Helping A Star (Priv. Aria)

Se sintió un poco incómoda por un momento, ¿no estaría haciendo comentarios de más o asumiendo demasiadas cosas de la profesora? Quizás a Lilith como su pariente podría no caerle bien del todo, por lo que prefirió tener algo más de cautela con lo que decía.

—Bueno, sí... pero supongo que una cosa es entretenerse y otra es recargarse de cosas del trabajo, ¿no? Quizás cuando se recupere la profesora Howell debería relajarse... tomarse un respiro... –comentó encogiéndose suavemente de hombros. Hasta que repentinamente notó una sombra pasajera en la mirada de Lilith– ¿Estás bien...? –le colocó una mano en su hombro, un tanto preocupada.

Le tomó algo por sorpresa que justo en ese momento Lilith le preguntara si tenía problemas, pensando que su preocupación fuera totalmente evidente en su rostro.

—¿Y-yo? Oh... es sólo... ¿eh? –para variar había malentendido las cosas, por lo que prefirió hacer como si no hubiera ocurrido– Eh, bueno... sinceramente sí... –comenzó a jugar con unos mechones de su cabello, entre pensativa y nerviosa– Aparte de lo físico, nunca he tenido mayor relación con el sexo opuesto, estuve en un colegio exclusivamente femenino y mi padre es un tema aparte y... bueno, eso... –lo último que necesitaba era pensar en Elliot, su ex-novio, para que le atormentara su recuerdo, por lo que prefirió omitir cualquier comentario al respecto, aunque con toda probabilidad sería evidente que algo estaba dejando fuera de la conversación.

—Supongo que lo mejor es pedirle ayuda a un hombre, observarlo... ¿no? –era lo más lógico, la pregunta sería... ¿quién? No tenía muchos referentes en la escuela, mucho menos con quienes tuviera confianza de pedirles ayuda con ello.

Esperaba que realmente Lilith estuviera bien y no omitiera cosas de las que prefería no hablar, como ella misma estaba haciendo. Por un lado pensaba que deberían de tenerse algo de confianza por ser compañeras y apoyarse, pero luego recordó que apenas y se acababan de conocer, ¿quién en su sano juicio le confiaría a un extraño cosas privadas?

—Es verdad... suena a que es alguien así –le comentó con una suave sonrisa. La profesora Katherine, de lo que había podido observar, se veía como alguien muy profesional y estricta con lo que hacía, pero de buen corazón al fin y al cabo, no por nada había aceptado ayudarla con sus inquietudes sobre la obra, aunque ya no pudiera concretarse. No importaba, ya se las arreglaría de una forma u otra, más importante era que la profesora lograra tomarse un merecido respiro y descanso del estrés.

Por el momento sólo se remitió a sentir un ardor en sus orejas por la vergüenza.
—¿Tanto se me nota que tengo poco contacto? –preguntó con una risita nerviosa– Sí, es algo incómodo... a veces no sé qué hacer del todo... no es que no pueda hacer amistades, pero... creo que esto es algo diferente... ¿o estoy exagerando? –en momentos así se sentía una torpe y una inútil en cuanto a relacionarse con los demás, sobre todo si se trataba del sexo opuesto– Sé que hay profesores, pero... mi personaje es mucho menor que ellos... supongo que de todos modos puede servir a fin de cuentas...

La verdad tenía una que otra amistad masculina, o más bien conocidos, no se atrevería a pedirles ayuda, no sabría cómo hacerlo sin sentirse incómoda. Después de todo, de una manera u otra los terminaría estudiando o imitando, ¿sería que no todos se tomarían eso a bien después de todo?

—Debo admitir que tengo conocidos de varias edades pero... ¿te puedo contar un secreto sólo a ti? En parte... me da algo de vergüenza y... creo que tengo algo de reticencia al contacto con los hombres, jeje... –admitió con algo de pesar.