{P} I'm not sweet enough for you (+18)

Pudo sentir como una de sus manos la alcanzaba hasta llegar a la parte baja del cuerpo ajeno, dejándose conducir hasta la intimidad de la chica, el sonido que salió de entre sus labios le produjo un escalofrío, sintiendo unos extraños impulsos por sonreírle a la muchacha, e incluso, burlarse de ella, antes de volver a besarla. Empezaba a saber que podía gritar más alto, ahora la cosa era saber hasta qué nivel llegaba la azabache.

Comenzó a explorar la abertura de la chica hasta toparse nuevamente con “eso” que estimuló a su compañera, empezando a pasar muy suavemente por encima de él antes de empezar a hacer presión, haciendo pequeños círculos alrededor de él mientras se percataba de la humedad en la intimidad de la chica. Mientras su diestra jugueteaba con esa zona, Marceline trató de mantener el mismo nivel de atención en los labios de la chica y en su intimidad, todavía curiosa por saber más “cosas” de la azabache. Aprovechando que una de sus manos estaban ocupadas por otra de la muchacha, levantó sus manos con sumo cuidado y llevó la de la chica hasta la última prenda de Marceline, haciéndole saber que aquello sobraba en la escena. Era imposible que no sonriera en ese momento, ahora bajando un poco más los dedos a lo largo de la intimidad de Yuki.

La cercanía de sus cuerpos sólo le hacía sentir con arduos deseos de seguir adelante, haciendo presión en el contacto de sus pechos con los de la chica para hacer que ambos cuerpos se apegaran. Buscaba encontrarse encima de la muchacha, esperando el momento adecuado para poder seguir con algo que recién y se le había pasado por la cabeza.

Podía escucharlos, esos soniditos que brotaban de la boca de la muchacha que por alguna razón le gustaba oírlos de parte de ella. Siguió explorando su intimidad, casi sin percatarse que la muchacha había hecho lo que inconscientemente le pedía y también coló unos dedos en su propia intimidad. Sus caderas volvieron a moverse esperando sentir el contacto de los dedos con su zona intima, llegando a soltar unos pequeños gemidos que se obligó a soltar al separarse de los labios de la chica.

Necesitaba seguir explorándola, quería saber lo que pasaría si seguían avanzando. La mano que estaba en la intimidad de la chica descendió hasta la parte baja, encontrando una abertura que para su tacto se le hizo bastante extraña. Empezó a introducir uno de sus dedos, percatándose de la humedad y a su vez la calidez que presentaba el interior de la chica. Sus labios bajaron hasta el busto de la chica y empezó a estimar uno de ellos, depositando varios besos alrededor de su seno derecho hasta finalmente llegar al centro y encargarse de él al introducirlo dentro de su boca para después sorberlo, una y otra vez con lamidas y aspiraciones que ocupaban a su seno.

Su cadera empezó a moverse en un vaivén atraído por los dedos intrusos en su interior, queriendo sentir esos escalofríos que le provocaban el contacto de los dedos de la azabache con ella, mientras su propia mano se encargaba de atender el cálido interior de la chica al introducir su dedo una y otra vez.

Apenas sintió que su mano volvía a ser libre, esta se ocupó directamente de sujetar el seno izquierdo de la chica mientras lo masajeaba sin mucho cuidado, mordiendo el extremo de su seno derecho que seguía entreteniéndose con su lengua. Dio un suspiro ronco en cuanto sintió que la mano de la chica en su intimidad indagaba como la suya, teniendo que introducir un segundo dedo en el interior de la japonesa hasta el final, donde hizo movimientos circulares mientras el resto de su mano seguía estimulando la intimidad de la chica.

Sentir la mano sobre su nuca sólo la incitó más, al punto de cambiar de posición a atender el seno izquierdo repitiendo el mismo proceso que con el derecho. Al morder la punta de éste, la llevó hacia atrás para tirar de él hasta que lo soltó, levantando la mirada. Jadeaba, cada vez se sentía cada vez más ávida e incluso sedienta, tuvo que buscar los labios de la chica para tratar de saciar la ansiedad que recorría su cuerpo. Movió su cadera al sentir un escalofrío que recorrió placenteramente a lo largo de su espalda, llegando a soltar un gemido entre los labios de Yuki.

La mano que seguía masajeando uno de los senos de la chica llegó hasta su cintura, incitándola a apegarse a la chica aún y con los dedos en su intimidad, que iban y venían mientras introducía un tercero. Movía las caderas para sentir el contacto con las de la azabache, separando sus labios de los de la chica sólo para sonreírle mientras algunos jadeos salían de su boca:

- Quiero ver que lo intentes – fue lo que dijo, antes de que sus labios se sintieran ansiosos por besar apasionadamente el cuello de la chica mientras seguía frotando el cuerpo entero de la chica con el suyo, hasta que finalmente dejó los besos para morder el hombro de la chica con algo de fuerza, luchando por no soltar un fuerte gemido.

Justo cuando la chica había llegando al final de su intimidad, la vampiro tuvo que pelar los ojos y separarse del hombro de la muchacha, obligada a soltar un gemido cerca del oído de la japonesa. Jadeante, se dejó manipular hasta darse cuenta que estaban sentadas, atendió el hombro “herido” de la chica con unas lamidas por si habían llegado a ser muy profundas, sintiendo los pinchazos en su espalda y el murmullo de la azabache que sólo consiguieron que se irguiera la espalda, volviendo a soltar un gemido cerca de la oreja de la chica:

- No es… suficiente – susurró como respuesta, mordiendo el lóbulo de su oreja mientras bajaba con besos hasta su cuello, sin poder contenerse más para incrustar los colmillos sobre esa parte del cuerpo que tanto le tentaba.

No sabía cómo seguir aguantando los gemidos roncos de su garganta, obligándose a cerrar los ojos con fuerza mientras sus colmillos se clavaban más y más en la piel de la chica, como si eso le ayudara con la ansiedad. La mano que tenía en la cintura de la chica fue a parar hasta su entrepierna, sujetando la mano de la azabache que ya se encontraba allí, sólo para ayudarla a que volviera a alcanzar el punto que hizo que la vampiro jadeara, tratando de hacer lo mismo en la intimidad de su acompañante.

Podía sentir que estaba alcanzando el límite, empezando a actuar más violento cuando coló una pierna entre las de su acompañante y moviéndose de forma desesperada por el contacto, soltando la mano de la chica que estaba en su intimidad para sujetar una de las nalgas de la chica apretándola con fuerza, soltando gemidos entre los labios que difícilmente contenía a pesar de estar ocupada mordiendo el cuello de la azabache.

Insistente, hacía presión en donde tenía sujeta a la japonesa y en el cuello que todavía estaba mordiendo, sintiendo cómo sus colmillos atravesaban su piel lentamente y se introducían en su carne, llegando a sentir un escalofrío que no le permitió aguantar mucho más. Jadeaba, soltando sonidos roncos desde la garganta cuando su otra mano ya estaba libre y podía sujetar la parte trasera de su acompañante con total tranquilidad. Sentía que algo quería salir dentro de sí, aumentando la velocidad con los movimientos de cadera y el resto de su cuerpo de la misma manera violenta, cerrando los ojos.

«No es…» repetía una y otra vez dentro de su cabeza, sintiéndose incapaz de detenerse al punto que habían alcanzado. Acabó por embestirla con fuerza, obligándola a caer sobre la cama mientras sus piernas rápidamente rodeaban su cintura y no paraba de hacer esos movimientos bruscos y ansiosos con la entrepierna de la muchacha, siendo el sonido de sus jadeos cada vez más cortantes y desesperados.

Sus colmillos se separaron del cuello de la chica, dejando que un hilillo de sangre se escurriera entre los pequeños agujeros que había dejado a causa de la profundidad con la que la había mordido. Lo dejó pasar por alto aunque su nariz había detectado ese olor que tanto le gustaba, rodeando el cuello de la muchacha con sus manos mientras ahogaba los gemidos en un beso con la azabache en el que se ocupó de descargar parte de su frenesí mordiendo su labio o explorando su interior sin escrúpulos.

- ¡No es suficiente! – dijo en el breve instante en el que sus labios se separaron, obligando a la azabache a besarla con la misma intensidad de hace unos segundos.

No quería que terminara, sabía que su cuerpo no iba a aguantar por mucho más al igual que el de la chica, pero algo dentro de sí le incitaba a continuar hasta quién-sabe-cuánto. Sin embargo, su propio cuerpo jugó contra ella al sentir que miles de arañas recorrían su espalda lentamente, obligándole a arquearse completamente y soltar un fuerte gemido, obligándola a respirar jadeante por la boca antes de ceder al cansancio y caer sobre la azabache.

Era extraño el hecho de que respirara de forma tan agitada cuando técnicamente los vampiros no podían respirar. Tal vez era cosa de su parte humana, tal vez eso incluso fue lo que hizo que llegara hasta el límite y tuviera que detenerse. Apoyándose sobre el hombro de la chica, levantó la cabeza sólo para ver su expresión antes de sonreírle con un ojo cerrado, respirando sobre la chica. Fue entonces cuando se percató del hilo de sangre que estaba en su cuello, así como también había un pequeño rastro en su mano izquierda. Limpió su mano con las sábanas lo poco que tenía en sus manos y reposó su frente sobre la de Yuki, mirándola a los ojos.

- Lo… lo siento mucho… – murmuró entre jadeos, depositándole un suave beso entre los labios para que ella también reposara.

Acercó su rostro hasta el cuello de la muchacha, sintiendo el aroma de la sangre tan cercano a su nariz que en un principio le hacía daño. Se supone que hace mucho que no lo hacía, pero ver ese líquido de tan palpitante rojo se le hacía el imposible el probarlo, así que empezó a depositar pequeñas lamidas sobre las heridas del cuello de la chica y siguiendo el recorrido de la sangre, tratando de no lastimarla demasiado. En cuanto al color rojo del mismo, bastante con decir que sus colmillos, ahora sutilmente puestos sobre su piel, se encargaron de eliminar todo rastro del color rojo de la zona.

- No debiste haberme provocado tanto… al final te hice daño… – se levantó un poco para mirar el rostro de su acompañante, con una voz algo dolida al sentir culpa por las marcas que tenía en el cuello. No le había hecho la gran cosa, pero el hecho de que sangrara le hacía sentir mal y odiaba que la culpa le revolviera las tripas luego de haber pasado ese rato tan maravilloso con ella – ¿Te encuentras bien?

Jadeaba, sintiendo su cuerpo cansando al igual que el de su acompañante. No podía dejar de mirarla a pesar de que sintiera que sus dedos se moviesen y acariciaran su rostro, sus ojos estaban sumamente concentrados en los de la pelinegra, casi sintiéndolos hipnóticos. Su sonrisa se le hizo hasta contagiosa, haciendo que la vampiro sonriera también, riendo suavemente ante sus palabras. La abrazó por la cintura, correspondiendo a su beso de una forma extrañamente tímida al no habérselo esperado, pero más que nada porque estaba algo ensimismada en sus propios pensamientos, aunque parecía encontrarse en la tierra junto con Yuki.

Reposó su cabeza sobre su pecho, mirando a todas direcciones pensando que su acompañante esperaba una respuesta. No era buena para ese tipo de momentos, ¡Para nada! La cursilería era sumamente nula en Marceline, a menos que esté cargada de ironía, porque a fin de cuentas ella era la ama y señora del sarcasmo. Trataba de encontrar algo en la habitación que le ayudase a pensar, pero al sentir que el silencio se prolongaba demasiado, no se le ocurrió otra cosa más que actuar de loro:

- ¿…T-Te… quiero….? – dijo, más para sí misma que para Yuki.

Se acurrucó sobre el pecho de la pelinegra, sintiendo que sus propias palabras rebotaban en su cabeza una y otra vez. Se sentía confusa, a la deriva, casi como si estuviera flotando sin dirección alguna. Por un momento llegó a sentirse todavía más culpable por lo que había dicho, pero era cierto que se estaba haciendo esa pregunta. ¿De verdad la quería? Todavía se sentía confundida por todo el asunto de ella y, pues… Bonnibel.

Cerró los ojos, escondiendo su rostro en el pecho de la muchacha mientras le abrazaba con fuerza. Trataba de hacerle creer que era dado al cansancio, pero nada más el volver a pensar en una ilusión de la otra muchacha, estando con Yuki, le hacía sentir fatal. No quería volver a embrollarse, mucho menos el volver a confundirlas cuando sabía que no había nada de la otra. Se apegó a la azabache con el abrazo, soltando un suspiro mientras esperaba a que la chica se durmiese o algo por el estilo.

Tragó saliva. ¿De verdad estaba sintiendo algo por ella? ¿O todo esto seguía siendo producto de un juego?