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Donde todo comenzó (Marceline)
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Music is War :: Glass City :: Afueras de la Ciudad :: Bosque
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Re: Donde todo comenzó (Marceline)
Sonreía complacida por ver que el chico por poco y moría del susto, ¡Podía escuchar perfectamente el latido de su corazón acelerado! Era algo sumamente deleitante, casi tanto como admirar el físico del muchacho que, a su parecer, tampoco y es que estaba tan mal. Su mirada recorrió desde los oscuros cabellos del chico hasta llegar a su entrepierna, cuando se llevó la tremenda sorpresa que el joven se hacía como si tuviera cinco años y hubiera tenido una pesadilla. Pelando los ojos, fue más que imposible el contener sus ganas de reír al punto que sus carcajadas se escucharon como ecos por todo el bosque.
- ¡JAJAJAJAJAJAJA! No te preocupes, cariño, yo también hacia eso de pequeña. – dijo, guiñándole un ojo al chiquillo de enfrente – Esto segura que ha sido un vergonzoso accidente~
No conforme con todo el espectáculo de “macho ibérico” que le había dado allá arriba, ¡Ahora decide cerrar el espectáculo con broche de oro! Bueno, más o menos. El punto es que ha cerrado la “velada romántica en el cielo” de una manera espectacularmente ingeniosa. La vampiro se le acercó al punto de invadir su propio espacio personal, llegando a apegarse al chico de manera que siguiera intimidándolo, sobretodo porque tenía especial interés en seguir molestando a su húmedo amiguito de allá abajo cuando había alcanzado a estar casi nariz con nariz.
- ¿Sabes? No me molesta si llegaras a sonrojarse. Debes de ser bastante lindo cuando te pones colorado – susurró divertida, pasando dos de sus dedos como si caminaran sobre él desde la hebilla de su pantalón hasta llegar a la nariz, dándole un toquecito travieso – ¿Qué te trae por aquí, angelito? ¿Ésta es tu manera de acercarte a las chicas, cayéndoles desde el cielo? – sonrió ladina, inclinando la cabeza a un lado mientras aguantaba la risa.
- ¡JAJAJAJAJAJAJA! No te preocupes, cariño, yo también hacia eso de pequeña. – dijo, guiñándole un ojo al chiquillo de enfrente – Esto segura que ha sido un vergonzoso accidente~
No conforme con todo el espectáculo de “macho ibérico” que le había dado allá arriba, ¡Ahora decide cerrar el espectáculo con broche de oro! Bueno, más o menos. El punto es que ha cerrado la “velada romántica en el cielo” de una manera espectacularmente ingeniosa. La vampiro se le acercó al punto de invadir su propio espacio personal, llegando a apegarse al chico de manera que siguiera intimidándolo, sobretodo porque tenía especial interés en seguir molestando a su húmedo amiguito de allá abajo cuando había alcanzado a estar casi nariz con nariz.
- ¿Sabes? No me molesta si llegaras a sonrojarse. Debes de ser bastante lindo cuando te pones colorado – susurró divertida, pasando dos de sus dedos como si caminaran sobre él desde la hebilla de su pantalón hasta llegar a la nariz, dándole un toquecito travieso – ¿Qué te trae por aquí, angelito? ¿Ésta es tu manera de acercarte a las chicas, cayéndoles desde el cielo? – sonrió ladina, inclinando la cabeza a un lado mientras aguantaba la risa.
Marceline- Ocupación : Vocalista
Mensajes : 282
Fecha de inscripción : 28/07/2014
Edad : 25
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
La mujer se carcajeó por delante de sus narices y de un modo tan potente que varias aves levantaron el vuelo a su costado. Ayato ni siquiera parpadeó, estaba en un profundo shock. Nunca había sufrido un bochorno semejante y su ego tan elevado no le permitía procesar lo que acababa de ocurrir. Sus hombros seguían encogidos, sus pupilas permanecían contraídas y su boca estaba ligeramente entreabierta; ni siquiera los colores se asomaban a su rostro por culpa de la impresión, estaba casi tan pálido como un no-muerto.
Marceline se le acercó de manera abrupta y él no la rechazó, permitiendo que recorriera sus dedos desde el cinturón hasta su propia nariz. Le dio un pequeño toque en la misma y sólo entonces él reaccionó:
- ¡¡Cá-cállate!! ¡¡No quiero oírte comentar el tema!! ¡¡Estos putos órganos actuaron por su cuenta!! - dijo a grito limpio, tan jodido y avergonzado que el rubor finalmente se hizo presente en su piel, tiñendo por completo su rostro de un intenso carmín. Ayato desvió la mirada hacia la mancha en su pantalón y murmuró con rabia: - maldición, maldición, maldición...¿qué con este cuerpo? - "He quedado como un miedica...yo...¡¡¡YO!!! ¡¡¡EL GRANDIOSO AYATO!!!" pensaba indignado; no podía creer que los humanos tuvieran esas vejigas de mierda.
¡No era primera vez que enfrentaba a un adversario difícil o de apariencia terrorífica! La misma noche que peleó con Elliot pensó que su existencia se vería reducida a cenizas, incluso con Shizuka las cosas se pusieron densas, ¡y qué decir de cuando Demian se hizo presente en esa misma ocasión! Orinarse no era ni remotamente posible antes...¡maldición!
- ¡¡Para que te quede claro: no soy ningún cobarde y no te tengo miedo!! ¡¡Esto pasó porque aún no tengo control de este cuerpo!! - le gritó como un crío taimado, asumiendo que la bestia de hace unos momentos y la mujer de ahora eran el mismo ser, - estoy aquí buscando la manera de recuperar mi verdadera naturaleza...pe-pero...¡tú qué sabes de eso! ¿Se puede saber qué y quién eres? No...más importante...¡¿cómo te atreviste a hacerle eso al grandioso Ayato?! ¡Cuando recupere mi forma natural te vas a enterar!
Marceline se le acercó de manera abrupta y él no la rechazó, permitiendo que recorriera sus dedos desde el cinturón hasta su propia nariz. Le dio un pequeño toque en la misma y sólo entonces él reaccionó:
- ¡¡Cá-cállate!! ¡¡No quiero oírte comentar el tema!! ¡¡Estos putos órganos actuaron por su cuenta!! - dijo a grito limpio, tan jodido y avergonzado que el rubor finalmente se hizo presente en su piel, tiñendo por completo su rostro de un intenso carmín. Ayato desvió la mirada hacia la mancha en su pantalón y murmuró con rabia: - maldición, maldición, maldición...¿qué con este cuerpo? - "He quedado como un miedica...yo...¡¡¡YO!!! ¡¡¡EL GRANDIOSO AYATO!!!" pensaba indignado; no podía creer que los humanos tuvieran esas vejigas de mierda.
¡No era primera vez que enfrentaba a un adversario difícil o de apariencia terrorífica! La misma noche que peleó con Elliot pensó que su existencia se vería reducida a cenizas, incluso con Shizuka las cosas se pusieron densas, ¡y qué decir de cuando Demian se hizo presente en esa misma ocasión! Orinarse no era ni remotamente posible antes...¡maldición!
- ¡¡Para que te quede claro: no soy ningún cobarde y no te tengo miedo!! ¡¡Esto pasó porque aún no tengo control de este cuerpo!! - le gritó como un crío taimado, asumiendo que la bestia de hace unos momentos y la mujer de ahora eran el mismo ser, - estoy aquí buscando la manera de recuperar mi verdadera naturaleza...pe-pero...¡tú qué sabes de eso! ¿Se puede saber qué y quién eres? No...más importante...¡¿cómo te atreviste a hacerle eso al grandioso Ayato?! ¡Cuando recupere mi forma natural te vas a enterar!
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
No le sorprendió que el chico empezara a gritarle e insultarlo, de hecho, creyó que había tardado demasiado en ello. Aún así, su sonrisa se hizo más placentera al ver que sus mejillas se tornaban carmín, comprobando eso que sospechaba la vampiro cuando decía que el chico era más adorable cuando estaba nervioso. Casi opacaba el hecho de que tenía mojados sus pantalones. Casi.
Le siguió con la mirada hasta su entrepierna, riéndose al ver que se dedicaba a hablarle al pedazo de carne oculto debajo de la tela. ¿Sería su psicólogo o algo por el estilo? Cuando el muchacho siguió tratando de proteger el orgullo que había perdido al hacerse en los pantalones, Marceline trató de fingir sorpresa con los comentarios del chico, llegando incluso a llevarse una mano al pecho y separar los labios como si no se lo esperara:
- ¡Oh, no! ¡He ofendido al grandiosísimo Ayato! ¡Señor de los bisques, padre de dragones y rey de los pantalones mojados! – dijo, resaltando el “grandiosísimo” con un nivel de sarcasmo superior al resto. Chasqueó con la lengua, rodeando el cuello del chico para abrazarlo y se apegara a Ayato, incluso en la entrepierna mojada – No hay por qué ponerse así, cariño, era una broma – le guiñó un ojo, robándole un beso sumamente rápido.
Antes de que el chico pudiera quejarse, le dio un empujoncito para guardar distancias, teniendo el descaro de relamerse los labios frente al chico de forma lasciva. Marceline se separó del suelo para flotar por encima de la cabeza del pelinegro, tanto así que se le acercó para despeinarle e inmediato subió para que no pudiera alcanzarla, acostándose en el aire.
- Puedes decirme Marceline. – dijo, arrancando una manzana de un árbol cualquiera para quitarle el color rojo y después lanzarla a la cabeza del chico – Marceline Abadeer.. –alzó los hombros, sonriendo desinteresadamente.
Se puso de cabeza, mirando directamente a los ojos del chico. En ése momento, su mirada carmesí brilló con una extraña y amenazadora intensidad. Al separar los labios, sus colmillos se volvieron más largos y su cabello se le puso de punta, cayendo como cascada por la posición que estaba la vampiro, todo un pequeño combo para asustar al chico a ver si también se cagaba encima:
- Oh, no soy nada en particular. Solamente soy la Reina Vampiro
Le siguió con la mirada hasta su entrepierna, riéndose al ver que se dedicaba a hablarle al pedazo de carne oculto debajo de la tela. ¿Sería su psicólogo o algo por el estilo? Cuando el muchacho siguió tratando de proteger el orgullo que había perdido al hacerse en los pantalones, Marceline trató de fingir sorpresa con los comentarios del chico, llegando incluso a llevarse una mano al pecho y separar los labios como si no se lo esperara:
- ¡Oh, no! ¡He ofendido al grandiosísimo Ayato! ¡Señor de los bisques, padre de dragones y rey de los pantalones mojados! – dijo, resaltando el “grandiosísimo” con un nivel de sarcasmo superior al resto. Chasqueó con la lengua, rodeando el cuello del chico para abrazarlo y se apegara a Ayato, incluso en la entrepierna mojada – No hay por qué ponerse así, cariño, era una broma – le guiñó un ojo, robándole un beso sumamente rápido.
Antes de que el chico pudiera quejarse, le dio un empujoncito para guardar distancias, teniendo el descaro de relamerse los labios frente al chico de forma lasciva. Marceline se separó del suelo para flotar por encima de la cabeza del pelinegro, tanto así que se le acercó para despeinarle e inmediato subió para que no pudiera alcanzarla, acostándose en el aire.
- Puedes decirme Marceline. – dijo, arrancando una manzana de un árbol cualquiera para quitarle el color rojo y después lanzarla a la cabeza del chico – Marceline Abadeer.. –alzó los hombros, sonriendo desinteresadamente.
Se puso de cabeza, mirando directamente a los ojos del chico. En ése momento, su mirada carmesí brilló con una extraña y amenazadora intensidad. Al separar los labios, sus colmillos se volvieron más largos y su cabello se le puso de punta, cayendo como cascada por la posición que estaba la vampiro, todo un pequeño combo para asustar al chico a ver si también se cagaba encima:
- Oh, no soy nada en particular. Solamente soy la Reina Vampiro
Marceline- Ocupación : Vocalista
Mensajes : 282
Fecha de inscripción : 28/07/2014
Edad : 25
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
Ayato no solía captar los sarcasmos pero en esta ocasión lo hizo rápidamente pues la humillación lo mantenía alerta y sensible a cualquier suerte de ofensa hacia su persona. Antes de poder protestar, Marceline se le colgó del cuello y depositó un beso fugaz en sus labios, para luego empujarle y provocar que por un momento el muchacho perdiera el equilibrio por la distracción y el inesperado movimiento. Sólo entonces recordó que estaba tratando con una mujer...una mujer rara y exótica, pero una mujer a fin y al cabo.
- No le veo lo gracioso... - gruñía mientras ella se elevaba por los aires, sorprendiéndole en el acto. Cuando las manos de la vampiro despeinaron su cabello, Ayato se volteó de inmediato para propinarle un buen puñetazo pero ¡ya no estaba! Y en consecuencia el humano terminó golpeando el aire durante unos cuantos segundos. - ¡¡...!! - sus reflejos ya no eran los mismos de antes, por lo que recibió la dura manzana decolorada que Marceline acababa de lanzarle, - ¡¿quieres dejar de joder?! - bramó llevándose una mano hasta la cabeza.
Si para ese entonces existía alguna duda de que Marceline y la bestia-murciélago eran el mismo ser, ahora no cabía alguna. Eran igual de chungones.
- Oh, no soy nada en particular. Solamente soy la Reina Vampiro - ella se presentó en una postura muy curiosa mientras adquiría la apariencia de un auténtico demonio.
Marceline le superaba ampliamente en poder y en habilidades pero Ayato ya no se dejaría sorprender, y por el mismo motivo dudó de inmediato de su declaración:
- ¡¿Haa?! ¡Tiene que ser una bro-...! - cortó la frase al procesar la palabra importante: VAMPIRO. Lo sabía desde hace tiempo, pero si ella lo afirmaba abiertamente significaba que podía ayudarle con su pequeño problema. "Momento, ¿en serio le voy a pedir ayuda a esta tipa? ¿El grandioso de mí" pero...¿había otra opción? Seguía siendo mejor que ir a llorar a las faldas de Demian; - oi...supongamos que te creo... - balbuceó muy serio mientras las hebras de cabello de la muchacha se movilizaban como si tuvieran vida propia. - Si eso es verdad, tengo una solicitud que hacerte...o mejor dicho, una propuesta...
- No le veo lo gracioso... - gruñía mientras ella se elevaba por los aires, sorprendiéndole en el acto. Cuando las manos de la vampiro despeinaron su cabello, Ayato se volteó de inmediato para propinarle un buen puñetazo pero ¡ya no estaba! Y en consecuencia el humano terminó golpeando el aire durante unos cuantos segundos. - ¡¡...!! - sus reflejos ya no eran los mismos de antes, por lo que recibió la dura manzana decolorada que Marceline acababa de lanzarle, - ¡¿quieres dejar de joder?! - bramó llevándose una mano hasta la cabeza.
Si para ese entonces existía alguna duda de que Marceline y la bestia-murciélago eran el mismo ser, ahora no cabía alguna. Eran igual de chungones.
- Oh, no soy nada en particular. Solamente soy la Reina Vampiro - ella se presentó en una postura muy curiosa mientras adquiría la apariencia de un auténtico demonio.
Marceline le superaba ampliamente en poder y en habilidades pero Ayato ya no se dejaría sorprender, y por el mismo motivo dudó de inmediato de su declaración:
- ¡¿Haa?! ¡Tiene que ser una bro-...! - cortó la frase al procesar la palabra importante: VAMPIRO. Lo sabía desde hace tiempo, pero si ella lo afirmaba abiertamente significaba que podía ayudarle con su pequeño problema. "Momento, ¿en serio le voy a pedir ayuda a esta tipa? ¿El grandioso de mí" pero...¿había otra opción? Seguía siendo mejor que ir a llorar a las faldas de Demian; - oi...supongamos que te creo... - balbuceó muy serio mientras las hebras de cabello de la muchacha se movilizaban como si tuvieran vida propia. - Si eso es verdad, tengo una solicitud que hacerte...o mejor dicho, una propuesta...
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
- ¿Propuesta? – repitió la vampiro como si no lo hubiera entendido. Su sonrisa se extendió por su rostro haciendo una mueca irónica y escalofriante – Te advierto que no estoy interesada en ceremonias mundanas como los matrimonios, así que de antemano debo decir que rechazo esa propuesta.
Su risa seguía siendo el eco del bosque, así como su rostro demoniaco seguía siendo parte de un espectáculo digno de una película de exorcistas. Le gustaba que el chico se mostrase todo orgulloso, considerando que la poca dignidad que tenía se escurría pro sus pantalones, debía admitir que estaba interesada por saber qué clase de “propuesta” le tenía ese chiquillo a alguien como “la grandiosa Marceline” (si, parece que le iba a agarrar bronca al chico durante un tiempo, dependiendo de a qué iba lo que quería decirle Ayato).
Empezó a flotar hacia su dirección para que hablasen cara a cara. Lo mínimo que podía hacer por él era eso, ¿No? Un deje de cortesía. Flotando, como no, presumiendo su capacidad de estar en el aire en toda la cara del pelirrojo hasta finalmente estar cara a cara, volviendo a perturbar el espacio del muchacho al volver a estar cara a cara al chico, sumamente cerca de él y con un único palillo entre sus dientes que era lo que dictaba la distancia entre ambos rostros. Con la misma sonrisa vampírica, pero con un rostro más normal, Marceline le dio un golpecito en la nariz con los dedos:
- Desenfunda, cariño. Tengo cosas que hacer, y no quiero esperar a que se sequen tus pantalones para hacer mis cosas – si, es lo que están pensando: En realidad no tenía nada que hacer, pero… ¿Quién no quita que en el fondo le parecía un chico adorable cuando se enfurecía?
Su risa seguía siendo el eco del bosque, así como su rostro demoniaco seguía siendo parte de un espectáculo digno de una película de exorcistas. Le gustaba que el chico se mostrase todo orgulloso, considerando que la poca dignidad que tenía se escurría pro sus pantalones, debía admitir que estaba interesada por saber qué clase de “propuesta” le tenía ese chiquillo a alguien como “la grandiosa Marceline” (si, parece que le iba a agarrar bronca al chico durante un tiempo, dependiendo de a qué iba lo que quería decirle Ayato).
Empezó a flotar hacia su dirección para que hablasen cara a cara. Lo mínimo que podía hacer por él era eso, ¿No? Un deje de cortesía. Flotando, como no, presumiendo su capacidad de estar en el aire en toda la cara del pelirrojo hasta finalmente estar cara a cara, volviendo a perturbar el espacio del muchacho al volver a estar cara a cara al chico, sumamente cerca de él y con un único palillo entre sus dientes que era lo que dictaba la distancia entre ambos rostros. Con la misma sonrisa vampírica, pero con un rostro más normal, Marceline le dio un golpecito en la nariz con los dedos:
- Desenfunda, cariño. Tengo cosas que hacer, y no quiero esperar a que se sequen tus pantalones para hacer mis cosas – si, es lo que están pensando: En realidad no tenía nada que hacer, pero… ¿Quién no quita que en el fondo le parecía un chico adorable cuando se enfurecía?
- Spoiler:
- ¡SIGO VIVA, ES QUE ESTABA ENFERMA! (?)
Marceline- Ocupación : Vocalista
Mensajes : 282
Fecha de inscripción : 28/07/2014
Edad : 25
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
- ¿Propuesta? Te advierto que no estoy interesada en ceremonias mundanas como los matrimonios, así que de antemano debo decir que rechazo esa propuesta.
- ¡¡¡QUE NOOOOO!!! - saltó de inmediato con el cabello erizado, como si fuera un gato que acababa de engrifarse ante la sola idea de contraer matrimonio.
¿De qué iba? ¿Le estaba tomando el pelo? Al contemplarle reír Ayato comprendió que claramente era el caso, pero en esta ocasión decidió omitir los insultos y toda muestra de indignación. Tenía que tranquilizarse y pensar bien qué decir. Si ella así lo quería, podía matarlo en ese mismo instante y adiós plan. La diferencia de poderes era abrumadora, sobre todo en ese momento (aunque si conseguía volver a su forma original el muchacho tampoco se sentía seguro de poder derrotarla). Marceline flotó para posicionarse y retomar la cercanía de hace un rato; él no se movió ni un ápice y le observó directamente a los ojos.
Estaba decidido. Se lo contaría todo.
Pero apenas tomó esta decisión, Ayato se mordió el labio inferior y descendió la mirada con inseguridad. Era consciente de que debía dejar las pretensiones de lado si quería llegar a alguna parte...¡pero vaya! Era más difícil de lo que creía. Necesitaba algo de la vampiro, algo que sólo ella podía decidir si dárselo o no, pero ¿qué ganaría ella con eso? ¿Qué podía ofrecerle él que ella quisiera? Bueno, eso estaba por verse.
- Sé que no lo parece pero bajo esta apariencia se esconde otro vampiro, uno de menor nivel que tú pero un vampiro a fin de cuentas - soltó al fin, mirándola con toda la seriedad que pudo; - los detalles de cómo acabé así son irrelevantes...¡¡necesito que...!! - Cuando Ayato comprendió lo que estaba pidiendo tomó impulsivamente a la mujer de los hombros y la empujó hasta acorralarla contra un árbol, manteniendo los ojos clavados en ella. Estaba mal de la cabeza por hacer cosa semejante pero ¿qué más daba? ¿Cómo podía mantener la calma en un momento tan crucial? - No sé cómo revertir lo que me pasó, pero si un humano común y corriente puede convertirse, yo también debería poder...con el filo de tus colmillos... - Marceline debía comprender lo desesperado que estaba...incluso si lo hacía por lástima estaba bien. Pero Ayato sabía que no sería gratis, por lo que agregó en un susurro: - haré lo que quieras...sólo muérdeme...
Ni siquiera mearse en los pantalones le hizo sentir tan humillado como al decir esas palabras.
- ¡¡¡QUE NOOOOO!!! - saltó de inmediato con el cabello erizado, como si fuera un gato que acababa de engrifarse ante la sola idea de contraer matrimonio.
¿De qué iba? ¿Le estaba tomando el pelo? Al contemplarle reír Ayato comprendió que claramente era el caso, pero en esta ocasión decidió omitir los insultos y toda muestra de indignación. Tenía que tranquilizarse y pensar bien qué decir. Si ella así lo quería, podía matarlo en ese mismo instante y adiós plan. La diferencia de poderes era abrumadora, sobre todo en ese momento (aunque si conseguía volver a su forma original el muchacho tampoco se sentía seguro de poder derrotarla). Marceline flotó para posicionarse y retomar la cercanía de hace un rato; él no se movió ni un ápice y le observó directamente a los ojos.
Estaba decidido. Se lo contaría todo.
Pero apenas tomó esta decisión, Ayato se mordió el labio inferior y descendió la mirada con inseguridad. Era consciente de que debía dejar las pretensiones de lado si quería llegar a alguna parte...¡pero vaya! Era más difícil de lo que creía. Necesitaba algo de la vampiro, algo que sólo ella podía decidir si dárselo o no, pero ¿qué ganaría ella con eso? ¿Qué podía ofrecerle él que ella quisiera? Bueno, eso estaba por verse.
- Sé que no lo parece pero bajo esta apariencia se esconde otro vampiro, uno de menor nivel que tú pero un vampiro a fin de cuentas - soltó al fin, mirándola con toda la seriedad que pudo; - los detalles de cómo acabé así son irrelevantes...¡¡necesito que...!! - Cuando Ayato comprendió lo que estaba pidiendo tomó impulsivamente a la mujer de los hombros y la empujó hasta acorralarla contra un árbol, manteniendo los ojos clavados en ella. Estaba mal de la cabeza por hacer cosa semejante pero ¿qué más daba? ¿Cómo podía mantener la calma en un momento tan crucial? - No sé cómo revertir lo que me pasó, pero si un humano común y corriente puede convertirse, yo también debería poder...con el filo de tus colmillos... - Marceline debía comprender lo desesperado que estaba...incluso si lo hacía por lástima estaba bien. Pero Ayato sabía que no sería gratis, por lo que agregó en un susurro: - haré lo que quieras...sólo muérdeme...
Ni siquiera mearse en los pantalones le hizo sentir tan humillado como al decir esas palabras.
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
Fue imposible que no sonriera concierta ternura al ver que volvía a desviar la mirada, inseguro, ¡Casi y se parecía a un perro con las orejas caídas! El asunto debía ser mucho más gordo de lo que la misma Marceline pensaba, ella se ponía igual sólo cuando lo que le sucedía era cosa de hasta vida y muerte. Sabía que en el fondo estaba debatiendo por derrumbar su orgullo para revelar su supuesto secreto, no era necesario el poder de leer las mentes para darse cuenta de ello, así que esperó paciente a que el chico aflojara los dientes con una mano en la cintura, mirándole con una sonrisita ladina.
Y entonces, el primer comentario captó su atención, tanto así que levantó una ceja y le miró extrañada.
¿Un vampiro? ¿Hablaba en serio? Si había quedado más que demostrado no era más que un malcriado, no había mayor prueba de eso más que sus pantalones húmedos. El que la acorralara contra un árbol le tomó por sorpresa, pelando los ojos y mirándole con los labios separados, sin saber si darle una bofetada por atrevido o seguir escuchándole. Ayato parecía realmente exasperado, pensó Marceline, lo único que esperaba era que no se le pusiera a llorar a modo de sú…
WOOOOOOOW. Un segundo, ¿Morder?
- Espera… ¿Quieres que te regrese a tu forma vampiro? – preguntó, sin dejar de mirarlo con la ceja levantada, todavía sin poder creérselo – Ni siquiera sé cómo demonios perdiste tu vieja forma, ¿Qué acaso no sabes que el hacerlo puede llegar a matarte?
En el fondo ya sabía lo que Ayato iba a pedirle, es decir, ¿Para qué otra cosa iría a hacerle la dichosa “solicitud”? A menos que quisiera enseñarle cómo conquistar a una dama, y ya todos sabemos lo extraña que es Marceline como para que le dé consejos sobre chicas. Sin embargo, eso no iba al caso: Sus palabras llevaban razón, puesto que no tenía ni idea de cómo había pasado de un vampiro a un humano común y corriente, que hasta donde sabía, no existía forma de revertir la “vampirización”. Además, ¿Hace cuánto que ella no transformaba humanos? Más de 200 años, cuando la epidemia de polluelos estaba por todas partes y no había quien los parara. Había tenido que hacer un gran esfuerzo para mantenerlos controlados a todos, ahora no tenía ni pista de lo que le había pasado a todos esos muchachos que engañó para que estuvieran a sus servicios.
Tragó saliva, sujetando las manos de Ayato para así apartarlas de ella y que pudiera tener espacio.
- Vamos a calmarnos, ¿Si? Dame los detalles de cómo te convertiste en humano. – respondió, apoyando la espalda en el tronco del árbol mientras ponía las manos en sus caderas – Además, ¿Qué ganaría con convertirte en un vampiro? Un “haré lo que quieras” no es suficiente, porque sé que si te pido que te vistas de princesa rosa y buscas a un hada madrina, no lo vas a hacer porque tu puto orgullo no te dejaría – enarcó ambas cejas, cuando una de sus manos paró al hombro de Ayato como para darle aliento – . Pero felicidades, haz demostrado tener una pizca de humildad al pedirme semejante cosa~ Hubiera sido más convincente que lo hicieras de rodillas y no golpeándome contra un árbol, porque yo suelo acorralar a las personas para otra cosa, pero… igual no es mal intento, chico.
Y entonces, el primer comentario captó su atención, tanto así que levantó una ceja y le miró extrañada.
¿Un vampiro? ¿Hablaba en serio? Si había quedado más que demostrado no era más que un malcriado, no había mayor prueba de eso más que sus pantalones húmedos. El que la acorralara contra un árbol le tomó por sorpresa, pelando los ojos y mirándole con los labios separados, sin saber si darle una bofetada por atrevido o seguir escuchándole. Ayato parecía realmente exasperado, pensó Marceline, lo único que esperaba era que no se le pusiera a llorar a modo de sú…
WOOOOOOOW. Un segundo, ¿Morder?
- Espera… ¿Quieres que te regrese a tu forma vampiro? – preguntó, sin dejar de mirarlo con la ceja levantada, todavía sin poder creérselo – Ni siquiera sé cómo demonios perdiste tu vieja forma, ¿Qué acaso no sabes que el hacerlo puede llegar a matarte?
En el fondo ya sabía lo que Ayato iba a pedirle, es decir, ¿Para qué otra cosa iría a hacerle la dichosa “solicitud”? A menos que quisiera enseñarle cómo conquistar a una dama, y ya todos sabemos lo extraña que es Marceline como para que le dé consejos sobre chicas. Sin embargo, eso no iba al caso: Sus palabras llevaban razón, puesto que no tenía ni idea de cómo había pasado de un vampiro a un humano común y corriente, que hasta donde sabía, no existía forma de revertir la “vampirización”. Además, ¿Hace cuánto que ella no transformaba humanos? Más de 200 años, cuando la epidemia de polluelos estaba por todas partes y no había quien los parara. Había tenido que hacer un gran esfuerzo para mantenerlos controlados a todos, ahora no tenía ni pista de lo que le había pasado a todos esos muchachos que engañó para que estuvieran a sus servicios.
Tragó saliva, sujetando las manos de Ayato para así apartarlas de ella y que pudiera tener espacio.
- Vamos a calmarnos, ¿Si? Dame los detalles de cómo te convertiste en humano. – respondió, apoyando la espalda en el tronco del árbol mientras ponía las manos en sus caderas – Además, ¿Qué ganaría con convertirte en un vampiro? Un “haré lo que quieras” no es suficiente, porque sé que si te pido que te vistas de princesa rosa y buscas a un hada madrina, no lo vas a hacer porque tu puto orgullo no te dejaría – enarcó ambas cejas, cuando una de sus manos paró al hombro de Ayato como para darle aliento – . Pero felicidades, haz demostrado tener una pizca de humildad al pedirme semejante cosa~ Hubiera sido más convincente que lo hicieras de rodillas y no golpeándome contra un árbol, porque yo suelo acorralar a las personas para otra cosa, pero… igual no es mal intento, chico.
Marceline- Ocupación : Vocalista
Mensajes : 282
Fecha de inscripción : 28/07/2014
Edad : 25
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
Ayato asintió en silencio, sin dejar de mirarla fijamente. Comprendía el riesgo que corría al intentar convertirse de ese modo, pero ¿qué más daba? Ese bosque era un sitio peligroso para cualquier humano que lo rondara de noche y él estaba ahí, buscando respuestas. Además, hace pocos minutos estuvo seguro de que se iba a morir de una caída, tanto que llegó a mearse. Desde el principio supo que tendría que enfrentar la muerte si quería regresar a la normalidad, no le importaba tomar un tercer o cuarto riesgo.
Dejó que Marceline moviera sus manos del árbol y se echó unos pasos hacia atrás, dándole espacio para poder conversar como 'personas civilizadas'.
- ¿Qué ganaría con convertirte en un vampiro? Un “haré lo que quieras” no es suficiente, porque sé que si te pido que te vistas de princesa rosa y buscar a un hada madrina, no lo vas a hacer porque tu puto orgullo no te dejaría.
- Tch... - dejó escapar una mueca de repulsión al escuchar eso. No respondió al comentario pues en el fondo sabía que estaba dispuesto a hacer cualquier cosaincluso algo así de penoso por recuperar su naturaleza.
Pero vamos, tenía que ofrecerle algo bueno para llegar a un acuerdo. ¿Qué le saldría más barato? ¿Hacer un trato con Marceline o con Demian? A medida que más conocía a esta mujer, se daba cuenta de que la segunda opción no era tan terrible como él la pintaba.
Cuando ella colocó la mano en su hombro se decidió a hablar:
- ¿Hay algo en especial que te interese? Bajo esta forma soy un completo inútil, pero te prometo que este repugnante cuerpo humano esconde al sujeto más genial que conocerás en la Tierra~ - le dedicó una sonrisa llena de confianza y se llevó una mano al pecho, como si se encontrara en una entrevista de trabajo y tuviera que destacar sus mejores cualidades. Era una imagen graciosa, si se consideraba que aún tenía los pantalones mojados; - al menos, soy alguien que tiene suficiente poder para ser un buen soldado en caso de que lo necesites y...ah, también trabajo en Merveilles Records como sonidista. No creo que eso te interese pero dado a que la gente de esta ciudad se mueve en torno a esa disquera puedo obtener fácilmente información de ese sitio si así lo quisieras.
Esperaba que Marceline tuviera alguna misión entre manos, algún objetivo o algo que le permitiera ser útil para ella, de otra forma no tendría razón para ayudarle.
- Sobre mi conversión, fue hace menos de una semana... - relató - me encontré con una criatura misteriosa en este mismo bosque. Tenía alas negras y decía ser un ángel, pero he estado con seres como esos antes y él olía de un modo diferente, como si fuera un ángel contaminado...no sé cómo describirlo. Peleamos un rato, sus ataques eran muy superiores e insertó una mano en mi pecho para...volverme así... - arrugó el ceño al recordarlo. - Anoche estuve con una ángel conocida, ella analizó mi cuerpo y dijo que mis poderes no habían sido eliminados, sino bloqueados, y que esta forma era algo similar a una ilusión senso-perceptiva. No sé qué tan cierto sea eso, pero sé que revertir la vampirización es imposible, así que supondré que ella tiene razón...
Dejó que Marceline moviera sus manos del árbol y se echó unos pasos hacia atrás, dándole espacio para poder conversar como 'personas civilizadas'.
- ¿Qué ganaría con convertirte en un vampiro? Un “haré lo que quieras” no es suficiente, porque sé que si te pido que te vistas de princesa rosa y buscar a un hada madrina, no lo vas a hacer porque tu puto orgullo no te dejaría.
- Tch... - dejó escapar una mueca de repulsión al escuchar eso. No respondió al comentario pues en el fondo sabía que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa
Pero vamos, tenía que ofrecerle algo bueno para llegar a un acuerdo. ¿Qué le saldría más barato? ¿Hacer un trato con Marceline o con Demian? A medida que más conocía a esta mujer, se daba cuenta de que la segunda opción no era tan terrible como él la pintaba.
Cuando ella colocó la mano en su hombro se decidió a hablar:
- ¿Hay algo en especial que te interese? Bajo esta forma soy un completo inútil, pero te prometo que este repugnante cuerpo humano esconde al sujeto más genial que conocerás en la Tierra~ - le dedicó una sonrisa llena de confianza y se llevó una mano al pecho, como si se encontrara en una entrevista de trabajo y tuviera que destacar sus mejores cualidades. Era una imagen graciosa, si se consideraba que aún tenía los pantalones mojados; - al menos, soy alguien que tiene suficiente poder para ser un buen soldado en caso de que lo necesites y...ah, también trabajo en Merveilles Records como sonidista. No creo que eso te interese pero dado a que la gente de esta ciudad se mueve en torno a esa disquera puedo obtener fácilmente información de ese sitio si así lo quisieras.
Esperaba que Marceline tuviera alguna misión entre manos, algún objetivo o algo que le permitiera ser útil para ella, de otra forma no tendría razón para ayudarle.
- Sobre mi conversión, fue hace menos de una semana... - relató - me encontré con una criatura misteriosa en este mismo bosque. Tenía alas negras y decía ser un ángel, pero he estado con seres como esos antes y él olía de un modo diferente, como si fuera un ángel contaminado...no sé cómo describirlo. Peleamos un rato, sus ataques eran muy superiores e insertó una mano en mi pecho para...volverme así... - arrugó el ceño al recordarlo. - Anoche estuve con una ángel conocida, ella analizó mi cuerpo y dijo que mis poderes no habían sido eliminados, sino bloqueados, y que esta forma era algo similar a una ilusión senso-perceptiva. No sé qué tan cierto sea eso, pero sé que revertir la vampirización es imposible, así que supondré que ella tiene razón...
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
Seamos sinceros, lo único que había escuchado durante todo el rato habían sido cosas como “bla bla bla soy un completo inútil, repugnante cuerpo humano y tierra”. Esas palabras eran suficientes para darle idea de todo el discurso que le había dado. Sin embargo, tuvo que lavarse los oídos para asegurarse que lo otro lo había captado bien: ¿Ayato, un miembro del Merveilles Records? Eso le había hecho sonreír muy ampliamente… como de esas muecas de cuando a los villanos se les ocurre una idea maquiavélica y “se les había prendido el foco”.
No habló de inmediato, le pareció conveniente que terminara de escuchar todo sobre cómo se volvió humano, sin sentir vergüenza de bajar la mirada directamente hacia sus pantalones mojados, aguantando sus ganas de reír. Vale, ahora le hablaba de ángeles, ¿Qué clase de compañías son con las que se junta éste sujeto? Negó con la cabeza, chasqueando la lengua de forma reprobatoria, aunque su sonrisa burlona seguía allí, riéndose de lo idiota que le parecía Ayato.
- Cariiiiiiño, – respondió, inclinando la cabeza y mirándolo con una expresión de fingida dulzura – ¿Nadie te dijo que es malo juntarse con ángeles? Es como si quisieras hacerte amigo de un licántropo. Somos “enemigos por naturaleza” – le guiñó un ojo, riéndose por lo bajo – Por lo que me cuestas, le hinchaste las pelotas a un ángel caído, o al menos es lo que creo que te atacó. De todos modos, creo que después puedo encargarme de hacerte un estudio minucioso a ese “bloqueo” – puso una mano en su pecho, jugueteando con sus dedos antes de darle un golpecito en la nariz, sonriéndole de oreja a oreja.
Caminó pasando por un lado de Ayato para así quedar de espaldas a él, moviendo su cadera de forma provocativa mientras su cabello se meneaba de un lado a otro, llevándolo hacia delante para así mirarle por encima de su hombro. Le sonrió, mostrándole unos enormes colmillos que anteriormente no estaban en su boca, ni siquiera parecían capaces de caber en su boca cerrada sin que le perfore los labios primero. Volviendo a mirar al frente y cruzándose de brazos, suspiró como para cortar el ambiente de tensión o darle más ambientación a lo incómoda que era la situación, girándose hacia Ayato para mirarlo fijamente:
- Vale, pues acepto el trato – dijo sin más, ladeando la cabeza con una sonrisita hasta infantil – Yo te convierto en vampiro, y tú serás mi lacayo hasta que me aburra de ti
Antes de que pudiera darle tiempo de que se quejara por el nombre, Marceline ya se encontraba detrás de él, amordazándolo con una mano en su pecho, de manera que pegara su espalda con ella, mientras la otra se encargaba de estirarle el cuello al tenerle sujeta la cara. Respiraba de manera monstruosa, con los enormes colmillos sobre esa tersa piel que la llamaba a darle una probada. Sus ojos, ahora rojos como los de un mismo demonio, miraron de reojo a su compañero mientras sonreía de oreja a oreja, esperando ver alguna reacción que le hiciera gracia:
- ¿Estás listo? – preguntó, volviendo a juguetear en su pecho con los dedos.
No habló de inmediato, le pareció conveniente que terminara de escuchar todo sobre cómo se volvió humano, sin sentir vergüenza de bajar la mirada directamente hacia sus pantalones mojados, aguantando sus ganas de reír. Vale, ahora le hablaba de ángeles, ¿Qué clase de compañías son con las que se junta éste sujeto? Negó con la cabeza, chasqueando la lengua de forma reprobatoria, aunque su sonrisa burlona seguía allí, riéndose de lo idiota que le parecía Ayato.
- Cariiiiiiño, – respondió, inclinando la cabeza y mirándolo con una expresión de fingida dulzura – ¿Nadie te dijo que es malo juntarse con ángeles? Es como si quisieras hacerte amigo de un licántropo. Somos “enemigos por naturaleza” – le guiñó un ojo, riéndose por lo bajo – Por lo que me cuestas, le hinchaste las pelotas a un ángel caído, o al menos es lo que creo que te atacó. De todos modos, creo que después puedo encargarme de hacerte un estudio minucioso a ese “bloqueo” – puso una mano en su pecho, jugueteando con sus dedos antes de darle un golpecito en la nariz, sonriéndole de oreja a oreja.
Caminó pasando por un lado de Ayato para así quedar de espaldas a él, moviendo su cadera de forma provocativa mientras su cabello se meneaba de un lado a otro, llevándolo hacia delante para así mirarle por encima de su hombro. Le sonrió, mostrándole unos enormes colmillos que anteriormente no estaban en su boca, ni siquiera parecían capaces de caber en su boca cerrada sin que le perfore los labios primero. Volviendo a mirar al frente y cruzándose de brazos, suspiró como para cortar el ambiente de tensión o darle más ambientación a lo incómoda que era la situación, girándose hacia Ayato para mirarlo fijamente:
- Vale, pues acepto el trato – dijo sin más, ladeando la cabeza con una sonrisita hasta infantil – Yo te convierto en vampiro, y tú serás mi lacayo hasta que me aburra de ti
Antes de que pudiera darle tiempo de que se quejara por el nombre, Marceline ya se encontraba detrás de él, amordazándolo con una mano en su pecho, de manera que pegara su espalda con ella, mientras la otra se encargaba de estirarle el cuello al tenerle sujeta la cara. Respiraba de manera monstruosa, con los enormes colmillos sobre esa tersa piel que la llamaba a darle una probada. Sus ojos, ahora rojos como los de un mismo demonio, miraron de reojo a su compañero mientras sonreía de oreja a oreja, esperando ver alguna reacción que le hiciera gracia:
- ¿Estás listo? – preguntó, volviendo a juguetear en su pecho con los dedos.
Marceline- Ocupación : Vocalista
Mensajes : 282
Fecha de inscripción : 28/07/2014
Edad : 25
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
- ¿Amigo? ¡No me hagas reír! - increpó; él conocía perfectamente los peligros a los que Marceline se refería. ¿Le estaba tomando el pelo otra vez? ¿O realmente le creía un idiota que se relacionaría por voluntad propia con esas criaturas? Al juzgar por sus palabras, parecía ser lo segundo. Pero Elliot y él estaban lejos de convertirse en amigos, mientras que Shizuka sólo le ayudó en una ocasión y por insistencia de ella. (Vamos, él también se había confiado porque estaba convencido de que ella estaba perdidamente enamorada de él...pero eso es otra historia.)
Y pensándolo bien, ¿qué opinaría la vampiro si le mencionaba que bebió de esa asquerosa sangre angelical, tan nociva para los de su especie? No, no, ya tenía suficiente con sus burlas. Mejor y omitía ese punto.
Cuando la mano de Marceline se detuvo sobre su pecho él no hizo más que observarla como un niño perdido mientras le escuchaba. ¿Un ángel caído? Tenía sentido...aunque como sería la primera vez que había tratado con uno no podía confirmar nada. ¿Desde cuando un ser destituido de su lugar tenía tanto poder? No tuvo tiempo de preguntar nada pues la mujer acababa de enseñar seductoramente el filo de sus nuevos colmillos. Ayato tragó saliva de forma disimulada, consciente de que esas pequeñas dagas podían acabar enterradas en su cuerpo.
¿Que si tenía miedo? "¡Claro que no! ¡El grandioso de mí no se acobardaría con una simple mordida!"
Y a pesar de todo, la respuesta final le pilló desprevenido.
Sorpresa, indignación, alivio...todas esas emociones se mezclaron, traduciéndose en una expresión boquiabierta y con ambas cejas inclinadas hacia abajo. Le contentaba que Marceline hubiera aceptado el trato, no podía creerlo y estaba que se salía de felicidad...pero...¿era necesario el apodo?
- ¡¿Haa?! ¡¿A quién lla-...?! - soltó indignado después de un silencio pero la mujer ya no se encontraba en el mismo sitio que antes, allí donde pensaba increparla.
Un escalofrío le recorrió la nuca al percibirla a sus espadas, apresándolo por detrás. Uno de sus largos brazos le cruzó el pecho, pegándolo a su cuerpo tan esbelto y frío...los músculos de Ayato se tensaron de inmediato, esperando lo peor. ¿Acaso esa era la sensación que inundaba a sus presas cada vez que él las sometía al filo de sus colmillos? Ahogó todas y cada una de sus quejas, dejándolas morir en esa garganta llena de sangre caliente. ¿Sería esa calidez producto de las ilusiones de Elliot? ¿O efectivamente pudo convertirse en humano durante un corto período de tiempo? Tal vez lo descubriría de inmediato, tal vez moriría con la duda.
- ¿Estás listo?
- No te contengas - le respondió con voz gruesa, sólo para hacerse el duro.
Y pensándolo bien, ¿qué opinaría la vampiro si le mencionaba que bebió de esa asquerosa sangre angelical, tan nociva para los de su especie? No, no, ya tenía suficiente con sus burlas. Mejor y omitía ese punto.
Cuando la mano de Marceline se detuvo sobre su pecho él no hizo más que observarla como un niño perdido mientras le escuchaba. ¿Un ángel caído? Tenía sentido...aunque como sería la primera vez que había tratado con uno no podía confirmar nada. ¿Desde cuando un ser destituido de su lugar tenía tanto poder? No tuvo tiempo de preguntar nada pues la mujer acababa de enseñar seductoramente el filo de sus nuevos colmillos. Ayato tragó saliva de forma disimulada, consciente de que esas pequeñas dagas podían acabar enterradas en su cuerpo.
¿Que si tenía miedo? "¡Claro que no! ¡El grandioso de mí no se acobardaría con una simple mordida!"
Y a pesar de todo, la respuesta final le pilló desprevenido.
Sorpresa, indignación, alivio...todas esas emociones se mezclaron, traduciéndose en una expresión boquiabierta y con ambas cejas inclinadas hacia abajo. Le contentaba que Marceline hubiera aceptado el trato, no podía creerlo y estaba que se salía de felicidad...pero...¿era necesario el apodo?
- ¡¿Haa?! ¡¿A quién lla-...?! - soltó indignado después de un silencio pero la mujer ya no se encontraba en el mismo sitio que antes, allí donde pensaba increparla.
Un escalofrío le recorrió la nuca al percibirla a sus espadas, apresándolo por detrás. Uno de sus largos brazos le cruzó el pecho, pegándolo a su cuerpo tan esbelto y frío...los músculos de Ayato se tensaron de inmediato, esperando lo peor. ¿Acaso esa era la sensación que inundaba a sus presas cada vez que él las sometía al filo de sus colmillos? Ahogó todas y cada una de sus quejas, dejándolas morir en esa garganta llena de sangre caliente. ¿Sería esa calidez producto de las ilusiones de Elliot? ¿O efectivamente pudo convertirse en humano durante un corto período de tiempo? Tal vez lo descubriría de inmediato, tal vez moriría con la duda.
- ¿Estás listo?
- No te contengas - le respondió con voz gruesa, sólo para hacerse el duro.
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
- No planeo el hacerlo – sonrió complacida ante sus nervios, lamiendo su cuello hasta llegar a su oreja sólo para provocarlo.
No dejó que se escapara, ni siquiera que fuera capaz de hablar porque le tapó la boca con una de sus manos, abrazándolo con fuerza. Estiró su cuello, llegando a sentir el ligero palpitar de los músculos de su cuello, empezando a sentir una sed demoniaca que la llamaba a darle una probada. Se relamió los labios, respirando sobre su cuello húmedo con una sonrisa de oreja a oreja sumamente escalofriante.
La forma en la que reía, tan monstruosa, sólo mostraba la naturaleza hostil y desagradable que le habían hecho convertirse en “la reina vampiro”. No quería cambiar su rostro a uno desfigurado, prefería que Ayato tuviera una visión clara del rostro de la maldad, buscando sus ojos con la mirada al tener tan cerca su tenso cuello de sus colmillos. Ella también estaba algo nerviosa, hace demasiado tiempo que no había hecho algo como eso y no sabía cómo podría llegar a ponerse de descontrolada sólo por la idea de volver a incrustar sus colmillos sobre un humano inocente. Seguía bebiendo sangre, si, pero eran de bolsas que no estaban vivas, a diferencia de la cálida presencia de su compañero.
Sus colmillos apenas y rozaron la textura de su piel, su lengua volvió a correr por el cuello mientras se inclinaba para así atraerlo hacia ella y poder atravesarlo con facilidad. Sin embargo, cuando había llegado el momento de penetrarlo hasta llegar a la calidez de sus músculos y así probar su sangre, liberó el pecho del muchacho del aprisionador abrazo para darle un pellizco en el cuello, mientras la vampiro echaba el rostro hacia atrás para murmurar a su oído un “Skidoosh” y pasar a sujetar con fuerza su entrepierna, riendo sobre su oído para darle un empujón y así ganar distancia y tiempo suficiente para que pudiera transformarse en un pequeño murciélago y ascender un par de metros para que su compañero no le alcanzara.
- Como primer tarea de lacayo, quiero que recolectes toda la información que puedas sobre Merveilles Records y todo su personal. Tienes una semana. Nos volveremos a encontrar en el mismo sitio – dijo, dando media vuelta para salir volando del lugar y perderse entre las hojas – ¡Hasta luego, lacayo! Te veré en una semana. Ojalá y para ese tiempo hayas mejorado el humor de tu miembro, se ve que es bastante grande~
No dejó que se escapara, ni siquiera que fuera capaz de hablar porque le tapó la boca con una de sus manos, abrazándolo con fuerza. Estiró su cuello, llegando a sentir el ligero palpitar de los músculos de su cuello, empezando a sentir una sed demoniaca que la llamaba a darle una probada. Se relamió los labios, respirando sobre su cuello húmedo con una sonrisa de oreja a oreja sumamente escalofriante.
La forma en la que reía, tan monstruosa, sólo mostraba la naturaleza hostil y desagradable que le habían hecho convertirse en “la reina vampiro”. No quería cambiar su rostro a uno desfigurado, prefería que Ayato tuviera una visión clara del rostro de la maldad, buscando sus ojos con la mirada al tener tan cerca su tenso cuello de sus colmillos. Ella también estaba algo nerviosa, hace demasiado tiempo que no había hecho algo como eso y no sabía cómo podría llegar a ponerse de descontrolada sólo por la idea de volver a incrustar sus colmillos sobre un humano inocente. Seguía bebiendo sangre, si, pero eran de bolsas que no estaban vivas, a diferencia de la cálida presencia de su compañero.
Sus colmillos apenas y rozaron la textura de su piel, su lengua volvió a correr por el cuello mientras se inclinaba para así atraerlo hacia ella y poder atravesarlo con facilidad. Sin embargo, cuando había llegado el momento de penetrarlo hasta llegar a la calidez de sus músculos y así probar su sangre, liberó el pecho del muchacho del aprisionador abrazo para darle un pellizco en el cuello, mientras la vampiro echaba el rostro hacia atrás para murmurar a su oído un “Skidoosh” y pasar a sujetar con fuerza su entrepierna, riendo sobre su oído para darle un empujón y así ganar distancia y tiempo suficiente para que pudiera transformarse en un pequeño murciélago y ascender un par de metros para que su compañero no le alcanzara.
- Como primer tarea de lacayo, quiero que recolectes toda la información que puedas sobre Merveilles Records y todo su personal. Tienes una semana. Nos volveremos a encontrar en el mismo sitio – dijo, dando media vuelta para salir volando del lugar y perderse entre las hojas – ¡Hasta luego, lacayo! Te veré en una semana. Ojalá y para ese tiempo hayas mejorado el humor de tu miembro, se ve que es bastante grande~
- No me abras hasta haber leído el post (?):
Groose out (?)
Marceline- Ocupación : Vocalista
Mensajes : 282
Fecha de inscripción : 28/07/2014
Edad : 25
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
La lengua de la mujer recorrió el largo de su cuello y continuó hasta el contorno de su oreja, lo que le provocó un leve escalofrío. Ayato sintió esa aspereza con desagrado, no porque Marceline no le pareciera atractiva, sino porque en esas circunstancias ella más bien lucía como una bestia hambrienta y demoníaca. En un momento, los ojos de ambos se encontraron: los de ella resplandecían en un llamativo color rojo y de su boca sobresalían esos enormes y filosos colmillos de vampiro milenario, dándole una apariencia terrorífica.
Ella le aprisionó entre sus brazos y le tapó la boca con una mano, por lo que él cerró instintivamente los ojos y esperó. Sentía el peligroso roce de esos colmillos recorriendo su piel y, cuando se suponía tenía que suceder el esperado momento, Ayato sintió un pellizco en su cuello.
- ¡¡...!! - se sobresaltó, abriendo los ojos de inmediato. Pero antes de poder asimilar que eso no era una mordida, la mujer murmuró algo en su oído, apretó con una mano su entrepierna, se carcajeó divertida y le empujó hacia delante.
La sorpresa no fue menor, por lo que Ayato perdió el equilibrio y acabó cayendo de bruces contra un árbol, estrellando toda su cara en el grueso tronco del mismo.
- Como primer tarea de lacayo, quiero que recolectes toda la información que puedas sobre Merveilles Records y todo su personal. Tienes una semana. Nos volveremos a encontrar en el mismo sitio - alcanzó a escuchar el muchacho mientras se llevaba ambas manos a su rostro adolorido. - ¡Hasta luego, lacayo! Te veré en una semana. Ojalá y para ese tiempo hayas mejorado el humor de tu miembro, se ve que es bastante grande~ - dijo Marceline antes de marcharse. En una situación normal Ayato hubiera inflado el pecho, orgulloso de sus 'dotes', pero ahora no había tiempo para eso.
- Uuuugh... - cuando se apartó del árbol su nariz comenzó a sangrar copiosamente. No tenía fuerza en sus piernas así que se volteó y se dejó caer en el suelo, recargando su espalda contra el mismo tronco.
Así permaneció unos cuantos minutos, pensando en lo que acababa de suceder. Jamás en su vida alguien le había humillado tanto. Al final se puso de pie y dejó escapar un grito furioso que esperaba resonara en todo el bosque, hasta llegar a los oídos de la vampiro:
- Me las vas a pagar todas juntas ¡¡¡¡MARCELINE!!!!
Ella le aprisionó entre sus brazos y le tapó la boca con una mano, por lo que él cerró instintivamente los ojos y esperó. Sentía el peligroso roce de esos colmillos recorriendo su piel y, cuando se suponía tenía que suceder el esperado momento, Ayato sintió un pellizco en su cuello.
- ¡¡...!! - se sobresaltó, abriendo los ojos de inmediato. Pero antes de poder asimilar que eso no era una mordida, la mujer murmuró algo en su oído, apretó con una mano su entrepierna, se carcajeó divertida y le empujó hacia delante.
La sorpresa no fue menor, por lo que Ayato perdió el equilibrio y acabó cayendo de bruces contra un árbol, estrellando toda su cara en el grueso tronco del mismo.
- Como primer tarea de lacayo, quiero que recolectes toda la información que puedas sobre Merveilles Records y todo su personal. Tienes una semana. Nos volveremos a encontrar en el mismo sitio - alcanzó a escuchar el muchacho mientras se llevaba ambas manos a su rostro adolorido. - ¡Hasta luego, lacayo! Te veré en una semana. Ojalá y para ese tiempo hayas mejorado el humor de tu miembro, se ve que es bastante grande~ - dijo Marceline antes de marcharse. En una situación normal Ayato hubiera inflado el pecho, orgulloso de sus 'dotes', pero ahora no había tiempo para eso.
- Uuuugh... - cuando se apartó del árbol su nariz comenzó a sangrar copiosamente. No tenía fuerza en sus piernas así que se volteó y se dejó caer en el suelo, recargando su espalda contra el mismo tronco.
Así permaneció unos cuantos minutos, pensando en lo que acababa de suceder. Jamás en su vida alguien le había humillado tanto. Al final se puso de pie y dejó escapar un grito furioso que esperaba resonara en todo el bosque, hasta llegar a los oídos de la vampiro:
- Me las vas a pagar todas juntas ¡¡¡¡MARCELINE!!!!
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