¿Quisieras ir conmigo?[Mine]

Había pasado ya casi un mes desde que no le había visto...y no era para menos, no tenía cara para ello.

Dante y Beth DuMort, dos personajes que nunca había pensado se volverían una droga y un placebo...uno, por su parte era el catalizador a lo que más negaba, la pasión carnal y la abstinencia a la misma, al no desear otro cuerpo, al no querer aceptar mi lado más humano y básico, la carne, la lujuria.
Beth, por otro lado...era el lago helado, profundo y oscuro donde cada una de mis malas acciones eran devoradas, un transporte al vació y al olvido de mi propia existencia...un amante? no...era más allá de eso...era la paz sobrenatural que necesitaba, que aunque no quisiera Mine no podía darme, por que Mine era eso...un humano incapaz de sostener tanto de mi...

Dubitativo luego de tantos acontecimientos en una sola noche había estado inmerso en el trabajo de la obra durante días, algunos solo tomando el té...otras veces cenando muy poco, intentando olvidar la propia culpa de que había engañado a la mujer con la que había jurado estar, a la preciosa y quebradiza alma que con fuerza me quería dar su vida...si, sin exagerar su vida por mi...por aceptarme.

Ah...-estaba algo cansado, no era para menos, estaba solo y aunque Beth me había dado un extraño lapsus de paz con aquel pacto bajo la gran luna llena, la culpa era siempre lo que más me llenaba,  siempre...desde los 10 años que la culpa era como una daga oxidada, todo por culpa de eso mismo...una daga que atravesó la carne de mi amada madre,y más aún era por eso...la insaciables ganas de tomar el cuerpo de Mine y envolverlo entre mis brazos por tener el temor de perderle, de generar su muerte como lo había hecho con mi madre-ah~...- sostener sus frondosos rizos y decirme a mi mismo que ella estaba allí, que no desaparecería, era lo que realmente quería. Pero...había algo que me dejaba también en cierto grado de preocupación y no era necesariamente Beth o Dante, o inclusive mi hermana Lucia...era la familia Sagan.

Conocía bastante la situación de Mine, por mi parte no habría ningún problema en tenerla como novia pero...¿Qué pensaría el señor Sagan de aquello?¿Aceptaría que el profesor de piano de su hija, aun cuando fuese de una buena familia estuviese ligado a su primogénita que no había terminado si quiera de empezar su carrera como pianista?. Eran muchas cosas las que complicaban esta relación y por lo mismo decidí darme un respiro, darle un respiro a ella...como lo había hecho Mine a mi cansada alma aquel día en la habitación blanca.

Era el día libre en la academia, Domingo por la mañana, me arreglé y fui al mirador de la ciudad con un maletín de cuero donde tenía cada una de mis partituras que estaba componiendo para la obra escolar, estaba desde las 9 de la mañana allí, cuando dieron las 9:30 tomé mi teléfono y comencé a llamar.

Lista de contactos...Mine- comenzó a sonar el tono de llamada, mientras esperaba abrí el maletín sacando algunas partituras y un bolígrafo-Buenos días señorita Sagan, está usted ocupada? quisiera tener una cita con usted, si no es mucha la molestia-mi tono de voz era calmado, pero algo más afectuoso que de costumbre,sonreí un poco cuando escuché su voz-...ha pasado tiempo...desde que no nos vemos, se que es algo apresurado, pero quiero verte, es posible?

Al parecer no era yo el que esperabas que te llamase-escuchando su voz sobresaltarse con una risa nerviosa solté una suave risa, como siempre elegante- Ciertamente pensaste que era alguien más, pero está bien.

Para mi fortuna estaba libre-En este momento me encuentro en el mirador de la ciudad, en la parte más alta. Estaré esperando aquí en las bancas, Mine. Nos vemos, ten cuidado en el camino.

Miré la pantalla del artefacto con cierto grado de preocupación ¿Estaba bien esto? no sabía a ciencia cierta si el mayordomo de los Sagan era alguien que no le informara al padre de Mine las cosas que hacía...era un arma de doble filo, pero...si no había sucedido absolutamente nada al ir a la casona Luarent al parecer no debía preocuparme. De cualquier forma sería precavido.

Me di el tiempo gracias al viaje de Mine de pensar sobre si decirle la verdad o no ¿Estaba bien el hecho de decirlo antes de la fiesta? de arruinar la felicidad de esta muchacha a penas había comenzado-ah...-suspire toscamente de nuevo viendo las partituras sobre mi regazo-...No, no puedo, si por mi culpa llegase a pasarle algo...yo-y en ese momento me percaté de que realmente era demasiado doloroso pensar de esa forma, lo sentí dentro de mi pecho.

Tsk...en que momento se me hizo tan necesaria- Lo sabía, aun a pesar de que este "amor" era enfermizo, era "amor", del más bajo, del más asqueroso, pero...ella era importante. Claro, Mine para mi era un objeto de posesión, de deseo y gracias al pacto que habías hecho podía mantenerme aquí, en la tierra, atado a algo, y poder sentirme necesitado pero...¿Porque la idea de que desapareciera era tan abrumadora?...acaso era tan importante, mucho más de lo que planeaba?.

Escuché su voz al llegar, no la vi enseguida. Tomé las partituras y las dejé a un lado- Bienvenida, llegaste muy pronto-giré el rostro primero para verla, allí estaba con sus usuales rizos naranjas y aquel rostro agraciado.

Me levanté de allí para notar si el mayordomo le seguía, si estabamos solos- Lamento llamarte tan de improvisto, buenos días...-sonreí suavemente, un lado de mi casi incomprendido hasta por mi propia mente se alegraba de verla, y por una parte se alegraba de que pudiese verme ahora más tranquilo, no cuando estaba en mi tope de estres. Estaba casado, era cierto, quizás en mi rostro se notaba pero...al menos el encuentro de Dante y Beth me ayudaban en esta situación a no tomarla y destruirla...de no actuar como un animal. Ahora podía verla, era el Lucien que ella "conocía".

Frunció el ceño al oírle disculparse, indignada. ¿Por qué hacía eso? ¿Acaso no sabía lo ansiosa que se ponía cada vez que él le hablaba? ¡Y ahora no lo estaba haciendo por obligación, sino por voluntad propia! ¡Estaba tan feliz que su corazón podía salirse en cualquier momento! ¡¿Qué clase de comentario era ese?!

– ¡No, no, no! ¡Si eres tú no hay problema! – Replicó de inmediato, ciñendo sus puños ante ella de manera que podía realzar su punto, cualquiera que no le conociera podría incluso creer que estaba enfadada. No importaba si la llamaba en la madrugada o en pleno trabajo... ¡Ella le contestaría! No verbalizó en palabras aquél pensamiento pero el brillo en sus ojos era suficiente para dar cuenta de él.

Los pasos de Mine se detuvieron a una distancia prudente, a sabiendas que Charles tardaría un poco en darle la vuelta al auto y marcharse. No sabía cuánto tardaría su charla con Lucien pero lo mejor era prevenir, aún si su mayordomo era una persona de confianza no quería sentir su mirada encima mientras hablaba con el que antes sólo era su profesor de piano.

Nuestra relación ha cambiado... Desde ese día...

La expresión antes efusiva se disolvió ante el recuerdo. Mine le observó con los labios deliberadamente separados y la mente perdida, atrayendo a sí las imágenes de lo ocurrido en su habitación. No conseguía asimilarlo desde entonces, no hasta tenerle frente suyo, con esa actitud escueta y sofisticada. Lucien y ella eran pareja, ¿verdad? Entonces... ¿Por qué veía que nuevos muros acababan de alzarse entre ellos?

El peso de la incertidumbre era algo que Mine difícilmente podía tolerar, pero no tenía razón alguna para sentirlo. Por el contrario, Lucien se encontraba ante ella, sano, estable y representando la perfección que ella tanto anhelaba poseer. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios a medio maquillar.

Estoy asustada.

– Me... Me alegra que llamaras... Te extrañaba... – musitó sin pensar. En ningún momento apartó la mirada de él, pese al abrupto cambio de expresiones. Estaba profundamente feliz de verle otra vez, eso era lo importante, no tenía por qué detenerse en pensamientos infructuosos. Mientras él estuviera allí todo estaba bien.

Los gestos de Mine eran un libro abierto para mi, ¿realmente trataba de disimularlos o sólo estaba "escondiendo" lo que quería decir para llamar la atención?- Claro, si soy yo no hay problema...verdad~me contestarás, sería una pena si no lo hicieras.-le sonreí de medio lado con cierta malicia, a sabiendas que aquellas palabras eran algo pedantes. Ciertamente estaba intentando no acercarme al notar que ella tampoco lo hacía y la razón era completamente aceptable el mayordomo aun se encontraba allí pues sentía su presencia en el auto a la lejanía, no podía hacer mucho hasta que se fuese.

Por alguna extraña razón su rostro cambió de expresión de un segundo a otro, por un momento pensé que era posible que estuviese recordando algo, que la estuviese perdiendo en algún extraño sentimiento o caudal de memorias.


*No permitiré que sigas maquinando tanto en tu cabeza, yo no estoy permitiéndome pensar en aquella persona, no te permitas si quiera alejarte de aquí si me tienes al frente...*

Suspiré luego de un rato- muy bien, ya se fue- dije rectificando que la presencia del hombre que cuidaba a Mine se retiraba del lugar. Me relajé por lo mismo y me incliné a ella ladeando la cabeza-

Qué es ese rostro? Puede ser que estés molesta por algo y estás tratando de llamar mi atención con esa cara?-ladee el rostro con los ojos entrecerrados mirándola fijamente manteniendo aquella sonrisa, Mine era de las pocas personas que me veía de esa forma. Ella debía verme de esa forma...después de todo me había aceptado, ya daba lo mismo si mostraba mi faceta más burlona ¿cierto?...¿cierto?

No sueles mirarme de esa forma tan seguido, parece que estás molesta conmigo-solté una pequeña risa muda relajando la comisura de mis labios- Lamento no haber saludado como corresponde-le tomé del rostro y lo acerqué a mi, besando sus labios. No quería aceptarlo, pero extrañaba esos suaves y pequeños labios de Mine, eran muy distintos a los que había probado antes, me llenaban de una sensación de necesidad y gustaba de sentirla, me ayudaba a olvidar a Lucia.

Buenos días, Mine...-besé su mejilla y comencé a caminar a la banca en la cual antes me encontraba, tampoco era que me fuese a acercar de un momento a otro a abrazarla, no era tan demostrativo, aunque...era una cita.


En la banca aún se encontraban la partituras sobre ella, desplegadas pero con cierto orden- Estaba trabajando un poco, no he parado en días y por lo mismo no he podido llamarte, en ese sentido si debo pedirte disculpas- aun sentía culpa al verla, no podía negarlo, estaba siendo egoísta tratando de mantener una conversación tan cotidiana siendo que la había engañado- ¿El trabajo en Merveilles a ido bien? Parecía por teléfono que estabas algo cansada o estresada-aparté los papeles para hacerle un espacio y me senté esperando que ella también lo hiciera.

No estaba en lo absoluto acostumbrada al humor de Lucien, por lo que simplemente guardó silencio y sonrió con dulzura. Respondería, siempre lo haría, escucharía atentamente todas sus demandas y obedecería... No por nada era su muñeca, suya y de nadie más. Por más enfermiza que pareciera esta certeza, este permiso de poder permanecer a su lado le llenaba de seguridad y alegría. Era su destino, una decisión que había tomado por cuenta propia.

Charles se retiró y la rigidez que dominaba ambos cuerpos se disipó. Mine dejó escapar un suspiro de alivio momentos antes de notar el repentino acercamiento de Lucien. Contuvo la respiración al escucharle, extrañada por aquél inusual halo de ¿paranoia? No, no, él no podía insegurizarse. ¿No había sido ella bastante clara al afirmar que le extrañaba? ¿O necesitaba escuchar de sus propios labios que todo estaba bien, que le pertenecía y que la distancia no destruiría el vínculo que sostenían?

El hormigueo que solía torturarle el estómago cada vez que se veían estaba haciendo presencia, no sabía exactamente qué decir ni qué clase de expresión poner. ¿Qué estarían viendo sus ojos en ella? ¿Cómo excusarse de lo desconocido?

– ¡Claro que no! ¿Por qué lo estaría...? – Sólo reaccionó ante la suposición de que estaba molesta, pero no consiguió decir nada más. Los labios de Lucien le silenciaron de improviso, atrapándola, contaminando la ingenuidad de sus pensamientos con esa oscura presencia. – Bu... Buenos días... – musitó embobada, recibiendo tímidamente un segundo beso, esta vez en la mejilla.

Mine desvió la mirada y se llevó el dorso de la mano a los labios mientras Lucien redirigía su paso hacia la banca. El corazón le golpeaba con fuerza y la sensación de nerviosismo le cuajaba por dentro. ¡¿Qué me sucede?! ¡Ni que fuera mi primer beso! Se reprochó en su fuero interno, temblando por los nervios. Esperó a que sus acaloradas mejillas dejasen de hervir, recuperó el aliento y se sentó en el espacio disponible que Lucien apartaba para ella.

– ¿Eh? Ah... Eso... – Los expresivos gestos de Mine se apagaron al recordar su altercado en el trabajo, pero no sacaba nada con mentirle o inventar una historia para desviar el tema. Aunque le costara, sería sincera. – Mi representante dejó la ciudad y deshizo nuestro contrato por razones de fuerza mayor – relató, manteniéndose derecha, con las piernas muy juntas y las manos situadas sobre la falda. Una postura elegante, como siempre. – Estoy en una situación complicada, el sello cuenta con un número limitado de personal y no todos los artistas tienen la oportunidad de surgir, aún perteneciendo a la institución – le explicó, dejando escapar un suave suspiro. – Un profesional calificado debe ser selectivo, supongo.

Ciertamente es una situación complicada, pero debes mantenerte tranquila querida, piénsalo de esta forma-acomodé un poco mi cabello y mis piernas- Eres una chica con gran talento en el piano, independiente de mis preferencias sobre las interpretaciones, de gran belleza y porte delicado, de buena familia, atraes la atención por donde se mire, a Merveilles no le beneficiaría perder a una figura como la tuya-deslicé mis dedos por las delgadas hebras de mi cabello y sonreí- creeme que esto lo digo de la mirada más profesional que pueda, no porque seas mi novia. No me gustará sonar con favoritismos estando al lado de una profesional. dije bromeando un poco.

Considerando eso...-extendí mi mano hacia su rostro para mirarlo detenidamente, mi pulgar comenzó a desnudar el rastro de maquillaje de sus labios, suavemente- Si sigues con una buena imagen y trabajo en el sello muy pronto podrías estar libre de tu padre Mine, toma esto como una llave para librarte de sus amarras- La miré a los ojos- Cuando estaba dentro de sus dominios no podía mentalizarme bien...y ahora que estoy ligado a ti muchas cosas se han venido a mi cabeza, se han aclarado un poco-respiré un momento, con el semblante calmo pero más serio-Si soy sincero estoy un poco preocupado por nuestros encuentros, si bien soy de una buena familia aun sigo siendo visto como "el chico que enseñaba piano a mi hija" y es más que certero asumir que comenzarán a sospechar de nuestra cercanía que ahora nada la une...ya sabes...no soy tu profesor de piano, ahora tenemos una relación distinta y tu padre no sé si la apoye, por lo mismo, necesitamos de tu esfuerzo en el sello y el mio en la escuela para acaparar atención he independizar nuestras acciones, no quiero que otra persona tenga algún tipo de dominio sobre ti y no me deje verte cuando así lo deseara, por muy egoísta que eso suene.

-solté su rostro con suma fineza, deslizando mis dedos por sus rasgos, se detuvieron en uno de sus rizos, tocándolos- No conozco más allá de asuntos netamente profesionales a tu padre y deseo no tener que esconderme de alguien si serás mi pareja, lo sabes ¿verdad? -levanté de nuevo la vista a sus ojos- voy siempre enserio, sobre todo en este asunto.

¿Le estaba halagando? Las mejillas de Mine, usualmente níveas, se ruborizaron un poco al escucharle. Pero cuando escuchó la palabra novia algo en su cerebro hizo una especie de corto circuito, como si los niveles de felicidad se elevaran a tal punto que resultaba inconcebible asirse a la realidad. Desvió la mirada y realizó un frunce con los labios, gesto que esperaba pasara desapercibido. ¡No era usual que él dijera cosas bonitas sobre ella! ¡Parecía un sueño!

Poco y nada le importaba la aprobación del sello al lado de la opinión de Lucien, pero no era algo que pudiera exteriorizar así como así. Seguro le tildaría de inmadura y dependiente, aunque no era un secreto para ninguno de los dos que tales apelativos le venían como anillo al dedo. Bastaba con recordar la época donde le perseguía, haciendo uso de todos los recursos a su disposición para no perderle el rastro.

La intimidad entre ambos se había reducido notoriamente desde el encuentro en la habitación blanca, tal vez era por ese mismo motivo que Mine había dejado esas costumbres enfermizas. Incluso había dejado en paz a Lucia, a quien asumía como el verdadero amor de Lucien. De seguro la servidumbre de la familia Sagan se mantenía al tanto de su comportamiento y sospecharían del repentino cambio, pero su trabajo en el sello era suficiente justificación, ¿no?

Su perfil apuntaba hacia la quietud del horizonte cuando Lucien extendió una mano y asió su mentón, movimiento que le permitió observarla de frente. La pianista obedeció a sus gestos mientras le escuchaba, secretamente inquieta.

– Tienes razón... – musitó apenada, notando que la yema del pulgar ajeno yacía manchada con el color de su labial. Al igual que ella, Lucien estaba pensando en el futuro y en los posibles obstáculos que encontraría su relación. Compartir los temores propios con la pareja era una novedad para ella. En parte resultaba aliviador, pero por otro lado un dejo de incomodidad le embargó al sentir el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. La batalla ahora sería por los dos. Mine cerró los ojos un instante, para luego abrirlos lentamente y dirigirlos hacia el muchacho con un destello lleno de determinación en ellos. – No te preocupes, daré lo mejor de mí – aseguró sin titubeos.

Su martirio podía cambiar. Lucien tenía razón, si convertía su éxito en un modo de liberación el futuro sería diferente. Debía pelear por ello, si se convertía en una pianista de renombre ni siquiera su padre podría forzarle a nada, y si Lucien iba en serio... Un momento...

– Cla... Claro que lo sé. Yo también voy en serio – respondió ante la afirmación, pero en su rostro se dibujó la duda y el desconcierto. Y es que la imagen del kelpie pelirrojo pasó fugazmente por su cabeza, ese condenado beso accidental que debía ocultar bajo cualquier costo.

Podría considerar que cuando miraba a Mine con ese detello en sus ojos era cautivador¿El ser humano es tan agradable a la vista siempre cuando tiene algo por lo que luchar?...me veré en algunas ocasiones de la misma manera?


Increible era que estuviese ahora sonriendo sin tapujo alguno por aquella determinación que me mostraba, por aquella muestra de hermosura¿se sentiría incomoda por ello?¿no era acaso esto algo que podría sacarla de la usual figura de ensueño que tenía conmigo?

 
No sé en realidad con que cara estoy ahora mismo sonriendo, Mine no debería sentir esta responsablidad teniendo a su lado a un hombre que ha cometido tales pecados...quizás si me entregase...quizás si entregase lo más valioso que tengo en compensación...eso haría que ella pudiese seguir luchando, daría una razón de peso para no querer desfallecer al momento de saber la verdad.



No te sobre exijas ¿de acuerdo? recuerda que aunque eres una profesional aun te queda mucho por aprender y si llegases a dar demasiado tus manos y brazos recibirían demasiada carga.
Besando una de sus manos sonreí ligeramente mas mi sonrisa no duró demasiado al escucharle, mi rostro se tradujo a uno de duda.

No pude evitar notar el semblante de Mine,ella siempre era un libro abierto, para mi era una ventaja muchas veces pero, ciertamente no era algo para llamarle "Don"

Mine?-ladeando el rostro traté de buscar en sus ojos alguna respuesta- Sucede algo?hay algo en lo que tengas alguna duda o que te preocupe?

Realmente no podría leer su mente y en ciertas ocasiones agradesco no poseer tal poder, pero, usualmente la curiosidad me llevaba a desear tener ese poder¿Qué sucedía ahora con Mine?

El beso que Lucien depositó sobre su mano le hizo sonreír. Sus labios provocaron un suave cosquilleo sobre la piel, pero la pregunta que sucedió al movimiento consiguió petrificar nuevamente el semblante de Mine en una expresión llena de duda y secreta desdicha. El kelpie pelirrojo aparecía otra vez en sus pensamientos. ¡No pienses en eso! ¡No pienses en eso! Se repetía, queriendo alejar otra vez el recuerdo prohibido. Ese encuentro no significaba nada para ella, no importaba... ¡Lucien no tenía por qué enterarse de semejante nimiedad!

Quería convencerse que no estaba sucia, que aquellos besos vulgares que profanaron sus labios no le pertenecían. No podía odiar a Siegfried... Le debía la vida después de todo, pero vaya que lo maldijo en ese instante... Una y otra vez, como si se tratara de un demonio que debía exorcizar a toda costa.

Le debo la vida a Siegfried, pero a Lucien le debo mucho más... Le debo una razón para seguir viviendo.

Mine tomó la mano del muchacho entre las suyas y la aprisionó contra su mejilla diestra, pidiendo a la fuerza una caricia.

– No pasa nada... Querido – musitó suavemente con una sonrisa parsimoniosa dibujada en el rostro, cerrando los ojos un instante para centrarse en el contacto de aquellos dedos al rozarle. Inclinó ligeramente sus labios hasta la mano ajena y, al alcanzarla, le besó el dorso con adoración. – Prométeme algo, Lucien... – habló tras una pausa, empleando el mismo tono afable inicial. Levantó la mirada hasta él y la duda se hubo disipado en su totalidad... Sólo quedaban ella y su obsesión, observándole con intensidad. – Prométeme que si decides que he dejado de serte útil, me matarás. – Sus manos se aferraron con más fuerza a la ajena, como queriendo reafirmar aquello en un gesto físico.

Mine no tenía idea qué clase de pensamientos torturaban a Lucien día a día, pero sí pensaba que el incidente con Siegfried fue producto de sus propios descuidos. Sus intenciones eran buenas, su corazón pertenecía enteramente a Lucien, pero como una muchacha acostumbrada a las torturas y a los desaires quería tener esa certeza absoluta de que un castigo (¿divino?) caería sobre ella al repetir una conducta inapropiada.

¿Por qué? Tal vez a Mine le agradaba sentir la muerte tan cerca. Sonreía al ángel en silencio, con una suerte de enfermiza coquetería, en la espera de una respuesta. ¡Ah, exactamente! ¿Cómo no lo había visto antes? ¡No podía hacer otra cosa más que añorar la muerte! Tal vez ese es el origen de mi profunda atracción hacia ti, Lucien. Eres la muerte perfecta para mí, vestida de corrección y magnificencia.

Lo comprendí cuando uso esa frase llena de "amor"...una frase tan conocida, tan detestada a la vez.

Con los ojos cristalinos en un gris nuboso, miré las acciones de Mine, la envolvía una aura tan familiar...

Sentí un profundo pesar dentro de mi propia existencia, yo estaba vivo gracias al peso de la muerte, gracias a aquella matanza que era sólo ocultada por el basto misterio de aquellos árboles y tierras inexploradas del amazonas. Mis manos ya conocían el tacto con la viscosidad y calidez de la sangre¿de verdad podría volver a sentirla?

*La sangre de un ser amado, por alguna razón es mucho más cálida que la de una persona que nunca te ha importado...y ahora, tengo esa duda¿La sangre de Mine será igual de cálida?si llegase a matarla¿quemaría mis manos?*

¿Es acaso la culpa o...los sentimientos de el alma condenada de mi padre que yace dentro de este cuerpo corrupto lo que me hace dudar tanto?

Por...qué me pides tal cosa?-sostuve entre mis dos manos su rostro, mis ojos miraron cada recóndito detalle de su rostro y sin más, de un momento a otro mi mano que no sostenía aquella desesperada mujer estaba su vientre- La única forma verdadera de muerte que podría entregarte...es estar siempre a mi lado...

No entendía, esta mujer no debería haberse vuelto tan importante. *Yo no deseaba que al pensar en perderle me generase...esta desesperación.*

"Deberías matarla,cumplir su deseo...me hastía su maldita presencia, me hastía igual que la de Albana."

Mis pulmones se llenaron de aire y la atraje a mi tomándola desde su muñeca, Mine cayó suavemente contra mi pecho, me llenó su particular perfume que emanaban sus rizos anaranjados- Si quieres seguir siendo sólo mi muñeca...no me hagas dudar de esta manera¿qué petición es esa?-me escondí entre su cabello- Yo...no podría hacer tal cosa...¿quieres acaso condenarme?



"¿Lo harías por tu amor a Lucia?Y si sólo la presencia de Mine significara alejarte de tu camino de redención¿lo harías?No es acaso más cómodo rendirse y ya?"

Con ese pensamiento que me entregaban...tomé de nuevo su rostro y me dirigí a sus labios, como si los míos fuesen a encontrar algún tipo de explicación entre su propia petición.
La besé transmitiéndole aquel sentimiento,no sé que estaba pensando realmente.No...en realidad si sé que estaba pensando.

Mi madre...estaba envuelta en esta misma locura.

Complejo de Edipo?una suerte de deseo egoísta por querer no cometer el mismo error dos veces?
Recordé a Dante y sus palabras...esas de que siempre quería ser un martir.

¿Quieres que deje mi humanidad de lado como una prueba de amor?-susurré; rosé sus labios contra los mios, quería borrar con aquel beso y esa suerte de caricia la sonrisa que tantas veces vi en mi niñez...me recorrió un ligero escalofrío por el tono de mis propias palabras, entre profundo y melancólico.

Suspiré-eres tan egoísta...preferiría romperme en silencio antes de siquiera verte morir...

Todo este tiempo he intentado liberarme de mi deseo de destrucción,para que no te envuelva,para que sobrevivas...no llames a la  muerte así como así...Yo, si te soy sincero no conozco mi propios actuares, pero...-volví a retomar tu mirada, era gracioso,luego de todo este tiempo teniéndote tan cerca nunca había notado que me mirabas de la misma forma que mi madre.

Te lo dije...soy el único que podría matarte, pero...no me pidas hacerlo, por favor-relajé mis hombros un poco, estaba tenso. Si recordaba bien Mine debía entender luego de todos mis recuerdos en la habitación como era mi relación con la muerte,pero¿cómo recordarlo, cómo querer hacerlo luego de tantas emociones vertidas en su pequeño cuerpo?Con este razonamiento solté a mi siempre fiel "muñeca" y buscando aire la dejé en aquella banca, mis pies me llevaron entre el silencio interrumpido por el suave cantar del viento,me giré un momento y como siempre, la miré a los ojos.

Si llegase a matarte...moriría contigo al instante-cerré los ojos un momento y miré el cielo-Mine,¿quieres matarme?

¿Por qué?

La pregunta resonó en su cabeza, en la reproducción de un eco interminable. Volvía a caer en la misma vieja retórica. Y las manos de Lucien sosteniendo su rostro y su mirada grisácea y sus múltiples cuestionamientos se volvían una necesidad.

¿Cómo les observarían los transeúntes que pasaban casualmente por allí? ¿Como una pareja de simples enamorados? ¿Eso eran realmente? No, y por ese motivo siempre acababa haciendo esas sugerencias tan impertinentes. Y, a pesar de todo, Mine estaba escuchando la voz de su corazón, una voz que pedía a gritos su propia destrucción.

¿Por qué pedía tal cosa? Sólo quería asegurarse de que su vida le pertenecía a él y no a su padre, ni a su hermano... Ni siquiera a ella misma. Quería hacerle ver el peso que traía sobre sus hombros y, tal vez, prevenir una futura catástrofe si se enteraba de un modo u otro lo ocurrido con Siegfried... O incluso, si él mismo llegaba a la conclusión de que Mine resultaba una muñeca molesta, inútil, aburrida o innecesaria y encontraba razones suficientes para deshacerse de ella. Lucien debía saber que ella no pretendía seguir viviendo sin él, aunque una horrible sensación de culpa le embargaba en consecuencia.

¿Desde cuándo me he vuelto tan manipuladora? Pero Lucien estaba ahí... Ahora, abrazándola contra su pecho. No necesitaba nada más.

– No... – respondió suavemente, negando su pregunta. – No... No... – repitió con un hilo de voz, comprendiendo que aquél comportamiento suyo no hacía más que atormentar a Lucien. Pero no olvidaría esa aseveración tan siniestra, esa idea de que la muerte verdadera la hallaría a su lado. Mine se dejó besar en silencio pero se mantuvo expectante. No cerró los ojos como en otras ocasiones, quería vivir la cercanía del ángel con todos sus sentidos.

Al separarse la joven heredera le observó un instante para luego descender la mirada, apenada... ¿Condenarle? ¿Prueba de amor? Nada de eso, ella entendía muy bien cuál era su lugar. Una muñeca no tenía derecho a exigir nada, Mine sólo quería restablecer un lazo... Una suerte de promesa pendiente e implícita.

– ¡No! – Exclamó enérgica ante su última pregunta, asiendo al muchacho de su impecable chaqueta. – ¡Claro que no! ¡Tú debes vivir, Lucien! Por favor, no equipares tu vida con la mía... No puedo aceptarlo... – Apenas los balbuceos dieron inicio hizo una breve pausa en la que bajó el tono de voz. – Es sólo que... Me gustaría que fueras tú el que decida cuándo y cómo debo morir... Porque vivo por ti y... – tragó un poco de saliva antes de continuar, con un nerviosismo visible y la respiración cada vez más entrecortada. – Aunque Lucia llegue a amarte... Aunque encuentres a una novia mejor o... Aunque yo cometa algún error... Yo... Siempre... Seguiré... Te seguiré... – afirmó con unas pequeñas lágrimas cristalinas asomándose en sus ojos, hablando a duras penas.

Ciñó ambos puños sobre el pecho ajeno, sin soltar el cuello de su ropa. Mine le acercó a sí, siendo ella ahora quien le robaba un beso escueto y prudente, pero lleno de determinación.

Me pregunto si...este deseo de pertenencia que en mi habita sobre su propia existencia es algo que debería controlar...¿no es acaso este propio anhelo de poder sobre ella lo que me mantiene a su lado, lo que hace que la ame de manera enfermiza, de manera posesiva?

Equiparar?...-¿era eso lo que estaba haciendo?¿realmente estaba poniendo su vida en la misma balanza que mi propia existencia?...No,claro que no, no soy de ese tipo de ser tan amable, siempre he sido consciente de mi lado más narcisista, de mi lado más egolatra, donde siempre he sabido que mi vida equivale mucho más que cualquier otra, sobre todo luego de lo de la aldea...es...imposible que piense que la vida de Mine vale más que otra...si,imposible...


Dude...por un segundo, ni siquiera el nombre de mi hermana¿Qué estaba sucediendo?-...-mis ojos se posaron de nuevo sobre los suyos, viendo como de nuevo nuestra cercanía se veía disminuida por sus ansías de hacerme ver que ella estaba allí, que sus palabras tenían peso incluso más que su propia humanidad-Tú...de verdad...no le tienes apego a la vida si no es conmigo ¿verdad?-sonreí, sonreí complacido, inundado por una felicidad equivalente a cuando eres notado por alguien amado, sentí que el mismo orgullo y mi vanidad se abrazaban entre si.Incluso, mi sonrisa era equivalente a el propio reflejo de mis emociones.
Era un egoísta...y Mine alimentaba ese deseo de ser necesario, ese complejo, ese lado mio que Lucía ya no alimentaba, era un alimento. Pero... mi sonrisa se esfumó notoriamente cuando pronunció aquel nombre-

 "Aunque Lucia llegue a amarte... Aunque encuentres a una novia mejor o... Aunque yo cometa algún error... Yo... Siempre... Seguiré... Te seguiré..." 

Mine era algo así como de esas mascotas que pateas y siguen a tu lado, o al menos eso es lo que pensaron algunos en mi cabeza mientras reían. El beso que me dio, pequeño, pero con determinación, sus pequeñas manos sobre el cuello de mi camisa, sus lágrimas maravillosas...definitivamente había sido una buena decisión verter mis amorfos deseos en Dante y Beth, si no...quizás en este mismo momento no hubiese podido controlar mis propios impulsos de poseerla, de hacerle llorar, de que repitiese que ella vivía para mi, que dijese mi nombre con su dulce voz.

Acaricié su rostro, una cálida lagrima cayó de su ojo derecho,estaba preocupado por su respiración desigual-Escúchame con atención-mi voz sonó calmada- No la nombres, no quiero oírte nombrar más a mi hermana,ella no está aquí y aunque tú temas sobre mis sentimientos hacía ella...-reí dejando salir un poco de aire de mi boca- creo que eres tu la única que ha llegado a  tener una esperanza de que eso sucederá en algún futuro. Yo...nunca seré amado de esa forma, lo vi aquel día en el parque...-suspiré de forma pesada,algo más serio mirando las largas pestañas de Mine- Y...si así llegase a pasar...de seguro Lucia no sería la misma persona que he amado siempre, vendría a mi por la soledad, por la insuficiencia que emergería al verse desprotegida, por ver que el humano que ella a quizás...aprendido amar...morirá su amor antes que su propio deseo de amar o incluso quizás, por miedo al castigo que caería sobre ella, sobre nosotros por no obedecer a Dios. 

La soledad nos hace aprender a valorar lo que ya no tenemos y, no quiero tal cosa...no de ella.

-Era una sensación extraña,ahora, frente a Mine podía dilucidar un poco de las opciones que habían-Es hilarante...ella me está buscando, en realidad, ya no tengo ningún deseo de verle, por lo mismo he dejado que nuestro lazo de alma esté cortado, mientras yo no lo reactive...ella nunca podrá encontrarme...-limpié las lagrima de Mine sacando un pañuelo de mi bolsillo- Mine, eres consiente de mi lado más oscuro, sabes que...si lo deseara podría llegar a sacarte de mi vida pero...increiblemente, incluso luego de la forma que te he tratado sigues a mi lado, estoy plenamente consciente de que pase lo que pase no romperás esa promesa~...

Sonreí de medio lado, mientras que el suave pañuelo de seda iba derribando los vestigios de sus lagrimas- Cualquier persona que viese cuanto lloras cada vez que me ves diría que soy un pésimo novio...deja de llorar, mi querida-besé su mejilla fugazmente- La mujer que será mi acompañante en la fiesta de cierre de este año en Merveilles no puede darse el privilegio de llorar como una infante~-reí por lo bajo-mis más sinceras disculpas, no es la forma correcta de decirlo-tomé su mano entre las mias- Señorita Sagan...mejor dicho, mi querida novia ¿Quesiera honrarme con su compañía el día 31 de Diciembre en magno evento? me sentiría muy dichoso de ir acompañado por usted, nadie más podría ser la persona que ocupe ese lugar-besé su mano con elegancia y dulzura, enmascarando mis propias vivencias, añorando que quizás en aquella fiesta pudiese contárselo, todo, todo lo que había hecho...y a su vez...regalarle lo más preciado que tengo en expiación por mis garrafales errores, lo único que me mantenía unido a mi naturaleza de ángel.

Asintió a su primera pregunta con orgullo, como si aquella fuera una certeza incuestionable. Tras ello vino una petición, o mejor dicho, una orden que Mine acataría sin dudar.

– Entendido, no la volveré a nombrar – respondió con firmeza, refiriéndose a Lucia. No haría más preguntas al respecto, aún cuando reconocía que el tema no estaba zanjado. Saberla dueña de su corazón acrecentaba sus celos de un modo que difícilmente podía controlar, pero su obsesión por Lucien era más grande que eso. Aceptaría sin quejas el destino de ese amor no correspondido, aún si malgastara su vida en ello.

¿Me desprecio tanto?

En ningún momento apartó la mirada del muchacho cuando éste explayó su sentir acerca de la situación con Lucia. Se quedó escrutando su rostro con una expresión ligeramente infantil. En algún rincón de su mente supo que pronunciar ese nombre era un equívoco garrafal, ella tampoco había olvidado el encuentro en el parque pero no podía ignorar su relevancia. Se trataba de la hermana de Lucien, de su ser más querido... ¿No era normal que los celos y la frustración tardaran en abandonarle? ¿No era natural que no le abandonasen en lo absoluto?

De cualquier forma, ¿cómo podía estar tan seguro de que Lucia jamás le correspondería? Guardó silencio en tanto esta pregunta aparecía en sus pensamientos. En su caso, ella nunca había pensado siquiera en tener sentimientos románticos hacia su hermano, pero el vínculo "sucio" e incestuoso existía, y aún si los lazos que sostenía con él eran sumamente diferentes a la relación entre Lucien y su hermana, le ayudaban a concebir esas ideas como una posibilidad. El espionaje le permitió averiguar cosas triviales acerca de ella, como qué hace en su tiempo libre o lo tarde que suele llegar a la escuela. Pero más allá de eso, para Mine era una completa desconocida y no sabía si era capaz de albergar esa clase de sentimientos.

Aún así, es imposible ser indiferente a un lazo tan fuerte... ¿Qué sucederá cuando lo note?

Esta idea le abrumaba y Lucien lo sabía, aún cuando sus palabras refirieran a una total desesperanza.

– No negaré que le tengo envidia, pero el miedo es más fuerte. Tengo miedo de que su amor te impulse a dejarme... – le explicó, manteniéndose en los brazos del ángel con una suposición en el filo de la lengua. – Pero te aseguro que ni mis inseguridades ni sus sentimientos... Sí, ni siquiera tus sentimientos podrán romper esta promesa – le aseguró, abandonando la aflicción para hacerle sentir seguro de sus declaraciones, mientras permitía gustosamente que le limpiara las lágrimas con un pañuelo. En ese instante, sus labios ensancharon una sonrisa un tanto enfermiza.

Sin embargo, un elemento en el relato llamó su atención de manera considerable. ¿Acaso los ángeles no tenían permitido amar? Mine no entendía muy bien acerca de esos temas sobre naturales, no conocía la voluntad de Dios y temía que Lucien recibiera una represalia por sus supuestas faltas. Quiso preguntarle al respecto, pero antes de poder hacerlo el muchacho le tomó desprevenida con un dulce beso en su blanca mejilla.

– ¿Eh? – Espetó primeramente, terminando de limpiar sus lagrimales y mejillas con el delicado roce de sus dedos, despistada. No quería seguir avergonzando a Lucien en plena vía pública, pero ¿a qué venía ese comentario tan repentino? La respuesta no tardó en llegar y, cuando el muchacho besó el dorso de la mano, como tantas veces había hecho con anterioridad, Mine creyó oír un coro de ángeles secundando la escena. Ah... Se refería a la fiesta anual de Merveilles Records, famosa por su gran glamour y reconocimiento mediático. Un momento... ¡¿Me está invitando como su NOVIA?! – ¡Claro que sí! ¡Acepto, acepto, acepto! – Exclamó con una emoción desmedida que encendió su rostro de los más vívidos colores e iluminó sus ojos con un brillo particular. Quienquiera que le observara pensaría que estaba a punto de ponerse a dar brincos sobre la banca, como un cachorro que acaba de recibir la recompensa de su amo.

No estoy soñando, ¿verdad? ¡Alguien dígame que no estoy soñando! ¡Lucien y ella compartiendo un maravilloso vals a la luz de la luna! ¿Podía existir escena más perfecta que esa? La heredera de la familia Sagan no podía con su felicidad, la cual explicitó abiertamente con su luminosa expresión de jovencita enamorada.

El amor de Lucia no era en ningún parametro posible o existente en mi mente, eso me queda claro. Siempre he entendido en toda plenitud que el infinito aprecio no era más que por el vinculo que ambos tenemos y por las obvias razones de vivir tanto juntos. De no ser así, tanto ella como yo no seríamos nada...porque somos muy distintos...inclusive mi propia existencia no sería otra que una más en este basto mundo, nada me diferenciaría del resto, sería un joven común y corriente, atormentado sólo por algún examen.

Porque después de todo...lo que soy ahora es por ella...yo no existiría si ella no lo hiciera, yo no sería Lucien.

*Si hubiesemos sido entes distintos, si hubiera nacido separado de ti¿Podría tener el derecho de amarte como lo hace cualquier ser humano a otro?* Inclusive ahora mis pensamientos intentaban alcanzarla, aun cuando mi propia terquedad no me permitiese dejar que la alcanzaran.

Nunca me lo había planteado y algo en mi interior se niega a que lo haga, porque si esa posibilidad existía, si podíamos ser entes divididos sólo para así amarla en todo el sentido posible...me quebraría en un sueño imposible y eso no tenía ninguna oportunidad ahora ni para mi ni para ella, porque sin que lo aceptase había despertado un sentimiento palpitante de resentimiento contra mi propia hermana, algo que era impesando.

"Soy asqueroso...Ya no si quiera sé si podría mirarla a la cara, ni a su vez pensar en unir mi corrompido ser con la pureza de Lucia, por eso..."-La sonrisa de Mine llegó como un aviso impactante de la situación en la que ambos nos encontrabamos, otorgandome una comodidad extraña...seductora-"Por eso, Mine...es más adecuada para mi...para el oscuro de mi"




No fue ninguna sorpresa la felicidad de la chica, después de todo era imposible que Mine me deje, lo sé ...inclusive con la aseveración y la imprudencia de sus palabras al hablar que ni siquiera mis propios sentimientos eran capaces de aplastar la determinación de ella...

"Esas palabras son las que me atan a ti...repugnantes aseveraciones sobre el dominio de la relación de ambos. No intentes darte tal importancia, pequeña muñeca"

Sonreí cual galan de pelicula romantica, si bien la culpa me carcomía por lo que había hecho, el atrevimiento en las palabras de Mine me inducía a conectarme con el lado que más odiaba de mi, el egocentrismo, el orgullo, la ira.

Odiaba a Mine, amaba a Mine...querría poner mis manos sobre su cuello, marcarle su blanca piel y luego besarla con dulzura desmedida, corromperla para luego intentar absorver toda su oscuridad sólo por el placer de verla disminuída y extaciada por mi presencia...

Me complace oírte. Entonces pasaré por ti al lugar que me designes-entrelacé mis dedos con los de ella y en una expresión algo más elegante pero seductora sonreí-...de verdad quiero verte en un bello vestido, Mine...-volví a besar su mano unida a la mia- si eliges un color en especifico hazmelo saber, intentaré no desentonar al lado de mi bella dama