La gran noticia [Priv. Andrea Laakkonen]

Se sorprende con la agilidad con la que se presenta, es decir, para no caer en el “soy su novia y quiero estar con ella”. Se ruboriza un poco en cuanto escucha que se describen como amigas, pero sus alumnos no son tontos y captan enseguida que ahí hay algo más, sólo que falta que alguno de ellos sea lo suficiente valiente para preguntar.

-En otras palabras… son novias –Decide hablar el de antes, mirando de manera pervertida a ambas chicas, por tal de ver como reaccionaban.

Eso sí, sus demás compañeras reían un poco y apoyaban al chico, mirando a su profesora y a la rubia con cara de “os pillamos”.

Se queda casi en blanco cuando uno de los alumnos dice eso. Es cierto que su chica se arregló, pero ella ya se vistió así para ir a visitar el parque japonés, sin ir a ninguna cita previa, así que no tenía mucho sentido, pero sí para sus alumnos.
Sus ojos azules se fijan en los violeta de su chica, y le sonríe a modo de “no pasa nada”. Es sorprendente como en tan poco tiempo, ambas sean capaces de entenderse con la mirada.
Cuando Andrea especifica que son pareja, pero que lo que contó es cierto, los alumnos miran fijamente a la rubia.

-Aunque hayas empezado, ¿hay algo qué nos puedas explicar de ahí? –Pregunta interesado uno de los alumnos.
-Esperad… –Mira a su chica con algo de timidez- ¿Qué tal si explica un poco el proceso de lo qué hay qué hacer dentro del Merveilles Records? Las pruebas y todo eso… –La mira con muchísima torpeza- Aunque solamente si ella quiere, claro… –Termina diciendo con la misma torpeza que tanto la caracteriza.

Como un resorte, los alumnos se giran a mirar a la rubia con cara de “¡por favor!”.

Se aparta un poco para que su chica sea más visible para todos, aunque no necesitaba mucho esfuerzo, pues es hermosa y más con ese vestido. Están en plena adolescencia, así que no es de extrañar ver como algún alumno y alumna babean por la rubia más que escucharla, y la verdad, a Sora no le molesta ya que después de todo sabe que es cosa de la edad. Cosas que ellas dos ya han hecho varias veces.

Después de su pequeña charla, los alumnos iban preguntando cosas poco a poco y la primera hora se esfuma con esas preguntas. En cuanto ya no hay más preguntas, empiezan otro tipo de preguntas algo más personales… Los típicos “¿cuándo os conocisteis?”, “¿cómo surgió?” y demás, en lo que Sora no duda en aparecer al rescate de la rubia muy colorada.

-¿Ya no hay preguntas? ¿No? Entonces sigamos con la clase –Quitando un par de quejas infantiles que Sora obvia con una sonrisa dulce, mira a su chica para que pueda sentarse donde quiera, y así ella proseguir con la clase con normalidad, pues el furor siempre cesa con rapidez.

Sólo quedaba una hora para cesar ya con la jornada, ya con cada uno yendo a sus casas o salir por la ciudad. En la clase de Sora no sólo era explicar cómo tocar el piano y todas sus complicidades, sino que la escuela les hace aprender un poco de la vida de cada músico importante para que se culturizaran un poco. Es decir, está bien querer aprender música u otro tipo de arte, pero de nada te sirve sino sabes reconocer el tipo de música y todos los músicos que ha habido en la historia.

En esta ocasión, la morena le tocaba explicar el romanticismo y sus influencias, y vaya que no la hacía aburrida ya que en ningún momento ningún alumno o alumna daban cabezadas para dormirse. Sabía mantenerlos despiertos y asegurarse de que aprendieran y no hacer el típico “¿No lo entendiste? Pues te buscas la vida”.
Los minutos pasan hasta que el timbre suena, dando fin a ese día de estudios. Los alumnos recogen sus cosas, pero un par de alumnas que siempre se acercan a Sora para conversar con ella, el típico grupo que admira a una profesora y suelen confundir eso con el típico “me gustas”. Sora tarda un poco en hacer que se fueran para que disfrutaran de la tarde, así que cuando está sola en la sala con su chica, se acerca para sentarse a su lado.

-¿Te aburriste mucho? –Le pregunta tomando su mano y sonriéndole con dulzura.

Sonríe con dulzura y rodea sus hombros, así hacer que se recargue contra su cuerpo, besando su frente.

-Bueno, hago lo que puedo –Ríe suavemente y besa su mejilla, acariciando su manocon su pulgar- ¿Quieres quedarte un rato más así, o quieres que empecemos con nuestra cita? –Pregunta curiosa, soltando su mano para poder abrazarla con ambos brazos y seguir besando su mejilla- Aunque te aconsejaría ir tirando ya… Así podré besarte como en verdad me gustaría… –Le dice con un leve rubor sobre las mejillas, rozando sus labios con suma prudencia y perdiéndose en sus hermosos ojos.

Sonríe con dulzura al recibir el beso. Ríe suavemente y se levanta, recolocando las sillas para entrelazar sus dedos con ellas y salir del aula; cierra esta y van a la sala de profesores para poder organizarse las cosas.

-¿Hace falta qué cojamos la moto o está cerca? –Pregunta en lo que guarda las cosas.

Pues si no tenían que caminar mucho, podía dejar perfectamente la moto aparcada e ir por ella más tarde. Al terminar, toma de nuevo la mano de su chica y besa su frente.

-Si vamos caminando, tendrás que guiarme, no sé qué restaurante quieres llevarme –Ríe suavemente y salen de la sala de profesores.