Re: [Mansión Sagan] Reencuentro. (+18)

por **Mine Sagan** Sáb Dic 29, 2012 4:25 pm

El rechazo no bastaba para hacerle llegar a esa tajante determinación. Era miedo y repulsa, una negación absoluta de lo que esas paredes habían visto, de lo que su cuerpo evidenciaba. Las rojas marcas en su cuello y clavícula aún ardían, un sinuoso recordatorio de lo que minutos atrás pudo haber sido... Pero no fue. El semblante de Mine permaneció estático, escuchándole desde la puerta con esa sonrisa embustera e inescrutable. La única que tenía, que le quedaba. Mantuvo las manos ocultas tras su recta espalda, aferradas fielmente al pomo.

Conmoverse no era parte de su repertorio, Lucien era perfecto. Seguiría siéndolo, por siempre. Ella debía luchar por mantener esa imagen que conservaba en lo más hondo de sus memorias, el resto no había sido más que un mal sueño mezclado con una obscena fantasía. Él no era así, no lo sería nunca. Las heridas en su cuerpo también eran producto de su mente retorcida, no se dejaría engañar tan fácilmente. Le conocía mejor que nadie. O eso creía.

– ¿De qué hablas? ¡No me tomes el pelo, eh! – Habló con soltura y relajo, esbozando una expresión divertida mientras ladeaba la cabeza. Sus rizos anaranjados cayeron hacia un costado de forma natural, una actuación tan corriente que parecía haber sido arrancada una tonta comedia romántica. Lucien aún le hablaba pero ella ya no escuchaba; se limitó a abrirle la puerta cuando él finalmente se decidió a salir de la habitación con esa actitud intachable, secretamente dolido.

Él había pasado junto a ella, sentenciando el asunto de las clases de piano. Los labios de Mine y sus ojos decorados con bellas pestañas negras seguían sonriendo de forma mezquina. Hubiese sido difícil creer que esa muchacha era la misma que la dibujada en el cuadro que yacía sobre el atril, bañado por la suave luz de la tarde y la brisa primaveral. No quería verle. Ella amaba a Lucien, al Lucien de verdad. No se dejaría engañar tan fácilmente por esa absurda pesadilla.

Guardó silencio, le vio volverse hacia ella y ejecutar esa reverencia tan común, como si la detestara. Tal vez era mejor así, tal vez.
– Cuídate, Lucien. – Se despidió de forma suave, esperando pacientemente que desapareciera a lo largo del pasillo de la mansión Sagan. No había más que agregar.

Al cabo de una larga pausa, la muchacha volvió a ingresar a su habitación y cerró la puerta tras de sí, echándole el seguro. Ni Charles ni ningún otro sirviente, ni siquiera el padre de Mine supieron qué fue de la niña a lo largo de esa semana.

Mi... favorito... repetían los ecos de su mente.