{P} ¿Un buen gesto o una buena trampa?

- Vaaaaya, te gusta experimentar. – comentó poco después de que le hiciera una seña a la mesera para que se marchara, mirándole con una ceja arriba. Verdaderamente, estaba algo sorprendida por ella.

Vio de reojo como otro grupito de música se montaba en el escenario, aunque se sintió aliviada de que les diera tiempo para charlar un poco tranquilamente antes de que empezaran a cantar a todo volumen. Oh si, conocía a ese grupo, y tenían la tendencia de gritar más de lo debido en el micrófono. No tardó mucho en volver su atención a la azabache, que primero se acomodó en el asiento echándose un poco hacia delante y cruzando las piernas, haciendo que la chica se encogiera con ella.

- Hace un par de días, de hecho. Poco antes de recibir tu mensaje para que saliéramos. – alzó los hombros, recostando la cabeza del asiento como si tuviese algo de sueño – Estaba de curiosa mirando algunas calles de la ciudad y me topé con éste sitio, y pensé que sería agradable estar alrededor de un montón de bichos raros antes de cositas rosadas con escamas como se te ocurrió para hoy, – le miró de reojo, sonriendo como si contuviese una risotada – pero debo admitir que ha sido divertido. Es decir, estoy segura que no te permitirán la entrada por un tiempo, o al menos, no mientras huelas a vampiro~

La chica volvió al poco tiempo con la cerveza y la soda para la azabache, pero para la vampiro no había más que un extraño líquido rojizo en una taza bastante larga, se veía pesada y grumosa. Marceline tomó el vaso como si nada y fue tomando de a poco el color rojo del a bebida, y después es que bebía de ella, se notaba que aquello era para entretenerla por un buen rato. Caso aparte, sujetó la cerveza de Yuki por un segundo, como si estuviera dudando de algo en particular. Aquello le hizo sonreír de una manera silenciosa, le tendió el vaso en las manos de la muchacha y acercó su cara a la de ella, mirándole divertida:

- Apuesto que puedo beber más cervezas que tú. Una pequeña competencia de tragos no estaría mal mientras esperamos a tu debut. – chasqueó los dedos para llamar la atención de la mesera y pedir más cervezas casi a gritos, algo que sólo consiguió que la chica alzaba un hombro como desinteresada y se diera la vuelta. Pero bueno, volvamos con la vampiro y la “víctima” – ¿Qué dices, aceptas el reto?

Su sonrisa, escalofriantemente extensa, sólo hizo que le animara mucho más a la terrible idea que se le había ocurrido. Hizo un ademán de hacerle porras cuando la muchacha probó la bebida, y se aguantó las ganas de reír al verla con el desagrado por el ardor que daba la cerveza al tragar, ¡Esa era la idea! ¿Qué sentido tenía beber si no era eso, llegar hasta el fondo? Le tendió la soda para que pudiera medio pasar el sabor amargo de la cerveza, complacida de haber superado tan sólo el nivel de “larva”.

- No te preocupes, procuraré ir a tu nivel – dijo, riéndose entre dientes. Volvió a llamar a la mesera para una nueva ronda, aunque para esta ocasión la vampiro había pedido a que se le acercara de cerca, susurrándole al oído algo que consiguió que la muchacha alzara ligeramente las cejas, pero nada más.

Marceline se quedó con la muchacha, animándola a beber uno o dos pequeños vasos que le traían gradualmente. Ella también bebía, y fingía esfuerzo, aunque debía de admitir que el olor a alcohol le molestaba la nariz. Trataba de hacer que se “notara” que le costaba tragar, aunque, ¿Quién puede decir que un vampiro es capaz de emborracharse, cuando es totalmente incierto? Ese hecho es lo que le daba la ventaja sobre todo aquello, y esperaba que la chica en el fondo no lo supiera de lo bien que actuaba.

Al poco tiempo, la mesera volvió con dos cocteles de buena pinta, aunque Marceline pudo distinguir el olor de un poderosísimo vodka a metros de distancia. Arrugó la nariz de inmediato, y teniendo su coctel en la mesa, lo alzó en nombre de la azabache:

- He pedido algo especial para las dos, para darnos un break de esta pequeña pero entretenida competencia – dijo con total naturalidad a la mucahcha, plantándole su coctel en mano – Dejemos que la canción pase al igual que el coctel por nuestras gargantas, apenas termines te haré beber un par de cervezas más. ¡Hasta el fondo, Yuki! – rió entre dientes, empezando a beber muy lentamente su bebida.

«Espero que te gusten los cocteles con Primavera del Diablo~»

Era interesante saber que la muchacha se sentía atraída hacia el beber más y más, algo que hizo pensar a Marceline que en el fondo de toda esa “adorabilidad” debía haber una reina de las fiestas o algo por el estilo. Eso le hizo reír, pero se aguantó el mostrar una sonrisita para ver cómo la muchacha se hacía con el cubalibre, mirándole con cierto interés al empezar a sentir cierto aroma a alcohol en su aliento que le decía una cosa: Estaba empezando a ceder.

- Qué adorable, preocupándote por mí – respondió con tono divertido, recostándose sobre su hombro – Estoy bien aquí, estamos no muy lejos de la barra y quiero ver hasta dónde aguantas las ganas de subir y lanzarte al público estando desnuda – alzó los hombros, mirándole con una sonrisa ladina – ¿Alguna vez te he contado lo incómodo que es que te metan mano de esa manera? Aunque yo no te veo quejándote mucho si te llegara a pasar – le guiñó un ojo, levantándose de su asiento para subirse su pantalón y caminar hacia las sillas del escenario.

Se tiró en una silla donde no habría muchas posibilidades de que te quedases sordo a causa de las bocinas y los artistas (si eso llamaban artistas, por supuesto) que estaban en el escenario, la vampiro puso los pies sobre la mesa y cruzó las piernas, mirándolos fijamente mientras bebía del líquido grumoso y rojo que no dejaba de pasear con ella. Ella antes no les había dicho antes lo que era, ¿Verdad? Y que se pasee tanto con ella es como medio sospechoso… Bueno, digamos que ese bar da algunas cosas fuera del menú.

Otro grupito más se había subido al escenario sin decir nada, su aspecto “punketo” les sonaba de algún lado, pero como le era de mera importancia el resto de las bandas que habían repartidas por ahí (a excepción de la carrera de solista de su hermano, claro está), les restó importancia y esperó a su acompañante para ver si podrían seguir discutiendo sobre las apretadas entrepiernas de los de a su alrededor como en el acuario. Ese presentador… uff, le dio un escalofrío de sólo pensarlo, ¿Dónde estaba la pequeña ebria para que le sacara esas cosas de la cabeza?

- ¿Tienes algo en mente que no sea alcohol? ¿Algo más que te interese tomar? – dijo en voz alta por si la chica estaba cerca, tendiéndole una lista de cosas que daban allí la cual encontró en la mesa.

¿Era idea suya o estaba poniéndose más alegre? Si era bien que había escuchado que algunas personas se ponían a cantar cuando estaban prendidas, pero había notado cierto deje “simpático” en la muchacha que no había llegado a sentir eso desde ya varias salidas. Le restó importancia, sintiéndose agraciada de no ser la única por primera vez en esa cita de tener un comentario correcto respecto a lo que les rodeaba, empezó a creer que el sitio no era tan bueno como había imaginado antes, pero al menos ya estaba olvidando el hecho del estúpido animal que jugó con ella como si fuera una pelota de playa.

- Bueno… – se quedó pensativa, intentando rebuscar algo interesante para comentar, pero miren que buscar algo más resaltante que el resto de las cosas geniales que ha hecho en más de mil años de poder y gloria era bastante difícil – Una vez Keila y yo instalamos una bomba falsa en el escenario y la gente salió corriendo cuando creyó que explotaría. Y ¡Oh, aquella vez en que repartí pedazos del cabello de Bonnie en forma de entrada para un concierto y…! – su mente actuó rápidamente y ella se apagó al darse cuenta de la persona que había mencionado.

Se encogió en su propio asiento, teniendo un extraño comportamiento casi bipolar al haberse molestado por mencionar a la chica de rosado. ¡Excelente, Marceline! Como dicen algunos: La has cagado en grande. Se acordó de que no tenía el teléfono cerca y por eso no había sido torturada por la cantidad de mensajes a forma de queja de la susodicha, haciendo que se le fuera a la mierda aquella cita que servía precisamente para quitársela de encima.

Gruñó muy ligeramente, como si hubiese captado un mal olor y se encogió de hombros, cruzándose de brazos. Acomodó sus pies sobre la mesa, dándole una apariencia de un infante malcriada, de esas que aguantarían la respiración hasta que le den lo que sea que estuviesen reclamando. Ahora poco le importaba la cita, la música, la bebida (que se le había caído al piso sin haberse fijado al acomodar los pies en la mesa) y hasta la chica, y todo por culpa de una persona que ni estaba ni cerca de la ciudad, quizás al otro lado de algún continente fru-frú o algo por el estilo.

Quería revolcarse en su asiento con una rabieta para no pensar en ello, a lo que volvió la imagen del animalito molesto del acuario y todo su embrollo mental que a saber qué relación tenía la azabache con todo eso, algo que la vampiro apenas y pudo recordarlo, pero estaba muy ocupada recostándose de ella y haciendo su puchero para ello.

- ¿Lind- – y de repente se encontró mirando cara-a-cara a la azabache, eso había conseguido que se sorprendiera, puesto que ni creía que el alcohol la pondría tan “confiada”.

Le sostuvo la mirada por un rato, dándose cuenta por el ligero aroma a alcohol que la muchacha seguía en las andadas del estar embriagada. Lo descartó, la venida a su cabeza de pensamientos con Bonnie y la situación actual le había desconectado casi completamente del sitio para hacerle saber donde estaba, hasta que el siguiente grupo que se subió al escenario (ni sabía en realidad si era el mismo u otro) empezó a tocar una canción más parecido a su propio género musical, pero también lo descartó.

Pudo ver el reflejo de sus ojos rojos en los de la muchacha, al final de unos largos segundos de miradas intensas, pareció aflojarse, y desvió la mirada a otro lado y se volvió a encoger de hombros, pero con un aspecto mucho más cansino que enojado:

- Nada importante. Es solo… una cosa. – respondió, tajante, sintiendo que la palabra “cosa” sería lo más apropiado para reemplazar “ella” en ese instante – … Problemas de primer mundo. Digamos que… estoy peleada con alguien… resaltante al resto de la población común. – por no decir “importante”, ya que se le hacía incómodo el tema. Hablarlo con alguien que no fuera su hermano le ponía de malas, por eso ni siquiera los de su banda le comentaban gran cosa de Bonnibel, Keila y Bongo se quedaban tan calladas como Guy cuando se les pasaba por la cabeza – Estoy peleada con alguien, eso es todo.

Torció el gesto, sintiendo que aquello no sería suficiente para la azabache y estaba segura de que era así, y por pensarlo, volvió su mirada hacia ella, encontrándosele cara a cara nuevamente. Se volvió a ver a través de sus ojos, y se dio cuenta de que le estaba mirando de manera extraña, casi… familiar.

«Se… se parece tanto…» dijo para sí, como si estuviera en otro plano, absorta de todo lo que le rodeaba.

De ese modo, su mente jugó sucio con ella y se vio envuelta en una escena con aquella figura innombrable. Se imaginó que suyo no estaba la azabache, sino la pelirrosada. Sintió las tripas revueltas, algo que no recordaba haberlo experimentado antes, de tal manera que lo siguiente lo había terminado de hacer por puro impulso: Se acercó a ella, y casi sin dar previo aviso, cerró los ojos para robarle un beso.

Dulce, eso fue quizás lo primero que pensó tras eso, y suave también. Sintió que una sonrisa se escapaba de sus labios y le incitó a seguir con eso, hasta que sintió un brinco en el pecho, como si se hubiese quedado sin aire (cosa que era improbable porque vamos, un vampiro no respira), en la que se obligó a separarse lentamente de ella, arrastrando su labio inferior.

- … Siempre quise hacer eso… – pensó en voz alta, extendiendo su sonrisa. Poco a poco se fue dando cuenta de que su realidad era otra, y empezó a abrir los ojos lentamente, no sin antes detectar que de ese sabor dulce provino otro sabor diferente, y el aroma a alcohol. Levantó los párpados, y finalmente, se dio cuenta de que había besado a la persona equivocada.

Separó los labios y trató de decir algo, pero de su boca no salió palabra. No supo lo que le había pasado, pero algo dentro de sí le hizo pensar que quizás sí era consciente de lo que hacía, pero no de la manera que ella esperaría. Se encontró con unas mejillas rosadas, no sabía si era por una cosa u otra, pero tuvo que forzarse a soltar una media sonrisa y reír nerviosa por lo bajo, como si hubiese soltado un suspiro.

Sintió a la muchacha encima y se dejó hacer, estaba demasiado anonadada por lo que había imaginado que se le hizo difícil el darse cuenta dónde estaba metida y con quién. Bajó su mirada hacia la azabache y le vio con cierta lástima, si era por ella o por sí misma, y cuando sintió unos dedos colándose entre los suyos movió sus dedos poco a poco como si estuviese despertando poco a poco de un sueño, cerrando su mano lentamente como si su consciencia dijera que aquello era lo correcto. En cuanto al relato, no dijo nada, pero sentía una extraña mezcla de ambas situaciones del caso de Yuki como ella: Por un lado, jugaba con ella, y por otro, se sentía usada. ¿O solamente no ella significaba nada?

Cayó sobre su asiento, soltando un suspiro. Se acomodó de forma que la muchacha siguiera junto a ella y apretó su mano, y la que tenía libre la utilizó para tenerla sobre su cabeza, enredando los dedos sobre sus hebras oscuras y deslizándolas lentamente por su cabello, como si le acariciara. Nunca pensó que su plan de embriagarla para causarle uno o dos problemas terminaría en un momento incómodo tocando temas personales, algo que a la vampiro se le daba fatal, ya que no hablaba con nadie sobre esos temas (menos una persona, pero no entraba en esta situación y menos en sus pensamientos).

Se limitó a mantener el silencio para buscar qué decirle, seguramente estaba esperando algo como “No te merecía” o cosas acarameladas como esas, pero a Marceline “lo dulce” no era su gusto ni su fuerte. Apoyó la mejilla sobre la cabeza de la chica, escuchando vagamente el sonido de los platillos de la batería tocando quién-sabe-qué cosa, ella sólo cerró los ojos y volvió a suspirar, acariciando la mano de la muchacha que tenía agarrada con su propio pulgar, buscando decir algo, lo que sea.

Estaba tan confundida… Pero había algo que tenía que hacer algo antes de querer arreglar ese asunto, y a eso primero debía preguntar:

- ¿Sigues estando lo suficientemente sobria? – preguntó, ya sin su tono burlón o alegre; su voz sonaba algo apagada y cansada, como si ya no diera para más.

- Tch. – respondió, soltando una pequeña carcajada como si su comentario había arruinado algo que pensaba, tratando de levantar sus propios ánimos luego de creer que la tensión en el aire se podía cortar con una tijera en el aire.

Intercambió miradas con ella, tratando de sonreír con un colmillo fuera como solía hacer, sintiendo unas tremendas ganas de tirar de las mejillas de la muchacha al verla tan… ¿Adorable? O más de lo normal, no sabía, pero verla recostada así y con esa miradita tan inocente y tranquila le provocaba ese tipo de cosas, o el vestirla con un vestido rosado corto y dejarla en un empaque de muñeca sobre un estante el resto de su existencia, como si fuese un juguete.

Meneó su cabeza ligeramente tratando de no divagar demasiado, se le quedó mirando esperando que la repuesta saliera por su propia cuenta, o que algo de afuera de su “escena” les ayudara a calmar un poco la extraña sensación de inquietud en el ambiente. Volviendo a reírse suavemente, volviéndose hacia ella mientras seguía acariciando su mano con el pulgar y jugaba con algunos mechones de su largo cabello liso, hasta llevar ese pedacito de cabello detrás de la oreja de la muchacha y dejara su mano allí, sosteniéndole una parte del rostro:

- Por supuesto que quiero… – murmuró a tono confidencial, sonriéndole un poco más como solía hacer, volviendo a acercarse a ella para besarla nuevamente, pero mucho más lento y “pasional” que la ocasión anterior. Separó sus labios con lentitud, pero los tenía tan cerca que nada más hablar rozaba la suave textura de los labios de la azabache – , pero ese “quiero” lo dejaremos para un lugar más privado, ¿No te parece? – sonrió a medio lado, relamiendo sus labios antes de volver a besarla.

Sólo quería estar segura de un detalle, y era el saber que no estaba alucinando y nada por el estilo. Apretó la mano de la azabache lo más que pudo, aunque sin llegar a hacerlo fuertemente, y atrapó la mejilla de la chica con su mano libre mientras los segundos pasaban, olvidándose por completo de lo que le rodeaba sólo para concentrarse en una cosa, y era que el sabor dulce de los labios que tocaba no venía de unos labios rosados como los cerezos, sino de uno color pastel que pese a tener sabor a alcohol eran agradables. Algo que, irónicamente, le hizo reír con un pequeño ronquido que se le escapó de los labios.