Being liberated in the shadows -Skyle-

El agua caía, rítmica y monótona chocando contra su cuerpo y contra la placa del suelo en donde estaba en pie frente a la alcachofa de la ducha. La cabeza le pesaba, tenía demasiada cantidad de pelo y éste no hacía más que alisarse y empaparse. El cabello se le pegaba a la frente, pasando un poco sus cejas y rozando el inicio de sus párpados. Tenía la cabeza baja y los ojos cerrados mientras regueros húmedos caían por su cara. No había sonrisa en su rostro, solo una expresión serena y tranquila. Su cuerpo no se movía al compás de las gotas de agua. Estaba estática bajo la ducha, como nunca estaba. Lo que rodaba por sus mejillas rosadas no era agua, eran lágrimas. Momo estaba triste… ¿Por qué razón? Los últimos días, quizá debido a las vacaciones no tenía demasiadas ocupaciones, así que su mente ociosa divagaba de más acerca de sus problemas.

Así que tenía que empezar a olvidar otra vez, debía hacerlo. Odiaba sentirse triste, era obviamente una sensación desagradable, por lo que cuando sus almendrados ojos se abrieron y sus largas pestañas comenzaron a gotear ya se había decidido que ya era hora de comportarse como la mujer que era. Estarse quieta lamentando no la haría sentir mejor, tenía que salir, moverse y buscar algo que la animase de nuevo.  Era hora de cerrar el grifo de la ducha, secarse y  vestirse  para salir a donde la llevasen los pies, seguro que a algún lugar alcanzaría a llegar para encontrar algo entretenido. Se colocó un vestido negro cubierto por un suéter vino tinto y unos zapatos cómodos.

Acomodó la caja mediana que llevaba en sus brazos y continuó su andar por aquellos pasillos ya desolados, al parecer la mayoría aprovechó las vacaciones para ir con sus familias o de excursión, eran pocos los que se quedaban en el instituto. La verdad era que para Momo el fingir tanta amabilidad y crear aquella reputación estaba resultando agotador, y los problemas que se iban acumulando a su alrededor no le ayudaban demasiado, pero al menos había conseguido avanzar un poco en su plan, por lo que se animaba así misma diciendo que todo acabaría pronto. —Tan agotador…— se dijo suspirando un par de veces. Ya estaba cerca de su destino, la azotea e imaginaba que sería perfecto pasar alguna hora sola sin preocuparse porque decir o hacer frente a sus compañeros.

Justo cuando estaba por abrir la puerta de la terraza sonó su móvil, con algo de dificultad lo sacó de su bolsillo y contestó la llamada,—Ya estaba por contestarte, ya sabes que no me gusta ir a ese tipo de cosas ¿Para qué insistes?— era su viejo amante así que hablaba con tranquilidad. Mientras sostenía el aparato entre su oreja y el hombro, abrió la puerta y se adentró con cuidado. —¿Qué? ¿Estás loco?!...— exclamó y ante el descuido casi tropezó, recuperó el equilibrio pero la caja que traía terminó por caer al suelo esparciendo parte de su contenido fuera de la misma. —Aish! .No quiero ir!, no voy a cambiar de opinión, cuelgo—dijo terminando con la llamada para guardar el móvil en su bolsillo. Ahora reprochaba su torpeza al ver todo aquello en el suelo, habían un par de libretas  con canciones y melodías que ella misma había creado y su vieja radio, aquel preciado objeto que no dudo en recoger primero.

Lo acomodó a un costado junto a las demás cosas, se dedicó a mirar el hermoso cielo nocturno mientras se despojaba del suéter y los zapatos antes de presionar el botón de la radio que permitiría la reproducción de un CD.  Los pies de de Momo se volvieron ligeros y parecieron flotar con cada paso que daba cuando los primeros acordes de piano empezaron a escucharse. La música empezó a subir por ellos, recorriendo sus largas piernas hasta alcanzar su abdomen, flexible y esbelto dejando atrás sus caderas, moviendo la faldita como si la acunara en el aire, llegando a sus brazos en cuanto la letra de la canción dio inicio. Suave, ligera, se movía casi apuntillando los pies por la suave melodía que la hacía evocar la danza clásica. Aquella era su forma para liberar su mente y tratar de huir de aquellas sombras que le perseguían ¿Qué si puede hacer eso allí? No tenía idea, eran pasada las 12 am  ya,  pero no le preocupaban las reglas del instituto en aquel momento. Incluso casi al finalizar la canción sin temor comenzó a “danzar” en el borde del muro de la azotea.

Outfit
Canción

En un abrir y cerrar de ojos ya habían llegado las vacaciones de invierno en donde la mayoría de los internos de Musette volvían por algunos días a sus respectivas casas, pero él había decidido quedarse, después de todo su padre no estaría en casa en esas semanas ¿Qué sentido tenía volver a una gran casa si realmente nadie iba a estar ahí para estar con él?

Ninguno.

Incluso si en Musette no se sentía precisamente más acompañado, al menos había más gente, ruido y caras que ver. Lo malo era que después de toda la seguidilla de cosas que habían ocurrido en los últimos meses en torno a él o a ellos más bien, él seguía con el castigo impuesto por la escuela: Restricción absoluta para salir de la escuela sin su apoderado. Es por eso que últimamente en las noches, cuando incluso zebra tomaba el control, por acuerdo mutuo la azotea se había vuelto su sitio de "escape" favorito.

A veces Skyle sencillamente iba a cantar, aunque todavía se saltara de vez en cuando las clases de canto, había decidido seguir practicando por su cuenta. Otras veces Zebra iba simplemente a fumar, dormir o jugar con su móvil o alguna de las consolas portátiles que tenía sin importar si las temperaturas habían decendido bastante. Tan solo la lluvia o la nieve lo podrían detener.

A decir verdad el más rebelde de ellos se aburría enormemente, pero no era como que pudieran hacer algo más, no al menos hasta que la atención de las autoridades de la escuela dejara de posarse sobre ellos.

Esa noche era precisamente zebra quién tenía el control. Skyle se había rendido al cansancio y dormía en algún lugar de su mente mientras el otro descansaba sobre el techo de la salida a la azotea, de esa manera incluso si alguien más llegaba, no se percataría de su presencia. Vestía unos jeans oscuros, zapatillas cómodas y un chaleco bastante grueso de tres colores junto a una bufanda para evitar un catarro.

vestimenta:

Después de un rato de estar mirando el cielo se decidió a prender un cigarrillo, pero entonces escuchó un móvil sonando y una voz femenina contestando al llamada. Al comienzo maldijo entre dientes, pero se mantuvo atento a lo que escuchaban sus oídos, sin embargo, no pudo hacerse ni la más mínima idea de qué iba todo el tema y en verdad, ni siquiera le importaba.

Fue diferente cuando escuchó la música. Su curiosidad despertó y es que era inevitable, después de todo el gusto por la música no era algo que solo fuera de Skyle, sino de todos ellos. Se impulsó un poco con los pies para de esa forma dejar caer su cabeza hacia atrás, en el borde del techo. Entonces pudo ver (aunque al revés) que se trataba de una chica bailando. Si era compañera o no de Skyle no tenía la menor idea. Como mucho recordaba a Lucien, Lucía y Aria.

¿Así se llamaba, no?

Su mirada miel se mantuvo fija en la figura que danzaba libre y sin miedo. Su cabello caía hacia atrás producto de la misma gravedad. No había expresión en su rostro, solo sus ojos se mantenían bien abiertos, siguiendo en todo momento a la chica hasta que ella acabó su presentación. Incluso después de que terminara, él se mantuvo igual, con la cabeza colgando y observando en completo silencio.

Las personas son más interesantes cuando creen que nadie las ve.

La melodía que surcaba en sus oídos casi estaba logrando calmarla, apaciguar todo ese torbellino de sentimientos que comenzaban a dificultarle incluso la respiración. Quizá si contara con buenos amigos estaría con ellos ahora, compartiendo y siendo consolada… Pero hoy en particular estaba cansada de eso, de ver fluir el tiempo, de la molesta hipocresía, así que estaba allí en esa azotea negándose a convertirse en una sombra más del instituto. Desde aquí de la cima del mundo, o al menos desde la del instituto debía reconocer que todo parece más pequeño incluso esas personas que tanto suelen molestarle. Por todo eso y más, deseaba divertirse así fuese sola, en aquel lugar, pero ahora estaba resultando diferente, había alguien más…


Aquella frase azotó su mente justo cuando la música se detuvo. Su vista se fijo en el oscuro y tentador vacío, manteniéndola allí por unos segundos hasta que sus labios se curvaron mostrando una sonrisa ladina. ¿Qué pasaría si… Quizá algo sombrío pasaba por su mente en ese instante. Extendió su pie fuera de la barra que la separaba del techo, valiéndose de su equilibrio para no caer. —Es muy pronto— murmuró, antes de hacer un giro, dejando la tentación a sus espaldas y enfocándose ahora en el cielo. —¿A dónde se han ido las estrellas?— cuestionó al aire tras apreciar aquel cielo parcialmente nublado. Entonces su vista bajó lentamente hasta toparse con… ¿Un rostro? —¿Uh?— Un….un.. ¿Espíritu? se preguntó tontamente llegando a sobresaltarse, intuyó que era mejor alejarse, pero su cuerpo no respondió adecuadamente.

Así que se enredó con sus pies y al no recuperar adecuadamente el equilibrio terminó por caer, afortunadamente sobre el techo, dejando antes escapar un gritillo. Al cabo de unos segundos abrió lentamente sus ojos y estos se ensancharon viéndose sorprendida ante tal “avistamiento”, intentó retroceder, pero permaneció inmóvil tratando de recuperar el ritmo normal de su corazón que se había acelerado recientemente. Entrecerró sus ojos buscando enfocar mejor …¿Puede un fantasma verse de esa forma? Se preguntaba mientras sus vellos se erizaban y aunque así lo quisiera no se permitía parpadear.

Finalmente cuando volvió en sí, se apoyó en sus manos, que pese a que la palma de una de ellas sangraba por la raspadura no se quejó. Se dedicó a detallar aquel muchacho, que viéndole bien a pesar de la oscuridad parecía ser de una edad próxima a la suya, aparte de que le resultaba familiar. —Tu…— susurró intentando deducir de quien se trataba. Oh! Claro… es ese chico problemático de  tercero... Entre su grupo era normal conocer a cada chico problemático, pues si querías permanecer con una buena reputación y ser tan “popular”, eran los primeros que debías evitar.

Bufó molesta e intentó levantarse. —¿Qué rayos estás haciendo aquí? Lo que haces es peligroso, puede causar que le de un infarto a alguien  o se arrojé al vacío. Además de que si espiar es tu hábito, eso es un delito— decía con cierta ironía reflejando el enojo en su mirada. Sin embargo aquella expresión se borró de su rostro al sobresaltarse con el ruido de su reproductor. Su cuerpo se agitó y miró rápidamente en dirección al aparato, no podía negar que por instante se había asustado…de nuevo… pero no le atribuía eso a algún fantasma, solo que más bien le había tomado por sorpresa. —Tsk… viejo reproductor… había olvidado ese problema…—mencionó entre murmullos.

Se puso de pie notando apenas que su rodilla también estaba ligeramente lastimada, llevó su mano hasta ella para limpiar la sangre escandalosa. —¿Ves lo que has provocado? No puedo tener cicatrices. Eres un problemático para todo— renegó atribuyéndole toda la culpa al muchacho. Se reincorporó clavando su mirada punzante en él para aproximarse un poco más inspeccionando lo que podía desde abajo. Estaba furiosa, claramente aquel chico había aparecido en un mal momento, cuando Momo estaba hecha un lío y podía descargar su ira en cualquiera.—Baja— demandó con firmeza —He dicho que debes bajar, mientras más rápido mejor  — sentenció una segunda vez mostrando por unos segundos una sonrisa cínica.

No movió ni un músculo incluso cuando la chica caminó peligrosamente cerca del borde de la azotea. Probablemente apenas parpadeó incluso cuando fue "descubierto" y cuando ella cayó torpemente al asustarse con su presencia ¿Debería disculparse?

No.

Entrecerró los ojos mientras la joven lo increpaba, aparentemente toda la culpa había sido suya. Sí, claro, cómo no. Eso no era más que la conveniente idea en la cabeza de la muchacha para no admitir su propia torpeza, pero lejos de hacerle enojar, ese detalle en su personalidad le hizo esbozar una pequeña sonrisa de dudosa sanidad.

-Yo solo estaba descansando. La única haciendo algo peligroso aquí eres tú, a menos que la danza al borde del precipicio sea la nueva tendencia. - Rodó los ojos fingiendo cierto enfado. La verdad es que la gente que sobre reaccionaba siempre le daba la sensación de ocultar algo de una forma tan evidente que le parecía casi adorable.

- Yo no he provocado nada. Han sido tus propios pies. - Respondió apenas moviendo un brazo para señalarla.- Son ellos los problemáticos ¿no crees? -Soltó una risa suave, pero muy lejos de ser una risa inocente.

-Sube- Contradijo sacando la lengua a modo de burla y alzando el brazo que antes la había apuntado en dirección al cielo.- Yo estaba primero en este lugar. No tengo razón para obedecerte ni bajar. - Explicó tranquilamente, volviendo el brazo a su lugar para solo recién entonces girar el cuerpo, quedando boca abajo, descansando su rostro sobre sus antebrazos que escondían a medias su sonrisa ladina.

- Vamos. No creo que te de miedo subir un poco más alto ¿verdad? -Estiró la mano hacia ella, entrecerrando los ojos como si se riera con ellos también, como si fuera el gato de Cheshire tentando a Alicia a trepar al árbol con él.

—Enserio este chico…—murmuró. Cada segundo bastaba para provocar que el explosivo carácter de la castaña comenzara a aflorar, sentía arder su rostro por la contestación del joven, en definitiva comenzaba a cumplir con los requerimientos para ser detestado por Momo, a pesar de que no  resultaba difícil para ella “odiar” a alguien. Siendo sinceros en comparación a como Momo se estaba comportando, la forma en que él intentaba aclarar la situación era demasiado tranquila para su gusto, he allí el problema, estaba tan molesta y confundida que deseaba que alguien se pusiera a su nivel para seguir justificando su trato y de ese modo terminar por desquitarse, pero no estaba resultando, probablemente por la diferencia de género.

—Para mi pierde sentido tu explicación ¿Qué hay de malo con mis pies? Están perfectamente— dijo mientras se aproximaba al joven. Apretó sus puños con fuerza buscando mantener la “compostura”  aunque a esta altura le resultaba algo casi imposible. Aquella era la reacción normal de la temperamental chica, su mente solía ponerse turbia como el agua al agitarse cuando se encontraba molesta, más de una vez había tenido pequeñas discusiones/peleas en la escuela, tanto ocasionadas por ella como en simple respuesta, en ocasiones se podía decir que pareciera disfrutar de insultar a los demás.

..Idiota.., pensó mientras sus dedos volvían a cerrarse con más fuerza empuñándolas con enfado, su figura permanecía inmóvil, y eso era peligroso, estaba acostumbrada al movimiento, correr, bailar y hasta “pelear”, eran maneras de desahogarse, pocas veces tendría que mantenerse inmóvil, entre otras cosas porque le aburría y le molestaba, sentía que estaba perdiendo su tiempo y aún más peligroso que ello, comenzaba a creer que aquel joven buscaba eso en efecto.

—¿De verdad pretendes que suba?— le ofreció una sonrisa sagaz. Dejar buenas impresiones en otros no era su especialidad cuando mostraba una de sus peores facetas, le daba igual como la miraran o lo que pensaran de sus modales, ella jamás se dejaría pisar de nadie, llevándolo todo siempre hasta las más terribles consecuencias solo por ese afán de no verse doblegada. — ¿No crees que para mejorar tu reputación deberías ser obediente?— continuó. —Por favor… No me interesa si estabas o no aquí primero. Lo que sí sé es que terminaste asustándome, interrumpiendo mi coreografía… y encima dejas lesiones en mi cuerpo, me asegurare de que pagues por eso—soltó por fin.  

Se irguió un poco aprovechando para sujetar la mano del muchacho y comenzar a tirar con fuerza de ella. Consiguió apoyar su pie descalzo en la pared para poder ejercer más fuerza y halar su mano. En ese momento su intención real divergía entre lastimarle y obligarle a salir de lo que parecía su zona de confort. —No te dejaré en paz hasta que asumas de manera correcta la responsabilidad—

- No, no. Están mal. Solo que no te das cuenta. - Contestó el castaño con la misma tranquilidad, apoyando ahora el peso de su cabeza en su otra mano, era un gesto que dejaba entre ver su aburrimiento, pero no era por la situación o por su compañera, sino por todo a su alrededor.

-¿Te da miedo subir? - Ladeó la cabeza y luego una sonrisa burlona se dibujó en sus labios. Sus cejas se arquearon para hacer una mueca todavía más burlesca.

Estrés.

- Oh, no. Creo que estás mal ¿Quién dijo que yo quería mejorar nuestra reputación? Esas cosas no me interesan ¿A ti sí? -Sintió el contacto de su mano pero no alcanzó a reaccionar, el tirón casi lo baja a la fuerza del tejado de no ser por el freno que puso con su otra mano y porque el peso de su cuerpo recostado también jugaba a su favor, pero apenas por un poco.

-Hey, hey! Si quieres hacerme pagar ten los cojones para subir aquí en primer lugar! - Alzó la voz mientras forcejeaban. El muchacho se aseguró de tomar la mano de ella con fuerza para contrasrestar el movimiento, teniendo toda la intención de alzarla y subirla a la fuerza al maldito techo, no pretendía dejarla escapar. Ahora restaba ver a quien lo abandonaban primero las fuerzas.

Desde afuera la escena era bastante cómica de ver y extrañamente, esta vez zebra no estaba realmente molesto, de hecho, se estaba divirtiendo más de lo que él mismo hubiese esperado.

Mierda.

—¿Qué? ¿Miedo? Ja! No sé de qué estás hablando—sonrió con indignación creyendo que él solo quería burlarse de ella. Definitivamente ese chico debía tener un “don” que lograba irritarle con facilidad. Aunque lo deseaba no le quito la mirada de encima, mientras él expresaba su desinterés en el tema de la buena reputación. —¿”Qué no te interesan”? jaja, sí que eres gracioso…—dijo riendo un poco tras desviar su mirada del joven. Se le hizo un tanto gracioso que dijese algo como eso, le dedicó nuevamente una mirada de forma despectiva, pensando en que no parecía tener suficiente fuerza, podría tener un semblante algo aterrador… quizás, pero nada más, por lo que insistentemente halaba de su mano, a la vez que intentaba oponer resistencia para no ceder primero.

— El que me decepcionas eres tú, pensé que si tendrías algo de coraje para bajar y enfrentarme… Sabes que…—suspiró pesadamente, aflojando apenas los puños. —No voy a permitir que me sigas enfureciendo, y me hagas perder el tiempo tan preciado. Porque si continúo así seguramente me encargaría de arrojarte al vacío—en este punto estaba siendo sincera, si sus emociones continuaban doblegándose de esa manera otro de sus ataques de ira podían darse lugar, y eso tampoco era exactamente lo que quería. Aunque claro, esto no pretendía explicárselo al desconocido ¿Por quién le tomaría?... Efectivamente como ya se ha mencionado a Momo no le importaba la impresión que daba a las personas, pero simplemente prefirió omitir más detalles.

Y justo antes de que pudiese agregar algo más, el ruido de fuertes pisadas subiendo por las escaleras captó su atención, miró en dirección a la puerta que yacía entreabierta percatándose de una luz brillante, probablemente de una linterna, que se acercaba poco a poco. —¿El vigilante?—murmuró nerviosa. ¿Tanto cuidado al escabullirse para terminar siendo atrapada justo ahora en medio de su disputa? No, no podía permitirlo, sabía lo que le esperaba si le encontraba…—Eish… ¿Qué hago?—se cuestionaba ansiosa, pero que podía hacer la azotea era amplia sí, pero no había muchos lugares para ocultarse.

—¿No vas a soltarme?— cuestionó entre dientes tratando de zafarse del agarre del muchacho al tiempo que luchaba por coger sus zapatos y suéter del suelo, con la mano libre. —Qué molesto…Tsk— cuando por fin tenía en su poder las prendas como pudo volvió a tomar la mano del joven y con ayuda de la pared se impulsó para subir al techo. No fue tan sencillo, pero lo había logrado. Dejar que lo descubriesen fuese sido bueno, pero probablemente le hubiese delatado así que no quería arriesgarse. Una vez sobre el techo se posicionó sobre él, imponiéndose en frente en caso de que quisiese exponerles. —Será mejor que no nos descubra…—dijo manteniéndose alerta. Por ahora solo le preocupaba el no ser descubierta de nuevo…razón por la que decidió ocultarse del vigilante. «Debí haber conseguido alguna clase de permiso especial… » ya era tarde para ese plan. —Mantén tu boca cerrada—susurró llevando su mirada al joven, que solo al encontrarse con su rostro fue que se percató de la cercanía a la que le había sometido.

- Pensé que lo tuyo era el rollo suicida, no asesino. - Bromeó ante la clara amenaza de arrojarlo al vacío que le hizo la muchacha, pero se notaba en el tono que utilizó al hablar que como menos se mantenía incrédulo frente a sus palabras. Nadie sería tan estúpido de asesinar a alguien dentro de Musette, pero bueno, al menos la chica lo estaba intentando.

El castaño pudo escuchar también las pisadas que subían las escaleras y al ver la cara de alerta de su compañera confirmó su sospecha: alguien no deseado, probablemente el guardia, venía. Zebra entones le sonrió triunfante como si con ese detalle el ya diera por ganada la batalla porque no, no tenía ninguna intención de soltarla. Apenas aflojó un poco el brazo para que la chica pudiera tomar sus cosas y apenas lo hizo jaló de ella, ayudándola a subir al techo.

Mi victoria.


Antes de que pudiera decir o hacer algo, la chica se posicionó sobre él y le advirtió para que guardara silencio. Mal intencionadamente el castaño guiñó uno de sus ojos mientras sin permiso alguno posaba ambas manos en la cintura de la chica, buscando incomodarla, molestarla.

- Hey... - Susurró muy bajo- ¿Te has dejado la radio allá abajo? -Arqueó una ceja en duda. No habría ninguna explicación para el vigilante si notaba el aparato tirado en la azotea, peor aún, si los pillaban ahora el lío sería todavía peor por la comprometedora forma en la que estaban. Tomó firmemente el cuerpo de la joven que tenía sobre él, no pensaba dejar que se apartara, después de todo ella misma se había colocado ahí ¿No es así?

Tic Tac Tic Tac

—¿Qué crees que estás haciendo?—replicó en voz baja, alejándose apenas al notar cómo le tomaba de la cintura. Claramente no había escogido la mejor posición para “someterlo”, pero antes de que siquiera pudiese pensar en cambiarla, lo que él dijo llamó su atención. —¿Qué…— «La caja, el radio! Lo había olvidado…tcé» Entonces inclinó un poco su cuerpo hacia adelante llegando a  visualizar los objetos en cuestión, pero pronto tuvo que retroceder e intentar ocultarse, pues ya se había adentrado el celador, demasiado tarde para intentar siquiera ocultarlos.

Sin duda se exaltó al verle, el hombre apuntaba su linterna en distintas direcciones, por lo que se agachó ocultando su rostro junto al del chico. De pronto se escuchó como tropezaba con algo. —¿Qué rayos?... ¿Qué es esto?— murmuraba el mayor. —¿Qué estudiante habrá dejado su basura aquí?— cuestionó al aire mientras inspeccionaba parte de los objetos. —¿Basura?— susurró «¿Cómo se atreve a llamarle de esa  forma?»  el hombre pensando que aun podía estar él o los dueños cerca, se movió por la azotea. —Ustedes!— el corazón de Momo se aceleró sin dudar.

Ahora quizás era mejor que pensara en alguna excusa creíble para cuando el vigilante le interrogara. A pesar de que le habían descubierto otras veces no había enfrentado una de esas consecuencias, algunos fueron solo advertencias, pero en otras se vio obligada a realizar tratos sucios con el celador, era eso lo que más le fastidiaba. —¿Qué están haciendo ustedes allí? ¿UH?! Oigan!— hasta entonces comprendió que aquello no era con ellos, al parecer el hombre desde esa altura había divisado a otro grupo de estudiantes merodeando por el jardín. Finalmente el alma le volvió al cuerpo al ver como el hombre se marchaba, escuchó atenta sus pasos al bajar las escaleras y suspiró. Lo único malo es que el vigilante había llevado consigo los objetos pese a la prisa que llevaba.

Luego volvió la vista chico. —Por ahora, hemos sido salvados— sin embargo, le miró con el entrecejo fruncido. —Debiste tener más cuidado, en parte que el ruido fuese mayor es culpa tuya. Además…—decía esta vez en un tono más moderado, mientras intentaba alejarse —Tu deberías compensarme por mi perdida, ese reproductor me lo dio alguien que ya no está en este mundo, así que no podré reponerlo fácilmente, pero debes hacerte responsable—Le indicó empleando luego su dedo índice para señalarle. —Repito, si te niegas no te dejaré en paz. Así que dime ¿Qué harás?— volvió a apoyarse en sus codos para intentar emplear más fuerza para apartarse finalmente del joven.  

—¿De nuevo no vas a soltarme?!—exclamó mientras aun intentaba zafarse, pero el chico parecía mantenerse firme, aun no entendía que pretendía, pero le hacía enojar aquella actitud tan arrogante. —Ahora mismo, deberías controlar tus manos. No dejes que sucumban a la tentación O.... ¿Cual “rollo” crees que debería asumir ahora?—esta vez le ofreció una sonrisa sagaz.

- Lo que me da la gana - Respondió en un susurro mientras le sacaba la lengua de una manera demasiado insinuante. La chica pareció reaccionar a su acotación por lo que intentó asomarse pero las pisadas del guardia ya estaban en la azotea. Nada que hacer. Llevó la cabeza hacia atrás intentando ver algo, pero no, en su posición era imposible visualizar gran parte de la azotea a menos que volviera a colgar su cabeza del borde, cosa que por supuesto no haría.

Suspiró y luego, con malicia, bajó sus manos de la cintura de su compañera hacia sus caderas. Quería fastidiarla, quería más de ese enojo desenfrenado de hace un rato, pero entonces antes el llamado de atención del guardia, detuvo sus acciones e incluso su respiración.

Zebra sintió el latido de su pecho aumentar y su cuerpo se estremeció instintivamente cuando el tipo alzó la voz. En verdad no temía a que los encontraran, después de todo sería una llamada más de atención. No creía que fueran a castigarlo más de lo que ya estaba por simplemente estar en el techo, por más que diera la impresión de que estaban ahí cogiendo.

Cuando comprendió que aquel llamado no iba para ellos volvió a respirar, jugando con la tela que estaba entre sus manos para deslizarla casualmente hacia arriba. Culpa de su compañera por llevar vestido y estar encima de él.  Apenas el vigilante se fue, la chica comenzó a recriminarle todo, el la escuchó con expresión aburrida, sin dejar que se apartara.

- Sí, sí... - Rodó los ojos tras toda ese sermón y amenazas poco efectivas y solo cuando la joven hizo referencia a sus manos, él pareció volver a mostrar interés. Lejos de hacer caso, el chico utilizó su peso y reflejos a su favor y con un movimiento rotativo un poco brusco, cambio las posiciones de ambos, quedando él arriba esta vez.

- Oye ¿Estás estresada? A mi parecer tienes tanto acumulado que solo buscas pretexto para desquitarte conmigo. -Comentó mirándola fijo desde arriba, sosteniendo sus muñecas y sin preocuparse por la posición en la que ahora estaban las piernas de la muchacha.- Aunque realmente no me importa mucho - Comentó encogiéndose de hombros sin dejar en claro si lo que no le importaba era su situación emocional o el hecho de que se desquitara con él.

Más.

- Mañana recuperaremos tus cosas. No eres la única a la que se le quedan cosas aquí ¿sabes? - De hecho a juicio del chico, el problema era una tontería con una solución bastante simple, pero sería considerado y él mismo o Skyle se encargarían de ir por las cosas.- Por ahora deberías intentar darle escape a toda esa rabia... ¿Debería hacerte llorar? -Preguntó sonriendo de medio lado.

—He dicho que controles tus manos— replicó y antes de que pudiese decir algo más sintió como le apartaba, cerró sus ojos en un acto reflejo esperando golpear contra el suelo, pero fue un simple toque. —¿Qué…— Entonces al abrirlos notó como el chico ya se había posicionado sobre ella, demasiado tarde para intentar siquiera detenerle. Sin duda se exaltó al verle, e inútilmente realizó varios movimientos para apartarlo y que desistiera de mantenerle en aquella posición. —¿Estresada?— Dejo escapar una pequeña risa rodando sus ojos al mismo tiempo, como si pretendiese negar lo que el joven decía.

—Si realmente no te importa, ¿Para qué me preguntas? Deberías soltarme si no quieres que de verdad me desquite contigo— demando nuevamente sin apartar la mirada de su rostro, —Oh! Disculpa mi ignorancia. ¿Crees que soy una especie de criminal? No soy de las que suelen irrumpir frecuentemente en las instalaciones después de cierta hora y mucho menos conozco el modo de recuperar los objetos confiscados.—mintió queriendo restarle importancia a ese hecho, pero resultaba muy claro deducir que lo había hecho muchas veces, y no solo se había escurrido por distintas áreas de la Academia sino que en ocasiones se saltó el toque de queda impuesto en las habitaciones para frecuentar algún bar o algo por el estilo y a pesar de que tenía algunos pasadizos, si deben haber un par de registros en las cámaras de vigilancias y por ello aunque tratase de fingir que no, le preocupaba obtener una suspensión, incluso eso se pudo evidenciar en el momento que optó por esconderse.

Por otro lado, continuaba mirándole en silencio, molesta por la forma en que empleaba las palabras. «..¿Qué pretende?….Idiota…» mordió su labio inferior buscando reprimir sus acciones y palabras, cosa que se le dificultaba de sobremanera. Cerró los ojos un instante y suspiró —Oh, ¿Qué debo hacer? ¿Podría pasarlo por alto esta vez? ¿Qué quiere que haga por usted? ¿Tareas? ¿Dinero? ¿Servirle? Dígame que puedo hacer para que me deje ir…— decía aparentemente suplicando, fingiendo un instante más preocupación de la que sentía. Hasta que de forma repentina elevó con fuerza su cabeza con la intención de chocarla contra la del contrario.

—”Hacerme llorar”… No sé quien la tendría peor— sonrió con tranquilidad aunque en realidad estuviese conteniendo esas ganas de plasmarle algunos golpes más. —Basta con eso… Y yo soy la que habla demasiado… ¿Qué quieres decirme en realidad? ¿Debo temer a tus palabras? ¿Es eso?! No estás tratando con una persona común...—decía moviéndose un poco hasta desistir algunos segundos después. —No pretendas voltearme ahora las cosas… Si has hecho algo malo al menos debes disculparte!, pero ni eso pudiste hacer, y supongo que ahora no será suficiente— Ahora solo esperaba que se cansara de su insistencia y terminara cediendo.

Le hizo gracia la forma en que la chica fingía o al menos en un comienzo, cuando comenzó a exagerar y a preguntar sumisamente que es lo que debería hacer el muchacho no puedo evitar colocar una mueca de desagrado, alzando una de sus cejas como si estuviese observando algo realmente extraño. Un bicho raro. Probablemente esa fue la razón por la cual no alcanzó a reaccionar al ataque de la chica, recibiendo el golpe en su cabeza de forma directa, pero aunque el dolor lo aturdió un instante, procuró no solo no soltar las muñecas de su compañera, sino que ejercer una presión mayor sobre ellas.

-Mierda... - Gruñó entre dientes mientras intentaba recuperarse del impacto, si bien agradecía que este hubiese sido en su frente y no en su nariz y que tampoco hubiese sido suficiente como para hacerlo sangrar, el golpe le había dolido quizás más de lo que esperaba.

-¿Temer? ¿Persona común? ¡JA! No me hagas reír. No estoy tratando de asustarte ni compitiendo por quién de los dos resulta ser menos común ¿Sabes? Solo pareces frustrada por alguna razón. - Contestó volviendo a acercarse, esta vez quedando peligrosamente cerca de su rostro, casi rozando sus labios.

- Aquí entre nos, siempre me he comportado así. No veo porqué deberíamos disculparnos por hacer algo malo, nunca lo he hecho ¿Tu sí? - Rozó la punta de su nariz con la de la chica, en un gesto sorpresivamente suave antes de separarse y soltar sus muñecas, levantándose con total tranquilidad, incluso tomándose un tiempo para limpiar sus pantalones.

- Creímos ver algo familiar en ti, pero quizás tu misma no lo quieres ver o dejar salir, pues bien, tan solo sigue bailando y bailando - Explicó con una mirada acusadora, sin realmente explicar nada mientras sus pasos le llevaban más cerca de la orilla del tejado, del cual se dejó caer con un aire suicida, dando un paso al vacío, pero por supuesto la distancia entre el pequeño tejado y la azotea no era mucha, por lo que el muchacho logró aterrizar bastante bien en esta.

- ¿Kalinka, Malinka? - Preguntó sin sentido desde abajo, mirando a la chica en el tejado.

Al ver aquella expresión en su rostro pudo comprender que había logrado parte de su cometido y no le había dado tiempo de esquivar el golpe… Rió un poco complacida, sabiendo que de nuevo podía haber apretado ese interruptor en la bestia, sin embargo no retrocedió ni se inmuto, seguía murmurando quejas e improperios mientras él se aferraba a sus muñecas con fuerza. —¿Te ha dolido mucho? Esa ha sido una pequeña demostración de que no me atemorizas— mencionó antes de escucharle hablar nuevamente, manteniendo su mirada desafiante en él, sin apartarla un segundo. Trató de zafarse de su agarre, pero al igual que antes fue inútil.

—Ya veo… que este cuerpo tiene algo que solo saca lo peor de las personas… —musitó. Más que un comentario hacia él, solo se trató de una fuga de pensamientos.  —Si!. Estoy frustrada, cansada de las obligaciones.. ¿Y qué?! No te incumbe en lo absoluto, esto y aquello son cosas completamente distintas—  refutaba vislumbrando el enojo en su mirada, expresión que pronto cambió por sorpresa al ver su rostro tan cercano. —No me importa si no lo haces con alguien más, pero cuando alguien te demanda una disculpa deberías darla. Si yo hubiese hecho algo malo, me habría disculpado, pero como no es así… no es el caso— Entrecerró sus ojos al creer que sus intenciones serían distintas al simple roce de su nariz, pero vagamente se alivió notando como liberaba sus muñecas.

Se incorporó mirándole, confundida por sus palabras.  «¿”Creímos”? ¿Por qué habla en plural?» su mirada le desconcertó—P-pero ¿De qué rayos estás hablando? ¿Creyeron? ¿Quiénes? Eres un chiflado—   Al igual que él, se puso de pie sacudiendo sus prendas. —¿Qué hay de malo con lo que hago? Por lo menos bailar no es un delito, es diferente a lo que tú haces-—   se sobresaltó un poco al verle lanzarse de esa forma, incluso se apresuró a asomarse, pero pronto recordó que la distancia no era mucha, bufó, por lo que sintió que se había preocupado en vano. —Tsk… definitivamente eres una persona extraña—   murmuró frunciendo el ceño luego ante aquella extraña pregunta que no llegó a comprender. —Seguro que te quedaste con las ganas antes y quisiste arrebatarme el beso  ¿No es así? No tenías que ser tan brusco para ello y si vuelves a intentarlo me aseguraré de romper tus juguetones labios—se sonrió burlista.

Ahora tenía que bajar del tejado, si bien subir había resultado hasta cierto punto un “problema” bajar de allí le venía peor pese a la corta distancia. —Bajas por tu cuenta después de haberme obligado a subir…Tsk—   decía dándole de vez en cuando un vistazo despectivo al joven. —Debería darle una verdadera paliza— renegaba entre murmullos. De pronto revivió su molestia, por lo que empleó  en un tonto impulso, uno de sus zapatos para arrojarlo en su dirección. —Eres un torpe!, ya verás que no saldrás tan liso luego de eso…— volvió a amenazarle disfrazando cierta frustración que le provocaba.

Cogió el zapato restante para con dificultad comenzar a bajar de allí. Se sentó primero en el borde, arrojó el otro tenis al suelo y finalmente intentó ayudarse con ambas manos para descender, la verdad Momo solía ser ágil, pero justo ahora parecía una niña pequeña intentando bajar de la cuna.

Eres un chiflado, eres una persona extraña. - Dijo ella y aunque a cualquier otro aquellas palabras le sonaran como una clara ofensa, la verdad es que la muchacha no estaba muy lejos de la realidad. La sanidad mental de Skyle, no, de todos ellos, era precisamente inestable.

- ¿Tu no lo eres? Una persona extraña quiero decir. No pareces normal. - Contestó él desde abajo, guardando ambas manos en cada uno de los bolsillos frontales de su pantalón.- Ah, pero está bien si lo eres. No importa realmente. - Divagó un momento mientras daba un par de pasos en su dirección. Alzó la vista de nuevo al cielo mientras de fondo la melodía de toda la palabrería de la chica no dejaba de resonar.

-  Oye. Tu cuerpo no es lo que nos interesa. - Interrumpió el castaño con cierto fastidio, incluso tal vez un poco de asco en el rostro. Si la chica tenía un autoestima alta o en verdad estaba acostumbrada a que la quisieran besar o follar no era un tema que realmente le interesara a ninguno de ellos. A los ojos de Zebra no era más que una adolescente promedio, con una apariencia promedio, pues podría apostar que con una sola vuelta por la ciudad podría encontrar unas diez chicas más con un físico similar. Claro, la apreciación de Skyle podía ser diferente, pero ahora mismo el dueño de aquel cuerpo no estaba consciente.

- ¿No estás reflejando tus intenciones? Tal vez la que quería el beso eras tú. - Se le escapó una risa burlona, pero inmediatamente vio venir el zapato que la chica había lanzado, esta vez pudo esquivar el ataque sin mucha dificultad, dos pasos hacia la izquierda y ya estaba fuera de la lenta trayectoria del calzado.

El castaño suspiró pesadamente, al parecer por más palabras que soltaran, los oídos del otro parecían completamente bloqueados a escuchar. Entonces, cuando la chica dejó caer el otro zapato, Zebra decidió acercarse de nuevo, ignorando las advertencias y malos intentos de insultos por parte de ella.

- Lo que nos interesa es algo que está más escondido. - Su mano izquierda abandonó su bolsillo y simulando la forma de una pistola, el indice apuntó su propia sien. Sí, se refería a su mente, su frustración, su rabia, su caos. Eso era lo que al menos él creía que podía ser interesante.

- ¿Sabes lo que hay dentro de una matryoshka? - Una vez estuvo a los pies de la chica, el muchacho alzó los brazos en un gesto que claramente estaba indicándole que estaba dispuesto a ayudarla a bajar, pero su mirada seguía siendo un tanto perturbadora, al igual que al comienzo cuando la estaba viendo danzar. - Deja de pensar.-

—Tcé…— rió un poco ante su comentario. —No creo que exista alguien completamente ”normal”. Lo que digo es que tú estás siendo mucho más extraño en este momento— dijo intentando de algún modo, esquivar la pregunta, tenía muy claro que no lo era, muchas personas a su alrededor se lo recriminaban muchas veces, pero otras vivían bajo el engaño de que ella era una persona promedio, con problemas y gustos promedios. Siempre se había empeñado en ocultar sus verdaderos deseos, aunque hubiese momentos en los que su perturbada mente dejara al descubierto alguno de ellos, cuando menos lo esperaba. —Nada de mi debe importarte realmente— refutó con desgano mientras le veía aproximarse con ese aire desinteresado que a veces parecía cubrirle.

—Me molesta la forma en la que lo dices…— chasqueó la lengua un par de veces en un intento fallido de no parecer ofendida. Aunque en cierto modo le confortaba que pensara de esa forma. Todo este tiempo los hombres a su alrededor le veían sólo como un cuerpo juvenil del que podían extraer placer, casi ninguno le miraba de otra forma, por todo lo que había vivido, por su mente dañada, solía pensar que todos le miraban lascivamente intentando profanar su cuerpo. Recordar aquello le hizo recuperar parte de lo que tanto le molestaba aquel día.

—No seas iluso— replicó, mordiéndose los labios hasta hacerlos sangrar, se sentía tan frustrada, tan enojada consigo misma, pero al mismo tiempo buscaba reprimir todos esos sentimientos. —Sigo sin comprender de que rayos estás hablando— murmuró, ante la confusa forma de hablar del contrario. Enarcó una ceja ante el gesto del chico. «¿Mi mente? Definitivamente… es muy extraño» casi sintió ganas de reírse nuevamente de él, pero no lo hizo, estaba muy enojada para eso.

—No creo que haya nada interesante y mucho menos agradable, en ese lugar— dijo antes de ver sus brazos extendidos. ¿Pensaba ayudarle? Rodó los ojos, por supuesto que no aceptaría su ayuda… O eso creyó hasta que al cabo de unos segundos terminó por lanzarse a sus brazos. Se sostuvo de sus hombros antes de ser capaz de abrir los ojos lentamente, pues por un segundo creyó que la dejaría caer al suelo.

—No creas que por esto estarás liberado de algo— le seguía irritando su forma de actuar y la curiosa mirada que le dedicaba. No sé si por la cercanía o por la frustración que sentía, pero una tonta idea cruzó por su cabeza. Como pudo elevó una de sus manos y la posó con suavidad sobre la mejilla del contrario, antes de que sin vergüenza alguna inclinara su rostro hasta el de él y plasmara un beso fugaz en sus labios.—Tenía curiosidad, ¿Este era el buen modo al que te referías antes?— Justo en ese momento nuevamente una intensa luz apuntaba hacia sus rostros lo que le obligó a cerrar un poco los ojos. —¿Qué se supone que están haciendo ustedes aquí?!!— exclamó el celador furioso que se había devuelto a la azotea, quizá por escuchar su parloteo. Lo veía venir, solo que con lo anterior intentó distraer aunque sea un poco al chico para que no escuchara los pasos del hombre por la escalera.

—Señor ayúdeme…— la voz temblorosa de Momo alertó al hombre de que algo supuestamente no andaba bien. Momo por su lado se apartó del chico y corrió a las espaldas de aquel viejo vigilante con fingido terror reflejado en su semblante. —¿Q-que está sucediendo aquí?— preguntó apuntando aun al chico con la linterna. — … ese chico intentó…— la voz de Momo parecía quebrarse a medida que inventaba su relato. —¿Intentó qué?— insistía el mayor mientras le inspeccionaba con la mirada

—Miré lo que me ha hecho— con los ojos sollozos Momo señaló las heridas de su rodilla y manos. El hombre suponiendo que había ocurrido, miró al joven de forma acusadora. —Tú! Estarás en problemas si lo que ella dice es cierto! Tendrás que venir conmigo, Ahora— el hombre se aproximó al menor intentado tomarle del brazo para obligarle a seguirle. Momo desconocía que sucedería ahora, sin embargo, estaba dispuesta a continuar en ese papel de víctima que se había impuesto, además de que aprovechó un descuido del vigilante para mostrarle esa sonrisa cínica que probablemente se volvería tan  característica entre ellos de ahora en adelante.