(Sora) Aquí vive tu princesa

Reí al escuchar su preocupación. -Bueno, no te mentiré, Marko al igual que papá era algo celoso. No es de los que suele poner "peros", aunque sí suele ser algo reservado al principio, aun así no es grosero, te lo aseguro...- Sonriéndole le toqué la punta de la nariz al imaginarme su preocupación de tener que lidiar con Marko y y su típica mirada de hermano mayor protector. Ya que él siempre era el último en aceptar mis relaciones. Lo bueno es que de todos modos siempre confiaba en las decisiones que tomaba.

-...Claro que toda la familia sabe que su niña pequeña ya creció y tiene que hacer su vida con quien ella desee. Te querrán casi tanto como yo lo hago, mi querida caballero- Digo "casi" porque es imposible que lo hagan como yo.

-Lo harán, linda...Te aseguro que lo verán- No había nada de qué preocuparse después de todo. Al igual que yo en el primer día que nos conocimos pude ver la maravillosa persona que ella era, mi familia lo podría ver cuando llegara el tiempo de que los conociera.

La miré con dulzura y felicidad después de sentir sus besos en diversas partes de mi rostro, y más con esas palabras que decía. -Lo sé, tuve suerte al ser criada por ellos...Será tonto, pero...a veces siento que tal vez mi padre, que me cuida desde la otra vida pudo haber influido en el que nos conociéramos en el jardín aquel día- Mirando la mano que me acariciaba dije sonrojada por tan tierna, y tal vez infantil historia. Era un presentimiento después de todo.

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Asentí con la cabeza mirándola con duda. Y es que es de esos sentimientos que sólo es eso: lo sientes. Podrían llamarlo sexto sentido, don, ideas de mi cabeza, cualquier cosa, pero yo a veces sentía que mi padre pudo haber influenciado en esto. Muchas veces lo sentía junto a mí.

Me ruboricé más cuando dijo que se sentía halagada, no sé por qué. Oculté mi rostro un poco entre risas, aun con sus manos en mi cabeza. Acaricie una, acercándome su rostro y dedicarle con dulzura unas palabras. -Tal vez papá vio en ti lo mismo que yo vi...Mi linda guerrera- Aun con el tono carmín en mis mejillas la abracé y acerqué mis labios a los de ella para besarlos.

-¡Te quiero!- Esas palabras salieron de mi boca cuando me separé de sus labios y la miré con felicidad.

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Reí por su torpe comentario. Sacándole la lengua infintilmente. -Jeje...¡tonta!

Correspondí su abrazo haciendo lo mismo con ella. -Es imposible dejar de besar a alguien a quien quieres tanto. También es difícil para mí, podría estar así todo el tiempo. Incluso dormirme en tu pecho toda la noche y amanecer en la misma posición...

Cerré mis ojos sintiendo aquel gentil mordisco en mi lóbulo. -Jeje... y no pareces una acosadora, es mas, también puse de mi parte aquella vez. Lo de hace dos días fue fruto de nuestros sentimientos. No hay nada de malo de eso en una relación...- Di un espacio para darle un pequeño y fugaz beso en sus labios. -...pero tampoco debemos convertirlo en lo único. Sexo sin amor es una relación vacía- Habría que contenernos de vez en cuando... Por más difícil que esto sea.

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Supongo que podría haber días en los que podíamos pasar la noche en casa de la otra. Claro que sin tener que "desvelarnos", en especial porque ella tiene que estar temprano en clase. -También te avisaré con tiempo si quiero pasar la noche contigo.

Reí sonrojada al recordar que en nuestro encuentro también tuve que desvestirme y que me viera en ropa interior. -Eh...eso también...y por poco terminamos...haciendo eso ahí- Solté otra risa apenada.

Conmovida con sus palabras le di una gran sonrisa al estar cara a cara. -¡Que tierna eres mi guerrera! También deseo tener más momentos así contigo...Y la verdad, lo que siento por ti también es diferente; único...Siendo honesta...- Exhalé un poco -Sí, tuve de todo un poco en mi vida: relaciones buenas, relaciones malas, incluso de una sola noche...No me arrepiento de nada, ya que al final la vida está llena de experiencias y si algo malo ocurre lo mejor es levantarte y seguir, todo se puede aprender de la vida. Y al final, todo eso hicieron a la mujer que ahora tienes en tus brazos...y me siento feliz por estar aquí contigo. Aparte de que estoy agradecida que me aceptes por lo que soy: un ángel que encontró a una persona tan maravillosa como tú- Terminé besando sus labios y luego junta mi frente con la de ella.

-¿Pero sabes qué más le hace falta a esta relación?- Me esperé a su rostro lleno de duda con mirada pícara, deshaciendo el abrazo. -¡Cosquillas!- Me abalancé sobre ella cambiando un rostro infantil, jugando cual niña pequeña.

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Río. Se podría decir que Sora fue quien más se controló en aquella ocasión. -Bueno, gracias a ti me pude controlar...Ya ves que yo me suelo dejar llevar por mis pasiones de vez en cuando.

Antes de que iniciara la guerra de cosquillas le sonreí, asegurándole. -Descuida, mi querida...Tendría que ser una tonta para dejarte ir. Esas relaciones terminaron y por varios motivos. La única que ahora me importa eres tú...Aun si hiciera algo malo arruinando la relación, haría hasta lo imposible por tener tu perdón...- Confesé antes de iniciar la guerra de cosquillas.

Riendo en esa guerra de niños ella me devolvió también el juego. -¡Ya verás! Tú estás más susceptible a recibir más cosquillas- La ventaja de tener mejor posición.

Claro que había un desperfecto en todo eso, y es que el sofá si bien cabíamos las dos abrazadas, no era lo suficientemente grande para nuestros movimientos, haciendo que resbalara y cayera yo al suelo. Por suerte el tapete de ahí amortiguó la caída y me lleve un golpe muy leve, haciendo reír más por lo torpe que me pude haber visto.

Seguía riendo casi incotrolablemente hasta que por fin pude dar un respiro y contestarle diciéndole que no me pasó nada. -Estoy bien...creo que ese tapete me salvó de un buen golpe...-Le decía ya ahí sentada al borde del sofá, en lo que Sora aminoraba el pequeño, casi nulo, dolor en la espalda con su mano.

-Al parecer el sofá no es buen lugar para una guerra de cosquillas- Esbocé una sonrisa devolviéndole una sonrisa después de recibir su beso en mi frente, acariciando su mejilla.

Miré de reojo a la ventana de la sala que estaba tapada con las cortinas, ahí fue cuando recordé algo. -¡Ah!...¿Quieres ver una de las mejores cosas que tiene mi apartamento?- Me dirigí a ella emocionada, en lo que tomaba su mano con las mías y la llevaba con dirección a mi habitación, que estaba perfectamente arreglada, y saliendo al balcón de esta. Ahí se podía apreciar gran parte de la ciudad en un cielo nocturno con las luces de las calles. Todas de diferentes colores y matices. -¡Ta'da! ¡Una de las mejores vistas de esta ciudad!