Kono heya ga (Laurence) R+18

No podía decir que algo de lo dicho por el mayor no era cierto. Tenía toda la razón. El solo estaba poniéndose un parche antes de la herida con todo lo que había dicho y que el otro hubiese podido no solo notarlo, sino también haberlo encarado le provocó una inusual mezcla de vergüenza y gusto. Su vecino no tenía pelos en la lengua y era capaz de lidiar bastante bien con su personalidad lo que era muy poco frecuente de que ocurriera.

- Va, me rindo. - Dijo desviando la mirada con un leve sonrojo en las mejillas, pues sabía que por un instante se había comportado como un crío al que le avergüenza que sus padres vayan a verlo actuar en una obra escolar.

- Te regalaré una entrada para el debut - Sumó otra calada al cigarro. - Pero a cambio tendrás que darme tu mas honesta opinión de lo que veas. - Era no era sino una forma poco honesta de decir que probablemente no tenía a nadie cercano en esa ciudad que pudiera darle un opinión sincera de su trabajo.

Eiji dejó el cigarrillo de lado un momento para llevarla hacia el cabello ajeno, tocando un mechón de pelo como si fuera alguna clase de costoso adorno.- A menos que quieras un concierto privado en mi habitación~ - Quiso dejar las interpretaciones de sus palabras a la imaginación.

- Cuando tú quieras.- Dijo el nipón ante la pregunta del mayor. Su único ojo siguió su silueta hasta tenerlo en frente y es que simplemente verlo moverse era todo un deleite para su gusto. El sueco tenía esa sensualidad andrógena natural en la que se sabía desenvolver sin ser burdo o forzado, era parte de él. Lograba cautivarlo sin mucho esfuerzo, no podía negarlo.

La respuesta que obtuvo fue suficiente para encender su mirada y hacerle sonreír complacido. Le dejó robar de su cigarrillo pero la acción siguiente no solo mantuvo la sonrisa ladina en su rostro, sino que le agregó un sonrojo que de alguna forma era diferente al avergonzado reciente. Esta vez había mucho más oculto en su mirada carmín. El sueco había encendido un botón en él que no había esperado, no al menos en tan pronta instancia, pero lejos de pensar cautelosamente la situación (y como tantas otras veces) se dejó llevar por el impulso y la silenciosa, pero descarada, invitación.

Se levantó antes de que el otro terminara de exhalar todo el humo para forzar un beso. Atrapó sus labios con cierta demanda, pero inmediatamente después suavizó el contacto, dándo una pequeña lamida al labio inferior ajeno, clavando la mirada en sus ojos.

-Puede que el desastre sea un poco más de lo que imaginas... - Comentó al separarse y dio una última calada al cigarrillo antes de apagarlo y avanzar a paso tranquilo hacia su habitación. - Eres bienvenido~ - Canturreó susurrante a modo de invitación.

- Va... Disculpa, la verdad no suele estar tan desordenado. - Dijo mostrando tal vez un poco de remodimiento por el estado de su habitación, aunque solo un poco, pues tampoco es que el tuerto pensara que de por si, con su simple imagen y vestimenta, no diese ya una mala impresión. - Aunque no era este el desastre al que me refería. -Le dio una mirada un tanto juguetona, como si fuera un crio ocultando algún plan malicioso. A fin de cuentas el desorden de su cuarto no se comparaba con el desastre que era su cuerpo.

- No esperaba visitas por este sector el día de hoy~ -Comentó mientras sacaba de la cama objetos bastante comunes para él como su navaja o el punzón, una botella negra de lubricante (bastante elegante para ser suya), algunos vendajes, etc. Sacó también las sábanas que evidenciaban algunas manchas de sangre que quedaban ya fuera por su forma de entretenerse o porque alguna de las heridas ya hechas volvía a abrirse.

Llevó todo al cesto de la ropa sucia que mantenía en el baño y al regresar solo estiró el cubrecamas negro sobre la cama. Ahora la habitación se veía más ordenada, por supuesto no pretendía hacer la cama como tal teniendo ya a su visita ahí, dudaba que llegaran a ocuparla realmente.

- La próxima vez procuraré que esto este más presentable. - Por supuesto Eiji no sentía vergüenza de que parte de sus tendencias o derechamente de su vida sexual quedaran al descubierto. Laurence podría intrusear sus cajones y ver los diversos juguetes o elementos de BDSM y realmente no le importaría.

- Entonces... ¿En qué estabamos? - Hizo como si realmente hubiese olvidado de qué iba el asunto, pero inmediatamente después de hacer el gesto pensativo, le lanzó una mirada desafiante al otro mientras se lamía su labio inferior. Era turno del mayor para jugar.

Sabía que no era tan dificil pensar en el tipo de desastre al que se refería considerando los evidentes vendajes y parches que llevaba en el cuerpo, pero aún así le hacía gracia aquella pequeña actuación del mayor, por lo que le siguió el juego.

-Himitsu~ - Ladeó la cabeza levemente para acercarse a él y soltar aquel susurro en su oído..- Ah...- Intencionadamente soltó también una pequeña exclamación cuando recordó que el otro no tenía por qué entender la palabra en japonés.

- Es un secreto... - Aclaró lo dicho, sosteniéndole la mirada hasta que el otro se alejó y se sentó en la cama. El rió de buena gana después de que el otro se hubiese dado cuenta, supuestamente, del hecho de que él solo era un vocalista y "no podría tocar nada más".

-Va. Hace bastante que no hago esto de "conciertos privados", pero será interesante. - Dicho eso se movió hasta uno de los muebles de su habitación donde se encontraba un equipo de música conectado a su computadora portatil. Se tomó un tiempo breve para elegir alguna canción de su repertorio original, optó por algo tranquilo y luego volvió a un costado de la cama donde estaba Laurence. Se posicionó cercano a la pared que jugaría el papel de escenario.

El nipón cerró los ojos un momento antes de comenzar a cantar y es que aunque hubiese un juego implicito de por medio, también era cierto que le causaba curiosidad la opinión de su vecino, así que se tomaría aquella pequeña presentación al igual como se había tomado la audición, un poco por capricho y un poco enserio. Aunque en el fondo Eiji sabía bien que precisamente ese momento podía ser una buena "jugada" para el ambiente que se había dado desde hace un rato. Seducir mientras cantaba era algo que había aprendido a hacer bastante bien desde hace tiempo y esta vez no iba a ser la excepción.

Al cantar procuró fijar la mirada en las orbes ajenas y aunque no estaba utilizando microfono alguno, la acústica que se daba en la habitación era bastante buena. La canción tenía un ritmo un tanto hipnotizante y aunque la letra era confusa, para él aquella canción tenía vinculación con su pasado, por lo que le resultaba tremendamente fácil interpretarla, moverse de a ratos al ritmo de la melodía, gesticular un poco con las manos, o deslizarlas de forma sutilmente sugerente sobre su rostro, cuello o torso, pero siempre mirándolo a él.

Gessekai:

Continuó su interpretación y sonrió misterioso al otro haber hecho la sutil invitación. Se acercó aún cantando, cantando para él tal y como si se tratara de su amo, sin dudar un instante obedecer al llamado silencioso como si para él fuese una orden tan clara y precisa como lo sería en palabras. Apoyó una de sus piernas a un costado de las de Laurence y una mano en la cama para sostener su peso y no aplastar al otro mientras que la mano contraria le acariciaba un costado del rostro, pasando luego por su preja y enredandose después en su cabello, acabando la última frase sobre los labios del mayor, absteniendose del roce solo por algunos centímetros.

Hubo un momento de silencio absoluto donde solo se escucharon sus respiraciones, la de Eiji más marcada por el esfuerzo del canto. Luego la pista volvió a reproducirse y al solo ser el instrumental, careció de importancia para el tuerto.

-¿Y bien? - Preguntó dispuesto a no moverse de la posición en la que había quedado hasta obtener la "apreciación" del sueco.

-¿Sitios demasiado inadecuados?- Por supuesto el tuerto prestó atención a la crítica ajena. Aunque no entendía qué tipo de lugar podría ser demasiado inadecuado para la música underground. - Realmente no tengo expectativas de llegar lejos en un país ajeno, pero al menos espero poder divertirme...- Confesó el nipón desconectando sus miradas solo un instante para dirigir la vista a la mano intrusa de su vecino.

- Mejor dicho... dependerá de qué tanto me divierta... -Contestó corrigiéndose con doble intención, entonces el mayor se movió buscando sus labios, gesto que esta vez tomó al tuerto por sorpresa, una grata sorpresa que se sentía ansiosa por parte del de cabello azabache y a la cual él respondió de igual forma, mucho más invasivo y atrevido, dandose permiso para atrapar e incluso mordisquear la lengua ajena, recargando un poco más de su peso en el mayor hasta dejarlo atrapado bajo su cuerpo.

- Y ahora mismo me estoy divirtiendo un montón. -Jadeó al separar sus labios, buscando de nuevo ir a su oído para susurrar con un tono bajo y arrastrado su invitación. - Juguemos...~ - Volvió a dar una mordida, esta vez en su cuello.

Sintió un cosquilleo que le robó un suave suspiro cuando Laurence ocupó sus uñas sobre su piel. Si hubiese sido con un poco más de fuerza o tal vez sobre las heridas que estaban cubiertas por algunos parches o vendajes, se hubiese notado mucho más lo placentero que le resultaban los rasguños y marcas en la piel.

Se rió ante el comentario del mayor e infantilmente se encogió de hombros como si no le importase mucho contar con el otro o no. -Todavía no he comenzado... Pero si no quieres, el juego siempre puede ser unilateral...- Explicó mientras lamía sus labios casi inconcientemente, sacando de entre su ropa su querido punzón antes de que sueco hiciera el cambio de posición.

Lo tomó por sorpresa, sin estar seguro siquiera si el otro había alcanzado a ver su "juguete", pero no se resistió a quedar ahora él bajo el peso del cuerpo del mayor.

-¿Qué crees tú?- Preguntó el nipón mientras se llevaba el objeto a los labios y le daba una insinuante pero breve lamida junto con una mirada y sonrisa derechamente
insanas.

-Ah ¿Pensaste que no lo decía en serio? -Cuestionó con una sonrisa divertida, hasta con cierta inocencia. Mientras el mayor inspeccionaba aquel objeto, él lo analizaba a él. No era difícil notar que aparentemente el punzón no era del todo de su agrado.

Cuando Laurence se incorporó sobre él, él lo siguió levantándose un poco y sosteniendo su peso con sus brazos. El siguiente gesto le robó un escalofrío más que evidente y nuevamente no puso ninguna resistencia. Entrecerró los ojos con descarado placer cuando la punta metálica hizo contacto con su piel, sin embargo no hubo presión...

Dejó escapar un suspiro un tanto decepcionado que fue interrumpido por una queja mal contenida que escapó de sus labios al sentir la brutal mordida en su piel.

-¿Qué es lo que quieres? Estoy seguro que algo útil debo tener ahí. - Apuntó con la vista y con un leve movimiento de cabeza hacia la mesa de noche más cercana a ellos.

Podía sentir las manos frías del mayor incluso por sobre los vendajes. El comentario del otro le causó algo de gracia por lo que solo buscó incitar un poco más aquel juego que de lleno ya estaban empezando.

- ¿Mh? ¿Lo haces? - Preguntó como si pensara que el otro lo estaba subestimando. - Por un momento pensé que eras Virgen. - Bromeó fingiendo subestimarlo ahora él.