Kono heya ga (Laurence) R+18

El tuerto se tomó su tiempo para preparar la comida, pues la verdad es que no había un real apuro. Apeló a lo que mejor se le daba, la cocina de su propio país. Sería considerado con el otro respecto a lo que no le gustaba, pero tampoco es que pudiese hacer demasiado por él. Después de todo gran parte de la cocina japonesa era agridulce.

Pensó en hacer pescado, revisó lo que tenía en la nevera y entonces decidió. ¿Por que no hacer anguila? Su vecino no dijo nada contra las anguilas, asi que suponía que estaría bien. Tal vez haría Unadon, no era algo dificil pero estaba seguro que la salsa no sería del todo agradable para el sueco por lo dulce. Se debatió un momento y decidió entonces cambiar la receta, probaría hacerlo con salsa de ostras, cuidando de que no quedara demasiado salado.

Aunque a primera vista no lo pareciera, la verdad era que Eiji era bastante bueno cocinando, al menos comida japonesa. Después de todo había tenido que aprender a cocinarse para él mismo y en gran parte lo agradecía.

Cuando estaba por terminar dio un vistazo general a su casa, que no era más que un bar remodelado (o más bien adaptado) como una especie de departamento de soltero. La barra todavía permanecía ahí, y la utilizaba como si fuera parte de una cocina de corte americano, pegado a las paredes aún habían asientos de cuero, el piso era de madera y el lugar era ciertamente angosto por la extraña distribución en forma de "L", pero no incómodo.

Al fondo era donde se encontraba su habitación, sin puerta alguna que separara el ambiente, lo único cerrado era el baño que estaba evidentemente adaptado para el arriendo que habían hecho. La habitación en general estaba bastante ordenada, solo procuró limpiar un poco las evidencias de sus "malas costumbres" y finalmente fue a buscar a Laurence.

Entró en el lugar con la misma confianza de siempre, quedando algo impresionado por el avance que hasta el momento el mayor llevaba de lo que estaba haciendo. Tenía que admitirlo, aparentemente él era bueno en lo que hacía y eso le caía bien al tuerto.

-Está listo. Apúrate o se enfriará.- Dijo sin agregar nada más, saliendo tal cual había entrado al lugar.

Eiji volvió a casa dejando tras de si la puerta sin seguro, aunque no era algo habitual de hacer para él, ni tampoco para cualquiera con un poco de cerebro que viviera en los barrios bajos, pero sabía que Laurence vendría en cuestión de algunos minutos. Y así exactamente fue. El sueco educadamente tocaba a su puerta con toda la prudencia que él no había demostrado tener con el otro. Mientras tanto él servía los platos con la cuidadosa presentación no exagerada pero en extremo pulcra propia de su cultura. Al oír el sonido de la puerta no pudo evitar esbozar una sutil sonrisa antes de que su voz se alzara para hacer la invitación al otro, de abrirse paso por sí mismo.

- Adelante, está abierto.- Notó como su propia voz sonó de alguna manera como si fuera un predador esperando en su propio territorio que alguna pobre alma cayera en la trampa, pero no había sido para nada intencional, de hecho no esperaba más, pero aunque solo fuera un compartir un almuerzo, y sin realmente ningún argumento, el menor sentía cierta sensación de triunfo. La curiosidad de su vecino era, sin dudas, su mejor aliado.

-¿De verdad te agrada? Solo es un viejo bar. No es muy grande y honestamente la ventilación no es muy buena. Pero va. Para mi es suficiente. -Dijo comentando de forma casual, se notaba que eiji estaba en la comodidad de su hogar porque se desenvolvía un poco mejor, con más soltura, descaro.

-No iba a perder la oportunidad de impresionar a mi vecino~ - Dijo siguiendo la sorna comenzada por el otro, aunque no era del todo una burla, en parte era cierto. Sentía la necesidad de acercarse más al curioso ser que se iba a meter a su casa pese a sus malos modales, a su apariencia y a todo aquello que normalmente alejaba a la gente de establecer contacto con él.

-Sientate donde gustes. -Sirvió una jarra con agua y otra con jugo y colocó los vasos para cada uno. Esperó que el otro tomara asiento para luego tomar asiento él.

Le sostuvo un momento la mirada, luego dejó salir una sonrisa maliciosa de sus labios. Cerró los ojos y murmuró a voz baja "itadakimasu~", para luego tomar los palillos y disponerse a comer.

-Puedes criticar libremente. No estoy seguro de que efectivamente te vaya a gustar.-

Esperó a que el pelinegro diera su primer bocado antes de contestar su pregunta.

- Quién sabe~ - Se encogió de hombros, no tenía ninguna intención de explicarle que diablos estaban comiendo. Por alguna razón mantener ese juego de tira y afloja con Laurence, con cosas poco significativas, le parecía bastante divertido.

De por sí Eiji tenía cierta tendencia a querer fastidiar por fastidiar y ya. No era común encontrar a alguien que le siguiera el juego por lo que le divertía bastante la interacción que hasta el momento estaban teniendo. También era extraño tener a alguien comiendo ahí sin haber ninguna otra intención tangible de fondo. Independiente de lo que la mente del menor pudiera ansiar, esto solo era una sana convivencia con su vecino, algo que probablemente jamás había hecho antes, pero no veía nada malo con ello.

- No te diré qué tiene a excepción de los somníferos que puse para mantenerte aquí. - Murmuró como si estuviera hablando de algún condimento más y ya a la espera de la reacción ajena.

Continuó comiendo de forma pausada, inconcientemente Eiji era muy cuidadoso a la hora de utilizar los palillos.

Eiji dejó de lado un momento la comida para apoyar el mentón en su mano y mirar al mayor con una sonrisa ladina y un brillo particular en aquel único ojo carmín que poseía.

- ¿Por qué no lo averiguas por ti mismo? - Era una invitación desacarada a probar su cama. Se mantuvo así hasta que el otro replicó con aquella remota posibilidad de que su vecino fuera en verdad un psicópata. Eiji no pudo contener una risilla, era evidente que el menor de alguna forma se estaba relajando con aquel tipo tan o más particular que él.

-No se si realmente me molestaría si ese fuera el caso~ - Respondió en un susurro igual de pícaro que su mirada. Sin esforzarse siquiera un poco en disimular el agrado que le generaba la idea de Laurence haciéndolo sangrar. - Pero preferiría que no me mates... O no podría disfrutar del proceso, ni del resultado.-

Volvió a retomar la comida sin hacer más comentarios hasta acabar.

Eiji solo le devolvió una sonrisa que a todas miras respondía de manera afirmativa la pregunta de su vecino. Pero no soltó palabra alguna sino hasta la siguiente pregunta del sueco.

- Sí... -Para el tuerto aquella mirada afilada no pasaba desapercibida y era devuelta con creces para su interlocutor. El ambiente era una mezcla extraña de tranquilidad y tensión. El menor se levantó de su asiento y caminó, pasando por la espalda de Laurence, momento preciso en el que decidió responder el comentario previo del otro.


-No creo que deba tener cuidado. Tengo claro cuales cosas son o no de mi gusto... Y la verdad es que puede que tu amenaza le de material a mi imaginación de ahora en adelante. -Hizo un gesto alzando los hombros como si realmente "no supiera" si sería así o no.

Caminó entonces por el pasillo hasta desaparecer en el fondo del mismo, en su habitación para volver casi de inmediato con un cenicero negro en las manos y depositarlo justo al frente de Laurence, sentándose esta vez a su lado.

-¿Me das? -

-Por supuesto- Declaró con descaro ante la primera pregunta pero no pudo agregar nada más puesto que la acción del sueco le tomó por completa sorpresa.

Por un instante el menor debe haber parecido evidentemente sorprendido, pero al momento siguiente sonrió de vuelta, con la misma mirada de siempre, dando una calada profunda al amable presente que su vecino le había dado.

En su cultura eso contaba como un beso indirecto, pero dificilmente el joven nipón se emocionaría con algo así cuando las posibilidades actuales eran todavía indeterminadas.

¿Irías? -Alzó una ceja casi incrédulo mientras dejaba escapar el humo de su boca- No me conoces, no sabes como canto, ni la música que hago. Podrías detestarlo. -Analizó con cierta seriedad, como si en verdad le importara la lógica del asunto, cosa que por supuesto no era así.

Además canto en mi idioma natal, es probable que entiendas poco o nada. -Dio otra calada y le dio un primer toque al cenicero para eliminar la ceniza acumulada.