Segunda audición para Julieta.

Una nueva semana daba comienzo ese lunes. Una nueva y agotadora semana.

No eran ni siquiera las diez y Reino quería largarse de allí cuánto antes; sabía perfectamente lo que le esperaba. Sin embargo, a duras penas dirigió sus pasos detrás de los profesores de teatro, arte y desplante, todos rumbo al auditorio, cuya entrada estaba atestada de gente adelantada al horario anunciado, personas ansiosas en postular a la obra escolar.

No era que le desagradara aquello, el entusiasmo de los estudiantes era lo que le motivaba a seguir adelante con el proyecto, simplemente le desagradaba el tipo de persona que solía llegar a sus audiciones, sobretodo en la de los protagonistas.

Esa era una de las tantas razones por las que no quería asistir al trabajo: la primera audición de la semana era la de Julieta, y si había algo que en esa academia sobraba era la presencia de jovencitas arrogantes con complejo de diva. Junto a su grupito de asistentes llevaban un rato recibiendo Julietas, sin ninguna gran sorpresa.

– Siguiente, Lucia... ¿Luarent? – Leyó Reino, deteniéndose abiertamente en el apellido de la muchacha. Era el mismo que el del pianista estirado de la banda, Lucien. Además de no ser un apellido muy común, su apariencia era idéntica a la de él. – ¡Vaya! ¿Eres familiar de ese chico tan refinado y agradable? – Se aventuró a decir, sintiendo un ligero esbozo de emoción ante esa posibilidad e incorporándose de la butaca con una sonrisa dirigida a ella en el escenario.

No podía negar nada, se sentía ansiosa después de todo era la primera vez que se presentaba para algo como esto, y las chicas que había escuchado presentarse antes de ella a su opinión, eran chicas talentosas, cada una con un desplante diferente que las hacía especiales, sin embargo a la hora de salir del escenario el aura de todas ellas, la hacía sentir curiosa la profunda tensión en ellas desaparecía para cambiar en muchas ocasiones por cierta arrogancia. Esto la hacía sonreír, agradecía el echo de que se calmarán, porque tanta tensión por parte de las humanas solo la volvía más ansiosa porque llegará su turno.

Le gustaba mucho la historia de la obra y la forma en que Shakespeare había tenido su visión del amor a primera vista, los lazos y la fuerza de voluntad que les dio a los protagonistas era algo poco visto entre humanos, pero no solo eso, Julieta le parecía fascinante, a pesar de ser joven su forma de ver lo que se define como amor, tomándole el peso suficiente como para morir por el que decía era dueño de su corazón, todo esto fue lo que le había cautivado por completo, incentivandola para presentarse.

Finalmente escuchó su nombre, levantando el rostro mientras se acercaba al centro del escenario, cuando estuvo situada frente al que parecía el encargado escuchó su pregunta y abrió sus ojos un tanto demás para enternecerlos después de unas fracciones de segundo, sonriendo calidamente.
Lucien? Preguntó contenta, tenía claro que su hermano era alguien con quien para algunas les era difícil comunicarse, por lo cual si se referían a él con esas palabras quería decir que comenzaba a adaptarse.

Espero que al igual que mi hermano pueda darles una agradable demostración. Dijo inclinando su cuerpo hacía el frente en muestra de reverencia. Ni siquiera Lucien sabia de su audición, de seguro se alegraría al enterarse de que se había presentado, quien sabe, tal vez su esfuerzo la haría poder conseguir el papel, solo deseaba presentar algo digno de Julieta y de los sentimientos que a ella le habían llegado al leer. Es la hora Y enderezando su postura comenzó a cantar.

Spoiler:

Tal como había imaginado, eran familiares. Y no solo eso, ¡eran hermanos! Reino le devolvió la sonrisa a la chica, quien había captado rápidamente su interés con aquél ademán tan similar al de Lucien. No fue necesario explicarle las reglas para que ella empezara con su presentación; contento por ahorrarse explicaciones, Reino se situó en su butaca junto a los profesores y cerró los ojos.

Era una canción romántica muy bella, resultaba adecuada para el papel. Cada cierto tiempo el mánager se volvía a verle, a escuchar sus palabras y a estudiar el aura angelical que emanaba. ¿Estaría interpretando a su personaje o ella era realmente así? Fuese lo que fuese, podía ver a Julieta en el escenario y eso era algo formidable.

– ¡Qué voz tan dulce! ¡Parece ser que el talento les viene de familia! – Comentó sonriente mientras golpeaba sus palmas entre sí al terminar la canción. Necesitaba aclarar sus dudas previas, por lo que se dijo que era hora de pasar a la siguiente etapa. Reino tomó el guión y lo hojeó un momento, buscando el párrafo indicado. – Bien Lucia, para la segunda prueba tendrás que interpretar una escena de tu personaje, te daré cinco minutos para que te aprendas tus líneas – le explicó antes de ponerse de pie y hacerle entrega del libreto.

Del acto 3, escena 5. Este apuntaba:

“En verdad, nunca quedaré satisfecha con Romeo hasta que le vea... Muerto... Tan afligido se halla mi pobre corazón por mi pariente. Señora, si podéis encontrar tan solo un hombre capaz de llevar un tósigo, yo misma lo prepararé en tal forma que Romeo, apenas lo reciba, descansará en paz. ¡Oh, cómo aborrece mi corazón oír su nombre y no poder llegar hasta él para descargar todo el afecto que profesaba a mi primo sobre el cuerpo de quien lo asesinó!”

Al haber comenzado a cantar su cuerpo selló aquella alegre energía que resaltaba en su personalidad, para dejar fluir los que para ella eran los sentimientos decididos de Julieta, firme, enamorada, y todo gracias a la ruleta del destino que cruzo su camino con el de Romeo. Había puesto sus sentimientos en la canción, sintiendo su cuerpo dejándose elevar por la chica del papel, recordando emociones que poco a poco iba conociendo en el mundo humano.

Ya cuando llegaba hasta el final de la canción sus pies se elevaron de puntillas manteniendo sus ojos cerrados, y fue a penas al terminar de entonar la ultima palabra que su cuerpo descendió volviendo a descansar completamente en la posición correcta. Exhaló sutilmente y sus largas pestañas subieron mientras abría nuevamente sus ojos volviendo a la actitud jovial que le caracterizaba, sonriendo al escuchar el comentario.

Muchas gracias Dijo inclinando en un rápido movimiento su rostro hacía la izquierda meciendo su melena, no dudaba de que la presentación de su hermano había sido grandiosa, y el enterarse de que la suya había estado a su altura la hacía feliz. Puso especial atención lo que se le decía y leyó con cuidado la hoja entre sus manos. Antes de que Romeo pidiera perdón por sus actos... Susurró recordando de que trataba todo, Julieta había tenido un fuerte golpe al enterarse de que un ser tan querido había perdido la vida en manos de su amado. Volvió a cerrar los ojos enarcando un poco sus cejas.

Disculpe sr. pero no hace falta el tiempo Volvió a su habitual habla, y le entrego de nuevo el libreto en sus manos de forma amable. Conozco bien la escena, creo que podré hacerlo. Le dedico una sonrisa sincera, dispuesta a que se le permitiera progresar con su prueba, además aún quedaban chicas esperando presentarse, podía percibir cierto nerviosismo en ellas, no lo entendía pero solo quería seguir con su trabajo.

Reino arqueó una ceja con una media sonrisa bailándole en el rostro.

– ¿Estás segura? – Preguntó juguetón, abandonando la butaca sobre la que descansaba.

Lucia había cometido un error en cuanto a su conocimiento sobre la obra, pero el mánager supo reconocer que se trataba de un simple desliz, de un olvido con respecto al párrafo o algo similar. Pudo haberlo dejado pasar y evaluarla de forma terrible, incluso hacerle una broma de mal gusto con respecto a su supuesto discernimiento. Pero no lo hizo, no era su estilo y sabía que era una buena chica. Y aún si no lo era, jamás haría cosa semejante como dejar en ridículo a alguien.

Dejó pasar una pausa en la que Lucia aprovechó de entregarle el guión, pero él ni siquiera levantó la mirada para recibirlo. Dejó escapar un suspiro, para luego observarla con atención.

– Esa escena consiste en un diálogo entre Julieta y su nodriza. Las palabras de Julieta, por ende, no son más que mentiras para reprimir sus sentimientos hacia el joven Romeo y simular que prioriza la muerte de su primo Teobaldo, cuando en verdad, si bien el dolor que siente es verdadero, el amor hacia Romeo es más fuerte – le explicó con una sonrisa. – Bueno... Lamento haberte dejado esta escena, actuar una parte en donde el personaje miente no es una tarea fácil, pero tu canto me ha deleitado tanto que esperaba ponerte una prueba mayor – añadió con sinceridad mientras se llevaba una mano a la nuca. – ¿La aceptas?

El entusiasmo podía ser una emoción de doble filo, y más para alguien como ella en una situación como esta. En su interior estaba la decisión de dar lo mejor de si en esta escena, por lo cual al escuchar la pregunta del chico pestañeó curiosa abriendo un tanto demás sus ojos.

Su expresión solo se acentuó al notar como él no aceptaba las hojas del guión de la escena de vuelta, ya la interrogante en ella estaba clara debido al como se estaba desarrollando todo, por lo que declinó sutilmente sus cejas interrogante y así escuchó con atención la explicación que se le entregaba, quedándose en blanco por unos segundos. Tiempo que transcurrió a paso bastante lento para ella, y fue así que un carmín brillante se mostró en sus mejillas alarmada por lo que acababa de oír. Situaciones de doble intención no eran algo fácil para ella, había ocasiones en las cuales su mismo hermano le reprimía por ello, debido a lo sincera que era para con la gente a su al rededor, Lucien siempre le decía que confiaba demasiado, y que no veía más allá de las cosas. Mordió su labio inferior, cuanta razón tenían sus palabras Como pude ser tan descuidada!

Por primera vez se sentía en cierta forma culpable de cometer un error, los había cometido antes, pero esto era distinto, hablábamos de un personaje que había cautivado su corazón al leer sus acciones y palabras con respecto a la situación que había vivido. Volvió a concentrar sus ojos en su "director?" era una buena forma de decirle... No podía dar paso atrás, tal vez no obtendría el papel, más sin embargo limpiaría el error que había cometido, no se perdonaría el dejar en esa postura al personaje de Julieta, aunque fuera en una audición. Lo haré Respondió con voz firme Lamento el error, pero por favor, permitame seguir la audición, se lo pido. Su mirada desprendía cierto brillo, a la perseverancia estaba con ella y no desistiría

Como era de esperarse Lucia parecía desconcertada ante su error, sus mejillas ruborizadas la delataban. Reino se limitó a sonreírle con las manos hundidas en los bolsillos de su chaqueta: no recibiría el guión, estaba seguro de que la estudiante aceptaría la prueba sin siquiera planteárselo dos veces. Si estudiaba cuidadosamente su semblante confundido era como ver a una bella y combativa damisela; Lucia era femenina y de porte elegante pero llena de determinación.

Citó el primero proverbio ruso que vino a su mente, uno de los más conocidos:

– “Caerse está permitido, levantarse es obligatorio.” – Murmuró Reino, taciturno, mientras se volvía en dirección a la butaca pero antes se volteó y dedicó un guiño a la muchacha: – Por supuesto, adelante. – Le dijo, volviendo a acomodar las gafas de sol sobre su tabique.

Sin embargo, los profesores a sus espaldas no parecían muy contentos de su equivocación y mucho menos aprobaban la benevolencia de Reino al darle una segunda oportunidad. Entre ellos empezaron a cotillear con respecto a aquella decisión, dirigiendo miradas desaprobatorias tanto al mánager como a la jovencita de la audición, aún cuando nada podían hacer al respecto. El jefe era él, después de todo.

Adelante, señorita Lucia Luarent.
Pensó, acomodándose en la butaca y levantando la vista hacia la estudiante que permanecía de pie sobre la tarima. Todas las miradas presentes volvieron a concentrarse en ella.

Aquella frase popular dicha por él retumbó en su interior al punto de quedar grabada en su memoria, pensaba que no existían tantas personas con un corazón tan bueno o una mente tan sabia como lo escuchaba siempre por parte de Lucien, pero ahora Lucia al concentrar su atención en el rostro de Reino seguido de aquel pequeño gesto comenzó a entender un poco más, un secreto nuevo de los humanos. Su espíritu recibió la aceptación con esto, dando una pequeña reverencia sujetando con más fuerza el guión en su diestra, y una mirada llena de determinación una vez que se hubo enderezado enarcando de forma a penas perceptible sus finas cejas.

El ambiente se percibía tenso pero ahora tenía algo más que su fuerza de voluntad para restituir el papel de Julieta, y ese era el que alguien le había dado la oportunidad para seguir luchando.

Enderezó su postura mirando hacía el frente, más allá de los presentes, podía ver al chico por unos segundos, para luego desaparecer entre una visión que solo se centraba en lo importante~ el guión. Inhaló profundo y leyó rápidamente el fragmento que debía representar procurando guardar detalle en cada palabra que ahí estaba escrita.

Representar la mentira por el bien del amado; empuñó una de su zurda, cerrando con fuerza sus ojos
"En verdad, nunca quedaré satisfecha con Romeo hasta que le vea" Guardo silencio mientras abría lentamente sus ojos con una descarga de resentimiento "... Muerto... Tan afligido se halla mi pobre corazón por mi pariente." Susurró mordiendo su labio inferior, entrelazando sus manos a la altura de su pecho, su tonó vario esta vez arrastrando angustia. "Señora, si podéis encontrar tan solo un hombre capaz de llevar un tósigo" Avanzó un paso estirando una de las palmas haciéndola chocar contra la zona de su corazón "yo misma lo prepararé de forma que Romeo, apenas lo reciba, descansará en paz." Dictó ejerciendo un rápido y seco movimiento cortando el aire con su mano libre, y luego dar una vuelta de tres pasos por el escenario subiendo el rostro hacía el cielo

Ahaa Julieta... tantas veces leí esta parte sin darme cuenta de lo tortuoso que pudo haber sido para ti. A su mente vino la imagen de un pelirrojo, y la voz tortuosa pudo fluir de forma natural, negando un par de veces con la cabeza "¡Oh~ cómo aborrece mi corazón oír su nombre y no poder llegar hasta él para descargar todo el afecto que profesaba a mi primo sobre el cuerpo de quien lo asesinó!" Levantó la voz con sentimientos encontrados en su pecho el cual se elevaba y bajaba ahora agitado al igual que su respiración quedando con el cabello ahora cubriendo sus ojos.

En el momento que Lucia se dispuso a recitar el diálogo sobre el escenario, la atmósfera fue más tensa de lo normal. No era primera vez que un alumno cometía un error en la audición ni tampoco la primera ocasión en la que Reino decidía dar una segunda oportunidad haciendo caso omiso al desliz, pero por una razón que no supo dilucidar el jurado realmente se oponía a que la joven lo intentara de nuevo, sus miradas desdeñosas hablaban por sí solas. Él no quiso observarles, reconocía esa actitud como si se tratara de un aroma pues era bastante frecuente entre los sujetos estirados del sello.

¿Podrían haber asumido esa postura debido a que se trataba de un papel tan importante como el de Julieta? Efectivamente... Habían muchas otras jovencitas interesadas, esperando ansiosas al otro lado de la puerta del auditorio. Debía ser eso, ya se encontraban en la segunda semana de selección y el cansancio era generalizado, sobretodo en lo que respectaba a los papeles principales.

Reino dejó escapar un suspiro, debía centrar su atención en la estudiante.

La presentación de Lucia era sublime, llena de sentimiento y contradicción. Su desplante, porte y actuación eran impecables para el papel de Julieta, se notaba que tenía más determinación que el resto debido al pequeño desacierto con la interpretación del papel. Reino sonrió por lo bajo pues era un permanente convencido de que las equivocaciones fortalecían a las personas, éstas eran la verdadera fuente de la perfección, permitían que los deseos reales se intensificaran y se persiguieran con mayor ahínco. Solo los débiles se dejaban vencer por un error o dos.

Lucia terminó con su diálogo y el mánager se puso de pie para palmear las manos. Su aplauso sonaba seco y algo lento pero la sonrisa que le dedicaba a la estudiante era sincera.

– Excelente. Felicidades, señorita.

Su respiración era profunda y pausada, aquel pensamiento llegaba a ella razonando las posibilidades, Julieta era una mujer admirable, a pesar de su corta edad, y es que en el caso sería sencillo ser impulsivo, Lucien siempre decía que los humanos se dejaban llevar fácilmente por las primeras sensaciones, y en el momento de perder a alguien tan querido...

El eco de las palmas del encargado hizo revuelo en el auditorio, despertándola de su trance,  abrió sus ojos un tanto demás, confundida por el sentimiento amargo que se intento filtrar en su pecho, y fue entonces que guió su diestra hasta correr cada hebra de su cabello despejando su rostro, levantando su vista hasta encontrar la sonrisa que le hizo sonreír de vuelta volviendo cálidos sus rasgos por unos segundos, y así inclinar nuevamente su torso en son de reverencia.

Para Lucia no existía de verdad un pensamiento como el de la competencia, ahora mismo solo podía estar feliz de saber que de verdad logró entender mejor los sentimientos de aquel personaje que tanto había llamado su atención por su fortaleza. Y por supuesto esto junto al hecho de que había logrado expresar esto en el escenario. Por ende los murmullos de algunas chicas tras las cortinas del escenario, al igual que las miradas inseguras de algunos acompañantes de Reino no llegaban a ella.
Puedo comprenderte mejor ahora Julieta Susurró tan bajo que nadie podría escucharla y una tierna sonrisa la acompaño, estaba feliz y hasta orgullosa, en medio de la actuación ella había sentido y vivido a la Capuleto, sin poder evitar el visualizarse como ella, extrañamente teniendo en su mente a dos personas importantes en su vida. Aunque extraño ella no necesitaba nada más que esto para quedarse tranquila, puede que no tuviera el papel, pero aún así el regocijo la mantenía plena.

No puedo esperar a contarle a Lucien Sonrió y junto sus manos. Espero que con esto ella este contenta Dijo más para si misma que para el chico, en su mente solo existía satisfacción, pero ahora que debería hacer? la duda llego de golpe a su rostro Ahm..

Aún si Lucia no se estuviera dirigiendo directamente al mánager este podía percibir en ella cierta solemnidad. Mantenía contacto con una emoción que Reino bien conocía pero no contaba con las suficientes palabras como para verbalizarla. Pero aquello no era necesario, bastaba con ver el rostro lleno de plenitud de la estudiante para comprenderlo. Él le observaba con una sonrisa llena de confianza, sintiéndose secretamente orgulloso de haber tomado la decisión correcta.

No había más que agregar.

Ni siquiera los profesores que cumplían con el rol de jurado hicieron algún comentario o tomaron nota de su calificación: se quedaron en su lugar con la mirada fija en la muchacha, visiblemente sorprendidos. La esencia que rodeaba su cuerpo y moldeaba sus expresiones parecía no ser del todo humana. Lucia había conseguido hechizarlos y ninguno se atrevía a romper el silencio que había dejado tras su interpretación, aún cuando ella se veía ligeramente desorientada sobre el escenario.

Notando esto, Reino asió con su diestra el micrófono que yacía sobre el mesón de los impactados jueces y lo acercó a sus labios.

– Es todo. La próxima semana publicaremos el resultado en el panel de la escuela. Gracias por tu participación – su voz resonó por las paredes del auditorio, empleando su habitual tono tranquilo, permitió a Lucia retirarse. – ¡Siguiente!