[+18] Caminata por un lugar conocido. [Libre]

¿Eh...? -Apenas alcanzó a preguntar antes de que el otro soltara sus piernas y alzara los brazos para sumergirse, tomó aire por instinto y se afirmó como pudo, aunque sus piernas no eran muy fuertes que digamos, pero se aferró a él con todo su ser, apoyando su rostro directamente sobre la nuca del contrario, para mayor seguridad y porque aquel escalofrío no se le había pasado, su instinto juguetón era muy fuerte como para resistirse, incluso bajo el agua y conteniendo su respiración, separó suavemente sus labios, para que no le entrara demasiada agua y mordió un poco más fuerte al otro justo en la nuca.

Justo en el momento en que pensaba que se ahogaría, el otro sacó la cabeza del agua, momento en el que pudo tomar una gran bocanada de aire y soportar otra ronda de giros en el agua, quería reír a todo pulmón, pero bajo el agua eso era imposible, sabía que el otro trataba de hacerla caer, pero ella no se rendiría por nada del mundo, volvió a sacar su cabeza para tomar aire cuando pudo y se le ocurrió una idea, lentamente, pero con movimientos certeros se cambió de posición, primero soltó sus brazos y se sostuvo solo con sus piernas, momento que aprovechó para girar y quedar bajo él, se afirmó con fuerza de sus caderas y le echó los brazos al cuello, esperando que aquella acción descolocara al otro y lo hiciera perder el ritmo de sus actos, apegó su cuerpo al del otro, descubriendo que de esa manera se podía afirmar mucho mejor y acercando su cabeza al hombro del contrario lo mordió nuevamente justo en el oído, esperando a verlo reaccionar ante su incesante jugueteo.

-La repentina salida del agua del otro la tomó por sorpresa, creía que se resiatiría más a sus ataques, pero inesperadamente se vio fuera del agua, apoyó su espalda y quitó sus brazos del cuello del contrario para dejar que se moviera con tranquilidad, se afirmó un poco y observó los movimientos ajenos con curiosidad, sonriendo al escuchar sus palabras- Le dije que era una caja de sorpresas, Aomine -sus palabras sonaron de manera ligeramente cantada y juguetona .

Recuperó el ritmo de su respiración con bastante rapidez gracias a que era cantante y sabía cómo manejar ésta. Luego de ello se dedicó a observar la anatomia del otro, su torso lucía firme, pasó sus suaves dedos por ese lugar sin perder la curiosidad, era primera vez que estaba tan cerca de un hombre que no fuera su hermano. Al escuchar el comentario sobre su cabello sonrió y subiendo su mano hacia el rosteo del otro, tocó apenas su mejilla- Y sus ojos, Aomine, resplandecen... -Aquel azul oscuro brillaba en contraste con las claras aguas.

Al sentir las menos del otro acercarla más hacia si, actuó por instinto, sus brazos rodearon nuevamente el cuello del peliazul y se apegó a él, podía sentir aquellas fuertes manos sobre su cuerpo bastante pequeño y al sentir su nariz olfatear su cuello, cerró los ojos y se dejó hacer, preguntándose qué haría el otro a continuación, sintió como si los misterios que desconocía sobre el otro sexo comenzaban a develarse ante ella lentamente y esa no era una situación que le desagradara, es más, ansiaba saber más...-

-Al sentir el movimiento reflejo del otro alzó la mirada rápidamente, vio aquel gesto de dolor y un pequeño mohín se formó en su labio inferior ¿Acaso ella le hacía daño? Esa duda solo duró un segundo, pues al sentir las caricias del otro sobre su piel se desconcentró completamente, su piel se erizaba bajo las manos del alto peliazul, su respiración se agitó ligeramente y por instinto, solo se acercó un poco más a él, sintiendo repentinamente la cadera del otro presionando contra la suya, aquel duro bulto que ella había provocado en el otro la hizo sorprenderse por un momento, ni siquiera sabía que era capaz de crear ese tipo de atmósfera con un hombre, ni provocar cosas en él, ni menos sentirse de esa manera, aquel calor que su cuerpo comenzaba a emanar, aquel deseo por sentir algo más que las manos del otro sobre su cuerpo era un mundo nuevo.

Su corazón se aceleró al sentir cómo el otro desabrochaba con estudiada lentitud su pantalón y cuando ya no sintió sus manos sobre ella bajó la mirada instintivamente y notó que desabrochaba los propios, aquello duró solo un momento, pues cuando menos lo esperó, nuevamente sintió el rostro del otro muy cerca del suyo, escuchó su nombre junto aquel cosquilleo en su oído y de sus labios salió un incontenible suspiro acompañado de un pequeño sonido al sentir aquella mordida- Nngh...A-Aomine... - Murmuró con aquella voz dulce que poseía, pero de cierta manera su tono había cambiado, el tono en que hablaba era una invitación, un acento coqueto que llamaba al otro.

Siguió con su mirada al otro mientras se agachaba para deshacerse de su prenda inferior, sus manos rozaban directamente la piel de sus piernas al bajar el pantalón que en ese momento no era más que un estorbo en el camino de ambos, su piel se erizaba a su paso, podía sentir cada vez más calor y un sonrojo cubrió su rostro al quedar solo con su pequeña ropa interior ante aquel hombre, se preguntaba si al otro le gustaba lo que veía, pero no podía preguntar algo como eso. Sin embargo, volvió a la realidad al sentir que el otro tomaba sus manos y las acercaba hacia el pantalón propio, le tomó un segundo entender lo que el otro pretendía y al hacerlo, se sonrojó, pero algo dentro de ella la guiaba y le indicaba exactamente qué hacer, sonrió juguetonamente y se mordió ligeramente el labio inferior el tiempo que ingresaba sus manos por el frente del pantalón del contrario, rozando con delicadeza su ya bastante excitado miembro, casi por casualidad antes de mover sus manos hacia los lados y tirar del pantalón para bajarlo, el estar éste pesado por el agua, el movimiento para quitarlo fue más fácil de lo que ella esperó, las palmas de sus manos se encontraron directamente con los trabajados muslos del más alto, cerró los ojos para concentrarse en el tacto de éste y bajó lentamente, dejó que su rostro se acercara al abdomen del contrario, rozándolo suavemente con su nariz hasta llegar con su mentón al lugar en que comenzaba el agua, en ese momento besó suavemente su bajo abdomen y terminó de deshacerse de la prenda del otro para luego enderezarse, bajo el agua sus suaves piernas ya estaban en contacto con las del otro, se sonrojó aun más al sentir tal calor, tales sensaciones, pero quería más, sus manos se deslizaron por los brazos y el torso del otro, acariciando con la yema de sus dedos, queriendo hacerse familiar al cuerpo del otro, alzó su mirada para encontrar los ojos del otro y le dedicó una juguetona sonrisa-

¿Cómo había terminado en esa situación? Siempre se había imaginado su primera vez de manera muy distinta, aunque no es que le hubiera dado demasiado pensamiento al hecho, pero la situación se había dado de manera tan natural... Aquella persona era magnética, en el bosque, el lago, aquel lugar perfectamente cómodo para ella, de repente se veía atrapada entre los brazos y el calor de aquel hombre fuerte y tan apuesto, con esos ojos que la invadían completamente. La diferencia entre sus alturas era notoria, el mayor; 40 cm más alto que ella; parecía atraer su pequeño cuerpo sin el menor esfuerzo, hacerlo reaccionar como jamás se hubiera imaginado, su corazón corría muy rápido al igual que su respiración, su cuerpo estaba tan caliente que se aliviaba con el agua que los rodeaba, pero al sentir la cercanía ajena, sabía que su cuerpo no era el único a punto de estallar en llamas.

-¿Y-yo?...¿Cómo puede decir eso un hombre como usted?... -No sabía cómo explicarlo, pero que el otro encontrara su delgado cuerpo hermoso teniendo él aquel esplendido físico le era sorprendente, se sonrojó y con sus manos volvió a recorrer el torso y los fuertes brazos del otro que en aquel momento la atrapaban y la dejaban completamente pegada al caliente cuerpo del contrario, cerró los ojos unos momentos, sintiendo el dulce sabor del aliento ajeno tan cerca que casi estaba dispuesta a cortar la distancia ella misma y probar sus labios, pero no tuvo que hacerlo, el otro cortó la distancia y se encontraron, sus labios aceptaron con gusto los ajenos, dejando que éste se moviera a su gusto por unos momentos, antes de tomar un poco más de control. Presionó sus carnosos labios contra los del contrario suave y dulcemente al principio, pero en cuanto sintió la punta de la lengua del contrario en el borde de sus labios, los separó y de manera juguetona atrapó la lengua contraria entre sus dientes con suavidad antes de deslizar la propia hacia los labios contrarios y delinear el interior de éstos antes de comenzar a jugar con la lengua del otro, en un beso profundo que le permitió recorrer toda la boca del contrario, conocerla, saborearla, juntarse completamente con él.

Estaba tan inmersa en aquello y todas las sensaciones que no notó que al parecer el otro estaba apresurado, ni siquiera tuvo tiempo de apreciar la desnudez ajena cuando notó el miembro punzante del contrario en su entrepierna, se sonrojó y tomó aire de golpe, apenas interrumpiendo el beso, se sorprendió ya que jamás había estado en una situación así, solo su instinto le decía cómo actuar. De cierta forma quería llevar al otro al límite y sin entender como, sabía cómo hacerlo, enrolló sus piernas contra las caderas contrarias y comenzó a moverse contra él, sentía la humedad diferente en su intimidad, resbalosa con aquel lubricante natural que ahora facilitaba el roce entre ambos. Hizo ese movimiento lento, observando al otro juguetonamente para ver su reacción, separándose apenas de aquel beso.

Las suaves yemas de sus dedos querían seguir jugueteando, conociendo y sobretodo disfrutando de la calidez que emanaba del cuerpo del otro. Deslizó sus brazos bajo los del contrario para comenzar a trazar patrones en su espalda, partiendo por los amplios hombros y bajando lentamente, aunque se sobresaltó cuando el otro habló, su rostro curioso y sus ojos fijos en los del contrario- ¿Cómo podría... S-saber?... -Murmuró sonrojada y mordiendo apenas su propio labio inferior- Yo nunca... -No pudo terminar la frase pues un gemido abandonó quedamente sus labios al sentir el movimiento directo del miembro del otro deslizarse de esa manera en su intimidad, estaba tan sensible que el más mínimo movimiento enviaba impulsos por todo su cuerpo, sin quererlo, sus uñas se enterraron en la espalda del otro al tiempo que dejaba escapar otro suspiro.

Sintió la manos del otro dirigirse hacia su pecho, su atributo más grande por así decirlo, siempre habían sido un poco molestos para ella ya que la limitaban para hacer algunas cosas debido a su gran tamaño. Nunca se había parado a pensar que en un momento como aquel podrían causarle placer. Los movimientos firmes del otro sobre éstos en la especie de masaje que le daban la estaban dejando sin aliento. Comenzó a dejar escapar el aire aun más fuerte, ante cada certero movimiento de la cadera del otro, comenzaban a moverse a un ritmo cincronizado, como si aquello fuera absolutamente natural para ellos dos.

Al sentir los labios del otro tocando su cuello por primera vez, echó su cabeza atrás para exponer más su cuello al otro, insitándolo a seguir, claro que le gustaba esa sensación, era aun más fuerte que la sentida anteriormente cuando el otro tocaba sus senos, al parecer, su cuello era un lugar muy sensible. Se descubría a si misma mientras el otro probaba su piel y casi sin querer comenzó a mover sus caderas más fuerte contra el otro, cuando él había intensificado su movimiento, como obedeciendo a las ordenes que el cuerpo del otro le daba, se acomodaba para facilitar su trabajo porque quería sentir más, quería descubrir más sobre aquel calor que parecía quemar su piel.

Su cuerpo se tensó y su espalda se arqueó ligeramente al sentir la presión en sus delicados pezones, aquello había sido inesperado, ahogó un gemido más fuerte tomando aire de golpe, se sentía avergonzada de hacer tanto ruido y de no poder controlar su agitada respiración, su rostro se sonrojaba cada vez más y cerró los ojos por un momento, tratanto de concentrarse no solamente en los movimientos del otro sobre su cuerpo, sino que para ser capaz de responder su pregunta coherentemente- ¿Le parece? Y-yo... Me alegra que se sienta bien para Aomine también. -Dijo con tanta decisión como pudo entre la agitada respiración de sus labios y los leves gemidos que no lograba contener del todo ante el insistente jugueteo del otro con sus pezones.

Relamió sus labios justo a tiempo para recibir los del otro, aquel beso era mucho más intenso que el anterior, hambriento, deseoso y aunque ella ya luchaba por poder respirar agarró con toda su fuerza la nuca del otro para pegar sus labios a los de ella y saborear el delicioso interior de su boca, sus labios presionaban y se moldeaban a medida, mordiendo el labio inferior del contrario apenas tuvo su oportunidad. No podía quedarse quieta, mientras el movimiento de ambos se volvía casi insoportable aprovechó la cercanía contraria para deslizar sus labios por la mandíbula contraria y bajar hacia su cuello, deslizando la punta de su lengua desde la base de su cuello hasta su mentón antes de volver para besar aquel lugar y morderlo ocasionalmente, le parecía que el sabor de su piel era exuberante, no habían más palabras para describirlo. Sus dedos delinearon cada uno de los huesos de la columna del contrario hasta que llegó al final y sus uñas rasguñaron la baja espalda del contrario al sentir la presión sus caderas, quería más, pero no sabía cómo obtenerlo, solo pudo deslizar sus labios hacia el lóbulo de su oído y deslizar su lengua suavemente por ahí murmurando la única palabra que tenía en mente- Nnh... Más...

Todo era placer y sensaciones como nunca las había sentido en su vida, estaba feliz de cierta manera, perdida en todo eso, como siempre, guiada por sus sentimientos del momento y como éstos eran tan agradables, como un juego, no pararía. Una dulce sonrisa cruzó sus labios al mirar los ojos azul profundo del otro, pero en ese momento lo sintió.

-No... -Murmuró torciendo su rostro por un momento en un gesto de desesperación y tristeza, pero su ingobernable mano derecha ya arrebataba sus gafas de su lugar y las lanzaba lejos de su alcance, en su interior sentía que se perdía en la oscuridad, ésta la abrazaba de manera protectora y pudo sentir la irritación de Satsuki para con ella antes de que la oscuridad la opacara por completo y su otro yo tomara su lugar. Sin sus lentes estaba perdida... Perdida de aquella experiencia, se perdería de aquella mirada, de esas sensaciones, de todo, por una fracción de segundo se preguntó con tristeza si volvería a ver esos ojos... 

Al abrir los ojos nuevamente, su sonrisa entes suave cambió por una atrevida, sus ojos dulces se volvieron vivaces y llenos de agudeza, incluso un deje de maldad en ellos al darse cuenta en la situación que estaba Natsuko solo unos momentos antes, tuvo que suprimir toda su ira hacia el descuidado comportamiento de su amada Natsuko y tomar su lugar una vez más, no permitiría que nadie le hiciera daño, no permitiría que le regalara su virginidad a nadie que no lo valiera y un completo desconocido no lo valía, para eso estaba ella después de todo. La sombra de Natsuko, su escudo y protección.

Una pequeña y punzante risa escapó sus labios antes de relamer éstos mismos, tendría que terminar lo que Natsuko descuidadamente había iniciado. Por los movimientos del otro contra su cuerpo era claro que el otro pretendía que fuera ella quien diera el paso "típico", pensó, pero no hizo esperar más al pobre hombre y con su inusual agilidad, empujó sus caderas justo en el momento preciso y con la suficiente fuerza para que el otro quedara completamente en su interior, apretó los músculos de su interior con gusto, sabiendo que aquello ayudaría al aumento de las sensaciones del otro. Lanzó sus brazos hacia atrás y empujó su pecho contra los pectorales del otro, ese gesto hizo que sus pezones ya rígidos rozaran con mayor fuerza el cuerpo del otro, haciendo la presión más placentera.

No esperó un segundo, con una de sus manos empuñó el cabello de la nuca del otro para empujarlo contra si misma, mientras que la otra se dirigió directa y atrevidamente hacia el trasero del peliazul, empujándolo hacia si con fuerza mientras ella empujaba hacia abajo, logrando que la embestida fuera fuerte y certera. Se deslizó, serpenteando su cuerpo contra el del otro hasta casi hacerlo salir de su cuerpo antes de repetir aquel movimiento y enterrarlo en su misma, dándole así la indicación de que quería que fuera fuerte y certero, así era como le gustaba después de todo.