La segunda cita (Anysia)

Rory había llegado a su cita con veinte minutos de adelanto para asegurarse de que no iba a llegar tarde. Eso no habría estado nada bien.
Tenía ganas de pasar un ratito a solas con su novia. Bueno, lo de a solas era un decir, técnicamente estando en un café no estaban solos, pero por lo menos no estaban en la escuela.
Por el momento Any parecía evitar las muestras de afecto dentro de la escuela, y eso a Rory no le hacía mucha gracia, porque el no poder hacer esas cosas teniéndola tan cerca era un poco difícil para él. Sin embargo lo respetaba. Porque sabía que ella era en general muy celosa de su intimidad (o al menos eso le había parecido, por lo que ella contaba en las conversaciones que habían tenido durante el último año). Quizá fuera porque tenía una familia pelmaza y quería guardar las apariencias para que las habladurías no llegaran a oídos de ellos y la pudieran meter en problemas.
Bueno, él esperaría. Quizá con el tiempo ella se soltara más.

Mientras esperaba, Rory jugueteaba con la cucharilla, dando golpecitos en la taza de chocolate (esta vez no se había pedido café para hacerse el interesante, no creía que necesitara impresionar a nadie). Estaba algo inquieto, tenía la sensación de que alguien le observaba. Ya se había desacostumbrado a tener gente pendiente de él.
Se volvió hacia la puerta para ver si Any había llegado ya, pero no había nadie allí. Echó un vistazo a su alrededor, mirando a la gente sentada en las otras mesas, pero tampoco le pareció ver nada sospechoso.

-“En fin, estaré paranoico”- se dijo. Definitivamente debería darse un tiempo con eso de ver tantos vídeos de terror.

Una vez que la chica hubo entrado por la puerta, a Rory se le olvidaron todas sus preocupaciones. ¿Qué más daba si alguien le observaba o no? Tampoco tenía nada que ocultar. Y además tenía una novia muy guapa con la que se podía fardar bastante. La miró mientras se acercaba, y cuando ella llegó a la mesa, la saludó con un alegre “¡hola!”

En realidad se había dado cuenta de que había algo que la preocupaba, la veía muy seria, quizá incluso algo triste. A lo mejor había tenido bronca con su familia, esos pelmazos. Pero fuera lo que fuera, ya se encargaría él de animarla, y si había alguien que la había molestado, se las tendría que ver con él más adelante.

Por lo menos la recibiría bien. Se inclinó sobre ella y le dio un beso en los labios, rápido, nada del otro mundo, pero seguro que serviría para animarla.
Quería preguntarle por qué traía esa cara tan larga, aunque ella empezó a hablar antes. De todas formas no pudo decir mucho antes de que llegara una camarera a interrumpirles.

Rory ya se había comido dos pasteles y aún tenía la taza de chocolate casi llena, así que no pidió nada para él, y dijo a Any:

-Pide tú, yo te invito.

Era obvio, incluso para Rory, que algo iba mal. “¿Qué es lo que sientes?” iba a preguntar por inercia, pero por una vez prefirió callarse y dejar que ella siguiera. Verla así le dolía, le daba mucha pena, porque aunque no sabía qué era lo que le pasaba, parecía estarlo pasando realmente mal. También quiso preguntarle si podía hacer algo para que ella se sintiera mejor, pero siguió callado hasta que ella habló.

-¿Con qué?- preguntó al principio, con cierta ingenuidad. La posibilidad de que ella quisiera dejarlo le resultaba tan remota y tan poco probable que estaba claro que debía tratarse de un error.
O quizá no.
No podía obviar el hecho de que ella estuviera tan seria, y lo peor de todo, tan distante. Por un momento se le pasó por la cabeza la idea de que no fuera cosa de ella, quizá fueran sus padres los que la obligaran a hacer eso. Pero en realidad no lo creía. Se habría dado cuenta, ella se lo diría, no estaría así… con esa cara, sin atreverse a mirarle, y él sólo trataba de encontrar respuestas inútiles, tratando de darle sentido a todo eso, que no tenía ningún sentido.
La sonrisa se había borrado de su cara.

-¿Por qué?- preguntó en voz baja.

Había alguien más.
Por supuesto, Rory no sabía quién era ni cómo era, pero se hizo una imagen mental bastante rápido. Alguien mayor, como ella. Quizá un chico alto y cachas y con experiencia de la vida, quizá de esos que se habría reído si hubiera sabido que Any tenía a un crío como él por novio (¿le habría hablado de él? Bueno, eso ya no importaba mucho). Tenía que haberlo imaginado, había bajado la guardia con ella. Ella era una adulta. Y los adultos eran el enemigo. Un código rojo.

-Lo entiendo- dijo muy serio, mirando fijamente a la taza de chocolate, dándole vueltas con la cucharilla-. Supongo que yo estoy muy bien para jugar a videojuegos y hacer el canelo en internet, y animarte haciendo el payaso cuando estás mal, pero cuando ya estás bien y estás aquí fuera, en la vida real… supongo que aquí prefieres otra cosa. Y yo me quedo corto- añadió, mirándola de reojo.

Pretendía haber dicho todo eso en tono de reproche, pero ni siquiera eso le salió. Más adelante, cuando hubiera tenido tiempo de darle vueltas al asunto, probablemente sí que se enfadaría bastante. Con ella y también con su nuevo novio, aunque no lo conociera. Pero ahora no, en ese momento estaba demasiado bloqueado para eso. En realidad estaba más triste que enfadado, aunque habría preferido lo contrario. Incluso pensó que ojalá fuera una de esas personas que se levantaría y le pegaría cuatro gritos a la chica, y la llamaría de todo, y no le importaría que estuvieran rodeados de gente porque querría que todo el mundo se enterase de la faena que ella le había hecho.
No es que a Rory le gustaran esa clase de personas, de hecho no le gustaban nada, pero… en ese momento quizá le habría gustado ser una de ellas. Porque era mejor estar enfadado que triste.
Realmente no esperaba que ella le contestara nada, ya había dado todas sus explicaciones. La verdad es que le habría gustado salir corriendo y largarse de allí, pero le parecía algo de muy mala educación, y además le había dicho que la invitaría a todo lo que quisiera, y lo iba a hacer de todas formas.

Cuando le escuchó decir eso, se sintió aún más hundida en su miseria, en el inevitable cargo de conciencia por aquella situación. Se quedó mirando el chocolate caliente fijamente y arqueó ambas cejas con una mueca en el rostro, para finalmente relajar el rostro y mirarle.

-No se trata de eso, Rory, no lo puedo explicar... pero, no es que no seas suficiente. - repentinamente quería levantarse y marcharse, sabiendo que sería posiblemente lo que Rory esperaba poder hacer, pero se quedaba allí seguramente por ser educado, cordial. Como siempre había sido con ella.

-No lo puedo explicar, solo sé que no puedo simplemente ignorar esto y pretender como si nada pasara, no puedo mantenerte a mi lado si resulta que me gusta otra persona. Solo sería una mentira.- guardó silencio entonces, bebiendo un poco más y dejando el muffin solo a medio comer. Quería preguntarle si iba a dejar de hablarle, si iba a borrarle de todos esos juegos, pero no se atrevió en ese momento. Ya vería como el chico reaccionaba en lo demás, incluso en Musette, donde posiblemente se cruzarían un par de veces.

- ¿Puedo... pedirte un último abrazo, Rory?- esa petición salió de la nada, no la había planeado ni analizado lo suficiente, pero era sincera... quería sentir su calidez una última vez antes de que todo se volviera horrible con él. -Prometo que me iré tras eso. No te haré perder más de tu tiempo-

Escuchó lo que ella le decía, pero ya nada de lo que dijera la chica podría hacerle cambiar de opinión. Rory seguía pensando lo mismo que había dicho antes, y además, cuanto más lo pensaba, más sentía que ella lo había utilizado y luego cambiado por otro, cuando ya no le hacía falta.
Pero por supuesto que no podían seguir juntos si ella estaba enamorado de otro, eso habría sido aún peor.

Rory había dado por hecho que la conversación terminaría ahí. La pregunta le pilló totalmente de sorpresa, y levantó la cabeza de golpe para mirarla directamente, asombrado, confuso.
Lo pensó durante un momento. En el fondo no dejaba de darle pena rechazarla, porque probablemente ella quería quedar a buenas con él, pero no creía que estuviera bien. No, definitivamente no podía hacerlo.

-Lo siento, pero no creo que sea lo mejor- dijo al fin, siendo él también totalmente sincero.

Rory no dijo nada cuando vio que ella se levantaba y dejaba el dinero sobre la mesa. ¿Para qué iba a discutir? Que hiciera lo que quisiera, él ya había cumplido bastante. Además, a decir verdad quería que ella se fuera y le dejara solo, antes de que se pusiera a llorar como un idiota.

-Sí, supongo que sí- comentó con resignación. Obviamente no tendría más remedio que verla en la escuela, lo cual no sería nada agradable, al menos hasta que pasara un tiempo.

Lo cierto era que le habría gustado una despedida un poco menos… fría, sobre todo después de haberle negado el abrazo (de lo cual no se arrepentía, pero eso no quitaba que no se sintiera muy bien del todo), pero le costaba hablar, así que sólo contestó:

-Adiós.

Después la observó alejarse y no se levantó de la mesa hasta que ella hubo abandonado el local. Una vez que asumió que ella ya estaría lo suficientemente lejos, pagó a la camarera y él mismo se fue, corriendo. Sólo quería llegar a la escuela lo antes posible para meterse en su habitación y poder ahogar sus penas en Fanta y palomitas.