado de la boca de Laurence y sangre que había sobre su cuerpo.

-Qué agradable vecino me ha tocado~ -Dijo con un tono travieso y hasta un poco infantil.

Mientras el de cabello largo repartía algunas últimas lamidas por su cuerpo, la respiración del menor intentaba volver a la normalidad, al igual que el color de sus mejillas. Sin embargo, el brillo en sus ojos y su estado mental seguía siendo el mismo. El éxtasis y la satisfacción, mezclados con algo de sorpresa y expectación. Estaba intrigado, curioso como un gato o como si hubiese encontrado algo que, más que un juguete, era una especie de reliquia que nunca antes había visto.

Deleite sin prejuicios y sincronización.

Sería dificil no obsesionarse con su pequeño descubrimiento luego del estándar marcado en ese primer encuentro.

Antes de que pudiera darse cuenta, la risa se escapó de sus labios. Al comienzo suave, luego ni siquiera se molestó en retenerla sin que ésta llegara a ser exagerada. Mas bien, el tuero parecía todavía estar en una especie de trance post orgasmo. Estaba complacido por los pequeños detalles, por las palabras, por la oferta de otro cigarrillo, por la sangre que goteaba de su herida abierta y el escozor sobre su piel. Por cada hormigueo, marca o rasguño y claro, también por la elegante y linda figura que se había recostado junto a él. Aquella piel de porcelana contrastaba con su cuerpo mutilado, lleno de cicatrices y suturas, y aún así ambos parecían coincidir en la generalidad de sus deseos básicos. Le resultaba gracioso como es que eran completamente contrarios y a la vez absurdamente parecidos.

El pequeño lapsus eufórico decantó y solo entonces el muchacho se giró sobre la cama hacia donde estaba Laurence.

-Mmh... si enciendes otro cigarrillo no creo que pueda contener las ganas... -habló con doble sentido a propósito con una sonrisa maliciosa en los labios. Al estar recostado de lado, su flequillo cayó sobre su ojo ausente, y su mirada pareció afilarse más cuando llevó la mano que anteriormente había manchado con su propia sangre y semen, hasta su boca, saboreando la mezcla mientras observaba, con igual descaro, las lineas del cuerpo ajeno, especialmente las curvas de su trasero.

-Quiero morderlo. -declaró tan honesta y abruptamente como un niño pequeño.

-¿Por qué me arrepentiría de hacer algo que quiero hacer? -nuevamente aunque el tono de su voz era meloso, todavía cargado con los matices que solo el deseo podía darle, pero la honestidad y franqueza tajante en sus palabras de alguna manera le daban un toque casi inocente, como si hubiese un rastro infantil aún dentro de él.

Incluso así, no se movió de su lugar. Con la mirada clavada en cada gesto y movimiento del otro contuvo el aliento cuando su vecino tomó su muñeca, aunque más que por sorpresa, fue una especie de reflejo insconciente para agudizar sus otros sentidos, como si respirar se hubiese vuelto una cosa poco primordial si se comparaba con el tacto de aquella lengua sobre sus dedos o... cualquier otra parte de su cuerpo.

Era dificil describir cual impulso era más fuerte, si el deseo de devorarlo o querer ser devorado por él. Para Eiji cualquiera de las dos estaría bien.

Cuando Laurence se negó a la idea de la mordida, el nipón simplemente ahogó sus ansias mordiendo sus labios mientras el humo se desvanecía frente a los dos. Seguir jugando era en efecto una opción. Estaba seguro de que apenas su cuerpo lo permitiese, si continuaban con aquel ambiente, sin dudas volvería a tener una erección.

Y aún había tanto con lo que podían jugar. Nuevamente se le escapó una risa suave y aprovechando al cercanía de su mano con el rostro ajeno, Eiji tomó su mentón y se acercó para lamer sus labios, como si quisiera recuperar lo robado de sus dedos o impregnarse del sabor amargo del tabaco.

-Hace mucho que no tenía un compañero de juego como tú, así que es un tanto dificil moderarse. Pero me está comenzando a molestar la repetición constante de la pista.

Y tal como si estuviera jugando a tirar y aflojar una soga, el nipón se levantó de la cama para apagar el equipo de música, permitiendo que su completa desnudez luciera el desastre de su cuerpo, así como el otro había lucido su hermosa figura. Las heridas frescas no eran muchas en comparación de las antiguas marcas repartidas en su piel, pero ahora lo que más resaltaba eran las pinceladas que el sueco había dejado sobre él. Probablemente el lugar más pulcro era su cara, si se omitiera el asunto de su ojo, claro.

-¿Y tu? ¿Ya estás satisfecho? -preguntó dándole la espalda, apenas girando un poco su rostro para verlo de reojo.

Provocar y seducir, era simplemente natural para Eiji actuar de esa manera cuando tenía el interés suficiente en alguien, sin embargo, era extraño notar la misma naturalidad y talento en otra persona, aun más si era a él a quién estaban seduciendo. La fuerza de la costumbre lo solía jalar hacia un papel más sumiso y conformista, incluso algo solitario, pero este no era el caso. No era para nada el caso. Eso estaba claro. Las intenciones del sueco no necesitaban subtítulos para ser entendidas como una invitación descarada. Aún así Eiji quiso fingir demencia.

-Lo que yo crea y lo que tú quieras puede no coincidir. ¿Debería simplemente dejarme llevar por lo que yo "creo"? -jugaba a no terminar de entender, sin embargo de inmediato se acercó a la cama para imitar exactamente el mismo recorrido que las manos del otro habían trazado, deteniéndose en su pezón izquierdo, observando detalladamente cualquier reacción de su acompañante, apenas inclinandose sobre él para susurrar.

-Pero si cometo un error estoy dispuesto a recibir mi castigo. -entonces lentamente trepó sobre el otro, listo para volver a jugar con su presa. Hubo una pausa donde el muchacho se quedó mirándolo en silencio, tan intensamente que podría haber sido incómodo para el otro.- Ah, pero es un dilema. Podría querer equivocarme a propósito.

Una risa sorpresivamente dulce se escapó de él. En un corto periodo de tiempo Laurence había sido testigo de esos cambios que para un detallista no eran sutiles. A veces costaba entender que el mismo muchacho que pedía ser herido y sometido de forma tan explícita, podía reflejar un hambre de dominancia con igual intensidad y a su vez, tener expresiones que parecían haber quedado atrapadas en él desde su infancia.

-No parecemos ser del tipo de personas que dicen cosas que nos parecen innecesarias, pero decir en voz alta que quiero follarte me resulta bastante estimulante ¿sabes? -el nipón trazó el mismo camino antes recorrido por sus dedos, pero esta vez con su lengua solo por el capricho de volver a sentir el sabor de la piel ajena.- ¿Por qué no te volteas? Prometo mantener el control de mis dientes si eso es lo que de verdad quieres.

Si el nipón hubiese mostrado sorpresa por el cambio de posición hubiese sido una sobreactuación. Claramente no esperaba que su vecino aceptara de buenas a primeras la idea de su declaración, por lo que fue todavía más cómica la expresión que por un momento se dibujó en su rostro cuando, después de obtener uno de los tantos lubricantes entre sus pertenencias, Laurence comenzó a dilatarse mientras clavaba sus ojos sobre él.

Eiji rio incrédulo, casi nervioso, como si por un segundo su edad coincidiera con su mentalidad y experiencia, cosa que claramente el resto del tiempo no sucedía. Fueron apenas segundos, momentos breves en los que su guardia bajó, pero de inmediato un escalofrío en su espalda lo espabiló.

-Esto es demasiado bueno...- susurró cubriendo inconscientemente sus labios, evitando otra mueca involuntaria. El tenue rubor en sus mejillas se volvió a encender y su único ojo se entrecerró, como si quisiera enfocar mejor su vista en el deleitante espectáculo que tenía sobre él.

Algo así, va...:

Dejó a Laurence realizar aquella performance sin realizar un solo comentario despectivo o con sorna, y es que ¿Quién sería tan estúpido como para burlarse de tal privilegio? Esa mañana lo que menos esperó el nipón fue terminar con su vecino masturbándose sobre sus caderas.

No hubo acción, tampoco palabras, solo un momento de completa y plena admiración.

El comentario y la humedad de la lengua de Laurence sobre su mano lo ayudaron a salir de su estado de admiración y es que difícilmente el nipón iba a quedarse sin hacer nada luego de la petición (invitación) que el sueco había hecho.

Sentía como poco a poco su miembro comenzaba a reaccionar pese a haberse corrido hace no mucho atrás. Bendita la experiencia, su juventud y la hipersexualización a la que estuvo constantemente expuesto desde hace años si gracias a ello es que ahora podía disfrutar de placeres y oportunidades como esta.

Apartó su mano y dio paso a las acciones de su vecino, recibiendo aquel beso con hambre y descaro, tomándolo de la nuca con una mano para profundizar el contacto y con la otra agarrando firmemente una de sus nalgas, separándola y dándole mayor espacio a sus dedos para continuar con aquello a lo que pronto se uniría, pero primero saboreó tanto como quiso la boca del otro, lamiendo los labios y rozando con su lengua cada rincón alcanzable dentro de ella.

Solo cuando estuvo satisfecho se separó y extendió su brazo con un movimiento un poco errático, tal vez por la ansiedad o simplemente por mera flojera, para buscar entre las cosas de su mesa de noche un par de preservativos.

-No parecias necesitar ayuda, pero ya que insistes… - se incorporó solo un poco y dejando los preservativos a su lado, sobre la cama, llevó su mano libre a indagar en la entrada donde ya tres dedos de Laurence habían hecho un excelente trabajo. No preguntó, tampoco consideró necesaria ninguna declaración, simplemente tanteó la zona, empapando su mano con un poco de lubricante coló uno de sus dedos junto a los del otro en su interior y comenzó a penetrarlo. Más que buscar dilatarlo, deseaba indagar aquellos puntos sensibles donde luego claramente procuraría ensañarse al follarlo.