Opciones (Mine)

El aterrizaje fue un fracaso... Bueno, al menos en parte.

Mine cayó sobre Skyle, quien le envolvió en un abrazo que consiguió mantenerla erguida junto a él a pesar de los desafortunados acontecimientos posteriores. El fuerte impacto de la caída tras la maniobra fallida y la consecuente pérdida de equilibrio le hizo comprender que el muchacho no era tan firme ni tan confiable como aparentaba. Por fortuna para ambos, el sonido del golpe fue más bien seco y sólo ellos pudieron escucharlo. Con eso al menos podían descartar la posibilidad de que algún guardia les descubriese.

Tras una pausa prudente la joven heredera abrió los ojos. Tenía la mejilla apoyada en el pecho ajeno y el trasero al aire, detalle que por el momento pasó desapercibido para ella. ¡Estaba más preocupada de Skyle, quien pudo haber muerto aplastado por el peso de su cabello! (Convicción que seguía rondando en su mente a causa de su hermano menor, quién decía que más de la mitad del peso de Mine se encontraba en sus abundantes rizos naranjas).

— ¡Lo siento! ¿Estás bien, Skyle? — Preguntó asustada, y apenas lo hizo se sintió la persona más estúpida del planeta. ¿Cómo iba a estar bien si ella estaba sobre él? Mine no era particularmente inocente pero en esos momentos la mínima ternura que había despertado el muchacho en ella le mantenía pendiente de su bienestar. Intentó incorporarse, pero Skyle parecía estar centrado en otro asunto. — Hace un poco de frío... — comentó de manera casual, y sólo entonces vio el catastrófico resultado de su maniobra.

Guardó silencio, un silencio tan absoluto que fue peor que cualquier chillido. El rubor le coloró hasta las orejas. Levantó la vista hacia su receptor con el ceño fruncido y le cubrió ambos ojos con una mano, asegurándose de censurar de su mirada aquella vista tan vergonzosa.

— No me veas. — Su voz ya no sonaba dulce, por el contrario, había vuelto a emplear aquél tono autoritario y ligeramente hostil. Con la mano opuesta deshizo el abrazo del muchacho de manera que pudo acomodar la falda en su sitio. Hacerlo no fue fácil debido a la posición en la que ambos se encontraban y al hecho de que Mine no despegara su mano diestra de los ojos de Skyle. En el acto ella se retorció sobre su cuerpo y presionó partes indebidas, tocando sin pudor alguno la intimidad ajena con una descuidada rodilla.

Skyle no reaccionó, sus ojos sorprendidos, su rostro exageradamente ruborizado y el rápido latir de su corazón no le permitieron atinar a nada sino hasta cuando su vista fue censurada por la mano de la chica.

-¿Eh? ¡Ah! ¡N-no! ¡No he visto nada! - Dijo de inmediato aquella mentira, pensando que de esa forma ella podía quedar un poco más tranquila. Dehizo el abrazo a la orden de la muchacha, alzando las manos hasta la altura de su rostro para apelar por inocencia mientras procuraba mantenerse inmóvil, soportando su peso para que la chica pudiera corregir sus ropas. Por unos segundos evitó incluso respirar hasta que le fue demasiado necesario hacerlo.

Una queja muy suave se escapó de sus labios al sentir como aquella rodilla desconsiderada rozaba lugares íntimos de su cuerpo, sensación a la que al menos Skyle no estaba para nada acostumbrado a diferencia de zebra quien claramente se hubiese aprovechado de la situación como tantas otras veces había hecho. Al oír el tímido sonido que había dejado escapar, él mismo cubrió más su rostro posando sus manos sobre los finos dedos de Mine que cubrían sus ojos. El solamente buscaba reforzar el gesto.

- Ten cuidado.... Por favor... - Pidió conteniendo un suspiro, después tragó un poco de saliva y sintió su labio inferior temblar ligeramente.

Oh no, no lo detengas.
¡Zebra!
Procura controlar tu cuerpo o me veré obligado a salir.
¡ABSOLUTAMENTE NO SALDRÁS!

Batalló brevemente en su interior y es que por nada del mundo quería darle posibilidad alguna a su otro yo pues sabía que las consecuencias de lo que sea que zebra hiciera solo conducían a una cosa: El caos.

- ¿N-no te hiciste daño? - Preguntó intentando cambiar su atención hacia algo más decente.

Mentiroso... pensó enrabiada al escucharle decir que no había visto nada. La falda quedó atrapada entre sus brazos al atajarla, era evidente que notó semejante desastre. Pero este enojo estaba más bien relacionado con vergüenza, pues el asunto iba mucho más allá de haberse visto expuesta en ropa interior: su torpeza acababa de quedar en evidencia frente a ojos de otro. Y hacer el ridículo de ese modo en una cita no le parecía nada elegante.

Sintió los dedos de Skyle sobre los suyos y escuchó los singulares quejidos que escapaban de sus labios sin que él pudiera controlarlo, pero de igual manera hizo caso omiso a todas esas señales. Estaba cegada por la idea de cubrirse. Incluso cuando el muchacho le pidió consideración con su propio cuerpo ella no entendió el mensaje y siguió acomodando su falda. Una vez estuvo todo en orden, quitó la mano de sus ojos y se incorporó sobre su cuerpo. Las palmas de las manos de Mine fueron a parar al suelo, pudiendo así utilizarlas como soporte para mirar al chico directamente a los ojos, a una distancia peligrosa.

Su rodilla seguía clavada en el mismo molesto lugar.

— Estoy bien... ¿Qué hay de ti? — Preguntó con un tono aparentemente tranquilo. Estaba molesta, pero no quería hacerlo tan obvio. Más que mal, su caída había sido amortiguada gracias a él. — Tienes... Una expresión curiosa... — comentó después de examinarlo un rato: las mejillas coloradas, la mirada vidriosa, una expresión pura de temor e inocencia...

Me recuerda a mi hermano... Cuando... Nosotros...

Un pensamiento sucio se coló en su mente, provocando que Mine diera un respingo y se apartara de golpe. Mientras el rubor volvía a colorarle la piel, esta vez por clara excitación, la joven pianista se enderezó y se sentó de rodillas junto al chico, abandonando todo contacto físico.

— Ya está, arruinaste nuestra cita. ¿Estás feliz? — Anunció al fin, frunciendo el ceño y dirigiéndole una mirada llena de hastío. Estando los dos en el suelo, Mine se cruzó de brazos como si fuera a escribir una queja al respecto. — Supongo que sabes cuál es la única forma de solucionar esto... Si no lo haces, no te perdonaré.

Incluso cuando ella retiró la mano de sus ojos, el muchacho mantuvo las suyas cubriéndose el rostro porque era imposible para él encarar a la chica, no al menos con todo lo que estaba pasando.

- Y-yo.... Ngh... ¡Tu rodilla...!- Exclamó ante la pregunta apenas separando los dedos para poder mirarla, incapaz de decir de forma exacta cual era su problema, pero a la vez dando a entender lo incómodo y urgido que estaba. Como la chica se apartó de forma abrupta imaginó que de alguna forma le había entendido.

-G-graci.... ¡¿AH?!- No pudo evitar cuestionar la declaración de ella con evidente sorpresa. El chico estaba perplejo ante la culpa que según ella él tenía. Si bien había tenido ese pequeño descuido en su equilibrio que los llevó a ambos al suelo ¿en qué momento él había arruinado derechamente la cita...?

Qué imbécil
¿Qué hice?
¡A saber...!
¿Qué se supone que haga?
¡A SABER!

-P-pues... ¿Lo lamento...? ¡Mucho! - Cerró los ojos y se encogió un poco de hombros sin saber de qué otra manera podía disculparse por el pequeño percance. Ni siquiera atinaba a moverse de donde estaba porque por nada del mundo quería que ella se molestara incluso más.

¿Qué pasaba si decidía finalmente no ir a la azotea? Su erróneo concepto de cita estaba pendiendo de un hilo.

¿Qué le pasaba a ese chico? ¿Acaso no comprendía la situación? Una disculpa no sería suficiente para conseguir su perdón, mucho menos para recuperar la cita. No soportaba verlo tan confundido. La rabia empezaba a nublar su juicio, a provocarle una fuerte presión bajo la mandíbula que la llevó a mostrar los dientes por un segundo. Un gesto salvaje y nada atractivo.

¿Por qué estaba pasando eso? ¿Por qué estaba siendo humillada otra vez? Si se suponía que había salido a divertirse... «La imperfección. Esta imperfección. Sí... Esto... ¡Esto! No lo soporto... »

— Bájate los pantalones — gruñó, manteniendo la postura impertérrita. La espalda recta, las rodillas juntas, el mentón en alza y la mirada clavada en Skyle. Todo estaba exactamente igual que hace unos momentos, salvo por algunos deslices gestuales que revelaban el estado emocional de Mine. — Quieres arreglar lo que arruinaste, ¿verdad? — Agregó sombría, conteniendo como podía el temblor de su labio inferior.

No estaba bromeando. Aquella orden estaba lejos de ser una juego entre dos adolescentes perdidos. Tampoco era una provocación. Era un castigo. Una compensación por lo sucedido. ¿Acaso Skyle no lo entendía? Mine se sentía sucia... Y no solo por lo que él había visto, sino por todo lo que aquél escenario provocaba en ella. Estímulo y repugnancia. Por contradictorio que pudiera parecer, su excitación no había disminuido en lo más mínimo y crecía de manera proporcional a su irascibilidad.

— Humíllate... Ahora... — musitó con suavidad. Aquella era la única forma de anular su propia humillación. Su denigrante ser imperfecto.

- ¡¿Que?! -
¡¿Que?!

La voz de skyle y zebra parecieron resonar al unísono ante tan descabellada órden, una sincronización de emociones que no pasaba muy seguido, por lo que el castaño demostró todavía más sorpresa al notar que ni siquiera zebra pudo contenerse en esa situación.

- ¡N-no! Quiero decir, sí, pero no así ¡y-yo...! -El muchacho comenzaba a entrar en pánico y es que claro que quería enmendar la situación, pero no encontraba ninguna lógica a lo que la muchacha estaba diciendo, no, la lógica no era el problema, sino más bien la forma. Él sabía que debía compensarla de alguna manera, pero no podía simplemente obedecer una orden como esa. No ahí.

¡¿Esa está loca o qué?!
Umh...
¡Ni se te ocurra hacerle caso!
Pero...
¡Llévala a la azotea!
Pero ella...
A la puta azotea Skyle.

-¡B-bien...! - Respondió mientras notaba como su cuerpo comenzaba a temblar involuntariamente y su rostro no podía encenderse más de la vergüenza. Su voz se entrecortaba con torpes tartamudeos y su mirada se mantenía gacha, como un niño pequeño al que están reprendiendo.

- H-haré lo que me dices, p-pero no aquí. - Antes de que la chica pudiese objetar, Skyle aceleró sus palabras para poder explicarse y de alguna forma poder persuadir a la muchacha que no dejaba de mirarle fiera.

-¡P-puede venir alguien en cualquier momento, ya hemos estado aquí mucho tiempo! Si nos pillan estaremos en problemas, pero si nos pillan h-haciendo lo que dices, será nuestro fin. En la azotea nadie podrá vernos y... ¡Y prometo hacer todo lo que quieras hasta que estés satisfecha! ¡Lo que sea! Pero por favor, vámonos de aquí.- Skyle miraba nervioso a su alrededor, temeroso de verdad de que en cualquier momento pudiese aparecer un guardia. No quería que nadie arruinara aquello, nadie, ni siquiera él mismo, por lo que sus palabras eran sin duda reales. No estaba intentando engañar a la chica, tampoco estaba obedeciendo a zebra. Simplemente todo lo que quería era llegar a la azotea.

-¿Por favor...?- Agregó dándole una mirada suplicante a la chica de rulos.

¿Eres imbécil o qué? No pienso ayudarte con esto.
Lo sé...

Escuchó la propuesta de Skyle hasta el final, reticente. La verdad, Mine creía que se negaría. Estaba preparada para armar un escándalo por ello, pero en lugar de eso él intentó ¿negociar? O eso parecía. Su nerviosismo saltaba a la vista: tenía los ojos brillosos y las mejillas coloradas, ¡y no era para menos! Ella misma sintió una emoción muy parecida minutos atrás, cuando sus interiores fueron expuestos por completo accidente ante los ojos del muchacho.

Apretó los dientes y los puños una vez él terminó de hablar. Ambos sabían muy bien que si alguien les atrapaba merodeando de noche en la escuela quien saldría perjudicado sería Skyle... Siempre y cuando el padre de Mine no estuviera al tanto de esa situación. En tal caso, el incidente podía afectar gravemente su integridad física y psicológica. Cualquiera en esa posición no hubiera hecho lo que la joven heredera hizo a continuación, y es que ella ya no estaba pensando de acuerdo a la lógica. Había dejado de hacerlo desde hacía mucho tiempo atrás...

— ¡No! ¡Se supone que en la azotea tendríamos nuestra cita! — Gritó descontrolada, perdiendo por completo los estribos y la paciencia. Se incorporó con dificultad del suelo, haciendo que su voz tuviese aún más presencia. — ¡No pienso continuar con eso si no pagas tu error! — Agregó mientras observaba a Skyle desde arriba, descuidando una vez más el largo de su falda y la perspectiva desde la cual el chico la estaba observando: una donde podía verle hasta el alma otra vez. — ¡Desvístete ya! ¡Con mirarte es suficiente!

Mine tomó a Skyle del brazo y estaba por lanzarse sobre él a terminar la labor que él parecía no querer cumplir, cuando, en el acto, escucharon los pasos de un tercero aproximarse a toda velocidad hacia su ubicación.

«Alguien viene.»

— De acuerdo. Me convenciste. Vamos ya — agregó luego de percatarse de lo estúpida que había sido al levantar la voz de esa manera. Solo esperaba que el muchacho se levantara rápido y la guiara lejos del guardia que estaba a punto de atraparlos.

-¡Y la tendremos! ¡Juro que la tendremos! - Replicaba el joven con la voz un poco más moderada, pero intentando hacerla entender que él quería exactamente lo mismo. Pero ella seguía sin querer escucharle, alzando cada vez más la voz. - ¡Shh! - Suplicaba con gesticulaciones desesperadas.

Cuando la joven intentó tomarlo a la fuerza él se resistió, pero en algún recóndito lugar de su cabeza  sintió el severo impulso de atrapar esos pequeños y finos labios en la palma de su mano para callar, por la fuerza, el escándalo que estaba montando.

Por un momento se sintió más Zebra que Skyle incluso si el otro ya no tenía ni siquiera la más mínima intención de actuar por él. Era altamente probable que sus acciones no hubiesen sido las esperadas de no ser por el repentino cambio de opinión de la chica que hizo que toda idea violenta de su cabeza se esfumara como el humo, como ellos mismos lo hicieron al instante siguiente de aquel lugar.

Skyle respondió instintivamente. Apenas tuvo la aprobación de Mine, se puso de pie en un brinco y tomando firmemente su muñeca la llevó corriendo por la parte trasera de los dormitorios. Era una ruta más larga de la que esperaba tomar, pero no tenía otra opción más que realizar aquella mini-maratón.

Corrió a toda velocidad como si aquella fuera la escena de alguna película, como jamás pensó ser capaz de correr aunque, efectivamente, lo era. Tras cruzar los dormitorios alcanzó el ala izquierda del gran edificio donde se impartían clases y no paró hasta llegar a una de las salas del primer piso, donde bien sabía que una de las ventanas tenía el seguro vencido. Con el corazón latiendo a dos mil por hora, se metió dentro de la sala y sin preguntas ni rodeos se giró hacia la chica de rulos y rodeó su cintura en una especie de abrazo que le ayudó a levantar su peso sin mayor esfuerzo y hacerla pasar hacia el salón, junto a él.

De inmediato cerró la ventana y corrió la cortina intentando hacer el menor ruido posible. Luego la arrastró hacia el otro extremo del salón donde, volviendo a rodearla con uno de sus brazos, esta vez sobre sus hombros, la obligó a agacharse junto a él bajo la ventana, siendo cubiertos por las pesadas cortinas.

-Por favor... Guarda silencio... - Jadeó exhausto mientras alzaba la mirada por sobre su cabeza, esperando ver pasar la silueta del guardia por fuera del edificio, rogando por que este no supiera de aquella ventana en mal estado. Skyle fue incapaz de discernir por completo lo que acababa de hacer, lo ágil y rápido que había sido, lo poco "Skyle" que estaba siendo. Entonces su mirada bajó de la ventana y se clavó directamente en los ojos de la chica. Ya no eran ojos suplicantes, y aunque no eran amenazantes, sí resultaban ser una clara orden de que, sin dudas, esta vez debía hacerle caso.

Reprimió un chillido cuando Skyle tomó su muñeca y le instó a correr. Hizo lo posible por seguirle el paso pero, como ya había quedado demostrado antes, la joven heredera no contaba ni con la agilidad ni con la destreza del muchacho, cualidades que no creyó encontrar en una persona tan introvertida como él. Se tropezó reiteradas veces mientras intentaba avanzar tan rápido como Skyle, pero la posibilidad de ser atrapados la tenía en un estado adrenalínico que le impedía detenerse. Cuando lo hicieron, sintió que al fin volvía a respirar.

Pero su alivio no duró mucho.

Skyle le tomó de la cintura sin su autorización y literalmente la lanzó hacia el interior de una ventana averiada, la cual le llevaría a una de las instalaciones de la academia. La muchacha dejó escapar un alarido al momento de caer de rodillas sobre la baldosa de lo que parecía ser una sala de música. Al echar un breve vistazo hacia el interior de la fachada distinguió unos cuantos instrumentos, algunas sillas agrupadas en círculo y una pizarra. Antes de poder hacer cualquier pregunta o comentario el estudiante la rodeó con un brazo y la forzó a mantenerse agachada junto a él.

Y a pesar de que todo ese ajetreo había sido su culpa, Mine frunció el ceño y le observó insatisfecha. Quería quejarse. Estaba a punto de hacerlo. Sin embargo, Skyle le pidió silencio con un gesto simple: una mirada. Al no identificar atisbo de duda o temor en sus ojos, ella obedeció. Lucía firme y compenetrado en su nuevo objetivo, tanto que contuvo la respiración. ¿Qué estaba pasando con el chico que le acompañó durante todo ese trayecto? Creía haber visto lo voluble que era, creía haber captado su nivel de inseguridad... Pero lo que ahora él le mostraba era una faceta completamente distinta.

De un momento a otro, Mine ya no estaba pensando en las consecuencias de ser atrapados ni en lo mal educado que había sido el muchacho en los últimos minutos. Pensaba en la cita. En lo bien que podrían pasarla juntos en la azotea, comiendo fideos instantáneos como dos adolescentes normales.

«Incluso... Si lo pienso... Esto es un poco...»

Mantuvo la mirada fija en el chico, aún cuando el guardia de seguridad estaba pasando justo por ahí. Solo un muro les separaba de ser descubiertos. Ella no sopesó en sus acciones, solo se dejó llevar. Con lentitud tomó a Skyle del rostro, sirviéndose de ambas manos para sostener su mandíbula en caso de que se resistiera. Sería divertido que lo hiciera. Quería verlo intentándolo, arriesgándose a ser descubierto. Con la excitación golpeando fuertemente su corazón, Mine depositó un suave beso en los labios ajenos, atraída por el peligro y por la "romántica" idea de la huida. Un gesto absurdo y sumamente inoportuno.

En el preciso momento en que las manos de la chica tocaron su rostro tuvo la premonición de lo que a continuación sucedería, o quizás la premonición fue de zebra, después de todo Skyle no tenía conciencia de haber dado un beso antes.

Espera.

En su mente resonó esa palabra sin autor aparente ¿Quién se supone que era el que estaba despierto en ese momento? Ni siquiera Skyle mismo alcanzaba a entenderlo, pero si no era él ¿Quién era?

Todo análisis se difuminó de su cabeza ante la suavidad de los labios ajenos que topaba con sus labios resecos. La sorpresa fue solo una parte de las emociones que se concentraron en él en ese momento. Se podía decir que estaba asustado, nervioso pues podía escuchar los pasos del guardia del otro lado de la ventana y su silueta a contraluz se reflejaba en la cortina, pero también compartía aquella excitación particular de estar por primera vez envuelto en una situación de esa índole.

- Ngh... - Se inclinó un poco hacia atrás ante el peso de la chica que se había adelantado hacia él. Para no perder el equilibrio y terminar moviendo las cortinas que delatarían su posición, sostuvo el peso de ambos con su brazos.

La situación no le dio tiempo a rechazo o más bien Skyle no sintió la necesidad de apartarla, por el contrario, se encontraba sumergido en el mismo estado que ella. Con las mejillas ardiendo y el corazón latiendole a mil el castaño correspondió aquel suave beso con un ligero movimiento hacia ella. No había nada más que un roce de sus labios, un beso casi inocente, inexperto o al menos así fue en un inicio.

No tardó mucho en darse cuenta que no solo sus mejillas estaban reaccionando al acaloramiento del momento, sino también su masculinidad, lo que le hizo dar un leve brinco apenas se percató de su problema. Tembloroso se separó, pero solo unos centímetros sin buscar apartarla del todo, solo moviendose lo suficiente como para tomar una bocanada de aire, pues había contenido la respiración por todo ese tiempo sin siquiera darse cuenta.

Jadeó suavemente procurando mantener su respiración lo menos audible posible, aunque el guardia ya había pasado la ventana, nada les garantizaba que se había alejado lo suficiente como para que pudieran volver a hablar, pero ¿qué se supone que podía decir en una situación como esa? No, no había nada que decir en verdad, la mirada del muchacho y su estado general eran claros como para tener necesidad de ser complementados con meras palabras.

Su rostro estaba sonrojado, su respiración jadeante, sus labios temblorosos y en contraste a todo ello, su mirada se había vuelto un inesperadamente encendida, excitada, intoxicada con la situación como si acabase de consumir alguna clase de droga muy fuerte.

¿Así era el efecto de los besos? ¿Así eran las citas?

Heh~ Algo así.

La sombra del guardia se traslucía desde la ventana. Ambos la vieron pasar sin olvidarse de su presencia, aun encontrándose en una situación tan confusa como la que atravesaban en ese momento. La muchacha sintió un suave hormigueo quemándole la boca del estómago cuando notó que Skyle estaba correspondiendo su beso. Las rodillas le empezaron a temblar momentos antes de recargarse desconsideradamente sobre él. Ambos contenían la respiración.

«¿Qué estoy haciendo?»
«¡Nos pueden atrapar!»


Intentó moverse lo menos posible cuando sus labios se separaron. Nada le garantizaba que el nochero no estuviera rondando en las cercanías, por lo que se limitó a observar al muchacho a muy corta distancia, desorientada con respecto a sus propias acciones y deseos. ¿Realmente quería adelantarse a la cita de esa manera? «Sí.» Pero ¿y los planes? «Esto es lo que quiero. No me importan los planes.» Por primera vez estaba sintiendo la emoción de encontrarse en una cita... Aunque aquél sentimiento tan confuso tal vez estuviera relacionado al excitante peligro de ser descubiertos. No lo sabía. Y, definitivamente, no era el mejor momento para averiguarlo.

Sostuvo la mirada en el rostro ajeno, analizando sus facciones con atención, miedosa de romper aquella silenciosa complicidad. Pasaron alrededor de dos minutos en los que Mine se mantuvo quieta, esperando alguna reacción de su acompañante o de su perseguidor. Creyendo que había transcurrido suficiente tiempo, desvió la vista hacia la ventana y se inclinó hacia adelante, buscando mayor perspectiva. Mantuvo la distancia entre su cuerpo y la cortina traslúcida para no moverla, pero el cambio de posición le hizo sujetar a Skyle de los hombros mientras estiraba su cuello para ver por sobre su hombro y el umbral.

De esta forma, consiguió ver hacia el exterior.

— Se ha ido... Es nuestra oportunidad — susurró al muchacho con suavidad, haciendo como si nada de lo anterior hubiese ocurrido.

Tan sumergido estaba en su estado de dulce intoxicación que no notó cómo la muchacha se movía hacia adelante sino hasta que ella estuvo directamente sobre él, afirmándose de sus hombros.

- A-ah... - Exclamó apenas, todavía intentando contener el peso de ambos, pero el verdadero culpable de su exclamación había sido el roce entre ambos, pues su problema real era la erección involuntaria que ese beso le había provocado.

Vaya. Felicidades. Bienvenido a tu tardía pubertad.

La burla que su propia cabeza le daba solo acrecentaba más la vergüenza que sentía. Vergüenza que se mezclaba con el temor de ser descubierto y malinterpretado por la joven que ahora le dirigía la palabra como si nada acabase de ocurrir.

¿Acaso había alucinado con aquel beso?

Su mirada confundida, avergonzada, excitada y necesitada miró suplicante a las orbes de la chica.

- ¿P- podemos esperar un poco? - Intentaba respirar lo más suave que podía, intentaba no rozar el cuerpo de la chica, pero su cuerpo temblaba y la incomodidad de su entrepierna solo crecía. - Solo para estar... seguros. - Agregó rogando por que Mine no notara su problema y accediera de buena manera a la espera prudente.

- No quiero que nos atrapen... De verdad quiero esta cita. - Murmuró como si estuviese rogándole, a Mine o alguna deidad.

En contra de lo previsto, Skyle le pidió esperar un poco más para asegurarse de no ser descubiertos. La muchacha se deslizó a su altura y frunció el ceño, demostrando abiertamente su disgusto ante la idea. ¿Qué ganarían esperando? ¡El guardia ya no estaba! Incluso, si se quedaban más tiempo en esa sala existía la posibilidad de que el hombre decidiera registrar el interior del establecimiento para descartar cualquier sospecha. De ser el caso, no tendrían escapatoria.

— ¿Eh? ¡Qué aburrido! — Repuso Mine con un tono quejumbroso e infantil. Estaba segura de que una parte de Skyle odiaba lo obstinada que podía llegar ser, y no había mejor forma de fastidiarlo que acentuar esas reacciones. Le estaba provocando con una sutileza impensada para una niña como ella, fuera de sus cabales y sobre medicada. — Pero está bien... Yo tampoco quiero que nos atrapen... Después de todo, es mi primera cita... — confesó con auténtica timidez.

Sí, Lucien y ella habían compartido incontables momentos a solas gracias a sus clases particulares pero nunca habían salido juntos en ese plan. Mine tampoco tenía amigos ni pretendientes —salvo su hermano, si es que podía considerarse— por lo que aquella actividad tan común para los adolescentes era completamente desconocida para ella. Su conocimiento al respecto estaba íntimamente ligado a las series de televisión y los libros que solía leer de pequeña.

Solo entonces prestó atención al semblante del muchacho. Algo no andaba bien, pero ni siquiera ella supo adivinar de qué se trataba. Estaba mucho más nervioso de lo normal y sus ojos brillaban de una manera singular. Había visto esa mirada antes en su hermano...

«¿Podría ser...?» Pensó un momento, bajando involuntariamente la vista hacia la zona baja del cuerpo del chico. No estaba segura si se trataba de eso... Pero...

— ¿Oye? — Mine le llamó con voz suave, invitándolo a mirarla a la cara. La proximidad entre ambos volvía a ser un peligro. Estaban expectantes al momento correcto para subir a la azotea, ¿no? Es decir, estaban aburridos. «El aburrimiento no es bueno para las citas.» Con esto en mente, y conducida por las sensaciones que aún no abandonaban su cuerpo, volvió a buscar los labios de Skyle. — No pasa nada. Solo abre más la boca esta vez — le advirtió momentos antes de rodear su cuello con ambos brazos y besarlo otra vez, esta vez con mayor intensidad.

-¡P-pero…!- Alcanzó a murmurar ante la casi negativa a su petición, pudiendo mostrar algo de pánico en el rostro frente a la posibilidad de tener que ponerse de pie en ese preciso momento, pues quedaría al descubierto el bulto en su pantalón, pero en contra de lo previsto, la joven terminó por aceptar la espera, confesando que aquella también era su primera vez.

Ja ¿Enserio?

El castaño prefirió entonces mirar a otro lado, con la ingenua esperanza de que la joven se quitara de encima. Con algo de fuerza de voluntad y distracción mental podría encargarse de su creciente problema o eso suponía, pero ahí continuaba ella, sobre él, llamándolo nuevamente para obligarlo a encontrar miradas otra vez. Si Skyle tuviese una manera de ver su propia expresión en ese momento, se avergonzaría tanto que incluso sería capaz de ausentarse a clases por varios días, sabiendo que la muchacha ni siquiera era su compañera.

La cercanía entre ambos volvió a ser imprudente y los temblores en el cuerpo del muchacho mucho más evidentes. Los colores volvieron a encenderse en su rostro y sus ojos se volvieron más llorosos que antes.

No quiero… No quiero…
Anda ¿Por qué no? Se sintió bastante bien la primera vez ¿No?
Esto es peligroso….
¿Y? Esto es una cita Skyle~ Es lo normal.
¿Normal? ¿Esto es normal? Entonces… ¿Esto está bien? ¿Puedo hacer esto…?
Jaja ¡Qué adorable resultas ser a veces!

-N-nwo… - Murmuró con una voz derretida, sin darse cuenta de que ya tenía abierta la boca incluso antes de responder. Si la chica se hubiese tardado más en encontrar sus labios posiblemente un hilo de saliva hubiese caído de sus labios.

Al haber nuevamente contacto entre sus labios, esta vez mucho más intenso, el muchacho sintió una corriente eléctrica subir por su espina dorsal. Aunque al comienzo del beso él no atinaba a nada más que aguantar su respiración y mantener la boca abierta obediente a la instrucción de la muchacha, poco a poco la sensación de querer más le comenzó a nublar el pensamiento. Torpe y ansioso el chico respondió al estímulo incluso si le valieron un par de choques de dientes, siempre guiado por los movimientos de ella. Buscó reiteradamente el contacto de su lengua y al conseguir algo más que un roce entre ellas no pudo evitar ese hormigueo inesperado y molesto en su abdomen bajo, haciéndolo consciente de que su condición solo había empeorado con ese nuevo contacto.

-E-espera… - Interrumpió con gran esfuerzo aquel beso, pero era difícil dejar algo que lo hacía sentir tan bien, mucho mejor que sus medicamentos. Tuvo que hacer uso de una de sus manos para apartar gentilmente por unos instantes a la chica o se terminaría ahogando. Claro que al hacerlo no calculó que tendría que soportar todo el peso con el brazo que quedaba, el que de por sí ya estaba un poco acalambrado. En aquel mismo instante sus fuerzas cedieron y terminó golpeándose la espalda y la cabeza en el suelo, aunque al no ser mucha la distancia que quedaba con este, el ruido que provocó la caída fue mínimo.

- O-ouch… -Se llevó la mano culpable a la nuca, seguro aparecería un chichón en el lugar para la mañana, pero eso no era importante en esos momentos. Su respiración seguía agitada, al estar recostado en el suelo, el movimiento de su tórax era mucho más notorio.

- Ah… Yo… no podía respirar… -Explicó el por qué de su acción con el rostro compungido. Vergüenza, excitación, miedo, ansiedad, deseo, inocencia y hambre de más. Todo eso se podía evidenciar en el rostro del adolescente que apenas era iluminado por la luz exterior, de la luna o de los focos del patio, que se filtraba por entre las cortinas.

En un principio, aún con ambas bocas abiertas, Mine besó suavemente los labios del muchacho sin recurrir a su lengua. Repitió la acción unas cuantas veces mientras ambos se adaptaban al ritmo del otro y se saboreaban, curiosos. Transcurridos unos segundos profundizó el beso sin ascos ni vergüenza, evidenciando su ansiedad. La inexperiencia de Skyle resultó clara cuando sus dientes chocaron y sus lenguas revolotearon sin coordinación una sobre la otra. Aún así, todo le resultaba agradable. La inocencia con la que el chico le besaba despertaba en ella el oscuro deseo de seguir avanzando.

«Más... Quiero más...» pensó deseosa momentos antes de que Skyle detuviera la acción y se golpeara contra el muro, moviendo, en consecuencia, las cortinas traslúcidas de la ventana adyacente. La muchacha se asustó con el movimiento, no solo por la posibilidad de ser descubiertos a raíz de él, sino porque ahora estaba literalmente encima de Skyle. Si Mine hubiera visto su semblante —completamente ruborizado, necesitado y jadeante— seguramente se habría retractado por exponer de ese modo sus intenciones, impensadas en una señorita de su talle. Si existiera una manera correcta de describirla, era como una muñeca gobernada por la indecencia de sus pensamientos.

Mine se sentó a horcajadas sobre el muchacho, a quien observó con intensidad momentos antes de guiar una de sus manos hacia uno de sus senos.

— Skyle... Te necesito... — murmuró con un hilo de voz, suplicándole con la mirada.

Pero antes de poder hacer cualquier sugerencia, la joven heredera oyó el sonido de una puerta a lo lejos y se volteó de forma abrupta.

«El guardia.»

— ¡Tenemos que salir de aquí! — Se interrumpió a sí misma con voz decidida mientras se incorporaba y tomaba a Skyle del brazo, instándolo a ponerse de pie. Su cambio de actitud era tan radical que no le sorprendería nada si el muchacho no lograba procesar la orden. — Anda, levántate — le presionó mientras tiraba de su brazo. En ese momento, por mera coincidencia, Mine notó la erección que se alzaba ligeramente sobre el pantalón de su acompañante. Ver aquello le distrajo un momento, incluso logró acentuar el rubor en sus mejillas, pero sus prioridades estaban en otra parte: — ¿Por dónde se va a la azotea? — Preguntó con urgencia.