Bajo el cerezo (Privado)

Al fin tenía algo de tiempo para poder descansar tranquilamente en aquel parque. Siempre había querido visitarle, pero no podía por cosas de los estudios, sumado a que a pesar de las indicaciones que algunos le habían dado, no había conseguido ubicarse, por lo que decidió esperar un tiempo hasta volver a intentar ir. Ahora se encontraba bajo uno de los imponentes cerezos que llenaban el gigantesco parque, sonriendo apaciblemente.

Al mirar a su alrededor le llamó la atención la poca cantidad de gente que transitaba por el lugar. "Bueno, debe ser porque la mayoría viene a ver los cerezos en primavera cuando están en flor..." pensó. "Después de todo no es lo mismo en esta época del año... pero aun así el lugar es bonito". Lástima para ellos que se perdían de tal espectáculo, pero bien para ella, puesto que así disfrutaba más del silencio y del cantar de las pocas aves que rondaban el lugar.

Un suspiro escapaba de sus labios, si bien era agradable el disfrutar así de la sombra que le daba el frondoso árbol bajo el que estaba (el cual era una decepción que no estuviera florido, pero de aquello ya había pasado un tiempo), en el fondo de su mente aparecía la presión de sus obligaciones, las cuales no eran pocas dada la época en la que se encontraba, académicamente hablando. Apoyó mejor su espalda en el tronco detrás de ella y miró hacia el follaje por sobre su cabeza. “Sólo unos cinco minutos más y comienzo a leer un poco, lo juro...”, era el pensamiento que se repetía una y otra vez en su mente y que le causaba ciertas punzadas de remordimiento, pues siempre había sido responsable en sus estudios, sin embargo, la sensación de libertad que había traído consigo la llegada a Glass City era incomparable y quería aprovecharla lo más posible, pero en el fondo sabía que luego lamentaría los minutos que desperdició en no estudiar. “Pero... ¿no dice el dicho que hay que detenerse a oler las flores...?” pensó con sus piernas levemente recogidas, lo suficiente para seguir viéndose como una dama “No hay flores cerca de mí, pero... creo que por una media hora no está mal detenerse, así puedo recargar mis energías y despejar mi mente para dedicarme a lo importante”, aquella era su forma de justificarse, por lo que con ello decidió zanjar el tema y cerrar sus ojos para aprovechar lo poco de brisa que soplaba en ese instante, quedando su mochila y todo lo relacionado a la Academia Musette relegado a un costado suyo hasta nuevo aviso.

Abrió sus ojos para mirar hacia el árbol una vez más. En el fondo se sentía culpable por aún no comenzar a estudiar, cuando usualmente era animada en ello, pero el cansancio mental de los exámenes comenzaba a agotarla. "Estudiar... quisiera disfrutar un poco más... relajarme y... pensar en otras cosas por una vez... Aunque la verdad debería... nghh..." –no quería maldecir en aquel momento, pero, ¿por qué tenía su cerebro que recordarle justo lo que menos deseaba hacer en aquel momento? Quería llorar, sabía que al final del día le esperaría una pila de deberes en el escritorio de su cuarto por estar flojeando en aquel momento- “Bueno, supongo que luego diré que lo valía...”

A pesar de que a ojos de cualquiera se veía que descansaba, sus sueños estaban más que lejos de ser placenteros. De a poco se sentía más inquieta, atormentada, por recuerdos que sólo conseguían angustiarla más y más hasta darle la sensación de que caía en un abirmo interminable.

Despertó con un jadeo algo ahogado y miró asustada a su alrededor, ¿cuánto tiempo se había dormido? Al parecer había hecho algo de desorden en sueños con las hojas que le rodeaban. Respiró un tanto más aliviada al percatarse que sus cosas todavía seguían allí con ella, se habría vuelto loca si le hubieran robado por un descuido tan tonto al quedarse dormida, aunque en inicio no fuera su intención hacerlo del todo. Decidió espiar de nuevo sus alrededores, pues le pareció escuchar algo no muy lejos, ¿será que habría alguien allí con ella?

Se asomó un poco más desde detrás del tronco del árbol para observar mejor y vio una mata de cabellos negros... para dar paso a un rostro que se volteaba para devolverle la mirada. Qué vergüenza le daba...

—¡L-lo siento! No estaba espiando ni nada, sólo escuché algo de ruido y quise mirar, no fue mi intención interrumpir o molestar en algo, en serio... –se apartó y comenzó a recoger sus cosas. De todos modos, más temprano que tarde se atrasaría para regresar a la academia y no quería que pasara la hora del toque de queda... de nuevo. Aunque para eso aún faltaba un poco de rato.

¿Se habría molestado por la interrupción? Esperaba de corazón que aquel no hubiera sido el caso. Mientras hacía el intento de guardar sus libros y papeles, se dio cuenta de que le faltaba algo, ¿se habría perdido entre las hojas de los árboles? Sólo pedía que no fuera así o probablemente no lo encontraría en medio de la enorme pila que le rodeaba.

Y a su alrededor se armó un revuelo de dichas hojas mientras las lanzaba hacia los lados (o hacia cualquier parte, realmente), ¡¿cómo diablos podía perderse algo tan rápido?! Entonces un toque en su hombro le hizo voltearse, sin darse cuenta que su cabello estaba algo despeinado y con unas cuantas hojas colgando de sus mechones.

—¿E-eh? –miró sus manos como si en inicio no entendiera lo que quería decirle, hasta que reconoció su propia caligrafía en la hoja– ¡Ah, gracias! Pensé que se lo había tragado el montón de hojas, me salvaste... si se me perdía no sé qué habría sido de mi...

Después de recibir el dichoso papel y de reunirlo con el resto se le quedó mirando, y tratando de no ser muy grosera al hacerlo se adelantó a decir algo.

—Lo siento, es sólo que... ¿no te he visto antes? ¿Eres de Musette, no es verdad?

Frunció un poco el ceño, sí, en efecto podría haber pedido que le pasaran los apuntes, pero... ¿a quién? Aún no se sentía con la confianza necesaria con sus compañeros de pedir semejantes cosas.

—Ah, bueno, lo que importa es que seas tú quien lo entienda y no el resto, ¿no? –comentó algo pensativa al respecto, aunque aquello se volvía inútil si quería compartirlos, de todos modos no era el caso ni surgió la necesidad de tener que recurrir a apuntes ajenos.

De todos modos, esperaba no haberse equivocado y estar confundiendo al pobre joven con otra persona. Su pensamiento fue interrumpido por la mano del otro acercándose a su rostro, tensándose por un segundo al no saber qué haría, siguiendo el movimiento de su mano hasta ver una hoja en su mano, ¿cuánto rato llevaba en su cabeza? Lo más importante, ¿cómo es que no se había dado cuenta que estaba allí?

—Ah, ¡menos mal! Tenía miedo de que te hubiera confundido con alguien más... pero... creo que eso explica todo, yo soy del curso de los vocalistas –ladeó un poco la cabeza al comprender el por qué no se habían visto demasiado a pesar de estar en la misma academia, encima en la misma clase.

Miró la mano del otro y asintió suavemente a modo de darle a entender que comprendía.

—Lo siento, también debí presentarme... Soy Aria, también es un gusto... –tomó su mano y la estrechó finalmente– De hecho, no pensé encontrarme jamás a alguien de Musette por estos lados... Y me di cuenta lo de la hoja, está bien, no pasa nada... más me preocupa no haberme dado cuenta antes –dijo a modo de broma, riendo un poco– Y Khaer, ¿vienes seguido a estudiar aquí? La verdad yo ya estaba por irme, no fuera a hacerse tarde, pensaba regresar antes del toque de queda, ¿qué hay de ti?

En el fondo se sentía un poco mal de no haber reconocido tan claramente a su propio compañero de clase, pero mentalmente se escudaba en el hecho de que apenas y habían compartido asignaturas, siendo que seguro no se había dado la oportunidad de entablar mayor contacto, hasta ahora.

En un momento se sintió un poco extraña, ¿estaría aburriéndole demasiado con su palabrerío? Era probable, quizás sólo deseaba que le dejaran estudiar tranquilamente, por lo mismo mencionó lo de marcharse, sumado a que tampoco quería que se repitiera la desagradable situación de la última vez que llegó pasado el toque de queda en la academia.

—¿No? –no esperaba que le respondiera eso, pero no estaba mal, después de todo quizás venía seguido pero no a estudiar, no era quién para juzgar o ponerse a cuestionar tales cosas– Bueno, sí... usualmente es mejor estudiar en lugares silenciosos, siempre hay mucha gente rondando en Musette, yo también, pero a veces necesito algo de aire o me siento sofocada mientras estudio –se rascó su nuca, suponía que eso era efecto del estrés muchas veces, sobre todo en inicio cuando tenía que nivelar con las clases que no tuvo por llegar algo retrasada durante el año escolar.

—¿Sabes de la obra? Ah, perdón, se me olvida que Musette está tapizado prácticamente en afiches... ni me lo digas, todos estamos algo superados con eso, entre estudiar los libretos y todo... –se calló unos instantes, no quería hablar demasiado para no revelar demasiados detalles, después de todo muchos alumnos querrían experimentar la obra sin saber mucho sobre lo que ocurre detrás del telón.

Miró incrédula su celular cuando le dijo lo de la hora, ¿en serio faltaba tanto? Le había dado la impresión de que faltaba muchísimo menos.

—¿Será que habré mirado mal la hora? Bueno, prefiero llegar antes de eso y no al instante justo en que comience... ya tuve una mala experiencia con eso antes –murmuró lo último casi para sí misma– ¿Q-qué...? ¿Un... aventón...? –tragó algo sonoro– ¿En motocicleta...? –no era como si le tuviera miedo a andar por primera vez en una, sin embargo, la idea de viajar así de aferrada a alguien le daba un poco de miedo, ¿y si se soltaba y se caía?

—¿Es... segura...? –preguntó con algo de inseguridad– ¡No es contigo, en serio! Sólo... si me caigo, bueno... no sería agradable... si me lo aseguras... no creo que haya mucho problema... si tuvieras casco.