Kono heya ga (Laurence) R+18

- Mmh... ¿Tal vez? - Pero no, la última fantasía que Eiji tendría sería interactuar con alguien virgen. El japonés no tenía ni la sutileza, ni la paciencia como para enseñarle de buena manera a alguien el tipo de sexo que le gustaba. Forzar a alguien tampoco estaba dentro de sus preferencias ya que detestaba cuando la gente lloraba, entraba en pánico o exageraba demasaido las cosas.

- No tengo nada como eso a mano... -Admitió con una mueca que daba a entender cuánto le molestaba no tener nada útil en esos momentos.

Sus manos apretaban las piernas ajenas, como si esa fuera una señal de lo mucho que le frustraba no poder complacer la petición del mayor. Sus manos fueron subiendo lentamente hasta el borde de su pantalón, pero fue interrumpido por Laurence, quien se dio el permiso de comenzar a explorar su piel. Estaba un tanto sorprendido de que alguien le siguiera el ritmo de sus caprichos. Normalmente la gente no se atrevía a curiosear su cuerpo, incluso habían veces en que sus parejas sexuales se asqueaban con su cuerpo o derechamente se burlaban, por lo que el muchacho de cabellos morados estaba mucho más acostumbrado a jugar solo esa clase de juegos.

- Aunque en la cocina hay cuchillos... Ngh... - . Acotó en caso de que el mayor quisiera ir por alguno. Todos tenían el filo suficiente como para cortar la piel sin problemas.

Su torso lucía horrible. Tenía múltiples heridas cortantes, algunas más recientes que otras, algunas eran ya cicatrices y en cambio otras recién comenzaban a cicatrizar, incluso tenía un corte en un costado que estaba suturado superficialmente hace solo un par de días.

Su piel sin todas esas marcar probablemente sería bastante bonita gracias a la mezcla de genes orientales y alemanes, pero no, su cuerpo no era estéticamente agradable a la vista, sin importar que tan en forma pudiese estar. Aunque a él no parecía molestarle en absoluto.

- Ah... - Jadeó suave al sentir la mordida en su pezón. Esa acción le provocó un espasmo del cual luego se rió.- Motto... -Susurró mientras llevaba su mano derecha a los cabellos ajenos, enredando sus dedos en él, jalándolo levemente como si probara qué tanto tenía permitido hacer, a su vez su otra mano se colaba bajo la polera del otro, trazando delicadamente una linea en su espalda pues solo buscaba producir un cosquilleo leve y con ello aumentar la ansiedad que pudiera sentir el otro por ser tocado.

- Ah. Debo advertir solo una cosa: Mi única regla es que esto será lo único que no tocarás... -Señaló entonces con un dedo el parche que cubría su ojo derecho. - Fuera de eso... Puedes hacer lo que quieras... - Susurró tentador.

- Aah~ Debería volver a tirarte el pelo entonces ¿verdad? - Dijo queriendo fastidiarlo, dejando en claro que él sí deseaba que el cuchillo se uniera a la pequeña fiesta que parecía comenzar. Entonces lo vio frenarse en su descenso, situación que le sacó una mueca insatisfecha, molesta, mueca que se borró cuando el otro se apoderó con descaro de su cinturón.

Por un momento el tuerto dudó si realmente su vecino tendría la misma idea de utilidad que él podría tener con aquel objeto. Cuando el mayor hizo evidente su intención, el muchacho no pudo evitar sonreír ladino.

-Heh~- Le hizo algo de gracia también que Laurence se quitara por sí mismo la polera ¿En verdad estaba tan ansioso? De a ratos la mirada de Eiji reflejó cierta incredulidad, pero esta se esfumó después el primer tirón en su cuello.

-Vaya... -Toció un poco porque el movimiento había sido suficientemente fuerte como para sentarlo en la cama, luego rió- Hahaha...! Esto no me lo esperaba. -Comentó con sinceridad mientras llevaba sus manos al trasero del sueco, apretando con descaro por sobre el pantalón mientras que a la vez abria la boca y sacaba la lengua lentamente, casi como una invitación a algo más pues su mirada fija en su vecino así lo hacía parecer. Así había aprendido a seducir después de todo. Luego de unos breves momentos así, se dio el permiso de lamer, succionar y morder la piel nívea del sueco hasta llegar a uno de sus pezones con el que jugó cuanto le vino en gana.

Todo eso había subido bastante sus expectativas respecto al encuentro. No sabía qué tan lejos pretendía llegar el de cabellos largos, pero él ya había comenzado a fantasear con las cosas que podrían hacer y eso estaba resultando en una semi erección en su pantalón.

- Procura hacerlo divertido.-Demandó con cierta necesidad volviendo a apretar el bien formado trasero del mayor, buscando repetir las caricias con su boca en el otro pezón.

- Tenía bajas expectativas... -Jadeó un poco más cuando el mayor lo separó de su piel y es que tras unos minutos lograba percibir como se había reducido su capacidad inspiratoria debido a los tirones del cuero en su cuello.

- Mm... Va~ - Le dejaría hacer a gusto, o al menos no lo condicionaría tanto pues tenía curiosidad por ver qué tan lejos podría llegar el sueco. Cuando sintió sus uñas en la piel tuvo un ligero temblor que lo condicionó a cerrar los ojos y dar un suspiro necesitado. Quería más, quería sentir sus uñas abriendo su piel, escarbando sus heridas, quería ser un desastre en sus manos y por las expresiones y acciones ajenas, Laurence también parecía querer hacer un desastre de él. No terminaba de entender cómo era que habían logrado encender el switch correcto para el otro. Tal vez simplemente había tenido la suerte de dar con un sádico que podía seguirle el ritmo o tal vez de alguna forma había incitado ese instinto en él. Lamentaba no haber prestado atención consciente a la razón, pero probablemente podría obtener respuestas más tarde.

Las caderas de Eiji se movieron una única vez, presionando contra el mayor, buscando un poco más de estímulo a la vez que sus manos fueron a desabrochar el pantalón de Laurence.

Cuando hubo soltado la correa de su cuello el nipón no pudo esconder el desagrado en su mirada, la que inmediatamente cambió al sentir los dedos del sueco jalándolo del cabello, volviendo a morder su piel con menos sutileza. Sus labios dejaban escapar suspiros y suaves jadeos ante cada acción que provocara esa mezcla exquisita de dolor y placer. Cuando sus uñas reabrieron su piel no pudo contener un claro gemido y un escalofrío que bajó directamente a sus caderas, provocando que su erección comenzara a ser más notoria, más dura.

-¿Estás así ansioso? - Preguntó cuando el otro preguntó por su pantalón. Sabiendo perfectamente que cada contestación cargada en sorna que daba, podría significar cabrear al otro, para bien o para mal. El castigo aumentaría o bien, el juego acabaría sin más.

El nuevo tirón en la correa le hizo sonreír seductor, tal y como había sido al cantar hace unos momentos atrás.

- ¿Tengo libertad para hacer lo que quiera? -Preguntó con evidente mala intención, omitiendo por completo los deseos del pelinegro, llevando una de sus manos a la entrepierna del otro para dar un descarado agarrón por sobre la tela del pantalón comprobando que no solo él era quién comenzaba a ponerse duro.

Sin esperar respuesta el tuerto jaló un poco el pantalón hacia abajo a a vez que su mano se volvía intrusa en su ropa interior.

-Heh~- Fingió sorpresa mientras sus dedos rodeaban su falo y a tirones con su otra mano lograba llevar los pantalones y ropa interior del mayor bajo la línea de su trasero.

- Por supuesto. Si fueras impotente esto no tendría ningún sentido. - Una de las comisuras de sus labios se alzó más que la otra, regalándole una sonrisa ladina que acompañó luego con una juguetona lamida de labios. Ahí donde ahora tenía una herida gracias al mayor.

-¡Nghh..! - Jadeó ante el apretón de su entrepierna, temblando sostenidamente mientras una de sus manos se aferraba a la del contrario y es aquel agarrón había sido más doloroso que placentero, al menos así sería para cualquier otro, pero en Eiji las dos cosas iban de la mano. - Si eres así de brusco me terminaré corriendo incluso antes de empezar~ Ahh - Soltó un gemido intencional al terminar de hablar y volvió a lamer la herida del interior de su labio. Había un ligero rastro de sangre en ella que le agradaba.

- Oh, bien. Probaré todo lo que pueda, no lo dudes. - Dicho aquello y aprovechando su posición más baja que la del mayor, rodeó sus caderas y las acercó para comenzar a repartir besos y lamidas sobre su abdomen, bajando descaradamente hacia su pelvis, alzando la mirada un momento para dejar en claro sus intenciones de darle un pequeño servicio a su vecino.

Su lengua repasó juguetonamente toda la extensión de su miembro, pero se concentró maliciosamente en la punta por unos minutos antes de llevarselo por completo a la boca, comenzando a succionar con descaro y evidente experiencia, para un muchacho de su edad el nivel de su sexo oral era sin duda algo de lo que sorprenderse pues se notaba que sabía perfectamente lo que estaba haciendo. No dio tiempo para negación, tampoco había descuidos, marcaba un buen ritmo con sus movimientos y succiones firmes, de a ratos estrechando más su boca, utilizando su lengua con maestría y procurando que sus dientes no tocaran su carne, dejando que los sonidos obcenos comenzaran a resonar en la habitación, mezclados con algunos gemidos propios, sin embargo, sus manos se mantenian sobre Laurence sin importar lo mucho que su propia entrepierna comenzara a necesitar atención.

Eiji podía sentir perfectamente como era que el mayor comenzaba a endurecerse cada vez más dentro de su boca ante su servicio y eso le hacía sentir de alguna forma orgulloso y es que por más que su vecino intentara disimular el placer, su cuerpo lo delataba y los pequeños gestos también. Incluso creyó que el sueco terminaría corriendose en su boca, pero el inesperado tirón de cabello lo separó de su carne e interrumpió aquello que iba por muy buen camino.

El nipón alzó la mirada con una mueca infantil de disgusto, después de todo le habían arrebatado un caramelo de la boca, casi literal. De no ser porque el mayor inmediatamente le dio una órden, la sonrisa no habría vuelto a su rostro con tanta facilidad.

No fue necesario que el sueco repitiera la órden, Eiji inmediatamente se movió para quitar las prendas restantes del cuerpo de su vecino, lanzándolas a un costado de la cama mientras se lamía el rastro de líquido preseminal que había quedado en la comisura de sus labios, evidentemente hambriento de más.

Con un aire felino trepó por sobre Laurence, solo para dedicarle una sonrisa melosa -Hai~ Master. - Las palabras se resbalaron de sus labios tan naturalmente que el nipón ni siquiera lo notó. Jugando con su lengua volvió a descender desde su pecho hasta su entrepierna, esta vez con mucha más prisa, ansioso de retomar lo que hacía y es que sí, se había planteado el capricho de hacer que su vecino se corriera en su boca al menos una vez.

Retomó su quehacer con incluso más dedicación que antes, ayudándose con una de sus manos para tener mejor control del falo del que ahora era su pareja en la cama. Las succiones y lamidas fueron aumentando de intensidad y rapidez y los sonidos de su acto se volvieron mucho más húmedos, sonoros y morbosos haciendo que incluso su propia entrepierna estuviera dura, al punto de parecer una erección dolorosa.

Spoiler:

Los gemidos del mayor le parecieron sencillamente exquisitos. El tener a su altanero y orgulloso vecino gimiendo por su sexo oral era un placer que que nunca pensó obtener. Parecía más bien una fantasía subrealista hace unas dos horas atrás, pero sin dudas estaba sucediendo. Se preguntaba cómo lo encararía el mayor de ahora en adelante cada vez que volvieran a encontrarse.

- NGH...- Eiji ahogó un gemido ronco cuando de imprevisto el pie del sueco torturó su ya dolorosa erección. Se retorció ligeramente contra él y sintió su cuerpo tensarse en reflejo. Si tan solo no fuera porque realmente su único ojo era un tanto defectuoso, probablemente se le hubiese escapado alguna lágrima sin permiso ante aquel cruel pero exquisito juego que el mayor llevaba con su pie.

Se apartó un momento de su falo para dar una inspiración profunda, luego llevó su lengua a jugar unos momentos con sus testículos antes de volver a su tarea principal. El semblante de Eiji dejaba en claro que aquello de una u otra forma se había vuelto una competencia de resistencia.