Efecto espectador (Priv. Aria)

Aquellos tipos no parecían muy contentos con la evasiva de la muchacha; se miraban de reojo, como si tramaran algo entre sus pocas neuronas. Uno de ellos, sin respeto alguno, se atrevió a agarrarle el brazo, como si fuera lo más normal del mundo, en medio de todo el gentío.

—¿A dónde vá mushasha? —dijo con una sonrisa que solo podía haber salido de un depredador de poca monta—. Solo queremo’ pasa’lo bié ¿no?

Los otros se reían como hienas, disfrutando de la incomodidad de la chica, regodeándose en su pequeño momento de "poder". Ah, pero Eos estaba en el lugar equivocado para esos juegos. Resopló molesto al ver que nadie hacía ni el más mínimo intento por ayudarla. Se acercó a grandes zancadas sin importarle si se llevaba a alguien por delante, él iba a piño fijo hacia aquella escena odiosa y nada iba a detenerle.

Al llegar, se plantó justo detrás de la rubia y, sin pensárselo dos veces, le puso las manos sobre los hombros, tirándola hacia él.

—¿Te están molestando, cariño? —dijo, alzando la voz para que hasta los sordos lo escucharan. Sabía que los humanos empleaban esa palabra para referirse a sus parejas, por lo menos de forma general, así que no dudó en emplearla para dejar claro su papel— Parece que a estos carapolla les sobra insistencia, ¿eh? —Intentó esbozar una sonrisa, a sabiendas que sus músculos nunca lograban coordinar para lograr parecer amigable, así que solía tener un efecto intimidante. Los tipos empezaron a ponerse nerviosos al ver que la chica no estaba sola.

Uno de ellos, al que parecía que el valor le llegaba solo para hablar, farfulló:

—Tch… solo queríamo' pasa'la bié —soltó uno, casi tartamudeando.

—¿Ah, si? —Movió a la chica detrás de él y se acercó al bocazas, agarrándolo de la mandíbula para ponerle cara a cara; amplió la extraña sonrisa que permanecía dibujada en la cara, entrecerrando los ojos con un brillo ligeramente rojizo bastante amenazante—. Podría unirme, ¿eh? Todos juntos, divirtiéndonos... —apretó los dedos y le sacó un quejido—. Pero, eso sí, no prometo que podáis caminar en meses, ¿entendemos?

Los demás, un par de cagados, se miraron entre ellos. Eos borró la expresión de su cara, chasqueó la lengua y, con un empujón, tiró al tipo al suelo como quien aparta la basura.

—Anda, vamos, que llevo rato esperándote, nena —dijo, echando el brazo alrededor de la chica y pegándola a él como si realmente fuera su pareja. Empezó a andar, ignorando completamente a los matones—. Bueno, ¿pa' dónde vas? —le preguntó con un guiño bastante torpe—. Te acompaño un ratejo, así no se atreve a molestarte ningún capullo más.