Primera audición para Julieta.

Estimaba que lo más indicado era hacer un primer llamado general a las alumnas que estuviesen interesadas en el papel de Julieta. ¿Por qué? Pues las chicas solían presentar más entusiasmo que los chicos en este tipo de actividades, al menos externamente. Por algo los autores de antaño aseguraban que la histeria era un mal predominante en las féminas. Esa ansia casi voraz de exhibirse, ya fuese en una obra de teatro, en una fiesta, en una sesión de fotografías... Con el único objetivo de restregar su belleza y ser deseadas.

Si eso era cierto, ¿sería él un poco histérico? Después de todo, no podía negar el placer que le proporcionó alguna vez ser uno con el escenario.

– Siguiente, Kouda Ichigo – sentenció con voz seca, sentado desde la butaca con un par de profesores asistiéndole, situado en la primera fila observando en dirección al escenario ahora vacío. Una vez la muchacha ingresó no perdió tiempo y le explicó inmediatamente: – Bien, preciosa, la primera etapa consiste en una evaluación de tu voz. Interpreta alguna canción que creas pueda "calzar" con el personaje de Julieta.

Analizó cuidadosamente a la pelirroja mientras subía. ¿Había designado que las postulantes llevasen cosplay a la audición? No lo creía así, pero no le desagradaba la idea. Al menos podría hacerse una idea aproximada de cómo se vería vestida del personaje... O algo así. Lo que sí tenía más que claro es que la jovencita en cuestión tenía la suficiente personalidad para vestir así sin siquiera sonrojarse, y eso era un GRAN plus.

Bonita cara, linda figura, algo bajita de estatura pero nada que su ego de cinco metros no pudiese suplir. Estaba hecha una diva de pies a cabeza. El único problema que le suponía era que no conseguía ver a Julieta en ella... Claro, hasta que se puso a cantar.

La presentación terminó con los secos aplausos de sus "asistentes", quienes sonreían complacidos. También Reino estaba encantado pero exclusivamente con su voz, que era el único aspecto a evaluar en ese momento.

– ¡Princesa, tienes un vibrato impresionante~! – Comentó con una ceja en alza, esbozando una sonrisa llena de satisfacción. – Bueno, para la segunda prueba tendrás que interpretar una escena de tu personaje, te daré cinco minutos para que te aprendas tus líneas... – decía mientras hojeaba el guión.

Reino se puso de pie y le extendió a la muchacha el diálogo que debía recitar.
Del acto 3, escena 2. Este apuntaba:

“¿Hablaré mal de mi propio marido? Ay, mi pobre señor, ¿qué lengua acariciará tu nombre si yo, desde hace tres horas tu esposa, lo he lacerado? ¿Mas por qué, infame, mataste a mi primo? A ese infame primo que hubiera matado a mi esposo. Atrás, necias lágrimas, volved a vuestro manantial. Vuestras gotas deben ser tributarias del pesar y vosotras por error las ofrendáis a la alegría.”

Un dejo de desconfianza se había formulado en su rostro. Le dirigió a la muchacha una expresión contrariada. ¿Tenía problemas para memorizar líneas? Mala cosa, precisamente esa era su labor principal... En caso de obtener el papel protagónico de Julieta, claro. Una linda voz no le bastaría.

– De preferencia, no… – respondió cortante, intercambiando miradas con sus asistentes. Ellos se encogieron de hombros, gesto que daba entender que le dejaban a él la decisión.

Imbéciles...

Un tanto incómodo por la situación, pero sabiendo que no podría negociar mucho con una adolescente, se volvió hacia ella con una expresión más condescendiente.

– Puedo permitir que tengas el guión en la mano a modo de ayuda, pero no que lo leas todo. La idea de esta prueba es que demuestres tus habilidades actorales. La lectura simplemente estorbará. – Explicó con cierto ademán severo, algo raro en él. Pero es que no entendía cómo alguien venía a presentar una audición sin la preparación previa.
– ¿Puedes, señorita?

No quería parecer un tipo demasiado aguafiestas, pero esa vigorosidad y encanto que irradiaba la pelirroja distaba mucho de la imagen que tenía de Julieta, cuya fuerza dependía de su fogosa pasión hacia Romeo. Pasión, he ahí la clave. Aún si su voz era atronadora, quería escrutar en ella mediante la prueba de actuación si es que realmente era digna del papel.

Reino siguió con la mirada el brazo con el que la pelirroja prácticamente golpeaba el aire, garabateando un par de datos en el registro, junto a su nombre.

Una vez la chica hubo finalizado, Reino se levantó de la butaca, observando a Ichigo sin expresión.

– Lo de las líneas no está tan mal, al menos pudiste memorizar la mayoría de los conceptos en poco tiempo, lo que quiere decir que no tendrás mucho problema para recordar tus diálogos, solo deberás estudiarlos cuidadosamente como cualquier actor. Eso si, cambiaste los pronombres personales de "vosotros" a "ustedes", ¿supongo que no pudiste evitar modernizarlo? – Enarcó una ceja, un tanto divertido por ese detalle.

Volvió la vista hacia el registro, dejando escapar un pesado suspiro al ver otra de las destrezas apuntadas para la prueba de actuación.

– El error más importante que tuviste fue en la misma interpretación. ¿Qué fue eso? ¿No se supone que venías por el papel de la frágil y apasionada Julieta? Actúas con demasiada vehemencia, como si fueses tú quien dijera lo que te mandé a recitar... Aunque sé que fue así, actuar no es lo mismo que simular. Debes sentir a tu personaje, comprenderlo y compenetrarte con él. Si te escogemos, deberás trabajar en esa personalidad tuya, no puedes permitir que tu "yo" se mimetice con Julieta.

Le habló de forma tranquila pero severa, paseando nuevamente la vista por el registro. No tardó en lanzarlo a sus espaldas, momento en el que uno de sus asistentes ágilmente cogía en el aire el tumulto de papeles corcheteados. Reino le extendió una mano a la jovencita para ayudarle a descender del escenario, al mismo tiempo que le recibía el guión.

– Sé que esta no es tu área y que puede significarte mayor dificultad, pero no lo hiciste mal, manifiestas mucho encanto e histrionismo – dijo dedicándole una sonrisa, intentando animarla. – Puedes retirarte. ¡Siguiente!

Reino parpadeó un par de veces, percibiendo un dejo de tristeza en la pelirroja, como si se hubiera retractado de algo. ¿No había sido tan estricto o si? ¿Qué demonios haría si se ponía a llorar? ¡No quería ni pensarlo! Tenía nula experiencia con chicas tan jóvenes y el trato que les suponía era mucho más apacible del usual, para no espantarlas con sus toscos gestos. Su cordialidad para con ellas se debía a que le recordaban un tanto a su pequeña hija, ya lejos de este mundo.

Sin embargo, sus suposiciones estaban lejos de acercarse a la realidad. La reacción de Ichigo fue aún más desconcertante de lo que hubiese esperado. Reino le observó perplejo, para después reír con satisfacción y palmearle el hombro de forma amigable.

– ¡Jajajaja! ¡Así me gusta! ¡No te rindas! – Clamó más tranquilo. Vio en silencio como se marchaba y con una media sonrisa aún dibujada en el rostro, volvió a sus quehaceres.

Estaré esperándola, señorita.