Un placer conocerte (Priv Aria)

Me había tomado varios días de descanso en un hotel y era el momento de salir a dar una vuelta sabia que tenia que hacer algo con mi vida, esto recién comenzaba ya tenia mi nombre en la disquera pero no significaba que debía frenarme ahí tenia que seguir y seguir como sea, decidí levantarme de la cama con muchas ganas intentando sonreír y no tener ese maldito humor que me arruinaba todo, tome algo de ropa de la maleta para comenzar bien el día, lo primero que tome con mis manos de la dicha maleta me lo puse, un pantalón ajustado negro, una camiseta de baseball y un gorro piloso del color del pantalón por ultimo tome las llaves saliendo del hotel lo más apurado posible sin olvidarme la mochila obviamente.

No tenia una ruta decidida con lo que me dispuse a caminar por la zona, el clima era bastante agradable para mi gusto, estaba bastante fresco totalmente nublado y casi a punto de llover, las personas a mi alrededor estaban algo abrigadas y algunos ya llevando un paraguas por mera precaución, yo por mi parte prefería que la lluvia me bañara. Mi caminar me llevo hasta una biblioteca un poco rustica se podría decir, el lugar estaba bien cuidado, pero se notaba que tenía sus años me quede unos segundos mirándola con las manos en los bolsillos pensando en si en ese lugar podía estar lo que yo buscaba.

Sonreí apenas puesto que estaba seguro de que aquel lugar estaría vacío no era por nada, pero no tenia a las personas del lugar como grandes amantes de la literatura con lo que directamente ni lo pensé subí las escaleras de la biblioteca y me dispuse a abrir la puerta entrando en aquel lugar. Estaba muy silencioso y eso traía paz a mi mente. Volví mi mano a mis bolsillos y camine por el pasillo hasta la gran sala donde podían verse estantes totalmente llenos de historias, poesía, amor y paz la perfección para mi punto de vista.

Mi sonrisa se hizo aun mas grande, el lugar estaba algo vacío a se podían ver unas cuantas personas totalmente calladas trabajando en lo suyo con lo que decidí no molestar a nadie caminando hasta una de las mesas vacías, deje la mochila en ella y me dispuse a verificar que tipo de libros podía encontrar en el momento- himno veamos- susurre muy suave mientras caminaba por cada estante en busca de algo que me entretuviese perdido en un mundo diferente al que existía en ese momento.

Mi camino en busca de la “felicidad” me llevo hasta un apartado bastante peculiar y agradable, la fantasía no era mi fuerte pero si me encantaban varios escritores muy conocidos en ese momento pude frenarme tras escuchar las quejas de una persona no muy lejos de mí, esta parecía estar en dificultades puesto que no llegaba a un libro el cual se notaba que podía tocar apenas con la punta de sus dedos, mi suerte llego debido a que yo poseía un poco mas de altura que ella con lo que se podría decir que actúe con cariño y decidí ayudarle sin pensar en lo que eso llevaría a un futuro.

Me acerque con cuidado de no molestarle y estando detrás de ella estire mi brazo para agarrar el libro que la jovencita intentaba tomar, al tenerlo entre mis manos me dispuse a verificar lo que estaba por tomar más sonreí apenas y directamente le observe a los ojos quedando congelado, sus ojos eran perfectos y podía decirse que uno podía derretirse con tan solo verlos, trague con dificultad y le entregue con sumo cuidado – Pensé que necesitabas ayuda y… estas algo alejada de los demás, yo… eso… bueno… me voy- señale mi mesa y me di la vuelta sin darme cuenta que tenia el libro en mis manos aun.

“Collin eres un completo idiota” pensé mientras volteaba nuevamente para extender mi mano entregándole el libro con una risa bastante nerviosa acompañado de un comentario bastante obvio y estúpido- ¿Esto es tuyo verdad? -.

Como era usual, las cosas estaban algo ocupadas y ajetreadas en la escuela, pero no demasiado como para no tomarse un pequeño descanso de vez en cuando. De a poco había aprendido a relajarse o no podría rendir como era debido (o de lo contrario, y muy probablemente, algunos de los compañeros con los que había hecho amistad terminarían por regañarle de una forma u otra).

El destino de aquel día sería buscar algún lugar para poder conseguir un libro. Normalmente hubiera ido a la biblioteca de la escuela, pero no abundaban los libros que no tuvieran que ver con las asignaturas, por lo que prefirió encaminarse a alguna librería. Y para su desgracia, no sería hasta llegar al su tienda favorita que se enteraría que estaba cerrada de momento por decisión del dueño.

“Supongo que tendré que buscar otro lugar” pensó un poco desanimada en inicio, después de todo le había agarrado cariño al dueño, siempre tenía buenas recomendaciones para ella.

Sus pasos la llevaron hasta la biblioteca que no estaba demasiado lejos, y agradeciendo que llevaba consigo su credencial en caso de que quisiera llevar algo a su habitación en el internado de la escuela. Recorrió los largos pasillos en busca de algo que llamara su atención hasta que vio uno que atrajo su mirada de inmediato.... pero estaba hasta el tope de una estantería.

–Maldita sea... –murmuró por lo bajo para no llamar demasiado la atención– “En estos casos hay una escalera para alcanzar, ¿quién diseñó estas cosas?” –pensó mientras buscaba la dichosa escalera con la mirada, ¿qué tan altas tenían que ser para que una mujer tan alta como el promedio no iba a poder alcanzar fácilmente?

Intentó pararse en las puntas de sus pies, y si bien lograba alcanzarlo, no era lo suficiente para sacarlo de su lugar sin arriesgar que le cayera de lleno en la cara, sacándole nuevamente un bufido hasta que su mirada se cruzó con la de alguien que le miraba fijamente. No pudo evitar arrugar su boca en una mueca, sí, seguramente se vería ridícula tratando de alcanzar el libro. Hasta que se molestó en alcanzarlo para ella.

–Ah, no... está bien, sólo buscaba una escalera, pero parece no haber ninguna... –dijo en voz baja para no molestar a nadie más– Gracias por la molestia... –entonces fue cuando notó que se alejaba con el libro, carraspeando un poco.

–Técnicamente el libro es de la biblioteca –agregó a modo de broma cuando se devolvió a entregarle el libro– Pero lo acepto. Soy Aria por cierto, gracias de nuevo.

Recibió el libro con una sonrisa algo avergonzada, aunque realmente no era la primera persona que hacía un comentario de tal tipo sobre su nombre.

–Ah, gracias... supongo que es porque mi madre cantaba ópera y por eso lo eligió... eso creo... –miró al techo un poco pensativa, con las orejas algo rojas, ¿por qué decía algo así en ese momento si no estaba segura del todo? De todos modos lo último que haría sería preguntarle a su madre, dadas las circunstancias.

–Mucho gusto Coll- ¿conejo? –preguntó al haberle llamado la atención mientras trataba de no reírse demasiado para no parecer descortés, ni para interrumpir al resto o causar inconvenientes... ya le había pasado en una ocasión cuando lanzó un grito sin querer.

Tras el último comentario fue cuando no pudo resistir y tuvo que cubrir su boca para no reírse. Claro que no voy a hacer eso, o nos van a correr de aquí, ¿estás loco? Ah, ¡cuid-! –le dijo en plan de broma, aunque le había parecido gracioso y cuando vio que se estaba acercando peligrosamente a uno de los estantes, levantó la mano para advertirle pero ya había sido demasiado tarde– ¿Estás bien...? –trató de preguntarle en voz baja hasta asegurarse de que no fuera algo tan grave, echando a caminar hacia uno de los mesones para sentarse a leer, encendiendo una de las pequeñas lámparas de escritorio para sentirse en ambiente.

Fue cuando buscó con su mirada hacia donde se había ido Collin y le descubrió que estaba leyendo un cuento infantil, lo que le hizo ladear la cabeza entre curiosidad y extrañeza. “Bueno, no voy a juzgarlo, digo, ¿por qué no?” pensó mientras abría su libro y echaba a leer tranquila. En un momento que levantó su vista para frotar sus ojos divisó de nuevo a Collin y movió su mano para saludarle con una sonrisa.

De todos modos se atrevió a coger su libro e ir a sentarse frente a él.

–¿Puedo? –le preguntó en voz baja– La verdad no quería inmiscuirme, pero... ¿estás leyendo eso? Quiero decir, ¡no voy a juzgarte! –se apresuró a decir, moviendo sus manos– Digo, hay mucha gente que quiere venir aquí... y no sabe por dónde empezar y... estoy hablando tonterías, ¿cierto? –se detuvo antes de empezar a sonar como intelectual pretenciosa.