Jardín escondido [Priv. Aria]

Decir que estaba hastiada era poco. El estrés de la obra de Romeo y Julieta, ensayar no sólo sus escenas sino que también las de Julieta al ser su reemplazo, sumado a hacer las veces de tutora de Jaden le estaba colmando la poca paciencia y energía que le iba quedando.

Necesitaba un respiro. Incluso alguien tan obsesionada con hacer las cosas bien sabía que tenía que descansar bien para no colapsar.

"¿Al centro de la ciudad? No, mucha gente. Con estos nervios lo último que tengo ganas es de comer, quizás dar la vuelta por acá me anime un poco", pensó.

Y en ese entonces recordó aquel rincón que había encontrado una vez, donde solía quedarse un rato cuando no tenía tantas ocupaciones... una ocasión en que había terminado conversando con Lucia, una especie de escondite secreto. ¿Será que aún nadie lo descubre? No iba a perder la oportunidad así que se fue con un libro en manos hacia allá.

Al llegar se detuvo al escuchar una voz.

"Bueno, hasta aquí lo de secreto", pensó bastante desanimada, hasta considerando dar la media vuelta y marcharse. Fue cuando decidió prestar atención a la voz. "Balam, ¿eh?", un nombre algo exótico, ¿de dónde sería?

Momento, ¿había dicho Regan? No podía estar hablando de Regan Vosuet, ¿cierto? ¿Ese Regan? Hablaba con bastante familiaridad. Menos mal no era periodista o seguro esto terminaría en un chisme amarillista.

"Al menos no soy la única que le gusta hablar con los animales" pensó con una sonrisa sin darse cuenta.

¡Mierda!

Una ramita crujió cuando intentó alejarse. Bueno, ya no había caso con esconderse.

–Este... ¿hola? –se asomó detrás de uno de los murallones medio caídos que estaban en esa zona– Disculpa, no era mi intención espiar... yo solía venir por aquí antes...

No iba a estarlo corriendo como si ese lugar "secreto" fuera de su propiedad.

–No te había visto antes, ¿eres nuevo? Lo siento, mi nombre es Aria, soy de tercero.

Aria parpadeó con curiosidad, ¡el chico tenía heterocromía! Intentó no mirar muy directamente para no ser demasiado grosera.

–¿Sen... pai...? –recordaba esa frase de algún lado, probablemente la había oído de su ex compañera de habitación que siempre solía hablar de esos temas– ¿Eso es algo como alguien mayor? Eh, claro, puedes decirme como gustes, mucho gusto Balam.

Era un nombre bastante curioso si lo pensaba... ¿sería muy rudo preguntar...?

–¿E-eh...? –se dio vueltas igualmente para seguirle el paso a Balam, curiosa de que le inspeccionara de esa manera– ¿P-pasa algo? ¿Tengo algo extraño? –se tocó el cabello ante su comentario– ¿Brillo especial? –suponía que se refería a lo dorado que era, no?– Ah, bueno... tenía una compañera de cuarto que solía llamarme Rapunzel porque lo tengo muy largo...

Este chico era bastante particular. Mientras Aria hablaba, Balam se había sentado en el suelo mirándola fijamente, por lo que terminó por imitarlo para sentarse a la sombra del árbol.

–Descubrí este lugar de casualidad hace un tiempo cuando quería tener un lugar para leer o estudiar o distraerme... terminó siendo como un escondite secreto, pero parece que no era tan secreto porque esa vez me encontré con otra compañera y ahora contigo –comentó con una risa– ¿También venías a descansar? Tú estabas primero, si te incomoda puedo volver en otro momento, no es nada de vida o muerte...

Apoyó los brazos cruzados en sus piernas recogidas en actitud un poco más relajada.

–¿Llegaste hace poco? ¿De dónde vienes Balam?