(Sora) Aquí vive tu princesa

Ríe suavemente- Normal que pidan que les consientas, yo también lo pediría si fuera una niña –Le dice con una sonrisa, besando su sien para reír ligeramente por lo último que dice- ¿Abrazarme a mí? ¿Segura que no me patearán por estar con su tía favorita? –Le pregunta buscando su mirada, que está cobijada en su pecho- No querrán compartirte por nada en el mundo~ –Le susurra, depositando un suave beso en su mejilla.

-Te consentiré todo lo que quieras –Le susurra, dándole un suave beso en sus labios. Ríe suavemente- Me alegra saber que mi vida no corre peligro –Le dice mirándola con una ceja arqueada- Claro que los voy a querer, son tus sobrinos… Sería tonto de mi parte si no lo hiciera –Le dice correspondiendo a su beso- Te quiero… –Le dice por primera vez esas palabras, lo que conlleva a que el rojo estalle en su cara y tape su boca como si hubiera dicho algo malo, mirándola con los ojos abiertos. Sí, era la primera vez que le decía eso a alguien.

-Me dejaré consentir todo lo que quieras, mi princesa –Ríe suavemente y se enamora más de ella ante esa expresión tan tierna.

Su corazón se para por un solo segundo cuando le suelta eso, con el rojo en su rostro que parece una bombilla roja y todo, y lo gracioso es que su pareja está igual; normal, teniendo en cuenta que la rubia se lo ha dicho varias veces y la morena, sólo esta vez. Se avergüenza un poco, pensando que debería habérselo callado, pero cuando siente los brazos de la mayor rodeando su cuello y diciéndole eso, le sonríe correspondiendo a su beso, abrazándola cariñosamente mientras la apega más a ella.

Disfruta de ese beso, un beso que parece que ha cogido pasión y deseo desde la confesión de la morena. La manta cae lentamente al suelo, uniéndose ambas en un fuerte abrazo y con el beso presente; este se va rompiendo poco a poco, dejando que su chica se cobije entre sus brazos. El rubor sigue presente, aunque de manera más sutil.

-Andrea… Eres la primera a quien se lo digo de manera sincera… –Le susurra- A las demás se los decía para que no se enfadaran… Lógicamente a mi padre y mi hermano voy a decirles “te quiero” con más soltura… Pero nunca a nadie como te lo he dicho a ti… –Le dice, mirándola entre avergonzada y enamorada.

Deja que recoloque el cuello de su camisa, mirándola con amor mientras permite que tomara sus manos e hiciera lo que quisiera con ellas.

-Entonces… espero poder enamorarte día tras día, y ser la única que cause ese sentimiento en ti –Susurra, acercándose suavemente para unir dulcemente sus labios con los de ella mientras toma sus manos con los de ella, dando una posición incluso nupcial y que espera no darse cuenta de ello, porque si no le daría un ataque al corazón y todo- ¿Sigues teniendo frío? –Le susurra cerca de sus labios y estrechando más sus manos entre las suyas.

-Ya lo haces con cada sonrisa que me regalas… ¿Te acuerdas? Eres mi más mayor tesoro –Le susurra mientras se iba acercando sutilmente a sus labios, iniciando un nuevo beso. El beso no es muy largo, pero disfruta cada segundo de él, hasta que ríe suavemente- Está bien, ve a cenar… puedo cocinarte algo, a modo de agradecimiento por el desayuno que me hiciste –Se encoge de hombros- No soy la mejor cocinera del mundo… Pero algo sé hacer –Le dice depositándole un suave beso en su sien.

Ríe suavemente- No te preocupes, no me cansaré –Besa la punta de su nariz- Bueno… al menos querrás algo comestible, ¿no? –Le bromea un poco, robándole un beso para tomar una de sus manos y guiarla hasta la cocina.

La hace sentar en el sofá para que esta vez sea ella la que cuidara y mimara de ella. Mira las cosas que hace, y tal como dijo, sabe cocinar lo justo, así que decir hacer el típico arroz 3 delicias que le parecía lo más rápido. Se promete a sí misma comprar algún libro de cocina, solamente para poder cocinarle algo más decente.

El arroz consiste en trozos de jamón, tortilla y trozos de zanahoria. Es un plato que no se tarda mucho, ya que para su suerte, la zanahoria y los trozos de jamón eran de los congelados, igual que el arroz. A la media hora saca las cosas a la mesa.

-Perdón si no es gran cosa –Se disculpa con algo de torpeza.

Ríe suavemente, robándole un beso- Si quieres, otro día –Le susurra, robándole otro beso y sentándose a su lado, viendo con una sonrisa como prueba su comida y mostraba tal felicidad- Me alegra haberlo hecho bien –Apoya su mejilla en el dorso de su mano, disfrutando de verla- No te preocupes, cenaré en casa, no quiero que mi hermano vuelva a sentirse apartado… Espero que no te importe –Comenta con una ceja arqueada y una sonrisa torpe-Quiero que sepa que tú no eres como las otras… que tú me compartes con él