{P} I'm not sweet enough for you (+18)

Éste debía ser otro de los momentos en los que generalmente a una persona se le aceleraba el corazón a un punto crítico, pero como habíamos explicado antes, Marceline Abadeer tenía por corazón una patata marchita.

La vampiro correspondió al gesto de la chica sin poder evitar soltar una sonrisa con cierta complicidad, dejándose llevar por la azabache hasta el “sitio en cuestión”, sintiendo que algo se le atoraba en la garganta. Se volvió a acercar a Yuki, aferrándose a la mano que tenía sujeta de la chica mientras que volvía a besarla. Al separar sus labios, bajó la mirada algo nerviosa para meditar lo primero que tenía que hacer. Había que empezar por algo, ¿No? Lógicamente, no debían manchar las sábanas o algo por el estilo, así que en un gesto nervioso la chica se sacó las botas rápidamente (y un tanto brusca) hasta quedar descalza, ahora abrazando la cintura de la azabache con sus piernas.

Se relamió los labios pensando nuevamente en lo que tendría que hacer primero, optando por la corbata como la mejor opción. Con ambas manos libres, las acercó hasta su corbata y empezó a soltarla, tratando de mirar la prenda de ropa y no demasiado al rostro de la chica. Era gracioso, realmente estaba nerviosa. Se llamó puberta al actuar de esa manera tan insegura, ¡Ni que fuese su primera vez! En realidad era… bueno, mil años es mucho tiempo, no sabría precisar una cantidad.

Una vez suelta la corbata, la dejó a un lado y dejó a la vista parte del cuello de la azabache, encontrándolo extrañamente atrayente al punto en que se le acercó y empezó a depositar besos a lo largo del cuello, subiendo hasta llegar hasta su oreja para inhalar y embriagarse un poco por el aroma de la chica y volver a descender para atender esa zona. Sentía una necesidad de darle una probada, un mordisco inocente, pero no podía sucumbir ante una tentación así por lo que trató de controlarse mientras seguía besando a la muchacha, sujetándole con cuidado la cabeza mientras enredaba sus dedos en sus largos cabellos oscuros y seguía descendiendo con los labios sobre su piel para ir descubriendo la clavícula escondida en la playera blanca.

Sentía mucha curiosidad por saber hasta dónde podría llegar. Era como si de repente se le hubiera presentado algo completamente nuevo, y estaba algo ansiosa por descubrir lo que había debajo de la playera, de la falda y de todo lo demás, como si de repente Yuki se habría tornado una completa desconocida para ella. Sus manos seguían recorriendo lentamente la zona del cuello y bajaron hasta sus hombros, hasta que la muchacha necesitó ayuda para quitarle la chaqueta de encima. Marceline dio algo de espacio para que lo hiciera, y apenas hecho, volvió a ocuparse de darle besos en la barbilla, ascendiendo hasta llegar a su rostro, pero sin atreverse a tocar los labios.

Sus manos estaban inseguras y sin saber hacia dónde moverse, tanto así que la vampiro tuvo que levantarse para quedar nuevamente sentada sobre la chica, bajando la mirada hasta su playera oscura. Se relamió los labios, soltando las cintas que tenía en los brazos para subirle la playera poco a poco, algo insegura. Una vez desechado eso, sujetó uno de los botones más debajo de la camisa de la chica, mirándola de reojo para saber si podía continuar o no.

Se mordió el labio inferior tratando de disimular cierto nivel de nervios que tenía, es decir, ¿Marceline Abadeer, nerviosa? ¡Ni que fuera su primer concierto! Eso si fue la mata de los temblores y nervios. Tal vez era una referencia que no tenía nada que ver con la situación, pero al menos le mantenía la cabeza un poco ida y/o despejada. Inconscientemente, sujetó la camisa blanca y la falda con ambas manos mientras cerraba los puños y trataba de concentrarse, haciendo un gesto distorsionado con los labios mientras volvía en sí y empezaba a desabrochar la camisa de la azabache.

No, no es como si se haya asustado porque la muchacha estaba levantándose de la cama, sólo consiguió que tragara saliva porque no entendía lo que estaba haciendo. La propia azabache respondió a su pregunta cuando de pronto empezó a besarle el cuello, haciendo que una sensación de escalofrío recorriera su cuerpo como una descarga ante cada gesto que ella hacía. Contuvo las ganas de soltar un suspiro algo ronco, estirando el cuello al lado contrario para que su compañera siguiera atendiéndola de aquella manera. No fue entonces hasta que sintió la respiración cerca de su oído y las palabras dichas que le hicieron pelar los ojos, como si de repente le hubiera tomado con la guardia baja con el comentario.

Las manos, que por el momento seguían reposando en la cintura de la chica, se deslizaron a medida de que la azabache seguía atendiendo su cuello, como si estuvieran colándose sin permiso hasta dentro de su playera, acariciando la piel de la chica hasta finalmente llegar al sujetador. Se inclinó más hacia la azabache, buscando sus labios al sentirse ansiosa, desabrochando la prenda y volver a sujetar a la muchacha desde las caderas, separándose breves instantes de la chica para soltar un suspiro.

- Yo… creo que… – dijo para sí, todavía teniendo el rostro de la muchacha bastante cerca. La vampiro se despojó de su propia camiseta y volvió a besar a la chica de la misma forma, rodeándole la cintura con sus piernas para tenerla lo suficientemente cerca mientras que sus manos curiosas subían hasta los hombros y exploraban a la azabache para deslizar poco a poco el sujetador de la chica.

Fue casi inevitable que se riera por cómo la muchacha paseaba las manos sobre ella, provocándole una sensación parecida a las cosquillas. La muchacha sonrió a medio lado, riéndose hasta que la chica se detuvo e hizo que la habitación se sumara en el silencio. Marceline se le quedó mirando fijamente por un par de segundos, hasta que rompió la tensión entre las dos con una risa que retumbó en las paredes, como si de pronto se hubiera encontrado con un chiste malo.

- ¡Adelante! ¿Por qué no? – respondió a la muchacha en cuanto sintió sus manos en la espalda. La vampiro llevó las suyas propias al sujetador y lo soltó, recostándose sobre la azabache – De todos modos ya estoy entrando en calor.

Conteniendo un par de risas, acercó sus labios hasta las mejillas de la chica y recostó la punta de sus colmillos sobre el rostro de la muchacha y los deslizó hasta tenerlos sobre los labios de la chica, robándole un rápido beso fogoso. Acostada sobre la muchacha, puso las manos sobre su busto y los sujetó entre ellas, estrujándolas un poco sólo para molestar a la muchacha. La vampiro separó los labios de la chica estirándole ligeramente el labio inferior mientras seguía riendo, depositándole algunos besos sobre ella para descender hasta su barbilla y mantener la vista sobre ella.

- Había olvidado lo cómodos que resultaban ser. – dijo en un tono burlesco, refiriéndose a sus pechos. Los revolvió un poco entre sus manos como si de repente la chica no supiera de lo que hablara – Los extrañaba~

Sólo por ver si la chica se sobresaltaba o algo por el estilo, depositó el rostro entre sus pechos y fingió ser del típico muchacho que soñaba restregarse en los pechos de una muchacha como ella. Levantando la cabeza para ver la chica y reírse, le sonrió de medio lado y empezó a depositarle pequeños besos a lo largo de su cuerpo: entre los pechos (que volvían a ser atendidos por sus manos), su estómago, hasta llegar al vientre.

Escucharla contenerse sólo le daban ganas de seguir experimentando, buscando dónde se veía más vulnerable, a qué punto llegaría antes de pedirle que dejara de contenerse. Igual eso era imposible; la vampiro seguía recorriendo su cuerpo con los besos que dejaba, paseando por su cintura y paseando los dedos por el cuerpo de la chica para hacerla temblar. Reía con sólo ver su rostro enrojecido, tentándose a llegar hasta allá de golpe sólo para asustarla y hacer que su corazón palpitara con fuerza.

Volvió a subir a lo largo de su cuerpo con besos y deslizando los colmillos sobre su tersa piel, encontrándose nuevamente con el cuello de la pelinegra mientras sus manos jugaban en la parte baja de su cuerpo, acariciando su vientre y sobre la tela de su prenda inferior. Una vez cerca de su rostro, separó los labios para acariciar su cuello con los colmillos, besando pausadamente y dándose el lujo de apoyar los colmillos sobre la zona para tensar la piel. Sólo para asustarla, pasó su lengua en un rápido recorrido hasta su oreja, donde depositó los labios sobre ellos para susurrarle con tono sugerente:

- ¿De casualidad no hay otra Yuki por ahí? – murmuró a su oído antes de darle una pequeña mordida – Tú sabes, antes habías dicho que no eras tan inocente como creía que eras… Demuéstralo si eres capaz~

Riéndose sobre el oído de la muchacha, buscó sus labios para robarle un beso fogoso, mientras sus caderas se movieron sugerentemente de adelante hacia atrás. Las manos de la vampiro empezaron a jugar en la cintura de la pelinegra, empezando a colarse debajo de la tela de su prenda inferior para acariciar la parte baja de su vientre, queriendo alcanzar los muslos.

De pronto, sintió que la chicha le había matado la inspiración cuando se levantó hasta que ambas quedaron viéndose cara a cara, sentadas en la cama. Parpadeó confusa, con las manos en el aire «¿Q-Qué demonios…?» se dijo en el proceso, viendo cómo la chica parecía prepararse mentalmente para la “acción”. Más vale y que fuera buena en eso, porque si no, le habría hecho perder el estilo completamente.

Estiró el cuello mientras la chica se encargaba de él para ver lo que hacía. En el fondo sentía curiosidad por ver esa “faceta” de la azabache, tanto así que trató de hacer que ambas estuvieran lo más cómodas posible, cuando la vampiro se inclinó hacia ella, teniendo contacto con su busto. Fue entonces cuando se vio algo sorprendida por lo “lanzada” que había sido Yuki, tanto así que consiguió que la vampiro se sonrojase un poco, bajando la mirada para no dar crédito a lo que sus propios ojos le mostraban y que estaban frente a ella. Tragó grueso, conteniendo los quejidos en su garganta mientras seguía mirándola, cuando la mano cotilla de su compañera empezó a explorar su pantalón y más allá. De haber tenido corazón, podría decir que estaba acelerándose cada vez más, pero igualmente no se molestaría en concentrarse en cosas banales como esas.

Finalmente, dejó escapar un pequeño gemido que le hizo ruborizarse todavía más, sintiendo su orgullo herido, y no iba a permitir que siguiera así: Se agachó para buscar los labios de la azabache, sin darle la oportunidad de que respirara si quiera cuando la besó con intensidad mientras su lengua recorría todo el interior de su boca. Se inclinaba hacia ella, buscándola más y más, contenía sonidos roncos que se escapaban de entre sus labios a la mínima oportunidad mientras cerraba los ojos y  besaba a la azabache. Aprovechando que sus manos se encontraban libres, sujetó los pechos de la chica con algo de fuerza al tiempo que los masajeaba. Inconscientemente, sus caderas se movieron al sentir la mano de la chica escondida en su ropa interior, queriendo sentir contacto con sus dedos mientras se ocupaba de besarla intensamente.

Entreabrió los ojos, tratando de encontrarse con los ojos de la azabache aunque poco duraron abiertos al estar concentrada en demostrar que no era tan fácil de amansar. Apretó con fuerza los pechos de la muchacha, separándose un breve instante solamente al recordar que, a diferencia de Marceline, Yuki necesitaba respirar. Se relamió los labios, bajando la mirada por un breve instante de los ojos de la chica (que por cierto habían adquirido un brillo extraño que le llamaba la atención) para darse cuenta que la muchacha estaba completamente desnuda, teniendo que morderse el labio para no tentarse por cualquier cosa.

Sin embargo, la azabache le hacía más difícil la tarea, cuando prácticamente le estaba sirviendo el cuello con sal y pimienta a gusto. Respiró sobre su cuello, relamiéndose los labios y tratando de no caer en la tentación por parte de ambas. Sabía que quería hacerlo: Tensar ese delicado cuello, saborear su piel y lo que estaba escondido más allá. La idea de clavar sus colmillos en él y volver a retomar instintos primitivos que había dejado hace mucho la estaban llamando, queriendo enloquecerla por el aroma de la sangre. No, no iba a sucumbir ante eso, no cuando podía ocuparse en otras cosas, como sus caderas, como sus pechos, como su…

Tragó grueso, era imposible el que no quisiera darle una probada. Empezó por darle besos suaves, tratando de controlar sus ansias de clavar los colmillos en él. Sus besos fueron recorriendo a lo largo de su cuello hasta llegar a la oreja, dándose el lujo de volver nuevamente hacia abajo pero con la lengua, saboreando la piel de la chica. Sentía que la ansiedad la dominaba poco a poco, obligándose a soltar los pechos de la chica para concentrarse plenamente en el cuello de la muchacha, rodeándolo con sus manos con sumo cuidado, como si sujetara una flor sumamente delicada.

Levantó su cuello, dándose el lujo de hacer un recorrido de besos donde la laringe de su compañera, único sitio que sus manos no ocultaban de su cuello y la que más le tentaba. Siguió avanzando hasta llegar a su mentón, descendiendo nuevamente hasta donde estaba la nuez de su garganta con pequeñas lamidas en su cuello, cuando finalmente asomó los colmillos de entre sus labios y estos acariciaron el cuello de la chica, como si esperara a que le cediera el permiso de probarla.

Sintiendo cómo algo cotilla estaba jugueteando en la parte de abajo, la vampiro sentó las piernas y en un principio le negó cualquier entrada, pero sabía que tenía que controlarse de una forma u otra, o al menos, perder el interés en su cuello para ir a otro lado. Relajó los músculos, volviendo a mover las caderas para sentir el contacto de los de la chica con su intimidad, cuando sus piernas decidieron rodear la cadera de la azabache para que tuviera más libertades con ella.

Tragó grueso, cerrando los ojos mientras sus labios se separaban cada vez más y se asomaban sus peligrosos colmillos, listos para atravesar cualquier cosa que se les pusiera en frente. Sin embargo, la azabache había “llegado a su rescate” cuando sintió que marcaba la retirada en su entrepierna, llegando a soltar un “¿Uh?” cuando la sorprendía de nuevo con esos besos en el cuello que le provocaron un escalofrío. Estiró el cuello, dejándose hacer, permitiendo que esos suaves gestos de la muchacha la tranquilizaran mientras correspondía a su beso, sintiendo que la ansiedad se marchaba poco a poco.

El contacto del cuerpo ajeno, a pesar de ello, seguía manteniéndola alerta, al punto de tener que separarse un poco de la chica para mirarle con un extraño brillo en los ojos para volver a besarla, ahora recorriendo con cuidado el interior de su boca como si fuera una zona desconocida para ella. Suspiró, sujetando la mano que tenía entrelazada de la chica con firmeza para apoyarse en ese pequeño gesto.

Pudo escucharla muy gravemente, con esos soniditos roncos que ella también dejaba escapar de sus labios que se negaban a apartarse mientras siguiera explorando a la muchacha, sintiendo que ese sonido peculiarmente atractivo resonara como un eco en su cabeza. Quería llegar a pensar que podía escucharlos más fuertes, vivos, saber cómo se escuchaban en un volumen alto. Teniendo una mano libre con la cual jugar, deslizó los dedos por su cuerpo, dibujando su contorno, hasta finalmente aterrizar en la entrepierna de la chica y llegó hasta su intimidad, queriendo explorarla con el mismo cuidado que la boca de la chica. No hizo mucho, solamente pasó uno de los dedos suavemente por si piel esperando a sentir que se erizara, queriendo que su cuerpo le pidiera entrar.