Buscando el color (Zephaniah y Dante) (+18)

Mientras esperaba respuesta alguna por parte del chico lo único que recibió fue una sensación de dolor agudo en el cuello. Abrió la boca pero ningún sonido, ni siquiera un grito fue capaz de hacer. Llevó sus manos a la espalda del chico pelirrojo aferrándose a él con todas las fuerzas que pudo sacar debido a la gran impression que tuvo al verse atacada. Su cuerpo se estremeció, temblando pero solo al principio, poco a poco fue relajándose- Vampiro…- Murmuró con una voz casi imperceptible pero en el tono de voz se pudo apreciar claramente fascinación.

Cada minuto que pasaba se sentía débil pero no dejaba de abrazarlo, los temblores quedaronatrás pero su boca permanecía semi abiertan miraba hacia enfrente, con la mirada perdida- M-me hubieras dicho que es lo que eras d-desde el principio- Sus ojos se entrecerraron, el dolor fue pasajero, le record cuando se enfermaba y para curarla tenían que aplicarle una vacuna, no le gustaba la sensación de la aguja penetrar su piel, siempre se escapaba hasta que la encontraban y la tomaban con fuerza las sirvientas para que se la aplicaran.

El agarre ya no era tan fuerte, solo esperaba a que se saciara el chico y al sentirse más tranquila comenzaba a divagar ¿Qué se sentiría beber samgre? ¿Era muy rica y nutritiva? ¿Cual era el sabor de la suya? ¿ Le estaría gustando a la otra persona? Eran demasiadas preguntas, signficaba que el miedo había desaparecido.

No le rechazaba, no le golpeaba ni parecía querer hacerlo. Se contentaba con esto, deducía que la humana había visto suficientes películas de terror como para imaginarse qué estaba pasando... pero ¿por qué no se resistía? ¿Le gustaban los vampiros? ¿Sentía curiosidad? ¿Le gustaba el dolor? La sangre que le llenó la garganta en esos momentos nubló estos pensamientos, permitiéndole aferrarse a su cuerpo, contra el cual empezó a friccionar con fuerza y ansiedad.

Era cálida... y olía tan bien.

Al cabo de un momento, Ayato desencajó los colmillos del cuello ajeno y liberó varios jadeos, sin querer distanciar su boca de la herida recién hecha.

- ¿No estás asustada? - Susurró con voz ronca, acercando sus labios al oído de la humana, - ...¿o es que te agrada esta sensación? - Quiso parecer juguetón pero aún se encontraba débil y deseoso, por lo que su voz se escuchó profunda e interrumpida, pues respiraba con algo de dificultad y a un ritmo elevado.

Deslizó su lengua sobre la herida de Zephaniah, siguiendo el rastro que su sangre dibujaba como un animal hambriento, sin saciar. Ya no podía ignorar la tensión de sus músculos, el dhampiro bajó la mirada hacia los senos abultados de la humana y coló una de sus manos sobre ellos, acariciándolos sin permiso ni prudencia, para luego deslizar la punta de su nariz por este sector, dar una breve lamida y volver a morderla en esta delicada zona.

Todavía se encontraba inmersa en sus pensamientos pero otra punzada de dolor la volvió al lugar lanzando un leve quejido sintiéndose por fin liberada, sus ojos se mantenían entrecerrados, se sentí muy mareada y con mucha hambre. Con un poco de dificultad pudo escuchar lo que le decía el chico. Negó con suavidad pero la pregunta que antes le formuló- No me gusta el dolor- Dio un leve suspiro- Te sentías mal ¿Cómo iba a empujarte o apartarte? Además te irías, y volvería a estar sola.

Aún le era extraño que alguien le hablara con aquel tipo de voz ronca, le provocaba escalofríos y una sensación extraña en la boca del estómago. Su cuerpo parecía tener sensibilidad o no estar tan dormido como su mente pues al sentir la mano ajena en su pecho dio un sobresalto abriendo totalmente los ojos, con la mordida y las caricias que le proporcionó pero lo ocultó llevando su mano izquierda a la boca- ¿Q-que haces? Duele y se siente extraño- Esta vez trató de separarlo, no con brusquedad pero sensaciones nacían de su interior que parecían crecer debido a la cercanía de los cuerpos y no sabía como reaccionar ante ello.

-También me gustan mis pechos pero no creo que sea el lugar ni el momento indicado para q-que lo hagas, además ahora soy yo la que tiene hambre, quisiera comer algo de tofu, o fruta por que ¿Sabes? A diferencia de ti soy vegetariana, tengo una alimentación especial, hehe- Volvía a hablar sin siquiera tomar en un momento aire, hablaba de manera rápida pero si se podía distinguir las palabras. Esto era para quitarse el nerviosismo, e incluso el miedo que aun se mantenía latente. Procuraba no mirarle a los ojos, le daría pena mirarlo mientras tenía esas sensaciones.

Ayato no se separó de sus senos, succionó de ellos con fuerza, hambriento como un animal salvaje y aprovechó la distancia para acariciarlos con la mano contraria, fascinado por su dimensión y suavidad. Aún así sufrió de un pequeño ataque de ternura al escucharle, ¿solo estaba haciendo amable con él? Le agradaba pero no quería creerle, quería sentir que sus colmillos le estaban haciendo disfrutar.

- ¿Q-que haces? Duele y se siente extraño.
Al escucharle, separó los labios de su piel dejando escapar un profundo jadeo.
- ¿Que qué hago? ¿No es evidente? - Masculló, entonando irritación ante su pregunta mientras que de su mandíbula se deslizaban varios hilos de sangre - …estoy débil…no haría tanta guarrada sino lo necesitara…- aclaró con el rostro encendido, sin atreverse a mirarla - …deberías…sentirte honrada…- agregó arrogante.

- ¿Sabes? A diferencia de ti soy vegetariana, tengo una alimentación especial, hehe - esto sorprendió un poco al dhampiro, quien le observó de reojo sin ceder a su deseo de ser soltada.
- ¿Vegetariana? ¿Qué con eso? - Preguntó en un gruñido, desgarrando con las uñas la tela del camisón que interfería el contacto. - Deberías alimentarte bien, con carbohidratos y todo eso, de esa forma tu sangre sabrá aún mejor - acotó mientras ondeaba con la lengua el perímetro de su pezón, lascivamente - aunque de por si…no está nada mal…¿sabes? Te invitaré a comer algo más tarde, lo prometo.

Hizo un leve puchero al escucharle decir que debería de comer, técnicamente, carne- No me gusta la carne, es de animales que han sufrido y su sabor me sabe realmente mal- Murmuró más para sí misma que para el vampiro. Solo sonrió cuando escuchó que la iba a invitar a comer aunque su boca produjo otro gemido al sentir la lengua en su pezón. Sintió además como sus piernas perdian fuerza resbalando unos cuantos milímetros pero volvió a guardar la postura, de nuevo intentó separarlo por la verguenza que sentía.

-Puedes alimentarte más de mí, hasta que estés mejor pero ¿E-es necesario que me hagas esas cosas? Además has roto el camisón y ahora no tengo nada de ropa puesta- Quería sonar enojada pero su tono de voz no se lo permitió sonando, más bien, muy apenada. Su rostro mostraba un leve sonrojo, no tan intense debido a la pérdida de sangre. El pecho mordido le dolía igual que el cuello, con un leve ardor, no sabía hasta cuando iba a estar satisfecho el vampiro pero esperaba que pronto, no sabía si iba a resistir más y menos por como se comportaba su cuerpo.

-¿Por qué te gustan mis pechos?-murmuró de manera inocente y con algo de curiosidad y es que en el tema del sexo y todo lo que conlleva no sabía nada y nadie le había tocado ese tema. De todos modos en el pasado no tenía una relación afectiva estable con alguien que pudiera platicarle de aquellas cosas.

Le hizo gracia que la humana tuviera tendencias animalistas, eso le hacía radicalmente opuesta a él, quien ni siquiera tenía consideración con los propios humanos.

Ayato se mantuvo jugando con sus senos, amoldándolos entre sus manos sin dejar de succionar la zona mordida, la cual no dejaba de proveerle de deliciosa sangre. Se sentía mucho mejor, con un poco más de alimento tendría la capacidad de acabar con ella pero esa no era su intención.

No es divertido si se muere...es guapa.

La presión en su entrepierna fue mayor en el momento que le escuchó gemir. Él era un tipo selectivo y muy resistente al encanto femenino (por presuntuoso, más que nada), sin embargo en esta ocasión su cuerpo parecía estar suplicándole la descarga inmediata, ya no solo se estaba alimentando. No conseguía distinguir de dónde provenía esa necesidad, si del instinto de un vampiro o de una moción humana.

- ¿Por qué te gustan mis pechos? - Ayato se detuvo y le observó impactado, ¿cómo podía preguntar semejante obviedad en un momento como ese? Ah, vale, su inocencia.
- ¿Estás jugando conmigo? - Dijo en un gruñido mientras hundía su avergonzado rostro en el busto de la menor, como escondiéndose. - Si hago estas cosas tu sangre sabrá aún mejor... - se justificó aunque tampoco mentía, la sangre mejoraba mucho si el huésped era sometido a placer.

El dhampiro le recorrió con el filo de la lengua, pasando por sus senos, su cuello y su mandíbula, acompañándose de algunas breves succiones que podían asemejarse a besos. Se incorporó ante ella y se aproximó lentamente, buscando su boca.

- Eres la mejor enfermera que he tenido en mi vida...¿quieres que vaya un poco más rápido? - No esperó a que contestara, la besó bruscamente, dejándose llevar por la ansiedad.

Al no tener mucha información acerca de las costumbres y de todo relacionado con vampiros creyó la explicación de Ayato e incluso pudo parecerle un poco lógica, no iba a cuestionarlo en ese sentido. Cuando sintió de nuevo esa lengua sentía cosquillas en algunas partes que le hacían reír muy bajo pero cuando tocaban las zonas erógenas que ni siquiera sabía que tenía daba pequeños gemidos y cerraba un ojo. Le hacía sentir bien y pronto su mente estaba de acuerdo con su cuerpo de que no quería que parara.

Cuando sus rostros estaban muy cerca uno del otro pudo por fin verle a los ojos pensando que no se le iba a quitar la pena, aún tenía mucha pena pero podía soportar mirarlo. Ahora no intentaba apartarlo, quería saber que cosas iba a hacerle más, si podía hacerle sentir más cosas sin olvidar que de este modo él comenzaba a sentirse bien.

Se sintió alagada escuchar que era una buena enfermera, una pequeña sonrisa apareció en sus labios antes de ser atacados por ese beso. Era ignorante pero no tanto como para no saber que era un beso. Pocas veces pensaba en como iba a ser su primer beso y nunca se le ocurrió que fuera en un baño y con un ser sobrenatural que apenas acababa de conocer. Trató de corresponderle pero al principio era demasiado torpe, no sabía como mover sus labios.

Cerró los ojos para concentrarse más, era muy difícil de seguirle el ritmo a alguien que estaba experimentado, se sentía más torpe de lo normal y apenada de no poderle seguir. Su cuerpo comenzaba a dejar de estar tensa, se soltaba. Le gustaba sentir los labios de la otra persona y ahora por cuenta propia acercó su cuerpo al del vampiro haciendo un pequeño quejido cuando hizo presión en su pecho lastimado, aún le salían pequeños hilos de sangre.

Introdujo su lengua con violencia, jugando con la ajena a medida que atraía el escultural cuerpo de la muchacha a sí, completamente seducido por la esencia de su sangre. Sin embargo un aroma ajeno, acompañado de un sonido externo, desvió su atención.

- Pssst...alguien viene... - susurró a la humana al retirar sus labios, mas manteniéndose cerca de ella con el fin de callar cualquier sonido que emitiera con un beso. Mientras se mantuvieran en silencio el asunto marcharía. - Tché...hemos estado mucho tiempo aquí...debemos movernos de lugar... - comentó molesto al notar que la mujer en cuestión, quien no era otra persona más que la auxiliar, se había marchado del baño. Si seguían adelante con lo suyo serían descubiertos y el panorama no era muy favorable.

Irritado por tener que reprimirse, liberó a Zephaniah de sus brazos y envolvió su cuerpo con su propia chaqueta negra manchada en sangre.

- Tendrás que deshacerte de ella apenas consigas ropa o llegues a tu habitación, te escoltaré si lo necesitas...aunque no puedo hacer uso de la invisibilidad... - reflexionó con seriedad, sin saber realmente qué podría hacer para encubrir el accidente y las mordidas de la humana. Ayato se apartó un paso y se cruzó de brazos, simulando que intentaba idear un plan de escape, pero mientras estaba en eso dedicaba una última ojeada a los senos desnudos de la menor, aún visibles.

Definitivamente mi tipo.

La interrupción del beso provocó que volviera a la realidad, abriendo solo un poco los ojos aunque al escuchar que alguien más entraba comenzaron a hacerse más grandes, invadiéndole el nerviosismo de ser atrapada con un chico en el  baño de las mujeres. No quería recibir una reprimenda por lo que obedeció sin rechistar al vampiro esperando a que se fueran pronto para poder seguirse moviendo. Su pulso no dejaba de estar irregular, su corazón latía muy fuerte.

Cuando se fueron pudo por fin respirar tranquila, solo ese intermedio basto para que se recuperara de las sensaciones que el beso y contacto de Ayato provocó en ella, lo agradeció por que necesitaba recuperarse.

Miró con extrañeza la chamarra que le dio, le agradecía el gesto pues estaba desnuda pero se sentía incómoda el llevarla teniendo en esta un poco de sangre pero no sería quisquillosa, por lo menos tuvo aquel gesto de prestarle una prenda-Veamos…Creo que mi ropa se encuentra en la habitación que me desperté pero no recuerdo donde es extactamente…Hay que buscarla por que comienzo a tener frío- Se abrazó para darse un poco más de calor dando fin de esta manera a la vista de sus pechos desnudos.

Abrió la puerta del baño con cuidado, dirigiéndose a pasos rápidos hacia los lavabos para echarse un poco de agua en la sangre que le escurrió de tu propio cuerpo. Dio un pequeño gemido de queja al sentir el contacto de agua fría con su piel caliente- Espero que no nos encontremos a alguien en el camino, me daría pena que me viera de esta manera- Volteo a verlo con una pequeña sonrisa, un tanto tímida-P-por cierto, gracias por la chamarra.

Siguió a la pelirroja a paso tranquilo, contradiciendo su intento por pasar desapercibida. Observó que ella empezaba a limpiarse la sangre del cuerpo y la ropa en el lavabo, lo que le hizo caer en cuenta de que debía hacer lo mismo, su camisa no estaba en las mismas condiciones que la chaqueta pero sí que contaba con varias manchas de sangre desperdigadas por aquí y por allá. Era un proceso tedioso pero necesario si quería andar por los pasillos sin ser molestado, aún así no sabía qué coño decir si alguien entraba y le veía muy cómodo en el baño de mujeres.

- Bah, no fue nada - respondió ante el agradecimiento de la niña dedicándole una sonrisa ladina en la que conseguía exhibir sus filosos colmillos.

Sin más, dejó correr el agua del grifo y limpió la sangre que le manchaba la ropa, aunque ésta no conseguía salirse del todo las manchas eran menos notorias que hace un momento. También se enjuagó el rostro y las manos. En el proceso observó de reojo a Zephaniah, un poco irritado por verle limpiarse las heridas.

- Tsk, qué desperdicio... - y sin vacilar ni un segundo, se acercó a ella para limpiar con su propia lengua los restos de sangre que manchaban su cuello. No era mucho lo que quedaba así que se detuvo al instante, para luego dirigir sus pasos en dirección a la salida. - ¿Estás lista? Si alguien pregunta tuve un accidente y me están tratando, solo salimos a tomar aire...o algo así... - le explicó aunque en verdad no sabía cómo saldría eso, solo por si acaso decidió agregar: - si la situación se vuelve muy complicada me veré obligado a atacar y a huir de mala manera...tienes permiso para esconderte o hacerte la desentendida, me conviene más tenerte de aliada discreta a una cómplice declarada...ya no tienes más opción que ayudarme, espero que lo sepas.

Esta vez no tuvo las sensaciones de antes cuando volvio a lamer el cuello, solo sintió cosquillas pudiendo deberse por dos factores, el que ya no estuviera exitada y el tiempo en que lo hizo que fue muy corto. Terminando de limpiarse se tapo lo suficiente aunque tenía frío. Solo dio unos dos pasos a la advertencia de Ayato. Su rostro mostró claramente sorpresa y preocupación de lo que haría el vampire si es que salían las cosas mal.

-No ataques a nadie, por favor. No creo que sea necesario además esta vez lo hare bien y sere una persona tranquila- Volvió a dar pasos hasta quedar al lado del chico y sin siquiera preguntarle le tomo del brazo atrayéndolo acortando las distancias, le sonrio de forma inocente- Yo no me alejaré de ti pero cumple tu promesa de invitarme a comer- Se oía muy débil pero quería mantener una actitud algo positiva y era mejor que se sintiera débil por que de no ser así se le dificultaría, dio un último respire- Déjame salir primero yo, para ver que no esté alguien cerca.

Abrió la puerta con cuidado sacando solo la mitad del cuerpo, despegandose de su brazo pero no queía perder el contacto por lo que le tomó de la mano. Para su buena suerte estaba vacío el lugar como cuando entraron así que salió llevandose con ella al vampiro.En esta ocasión todo el recorrido hacia el elevador fue un total silencio, su rostro estaba concentrado en ir al lugar correcto, trataba de acordarse de los lugares correctos, estaba nerviosa de que alguien los descubriera, no quería perder más tiempo –Cuando llegemos a la habitación buscaré mis ropas, entrarás conmigo para que no te vean y quieran hacerte la plática pero tienes que cubrirte los ojos si no lo haces no me concentraré por que cuando alguien me observa me siento presionada y si me siento presionada entonces querré hacer todo rápido pero cuado hago las cosas rápidas no puedo hacerlo bien y eso hace que…-Ella sola se dio un alto, si hablaba y no paraba la gente empezaría a observarlos. Pasar desapercibidos…pasar desapercibidos…Sonaba constantemente esa frase en su cabeza mordiendose el labio para no abrir más las boca.

La situación no era para nada favorable. Zephaniah estaba escasamente vestida con su chaqueta negra pero aún tenía algunas heridas superficiales asomadas en su blanca piel. Por otro lado, él solo vestía una camisa blanca y unos pantalones oscuros, ambos manchados con la sangre del tipo de antes y de la pelirroja, manchas que el agua por sí sola no podía limpiar. Disimularlo era imposible, solo podían contar con llegar pronto a la habitación de ella y ocultarse de las miradas ajenas.

Si bien había recobrado energía gracias a la sangre de Zephaniah no existía posibilidad de hacer uso de su habilidad de desaparecer, no hasta pasadas las veinticuatro horas límite...en resumen, si los atrapaban estaban jodidos.

- ¡Guarda silencio, idiota! - bramó ante el ascensor, irritado por escucharla parlotear tanto en una situación tan estresante.

Presionó el botón de subida reiteradas veces, esperando que nadie les viera ni les preguntara más de lo pertinente. En eso, el ascensor se abrió y se toparon de bruces con uno de los médicos de la sección.

- Hey, ustedes...¿qué están haciendo? - Preguntó el sujeto, extrañado de verlos en semejantes pintas.
- T-tuve un accidente hace unas horas y ella me está ayudando a... - balbuceó Ayato como por reflejo, visiblemente nervioso. Pero fue interrumpido por el profesional, quien se quedó de piedra al reconocer que lo rojo era sangre.
- ¡E-estás sangrando mucho! ¡Tienes que ir a urgencias inmediatamente!
- N-no yo...no es nada...

El dhampiro dirigió una mirada afilada a la pelirroja, quien ya se había ganado la atención de varios pasantes que le observaban con algo de lascivia por su provocativa apariencia. Tensó los músculos en lo que el médico le forzaba a acompañarle...dispuesto a atacar. No podía permitir que le examinara, no sin tener heridas superficiales y tal cantidad de sangre encima.

Tsk...no queda de otra...

Ya había pasado al menos una semana de ir y venir en este puto hospital, cosa que en verdad no era de mi agrado, pero cuando me agrraba en una pelea fea no me quedaba de otra. Después de todo, por muchas particularidades que tuviera mi cuerpo, era imposible que una herida como la que recibí la ultima vez, cerrase por si sola. Tuvieron que colocar 4 puntos sobre el tajo que me gané y ahora mismo correspondía quitarlos y reemplazarlos por unos superficiales mas unas cuantas vendas. Qué paja más grande. Eso de parecer momia no va conmigo.

Caminaba como perro en casa ajena y es que si en la calle a veces me mirabán un poco demás, dentro del hospital me hacian un scaner gratuito, yo creo que facilmente se figuraban que era alguna clase de delincuente. Y bueno, yo dejé ese rubro hace ya bastante pero la gente siempre se queda con la primera impresión. Para evitar más miradas simpáticas decidí usar el ascensor, podía soportar al par con los que tuviera que subir y no a quién sabe cuantos en cada piso al que subiría.

De pronto noté un pequeño escandalo frente al bendito ascensor. Puta madre! Hoy nada va a mi favor. Oh, wait. De inmediato noté un cabello que se me hacía familiar.

"H-hey..! El puto imbecil de la otra vez!"

Señalé casi de forma automática, siguiendo el impulso a toda voz para después conseguir que todas las miradas, pasaran del sujeto a mi.

"uh..?" Susurré inmovil, aun señalandolo.

Se encogió de hombros al escuchar el grito de que se callara, pero entendía que estuviera así y no quisiera que alguien descubriera quien era realmente, y no solo eso la tenía preocupada, el que quisiera hacerle daño a alguien, si, la mejor opción era hacer lo que él dijera, así podrían salir de esa situación lo mas rápido posible. Ella esperaba el ascensor con la esperanza de que no estuviera nadie pero la suerte en estos momentos no estaba de su lado y un doctor apareció. Ella se quedó callada, no sabía como librar la situación, ni que decir.

De pronto sintió el ambiente muy pesado y no ayudaba mucho la pérdida de sangre, no quería que se fuera de su lado y al ver su mirada un gran escalofrío recorrió su cuerpo, sabía lo que iba a hacer el vampiro por lo que caminó hacia el doctor- Doctor por favor no…-Por fin pudo sentir que el habla iba hacia ella pero fue interrumpida por otro chico que estaba gritando votleandolo a ver muy preocupada notando que señalaba donde estaban y por el comentario que hizo antes pudo suponer que ambos se conocían y a los mejor eran hasta amigos. No le tomó mucha importancia a su apariencia, de hecho le pareció muy original y de haber estado en otras cincunstancias lo admiraría mas tiempo pero tenía que reaccionar así que corrió hacia él cuidando de que la chamarra cubriera la parte delantera.

Una vez que llegó con el otro chico tomó la mano con la que estaba señalando- Eres amigo de él cierto? Ayudame, yo no puedo sola, no quiero que se lo lleve el doctor podría hacer algo que dañe a los demás y no quiero que haya más personas heridas- La mano con la que tocó la del chico comenzó a debilitarse y a temblar un poco, un poco por el miedo pero también por lo débil que ya se sentía, sentía que de un momento a otro se iba a desmayar pero necesitaba cambiarse y salir de este apuro.

Estaba dispuesto a atacar al doctor con tal de librarse de la revisión cuando una voz aparentemente dirigida hacia él se realzó entre los que merodeaban el pasillo. Con solo levantar la vista vio al sujeto con el que se había liado a pelear la semana pasada, ese del tatuaje en el rostro y sangre extraña. No disimuló en nada su sorpresa, la cual se vio reflejada en un exabrupto casi tan torpe y repentino como el del contrario:

- ¡¡Tú...!! - Gritó de vuelta, reconociéndole y olvidando por un momento toda su desgracia actual - ¡¿a quién le estás llamando puto imbécil?! - Saltó irritado al ver su ego lastimado, librándose del agarre del preocupado médico de una sola jalada se acercó al cretino a paso imperante, netamente por molestia.

Pero la pelirroja se le adelantó y, no solo se dirigió al imbécil sino que también supuso que como ambos se conocían debían ser amigos, por lo que la muy genio no halló nada mejor que pedirle ayuda.

El trío acaparó rápidamente las miradas de los pasantes y no parecía que el doctor fuera a ceder tan fácil pues mantenía el ojo en Ayato, quien ya le parecía un delincuente juvenil. La engorrosa situación volvió a su cabeza al percibir las insistentes miradas de las enfermeras sobre ellos y recordar el charco de sangre que traía encima, solo entonces se dijo que quizás ésta sería la gran oportunidad que estaban esperando para salir de ahí.

- A ti quería verte de nuevo...¡vamos afuera! - Bramó ignorando el mensaje pacifista de Zephaniah, asiendo al muchacho del cuello de su ropa y forzándole a avanzar rumbo a la salida con la clara intención de querer armar una buena en el jardín, a costa de que esto les significase llamar más la atención.
- ¡¿Qué?! ¡Pero sus heridas...! - Exclamó el consternado doctor, quien no se atrevió a seguirles más de dos pertinentes pasos pues el asunto ya se veía como una especie de cuenta pendiente entre callejeros. Aún así, no podía creer que priorizaran eso antes que la salud y bienestar personal.

Y este era exactamente el escenario que Ayato pretendía crear, una conmoción tras otra le sería de utilidad. Nada como aprovecharse del pánico.

- ¡Esto es más importante!