(Sora) Cita especial

Ir a un restaurante le parece una idea genial así que tomada de su mano se deja guiar por ella. En el transcurso del camino hablan de cualquier cosa, y la verdad, para conocerla de tan poco tiempo, la morena en verdad siente como si la conociera de hace tiempo. Pues al ser una persona más bien tirando a tímida, es sorprendente que se abriera tanto a alguien.

Llegan al restaurante, entran y se sientan en la mesa que les guía el camarero. Se sienta en frente suyo, mirando la carta.

-Todo se ve bueno –Ríe suavemente al ver la expresión de su chica- Puedes pedirte lo que quieras, pienso invitarte de todas formas –Mira la carta una vez más- Aunque si estuvieras en la carta, te escogería a ti… –Comenta sin pensarlo, así que cuando procesa lo que dice, se ruboriza fuertemente y la mira con cara de “¡lo siento, lo siento!”.

Ríe suavemente- Está bien, no me negaré cuando me invites a algo –Le dice, para que después empezara a hablar y dijera todo eso de manera inconsciente.

El color rojo había estallado en su cara, pero se incrementa en cuanto escucha a su rubia, y peor aun cuando ve que se inclina un poco, lo que sus ojos no pueden evitar mirar y ver su escote en un par de segundos. La mira a los ojos muerta de vergüenza y coge la carta para esconderse tras esta, sin saber que decir y ni tan siquiera es capaz de tartamudear.

-P-Pidamos algo, ¿sí? –Dice sin atreverse a asomarse por la carta, pues aún seguía toda roja, y sabe perfectamente como le gusta a su pareja verla así.

Sigue escondida tras la carta, aún avergonzada por lo que había dicho. ¿En qué estaba pensando? En nada seguramente, y es que se sentía tan cómoda con ella que se atrevía a decir esas cosas, aunque fuera de manera inconsciente. Pues con las demás pensaba todo lo que decía y hacía dos veces antes de hacer nada… No se sentía cómoda.

Cuando la vergüenza se va un poco, puede mirar mejor la carta mientras ríe suavemente.

-Sí, espero que no se den cuenta de lo vergonzosa que soy en realidad –La mira con un poco de torpeza- Se escucha bien –Le dice para ser atendidas por el camarero.

Piden sus pedidos, se lleva las cartas y quedan solas. Sora la mira con cariño, y lleva su mano a la suya para tomársela suavemente y darle un delicado beso sobre sus dedos.

Se ruboriza un poco por ese beso volado, pero pestañea un par de veces y arquea una ceja.

-Eres bienvenida a mi clase siempre, pero… ¿por tarte bien? ¿Qué tenías en mente hacer? –Pregunta curiosa.

Los mimos van y vienen, disfrutando de cada beso que le da y de sus caricias que recibe. Termina acercándola un poco a ella, juntando sus frentes y rozar su nariz con la suya. Ríe un poco.

-Tengo a la novia más bonita del mundo, con la mejor voz –Le da un tierno beso en los labios- Espero que tengas suerte de encontrar un buen mánager pronto –Se separa un poco de ella- No te van a faltar seguidores en tu carrera, eres tan buena… –Besa su frente, y al poco rato les llega sus pedidos- Tiene buena pinta, ¿verdad? –Le da una probada a lo suyo- Está bueno, ¿quieres probar? –Le pregunta, acercándole un poco su plato. Sora se había pedido arroz con verdura y dos trozos de ternera.

Se ruboriza por la pena, llegando a imaginarse incluso el panorama de la clase si algo así llegara a ocurrir. Agradece que el tema cambiara, porque de imaginarse el panorama ya se estaba avergonzado.

-¿Hacías dueto? Qué bueno, me gustaría verlo cuando encuentre a ese compañero, o compañera –Le dice para ver los platos que les llegan. Ríe suavemente- Con mucho gusto te dejaré robarme la comida –Le dice viendo como lo prueba, y como le ofrece de su plato; con una sonrisa acepta lo de probar de lo suyo- Está rico, tienes buenos gustos –Le dice con amabilidad y con un toque de inocencia, pues cualquier mal pensado o que tuviera la mente juguetona, podría traer esa frase a donde quisiera.

Ve lo feliz que se pone al hablar de cómo interactuaba con sus compañeros a la hora de cantar, y esperaba verla así de feliz.

-Espero que ese compañero o compañera aparezca pronto en tu vida, quiero verte así de emocionada siempre –Le dice con una sonrisa muy dulce, hasta que se sonroja un poco por su comentario.

Adoraba eso de ella, que no se guardara nada dentro de sí y siempre buscara ruborizarla a la mínima; lo adoraba aún más por el simple hecho de que es la única persona que logra ruborizarla a la mínima, y hacer que su corazón lata de mil maneras distintas. Es casi como si hubiera aparecido en su vida solamente para estar juntas.

-Y… ¿después querrás ir al mirador qué me dijiste o damos un paseo antes de ir?

La mira con inocencia, no viendo como había sonrojado a su chica con ese comentario suyo, lo único que capta es a sonreír con dulzura al ver como juega con su cabello, pensando lo tierna que se ve de esa manera.
Espera por su respuesta, algo embobada por cada una de sus expresiones, sintiendo como cada una de ellas la iba enamorando un poquito más. Ríe suavemente y niega con la cabeza.

-No te preocupes, la moto está en el garaje de la Universidad y ahí nadie la tocará, así que podremos ir caminando tomadas de la mano –Toma su mano y la lleva delicadamente a sus labios, depositando un suave beso sobre sus dedos- O podemos ir en moto como ti dices, y puedas aferrarte a mí si te gusta –Comenta de lo más inocente, y una vez más, sin captar que su comentario podría ruborizar a su chica.

Casi sin percatarse termina con su pedido, así que al cabo de un rato el camarero se lleva sus platos para dejarle la carta de los postres y bebidas.