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Donde todo comenzó (Marceline)
2 participantes
Music is War :: Glass City :: Afueras de la Ciudad :: Bosque
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Donde todo comenzó (Marceline)
Salió de su apartamento a eso de las doce, confiando en que Shizuka estaría bien. Le resultaba medianamente difícil andar por la calle en el estado que se encontraba, por lo que tomó un taxi para llegar a su destino (cosa que nunca antes había hecho). Aunque el ángel hizo bien su trabajo, la anestesia le estaba abandonando y las sensaciones que le invadieron después de haber perdido su núcleo regresaron. Eran el vestigio de una dolencia y no el dolor desgarrador en sí, ese que conoció con Elliot y volvió a vivir con Shizuka pero mitigado por el poder de su sangre.
Pese a su debilidad, Ayato decidió encaminar sus pasos hacia la academia Musette, donde presumiblemente encontraría a Odette, la mascota de Demian, el vampiro purasangre que seguro sabría cómo volverle a la normalidad. Después de haberse enterado que su situación tenía una solución, sólo pudo pensar en demandar la ayuda de ese sujeto que le superaba en experiencia y poder, por más humillante que resultara.
Sin embargo, al llegar al recinto los vigilantes a cargo le indicaron que al ser día de festividades no había clases y, además, Odette no se encontraba en su habitación.
"Claro, estamos a 15 de febrero. Demian se debe estar divirtiendo con ella por todo ese rollo de San Valentín" pensó un poco molesto. En una situación normal, Ayato no habría tenido inconveniente en colarse a la escuela de todos modos, evadiendo a los guardias con su agilidad y su capacidad para volverse invisible. Pero vale, ya no podía hacerlo y si Odette ni siquiera estaba en Musette ni siquiera valía la pena intentarlo como humano.
Ese mismo día, en la noche, decidió adentrarse en la oscuridad del bosque donde todo comenzó. Era un sitio peligroso para cualquier humano corriente, pero Ayato nunca se había caracterizado por ser un tipo especialmente inteligente. Sólo fue allí con el vago presentimiento de que podría volver a ver a Elliot y descubrir algo. Lo que fuera.
Pese a su debilidad, Ayato decidió encaminar sus pasos hacia la academia Musette, donde presumiblemente encontraría a Odette, la mascota de Demian, el vampiro purasangre que seguro sabría cómo volverle a la normalidad. Después de haberse enterado que su situación tenía una solución, sólo pudo pensar en demandar la ayuda de ese sujeto que le superaba en experiencia y poder, por más humillante que resultara.
Sin embargo, al llegar al recinto los vigilantes a cargo le indicaron que al ser día de festividades no había clases y, además, Odette no se encontraba en su habitación.
"Claro, estamos a 15 de febrero. Demian se debe estar divirtiendo con ella por todo ese rollo de San Valentín" pensó un poco molesto. En una situación normal, Ayato no habría tenido inconveniente en colarse a la escuela de todos modos, evadiendo a los guardias con su agilidad y su capacidad para volverse invisible. Pero vale, ya no podía hacerlo y si Odette ni siquiera estaba en Musette ni siquiera valía la pena intentarlo como humano.
Ese mismo día, en la noche, decidió adentrarse en la oscuridad del bosque donde todo comenzó. Era un sitio peligroso para cualquier humano corriente, pero Ayato nunca se había caracterizado por ser un tipo especialmente inteligente. Sólo fue allí con el vago presentimiento de que podría volver a ver a Elliot y descubrir algo. Lo que fuera.
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
- Esto es una extraña manera de “volver a mis raíces” – se dijo, riéndose de manera realmente estúpida, desde donde estaba.
El cielo estaba de un marrón oscuro, como lodoso. La tierra era azul y estrellada, algo muy extraño a decir verdad. Los árboles no crecían como se supone que debían de crecer (es decir, hacia arriba), sino que crecían hacia el suelo azulado. La vampiro tenía una extraña sensación de mareo y su cabello estaba levantado completamente, como si hubiera recibido una terrible descarga eléctrica y su cabello estuviese arriba como el de Keilla, sólo que sin ser esponjado.
¿Qué rayos era lo que pasaba? Muy sencillo, a decir verdad. No es como si se hubiera drogado o algo por el estilo, sino que nuestra queridísima vampira estaba de cabeza, sosteniéndose de la rama de un árbol con las piernas, imitando la posición de un murciélago.
- A ver, hace mucho que no lo intento y este sitio es nuevo para mí… Algo me dice que me voy a llevar un par de golpes- analizó la vampiro, mirando todo a su alrededor con un semblante extrañamente serio, gesto que le duró pocos segundos cuando sonrió de oreja a oreja, mostrando los colmillos – Veamos cómo me va – y sin pensarlo más, se soltó de la rama para extender sus brazos, su cabello la envolvió por completo transformándola en un pequeño ser alado que salió volando ágilmente hacia los árboles.
Izquierda, derecha, derecha, izquierda, baja para que esquives una rama… Y se da el primer golpe. La vampiro vuelve a su apariencia pseudo-humana luego de darse un buen porrazo en el estómago con una rama. Era una fortuna que no supiera respirar, porque si no se le habría ido todo el aire. Refunfuñó llevándose el cabello hacia atrás y volvió a intentarlo, esta vez dejándose caer y no transformándose hasta el último minuto a ver si conseguía salir volando en un movimiento tipo película, cosa que consiguió a duras penas, pero perdió el equilibrio y pegó la mandíbula contra el suelo.
- Puff, esto es más difícil de lo que recordaba – se dijo, levantándose del cuelo y sacudiéndose la ropa – Pero no estoy tan mal como creí. Cinco años de no haber practicado este tipo de maniobras le hacen mal a la espalda – se estiró, haciendo crujir cada uno de sus huesos – ¿Hm?
Escuchó cómo algo se quebraba, no precisamente era su espalda. Había sido el sonido de algo parecido a una rama caída, de esas que te ponen los pelos de punta cuando estás solo en un lugar como este. La vampiro se quedó quieta para agudizar el oído, y cuando creyó definir de dónde provenía, volvió a extender sus alas para transformarse en un pequeño murciélago y se elevó, volando rápidamente en dirección al ruido. «A ver a ver… ¿Quién quiere jugar a las escondidas con Marcy~?»
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El cielo estaba de un marrón oscuro, como lodoso. La tierra era azul y estrellada, algo muy extraño a decir verdad. Los árboles no crecían como se supone que debían de crecer (es decir, hacia arriba), sino que crecían hacia el suelo azulado. La vampiro tenía una extraña sensación de mareo y su cabello estaba levantado completamente, como si hubiera recibido una terrible descarga eléctrica y su cabello estuviese arriba como el de Keilla, sólo que sin ser esponjado.
¿Qué rayos era lo que pasaba? Muy sencillo, a decir verdad. No es como si se hubiera drogado o algo por el estilo, sino que nuestra queridísima vampira estaba de cabeza, sosteniéndose de la rama de un árbol con las piernas, imitando la posición de un murciélago.
- A ver, hace mucho que no lo intento y este sitio es nuevo para mí… Algo me dice que me voy a llevar un par de golpes- analizó la vampiro, mirando todo a su alrededor con un semblante extrañamente serio, gesto que le duró pocos segundos cuando sonrió de oreja a oreja, mostrando los colmillos – Veamos cómo me va – y sin pensarlo más, se soltó de la rama para extender sus brazos, su cabello la envolvió por completo transformándola en un pequeño ser alado que salió volando ágilmente hacia los árboles.
Izquierda, derecha, derecha, izquierda, baja para que esquives una rama… Y se da el primer golpe. La vampiro vuelve a su apariencia pseudo-humana luego de darse un buen porrazo en el estómago con una rama. Era una fortuna que no supiera respirar, porque si no se le habría ido todo el aire. Refunfuñó llevándose el cabello hacia atrás y volvió a intentarlo, esta vez dejándose caer y no transformándose hasta el último minuto a ver si conseguía salir volando en un movimiento tipo película, cosa que consiguió a duras penas, pero perdió el equilibrio y pegó la mandíbula contra el suelo.
- Puff, esto es más difícil de lo que recordaba – se dijo, levantándose del cuelo y sacudiéndose la ropa – Pero no estoy tan mal como creí. Cinco años de no haber practicado este tipo de maniobras le hacen mal a la espalda – se estiró, haciendo crujir cada uno de sus huesos – ¿Hm?
Escuchó cómo algo se quebraba, no precisamente era su espalda. Había sido el sonido de algo parecido a una rama caída, de esas que te ponen los pelos de punta cuando estás solo en un lugar como este. La vampiro se quedó quieta para agudizar el oído, y cuando creyó definir de dónde provenía, volvió a extender sus alas para transformarse en un pequeño murciélago y se elevó, volando rápidamente en dirección al ruido. «A ver a ver… ¿Quién quiere jugar a las escondidas con Marcy~?»
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- clothes:
Puro glamour en esta vaina (?)
Marceline- Ocupación : Vocalista
Mensajes : 282
Fecha de inscripción : 28/07/2014
Edad : 25
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
¿Por qué había regresado a un sitio tan peligroso en primer lugar? Evidentemente, porque Ayato no era un tipo precavido, y se debía a esa misma razón que en el enfrentamiento con Elliot cometió una imprudencia tras otra.
Caminó sin rumbo ni preocupación hasta detenerse en uno de los claros del bosque, aquejado por una debilidad física constante. Como era de esperarse, su cuerpo no se recuperaría con la velocidad habitual. La extracción del núcleo le estaba pasando la cuenta, sólo tenía deseos de recostarse un momento y tomar una siesta, algo impensable en un vampiro. Por cada segundo que pasaba, la humanidad artificial de Ayato le iba invadiendo más y más, como un virus que en lugar de propagarse y dar la muerte, daba la ilusión de pura vitalidad.
"Heeh...a estas alturas no estoy interesado en tener un órgano palpitando en mi pecho..." pensaba, sintiendo pesadamente la tensión de sus músculos con cada paso. Las sensaciones estaban tan intensificiadas que no podía creer que un humano normal fuera tan sensible...y débil.
Con estas ideas, golpeó duramente un árbol aledaño. Pero lo único que obtuvo fue el desprendimiento de un par de hojas.
- ¡¡Tch!! ¡¿Qué clase de cuerpo es este?! ¡Ni siquiera puedo partir un árbol! - masculló, observando su puño ceñido con gran frustración. - Esta naturaleza...esta debilidad no me pertenece... - agregó abatido, creyéndose solo.
Estaba muy cerca del sitio donde encontró al ángel la primera vez, ¿estaría este interesado en hacerse aparecer nuevamente? Por más contradictorio que resultara, Ayato ansiaba que sucediera...había muchas cosas que quería saber, como los motivos que escondía su transformación (aunque fácilmente podía deducirlos). No le asustaba la idea de verlo, sabía que Elliot no le mataría pues si realmente quisiera hacerlo se hubiera ahorrado la transformación y le hubiese ejecutado esa misma noche. Confiaba plenamente en su instinto y sabía que era de esos sujetos que disfrutaban el dolor ajeno y 'experimentar' con sus presas. En parte empatizaba con ese aspecto del ángel, con la gran diferenciación de que él nunca se había caracterizado por ser especialmente calculador (ni tampoco contaba con tanto poder).
- ¿Huh? - de pronto, creyó escuchar el sonido de un ¿aleteo? - Habrá sido mi imaginación... - se dijo a sí mismo, volviendo el cuerpo hacia el lado contrario de donde pensaba aparecer el pequeño animalillo.
Caminó sin rumbo ni preocupación hasta detenerse en uno de los claros del bosque, aquejado por una debilidad física constante. Como era de esperarse, su cuerpo no se recuperaría con la velocidad habitual. La extracción del núcleo le estaba pasando la cuenta, sólo tenía deseos de recostarse un momento y tomar una siesta, algo impensable en un vampiro. Por cada segundo que pasaba, la humanidad artificial de Ayato le iba invadiendo más y más, como un virus que en lugar de propagarse y dar la muerte, daba la ilusión de pura vitalidad.
"Heeh...a estas alturas no estoy interesado en tener un órgano palpitando en mi pecho..." pensaba, sintiendo pesadamente la tensión de sus músculos con cada paso. Las sensaciones estaban tan intensificiadas que no podía creer que un humano normal fuera tan sensible...y débil.
Con estas ideas, golpeó duramente un árbol aledaño. Pero lo único que obtuvo fue el desprendimiento de un par de hojas.
- ¡¡Tch!! ¡¿Qué clase de cuerpo es este?! ¡Ni siquiera puedo partir un árbol! - masculló, observando su puño ceñido con gran frustración. - Esta naturaleza...esta debilidad no me pertenece... - agregó abatido, creyéndose solo.
Estaba muy cerca del sitio donde encontró al ángel la primera vez, ¿estaría este interesado en hacerse aparecer nuevamente? Por más contradictorio que resultara, Ayato ansiaba que sucediera...había muchas cosas que quería saber, como los motivos que escondía su transformación (aunque fácilmente podía deducirlos). No le asustaba la idea de verlo, sabía que Elliot no le mataría pues si realmente quisiera hacerlo se hubiera ahorrado la transformación y le hubiese ejecutado esa misma noche. Confiaba plenamente en su instinto y sabía que era de esos sujetos que disfrutaban el dolor ajeno y 'experimentar' con sus presas. En parte empatizaba con ese aspecto del ángel, con la gran diferenciación de que él nunca se había caracterizado por ser especialmente calculador (ni tampoco contaba con tanto poder).
- ¿Huh? - de pronto, creyó escuchar el sonido de un ¿aleteo? - Habrá sido mi imaginación... - se dijo a sí mismo, volviendo el cuerpo hacia el lado contrario de donde pensaba aparecer el pequeño animalillo.
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
Pronto se encontró con el origen del ruido que había perturbado el silencio: Ese color de piel ridículamente pálido que destacaba con la luz de la luna, era difícil el saber si era humano o un bicho raro. Igual no es como si importase mucho, ver a un joven suicida como ése sólo le provocaba sonreír de oreja a oreja.
Marceline se ubicó sobre el árbol que había golpeado, siendo sacudida por el puñetazo del chico, pero no perdió el equilibrio y se aferró a la rama en la que estaba. Observaba su frustración con cierta curiosidad, ¿Qué clase de cosas estaría diciendo exactamente? Muy posiblemente era un loco pasado de copas, aunque su muy sensible nariz no notaba nada de alcohol en el aire. Se acercó un poco más al chico escondiéndose en el tronco de árbol, incrustando sus pequeñas garritas sobre la madera y las alas extendidas, por si había que recurrir a una maniobra de escape improvisada.
Siguió acercándosele con sumo cuidado de que no la descubriese, el viento ululaba de una manera macabra, algo que le daba la oportunidad para seguir con su travesura. Separó los labios, dejando mostrar unos largos colmillos blancos que parecían estar ansiosos de probar la carne blanda del humano. Su boca se hacía agua, tanto así que la saliva brotó de los mismos y cayó como pequeñas gotas de agua con espuma, haciendo un horripilante contraste en una figurilla pequeña pero de ojos cyan sumamente brillantes y siniestros.
Aleteó desde donde estaba sólo para provocar más miedo con los sonidos que producía el viento a su favor, la dio la vuelta al tronco y, cuando estaba sumamente cerca del chico, acercó los colmillos al precioso cuello blanquecino del chico con un sonido sobrenatural que salía de su garganta, y su pequeña lengua serpenteando entre sus colmillos, todo en una mueca de criatura maligna (o vampiro, pues, aunque por dentro se estaba muriendo de la risa como ninguna otra persona… o vampiro).
Marceline se ubicó sobre el árbol que había golpeado, siendo sacudida por el puñetazo del chico, pero no perdió el equilibrio y se aferró a la rama en la que estaba. Observaba su frustración con cierta curiosidad, ¿Qué clase de cosas estaría diciendo exactamente? Muy posiblemente era un loco pasado de copas, aunque su muy sensible nariz no notaba nada de alcohol en el aire. Se acercó un poco más al chico escondiéndose en el tronco de árbol, incrustando sus pequeñas garritas sobre la madera y las alas extendidas, por si había que recurrir a una maniobra de escape improvisada.
Siguió acercándosele con sumo cuidado de que no la descubriese, el viento ululaba de una manera macabra, algo que le daba la oportunidad para seguir con su travesura. Separó los labios, dejando mostrar unos largos colmillos blancos que parecían estar ansiosos de probar la carne blanda del humano. Su boca se hacía agua, tanto así que la saliva brotó de los mismos y cayó como pequeñas gotas de agua con espuma, haciendo un horripilante contraste en una figurilla pequeña pero de ojos cyan sumamente brillantes y siniestros.
Aleteó desde donde estaba sólo para provocar más miedo con los sonidos que producía el viento a su favor, la dio la vuelta al tronco y, cuando estaba sumamente cerca del chico, acercó los colmillos al precioso cuello blanquecino del chico con un sonido sobrenatural que salía de su garganta, y su pequeña lengua serpenteando entre sus colmillos, todo en una mueca de criatura maligna (o vampiro, pues, aunque por dentro se estaba muriendo de la risa como ninguna otra persona… o vampiro).
Marceline- Ocupación : Vocalista
Mensajes : 282
Fecha de inscripción : 28/07/2014
Edad : 25
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
Se hizo un silencio mientras el muchacho seguía hundido en sus pensamientos, pero luego escuchó un nuevo movimiento...¿podía, realmente, tratarse de Elliot?
El sonido del viento y los misteriosos aleteos consiguieron desviar su atención otra vez. El ambiente que envolvía a ese solitario bosque de por sí era terrorífico, faltaba oír los aullidos de un lobo en la cumbre de un risco para tener el escenario perfecto de una película de terror. Arrugó el ceño y observó con el rabillo del ojo su entorno, convenciéndose de que aquello no era producto de su imaginación. Alerta, volvió la mirada de un lado a otro, sin dar con la criatura que lo asediaba.
Su estado únicamente le permitiría pelear contra humanos, y eso si es que su cuerpo no colapsaba en el intento, mas no se acobardaría. Sería una mentira decir que no tenía miedo pero el orgulloso Ayato no reconocería tal emoción y se enfrentaría a cualquier obstáculo que se encontrara en su frente. Podía encontrarse una condición débil, pero su altanería y gran ego seguían en su lugar.
Y, de manera repentina, una delgada y viscosa lengua serpenteó por sobre su hombro:
- ¡¡...!! - se sobresaltó, manteniendo la mandíbula apretada para no emitir ningún alarido. Volvió de lleno su cuerpo hacia la criatura ya identificada y tomó su pequeño cuerpo con la diestra de forma rápida y violenta - ¡te ten...! ¿Huh? - dejó escapar un gesto de sorpresa al ver que había atrapado a un murciélago de ojos luminosos y filosos colmillos. Sostuvo a la criatura un instante con una mano y, al creerla inofensiva, la lanzó hacia el aire como si de un objeto se tratara. - Tch...sólo era un estúpido murciélago... - replicó con desinterés, volviendo a darle la espalda al animal, sin prever una posible consecuencia por sus actos.
El sonido del viento y los misteriosos aleteos consiguieron desviar su atención otra vez. El ambiente que envolvía a ese solitario bosque de por sí era terrorífico, faltaba oír los aullidos de un lobo en la cumbre de un risco para tener el escenario perfecto de una película de terror. Arrugó el ceño y observó con el rabillo del ojo su entorno, convenciéndose de que aquello no era producto de su imaginación. Alerta, volvió la mirada de un lado a otro, sin dar con la criatura que lo asediaba.
Su estado únicamente le permitiría pelear contra humanos, y eso si es que su cuerpo no colapsaba en el intento, mas no se acobardaría. Sería una mentira decir que no tenía miedo pero el orgulloso Ayato no reconocería tal emoción y se enfrentaría a cualquier obstáculo que se encontrara en su frente. Podía encontrarse una condición débil, pero su altanería y gran ego seguían en su lugar.
Y, de manera repentina, una delgada y viscosa lengua serpenteó por sobre su hombro:
- ¡¡...!! - se sobresaltó, manteniendo la mandíbula apretada para no emitir ningún alarido. Volvió de lleno su cuerpo hacia la criatura ya identificada y tomó su pequeño cuerpo con la diestra de forma rápida y violenta - ¡te ten...! ¿Huh? - dejó escapar un gesto de sorpresa al ver que había atrapado a un murciélago de ojos luminosos y filosos colmillos. Sostuvo a la criatura un instante con una mano y, al creerla inofensiva, la lanzó hacia el aire como si de un objeto se tratara. - Tch...sólo era un estúpido murciélago... - replicó con desinterés, volviendo a darle la espalda al animal, sin prever una posible consecuencia por sus actos.
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
¡ZAS! Y la agarran cuando menos quieren.
Apenas y tuvo tiempo de reaccionar, pelando los ojos y soltando un muy ligero “¿Hm?” que se confundió con un chillido de murciélago. El chico la había atrapado con una agilidad que no creía posible, ¡Y eso que esta vez sí se había escondido bien! ¿Qué habrá fallado? ¿Habrá sido falta del drama? ¡Siempre te hace falta eso, Marceline! Pero ahora no iba a quejarse por ello, cuando el sujeto le sujetaba con una delicadeza comparada a la de un elefante montado sobre un mango.
La vampiro pataleaba desde donde estaba y seguía soltando los irritantes sonidos de bestia atrapada, y cuando el chico la desechó como si fuese un periódico, apenas y le dio tiempo de reponerse desde las alturas antes de soltar un sonoro “¡Aaaay!” y aferrarse al tronco del árbol con las uñas de murciélago, extendiendo sus alas y haciéndole una mueca de desagrado. Sus ojos se tornaron rojos por un breve instante en la que su lengua siseaba peligrosamente entre sus colmillos, y antes de lanzar un alarido que hizo menear las copas de los árboles, la chica murciélago desapareció.
Obviamente era cosa de que escondió detrás del tronco como la primera vez, sólo para poder sacudirse el polvo y menear la cabeza para avisparse, molesta a más no poder por ese trato tan desconsiderado. ¿Qué se creía ése muchachito? Más bien debería haber agradecido por no haberse topado con un bicho peor que Marceline, porque bien compasiva que es con mocosos como ese. Pero… como la vuelva a tratar así, estaría considerando la idea de darle un mordisco de los que hacía en el siglo XVII.
Escaló el árbol para ubicarse sobre la cabeza del chico, acostada sobre una rama que debía estar al menos a dos metros de su cabeza estando levantado, porque tenía pinta de ser alto. Marceline se le quedó mirando de mala gana esperando a que por fin se diera cuenta de su presencia, y cuando no parecía resultar con aquella mirada acusadora, se aclaró la garganta y habló como si de una voz de ultratumba se tratase:
- ¿Pero es que acaso no sabes cómo tratar a las señoritas delicadas como yo?! – preguntó mosqueada, y antes de que le diera chance al muchacho de responder, le tiró una castaña a la cabeza.
Apenas y tuvo tiempo de reaccionar, pelando los ojos y soltando un muy ligero “¿Hm?” que se confundió con un chillido de murciélago. El chico la había atrapado con una agilidad que no creía posible, ¡Y eso que esta vez sí se había escondido bien! ¿Qué habrá fallado? ¿Habrá sido falta del drama? ¡Siempre te hace falta eso, Marceline! Pero ahora no iba a quejarse por ello, cuando el sujeto le sujetaba con una delicadeza comparada a la de un elefante montado sobre un mango.
La vampiro pataleaba desde donde estaba y seguía soltando los irritantes sonidos de bestia atrapada, y cuando el chico la desechó como si fuese un periódico, apenas y le dio tiempo de reponerse desde las alturas antes de soltar un sonoro “¡Aaaay!” y aferrarse al tronco del árbol con las uñas de murciélago, extendiendo sus alas y haciéndole una mueca de desagrado. Sus ojos se tornaron rojos por un breve instante en la que su lengua siseaba peligrosamente entre sus colmillos, y antes de lanzar un alarido que hizo menear las copas de los árboles, la chica murciélago desapareció.
Obviamente era cosa de que escondió detrás del tronco como la primera vez, sólo para poder sacudirse el polvo y menear la cabeza para avisparse, molesta a más no poder por ese trato tan desconsiderado. ¿Qué se creía ése muchachito? Más bien debería haber agradecido por no haberse topado con un bicho peor que Marceline, porque bien compasiva que es con mocosos como ese. Pero… como la vuelva a tratar así, estaría considerando la idea de darle un mordisco de los que hacía en el siglo XVII.
Escaló el árbol para ubicarse sobre la cabeza del chico, acostada sobre una rama que debía estar al menos a dos metros de su cabeza estando levantado, porque tenía pinta de ser alto. Marceline se le quedó mirando de mala gana esperando a que por fin se diera cuenta de su presencia, y cuando no parecía resultar con aquella mirada acusadora, se aclaró la garganta y habló como si de una voz de ultratumba se tratase:
- ¿Pero es que acaso no sabes cómo tratar a las señoritas delicadas como yo?! – preguntó mosqueada, y antes de que le diera chance al muchacho de responder, le tiró una castaña a la cabeza.
Marceline- Ocupación : Vocalista
Mensajes : 282
Fecha de inscripción : 28/07/2014
Edad : 25
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
Decidió continuar su camino y adentrarse en las profundidades de tan siniestro bosque, consciente de que podría encontrar criaturas mucho más peligrosas que un simple murciélago. Pero un pensamiento detuvo sus pasos.
"¿Mmh?" Ahora que lo pensaba bien, le parecía un poco extraño haber podido tomar al animal con mediana facilidad pues se supone que son criaturas muy veloces. Ayato observó distraído la palma de su mano, la abrió y la cerró unas cuantas veces, como si en esta se hallara la respuesta a todas sus dudas: ¿realmente perdió sus facultades vampíricas para siempre? No descartaba la posibilidad de seguir manteniéndolas pero en menor grado, después de todo un humano natural tendría dificultades para realizar la hazaña anterior.
- ¿Pero es que acaso no sabes cómo tratar a las señoritas delicadas como yo? - Una voz estridente le habló desde las alturas, pero su potencia consiguió llenar el ambiente de tal forma que desorientó al arrogante muchacho.
- ¡¡...!! - dio un respingo y volvió la mirada hacia todos lados, hacia los costados, hacia el frente y también se volteó. Incluso observó las ramas de los árboles sobre su cabeza pero sólo se encontró con el espesor de las hojas y al murciélago de hace unos momentos posado por ahí. Pero Ayato hizo caso omiso a su presencia y siguió buscando al 'ser' que le habló: - ¡¿Quién está ahí?! ¡Sal de inmediato! - bramó furioso y tensando la mandíbula al hablar.
"Mierda...no puedo percibir nada...¡este cuerpo me resulta totalmente inútil!" pensaba frustrado. Alguien le acechaba y de momento sólo sabía que se trataba de una mujer, pero ¿a qué venía ese comentario? ¿Acaso había cometido un acto que atentara contra su delicadeza femenina? Fue entonces que reaccionó y comprendió el significado de sus palabras:
- ... - del modo más ocurrente, Ayato volvió la mirada hacia el animal sobre su cabeza, observándole fijo. Ya no como una criatura indefensa a la cual dedicaría indiferencia, sino como a un enemigo. - ¿Quién eres? - preguntó muy serio, dirigiéndose claramente al misterioso murciélago de hace unos momentos.
"¿Mmh?" Ahora que lo pensaba bien, le parecía un poco extraño haber podido tomar al animal con mediana facilidad pues se supone que son criaturas muy veloces. Ayato observó distraído la palma de su mano, la abrió y la cerró unas cuantas veces, como si en esta se hallara la respuesta a todas sus dudas: ¿realmente perdió sus facultades vampíricas para siempre? No descartaba la posibilidad de seguir manteniéndolas pero en menor grado, después de todo un humano natural tendría dificultades para realizar la hazaña anterior.
- ¿Pero es que acaso no sabes cómo tratar a las señoritas delicadas como yo? - Una voz estridente le habló desde las alturas, pero su potencia consiguió llenar el ambiente de tal forma que desorientó al arrogante muchacho.
- ¡¡...!! - dio un respingo y volvió la mirada hacia todos lados, hacia los costados, hacia el frente y también se volteó. Incluso observó las ramas de los árboles sobre su cabeza pero sólo se encontró con el espesor de las hojas y al murciélago de hace unos momentos posado por ahí. Pero Ayato hizo caso omiso a su presencia y siguió buscando al 'ser' que le habló: - ¡¿Quién está ahí?! ¡Sal de inmediato! - bramó furioso y tensando la mandíbula al hablar.
"Mierda...no puedo percibir nada...¡este cuerpo me resulta totalmente inútil!" pensaba frustrado. Alguien le acechaba y de momento sólo sabía que se trataba de una mujer, pero ¿a qué venía ese comentario? ¿Acaso había cometido un acto que atentara contra su delicadeza femenina? Fue entonces que reaccionó y comprendió el significado de sus palabras:
- ... - del modo más ocurrente, Ayato volvió la mirada hacia el animal sobre su cabeza, observándole fijo. Ya no como una criatura indefensa a la cual dedicaría indiferencia, sino como a un enemigo. - ¿Quién eres? - preguntó muy serio, dirigiéndose claramente al misterioso murciélago de hace unos momentos.
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
- Uuuuh, cuidaaado. Tu voz resulta tan amenazadora con esa carita de sumiso que tienes. – respondió haciendo movimientos “paranormales” con las manos, como si el chico le hubiera causado un escalofrío al hablar. La vampiro, burlándose como siempre, se acostó de panza sobre la rama señalando vagamente al muchacho que estaba con ella – Antes que nada deberías disculparte, ¿Qué no enseñan modales a los jóvenes de ahora?
Mirándolo desde las alturas, el murciélago batió sus alas sólo para volver a levantarse y quedar de pie sobre la rama. Antes de que el chico pudiera arreglárselas para alborotar las hojas o algo por el estilo con sus gritos, la murciélago le hizo una señal con su pequeña mano que hiciera silencio, caminando en dirección al tronco. Apenas hubo contacto con él, la vampiro desapareció como si de repente se hubiese vuelto invisible, indetectable para el ojo mundano.
Divertida porque el ambiente sombrío del bosque le permitía seguir con su jueguito del escondite, Marceline rió haciendo que sus carcajadas se confundieran con el siniestro ulular del viento y los árboles volvieran a estremecerse, mientras que la muchacha descendía cual serpiente por el tronco del árbol como si su piel se hubiese adaptado a la superficie que tocaba. Una vez en el suelo, se hizo “visible” al muchacho, saludándolo desde el suelo con una sonrisa acolmillada:
- ¿Cómo está el clima allá arriba?
Pero antes de que pudiera volver a responder, la muchacha había vuelto a desaparecer de nuevo, ahora desplazándose rápidamente para colarse dentro de la ropa del chico y escalar su pierna, clavándole sus pequeñas garritas en la piel como si de un ratón se tratara, queriendo llegar hasta el cuello de su camisa y asomarse como animalillo para saludar. Llegado a la clavícula, le dio un pequeño mordisco como si estuviera considerando la idea de comérselo.
Mirándolo desde las alturas, el murciélago batió sus alas sólo para volver a levantarse y quedar de pie sobre la rama. Antes de que el chico pudiera arreglárselas para alborotar las hojas o algo por el estilo con sus gritos, la murciélago le hizo una señal con su pequeña mano que hiciera silencio, caminando en dirección al tronco. Apenas hubo contacto con él, la vampiro desapareció como si de repente se hubiese vuelto invisible, indetectable para el ojo mundano.
Divertida porque el ambiente sombrío del bosque le permitía seguir con su jueguito del escondite, Marceline rió haciendo que sus carcajadas se confundieran con el siniestro ulular del viento y los árboles volvieran a estremecerse, mientras que la muchacha descendía cual serpiente por el tronco del árbol como si su piel se hubiese adaptado a la superficie que tocaba. Una vez en el suelo, se hizo “visible” al muchacho, saludándolo desde el suelo con una sonrisa acolmillada:
- ¿Cómo está el clima allá arriba?
Pero antes de que pudiera volver a responder, la muchacha había vuelto a desaparecer de nuevo, ahora desplazándose rápidamente para colarse dentro de la ropa del chico y escalar su pierna, clavándole sus pequeñas garritas en la piel como si de un ratón se tratara, queriendo llegar hasta el cuello de su camisa y asomarse como animalillo para saludar. Llegado a la clavícula, le dio un pequeño mordisco como si estuviera considerando la idea de comérselo.
Marceline- Ocupación : Vocalista
Mensajes : 282
Fecha de inscripción : 28/07/2014
Edad : 25
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
El humano arrugó el ceño y notó que un pequeño tic se apoderaba de su ceja izquierda al oír el primer comentario. ¿Sumiso? ¿A quién diablos le llamaba sumiso? Hacerle enojar era tarea sencilla, y utilizar ese calificativo para dirigirse al gran Ayato fue suficiente para conseguirlo. Estaba molesto, pero un mínimo sentido de la cautela le mantuvo en su posición; sabía que si la criatura que le hablaba estaba en forma de murciélago su forma real debía corresponder a la de un vampiro o una bestia. No le extrañaría que así fuera, en la mansión Alvatore existían algunos sujetos que podían transformarse.
- ¿Disculparme? ¡Has sido tú quien ha aparecido de la nada! - le reprochó, consciente de que le estaban tomando el pelo. ¿Por qué iba a ser considerado con un murciélago? ¡Ni de coña se disculparía!
Pero mientras decía aquello el animal desapareció de las ramas ubicadas a gran altura, lo que sobresaltó al muchacho. Estaba seguro de que la criatura podría aparecer en cualquier sitio por lo que paseó la mirada por el entorno, expectante. Al cabo de un instante, la vocecilla del murciélago volvió a escucharse cerca de sus pies:
- ¿Cómo está el clima allá arriba?
- ¡¡...!! - Ayato bajó la mirada y se echó instintivamente hacia atrás, pero la criatura se adentró en sus vaqueros sin que pudiera evitarlo, provocándole un terrible cosquilleo en los muslos. - ¡¡Ocht!! ¡¿Pero qué haces?! ¡De-detente! - le ordenó mientras golpeaba con ambas manos sus piernas, intentando atrapar a la criatura que, por supuesto, era mucho más rápida y pequeña que él y conseguía escabullirse con facilidad.
Ayato sacudió su cuerpo de un lado a otro, intentando atrapar al bicharraco y aplastarlo, pero no lo logró. Aquella fue una escena muy ridícula que para suerte del afectado nadie pudo atestiguar.
De pronto el murciélago hizo aparición en el cuello de su camisa, provocándole un leve estremecimiento por la presencia de vellos en su pequeño cuerpo. Ayato llevó rápidamente una mano hasta su garganta para atraparlo, pero éste ya le había clavado los colmillos cuando lo hizo.
- ¡¡Tch!! - envolvió al animal con una mano y lo apartó de un sólo tirón, sintiendo dolorosamente cómo los pequeños colmillos le herían la piel. Dos orificios comenzaron a borbotear delgados hilos de sangre mientras que Ayato atrapaba a la traviesa criatura con ambas manos. Después de recuperar el aliento, el muchacho esbozó una sonrisa victoriosa y le dijo: - Jeh, te tengo.
- ¿Disculparme? ¡Has sido tú quien ha aparecido de la nada! - le reprochó, consciente de que le estaban tomando el pelo. ¿Por qué iba a ser considerado con un murciélago? ¡Ni de coña se disculparía!
Pero mientras decía aquello el animal desapareció de las ramas ubicadas a gran altura, lo que sobresaltó al muchacho. Estaba seguro de que la criatura podría aparecer en cualquier sitio por lo que paseó la mirada por el entorno, expectante. Al cabo de un instante, la vocecilla del murciélago volvió a escucharse cerca de sus pies:
- ¿Cómo está el clima allá arriba?
- ¡¡...!! - Ayato bajó la mirada y se echó instintivamente hacia atrás, pero la criatura se adentró en sus vaqueros sin que pudiera evitarlo, provocándole un terrible cosquilleo en los muslos. - ¡¡Ocht!! ¡¿Pero qué haces?! ¡De-detente! - le ordenó mientras golpeaba con ambas manos sus piernas, intentando atrapar a la criatura que, por supuesto, era mucho más rápida y pequeña que él y conseguía escabullirse con facilidad.
Ayato sacudió su cuerpo de un lado a otro, intentando atrapar al bicharraco y aplastarlo, pero no lo logró. Aquella fue una escena muy ridícula que para suerte del afectado nadie pudo atestiguar.
De pronto el murciélago hizo aparición en el cuello de su camisa, provocándole un leve estremecimiento por la presencia de vellos en su pequeño cuerpo. Ayato llevó rápidamente una mano hasta su garganta para atraparlo, pero éste ya le había clavado los colmillos cuando lo hizo.
- ¡¡Tch!! - envolvió al animal con una mano y lo apartó de un sólo tirón, sintiendo dolorosamente cómo los pequeños colmillos le herían la piel. Dos orificios comenzaron a borbotear delgados hilos de sangre mientras que Ayato atrapaba a la traviesa criatura con ambas manos. Después de recuperar el aliento, el muchacho esbozó una sonrisa victoriosa y le dijo: - Jeh, te tengo.
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
Cualquiera calificaría ese comportamiento como el de un chiquillo de ocho años, ¿Quién iba a imaginar que Marceline, la GRAN Marceline Abadeer iba a ponerse de esa manera? Bueno, hay varias cosas que podrían ayudar a justificarlo: La primera, era que Marceline tenía mil y pico de años y hacía lo que le venía en gana, y segundo, ¡Era la primera vez que visitaba el bosque de la ciudad! Tenía que aprovechar que estaba un muchacho subnormal con el que pudiera jugar un rato, porque el resto de sus amigos ya conocían las “tácticas” que ella siempre empleaba cuando jugaba a las escondidas.
Sin embargo, su jueguito no duró mucho, cuando el chico la atrapó y declaró su victoria aplastándola entre sus manos.
- ¡Ay! ¿Puedes ser más rústico, por favor? Creo que todavía no me has sacado las tripas, indecente – dijo de mala gana, mirándolo con un puchero.
Aún y cuando quizás no llegaría a verse tan “adorable” como esperaba, la muchacha infló las mejillas y le miró con las orejas caídas, como si fuese un perro regañado. Tras eso, se le vino una interesantísima idea que quizás podría animar un poco las cosas, dado a que el chico había echado a perder su juego al atraparla (aunque en cierto modo había sido apropósito, como para probar sus reflejos). La muchacha sonrió a medio lado y se rió suavemente, volviendo a causar el extraño eco en el bosque.
- ¿Te crees muy rudo, verdad? ¿Crees poder con alguien de tu tamaño?
Tras estas palabras y una sonrisa escalofriante, su rostro empezó a ensancharse al igual que su cuerpo, empezando a escaparse de los dedos del humano mientras sus alas se agradaban y sus extremidades se alargaban violentamente hasta volverlos brazos y piernas largos. Su cara se ensanchó hasta que adaptó un tamaño superior al del muchacho, alzándose desde su posición para mostrar los enormes colmillos y extender sus grandes alas amenazando al chiquillo con un grito ensordecedor de vampiro. ¡Ahora es que empieza la cacería, con una Marceline tamaño jumbo!
- Te doy hasta tres para que corras – dijo, jugueteando con su lengua viperina entre los dientes – y llevo cuatro~
Sin embargo, su jueguito no duró mucho, cuando el chico la atrapó y declaró su victoria aplastándola entre sus manos.
- ¡Ay! ¿Puedes ser más rústico, por favor? Creo que todavía no me has sacado las tripas, indecente – dijo de mala gana, mirándolo con un puchero.
Aún y cuando quizás no llegaría a verse tan “adorable” como esperaba, la muchacha infló las mejillas y le miró con las orejas caídas, como si fuese un perro regañado. Tras eso, se le vino una interesantísima idea que quizás podría animar un poco las cosas, dado a que el chico había echado a perder su juego al atraparla (aunque en cierto modo había sido apropósito, como para probar sus reflejos). La muchacha sonrió a medio lado y se rió suavemente, volviendo a causar el extraño eco en el bosque.
- ¿Te crees muy rudo, verdad? ¿Crees poder con alguien de tu tamaño?
Tras estas palabras y una sonrisa escalofriante, su rostro empezó a ensancharse al igual que su cuerpo, empezando a escaparse de los dedos del humano mientras sus alas se agradaban y sus extremidades se alargaban violentamente hasta volverlos brazos y piernas largos. Su cara se ensanchó hasta que adaptó un tamaño superior al del muchacho, alzándose desde su posición para mostrar los enormes colmillos y extender sus grandes alas amenazando al chiquillo con un grito ensordecedor de vampiro. ¡Ahora es que empieza la cacería, con una Marceline tamaño jumbo!
- Te doy hasta tres para que corras – dijo, jugueteando con su lengua viperina entre los dientes – y llevo cuatro~
- Spoiler:
- ¡Perdón perdón perdón perdón! TwT no me había dado cuenta que me respondiste dado a que estaba pilas con las clases, ¡Para la próxima no me tardo nada!
Marceline- Ocupación : Vocalista
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Edad : 25
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
Ayato se relajó instintivamente, pensando que la diferencia de tamaños era suficiente para garantizar su seguridad. Nada podría suceder mientras sostuviera al pequeño murciélago entre sus manos, estaba inmovilizado. Le tranquilizaba que el enemigo no fuera ningún ángel que tuviera la capacidad de volver a modificar su núcleo a placer, pero ese asunto igualmente le traía pensativo: ¿qué clase de criatura era? Pensó en preguntar de la manera más directa pero los desafíos verbales no tardaron en llegar, desviando su atención del tema importante.
¡Sí que era fastidioso! Debía ser muy valiente al provocar de esa forma a alguien de su tamaño...
Dejó escapar un gruñido y comenzó a oprimir fieramente el cuerpo de la extraña criatura, con la intención de sacarle las tripas como ella pedía. Pero apenas él llevó a cabo esta acción el animal sufrió una repentina transformación que le ayudó a escapar de sus garras.
Ayato le soltó, se alejó con las pupilas dilatadas y se colocó a la defensiva...¡según veía, la forma original de ese murciélago era aún más grande que él!
Pero la emoción y la adrenalina durmieron su sentido común en ese momento, al punto de que el estúpido humano olvidó por completo su condición y se pensó a sí mismo otra vez como un vampiro poderoso y con más de una habilidad bajo la manga.
- Esto se ha puesto interesante... - comentó mientras se ponía en posición de batalla con sus puños cerrados y dirigidos hacia el enemigo, dispuesto a enfrentarlo. Observó impresionado sus dimensiones y reconoció de inmediato el tipo de colmillos que adornaban sus fauces: indudablemente se trataba de un vampiro. Sonrió confiado, seguro de haber encontrado un desafío digno de él. - ¡Muy bien, mastodonte, ahora voy a enseñarte lo que...! ¿Haa? - interrumpió su discurso pues al parecer su lanza de batalla no mostraba indicios de querer aparecer.
Tuvo que procesar unos segundos la situación en la que se encontraba para recordar, patéticamente, que sus poderes estaban sellados.
- ¡¡¡MIERDA!!! - bramó humillado momentos antes de largarse a correr en dirección contraria, adentrándose en las profundidades del bosque a la velocidad que sus piernas humanas le permitían.
¡Sí que era fastidioso! Debía ser muy valiente al provocar de esa forma a alguien de su tamaño...
Dejó escapar un gruñido y comenzó a oprimir fieramente el cuerpo de la extraña criatura, con la intención de sacarle las tripas como ella pedía. Pero apenas él llevó a cabo esta acción el animal sufrió una repentina transformación que le ayudó a escapar de sus garras.
Ayato le soltó, se alejó con las pupilas dilatadas y se colocó a la defensiva...¡según veía, la forma original de ese murciélago era aún más grande que él!
Pero la emoción y la adrenalina durmieron su sentido común en ese momento, al punto de que el estúpido humano olvidó por completo su condición y se pensó a sí mismo otra vez como un vampiro poderoso y con más de una habilidad bajo la manga.
- Esto se ha puesto interesante... - comentó mientras se ponía en posición de batalla con sus puños cerrados y dirigidos hacia el enemigo, dispuesto a enfrentarlo. Observó impresionado sus dimensiones y reconoció de inmediato el tipo de colmillos que adornaban sus fauces: indudablemente se trataba de un vampiro. Sonrió confiado, seguro de haber encontrado un desafío digno de él. - ¡Muy bien, mastodonte, ahora voy a enseñarte lo que...! ¿Haa? - interrumpió su discurso pues al parecer su lanza de batalla no mostraba indicios de querer aparecer.
Tuvo que procesar unos segundos la situación en la que se encontraba para recordar, patéticamente, que sus poderes estaban sellados.
- ¡¡¡MIERDA!!! - bramó humillado momentos antes de largarse a correr en dirección contraria, adentrándose en las profundidades del bosque a la velocidad que sus piernas humanas le permitían.
- Spoiler:
- jajajajaja descuida, es normal que pase xd
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
- ¿Por qué corres? ¿Es que acaso te doy miedo? – preguntó la vampiro cuando le vio dar media vuelta y correr. ¡Hace años que no participaba en una persecución! Justo como había dicho el chico: Las cosas se estaban poniendo interesantes. Verlo huir de esa manera le provocaba mucha diversión, tanto que empezó a reírse estruendosamente mientras extendía las alas y empezaba a perseguirlo desde el aire – ¡Adelante, escóndete, ratoncito! Escóndete que con mucho gusto te encuentro~
Hacía tiempo que no se divertía de esa manera, ¡Desde la época de las brujas, para ser más específicos! Podría decirse que era su época preferida, en la que ahuyentaba a los pueblerinos haciéndoles creer que era una horrible criatura enviada por el mismísimo Satanás, convocado por alguna bruja maligna que aterrorizaba a todos y les obligaba a pagar bajo ciertas condiciones para que la criatura se fuera. Efectivamente, si nos ponemos a retroceder, nos daremos cuenta que era una jugarreta ideada por Keilla y Marceline para ganar dinero y popularidad extra, pero es algo que no cabe dentro de esta persecución.
Soltaba bufidos y arañaba los troncos desde las alturas sólo para darle más efecto de película de acción, moviéndose a distintas direcciones y pasando entre los árboles mientras que cazaba al sujeto en cuestión. Para ser un simple humano tenía buena condición física, se dijo, ¿Qué había estado esperando al habérsele querido enfrentar? ¿Es que acaso la estaba engañando y en cualquier momento le haría comer ajo o una cosa loca parecida? Pues si era así… ¡Había que averiguarlo!
Sin pensárselo dos veces, descendió para sujetar al muchacho con sus huesudas manos y clavar las garras sobre su ropa, sin llegar a perforar su carne. Lo elevó por encima del suelo, llegando por encima de las copas de los árboles mientras que abría sus fauces y fingía que lo llevaba a alguna cueva escalofriante o algo por el estilo para devorarlo lentamente. Al abrir su boca, sus colmillos desprendieron un hilo de saliva que mostraban lo sedienta que estaba, su lengua viperina relamió sus labios que se habían alargado en una sonrisa, ascendiendo cada vez y haciendo ver al bosque como un pequeño matorral de brócolis.
- Hace tiempo que no pruebo el puré de humano. ¿Qué edad tienes, chico? ¿Estás lo suficientemente maduro para no caerme mal al estómago? – preguntó, haciendo brillar sus ojos de escalofriante color con la luz de la luna.
Hacía tiempo que no se divertía de esa manera, ¡Desde la época de las brujas, para ser más específicos! Podría decirse que era su época preferida, en la que ahuyentaba a los pueblerinos haciéndoles creer que era una horrible criatura enviada por el mismísimo Satanás, convocado por alguna bruja maligna que aterrorizaba a todos y les obligaba a pagar bajo ciertas condiciones para que la criatura se fuera. Efectivamente, si nos ponemos a retroceder, nos daremos cuenta que era una jugarreta ideada por Keilla y Marceline para ganar dinero y popularidad extra, pero es algo que no cabe dentro de esta persecución.
Soltaba bufidos y arañaba los troncos desde las alturas sólo para darle más efecto de película de acción, moviéndose a distintas direcciones y pasando entre los árboles mientras que cazaba al sujeto en cuestión. Para ser un simple humano tenía buena condición física, se dijo, ¿Qué había estado esperando al habérsele querido enfrentar? ¿Es que acaso la estaba engañando y en cualquier momento le haría comer ajo o una cosa loca parecida? Pues si era así… ¡Había que averiguarlo!
Sin pensárselo dos veces, descendió para sujetar al muchacho con sus huesudas manos y clavar las garras sobre su ropa, sin llegar a perforar su carne. Lo elevó por encima del suelo, llegando por encima de las copas de los árboles mientras que abría sus fauces y fingía que lo llevaba a alguna cueva escalofriante o algo por el estilo para devorarlo lentamente. Al abrir su boca, sus colmillos desprendieron un hilo de saliva que mostraban lo sedienta que estaba, su lengua viperina relamió sus labios que se habían alargado en una sonrisa, ascendiendo cada vez y haciendo ver al bosque como un pequeño matorral de brócolis.
- Hace tiempo que no pruebo el puré de humano. ¿Qué edad tienes, chico? ¿Estás lo suficientemente maduro para no caerme mal al estómago? – preguntó, haciendo brillar sus ojos de escalofriante color con la luz de la luna.
Marceline- Ocupación : Vocalista
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Fecha de inscripción : 28/07/2014
Edad : 25
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
"¿Miedo? ¡El grandioso Ayato no tiene miedo a nada!" Aquello sólo era...una retirada estratégica.
Haciendo caso omiso a los comentarios de la bestia, continuó su carrera hacia el interior del bosque. ¿Cómo iba a enfrentarla en esa condición? Sus golpes ni siquiera podían destruir el tronco de un árbol y sus saltos eran patéticos, no podía alcanzar la copa de los árboles con ellos por lo que incluso su huida estaba limitada. Corría bien para ser un humano pero aquello no era comparable a su velocidad vampírica, su enemigo no tardaría en darle caza si seguía así. Pensaba y pensaba pero no se caracterizaba por ser un buen estratega, y al juzgar por la situación y por las pocas (sino nulas) habilidades con las que contaba tendría que recurrir a un buen plan para acabar con su adversario.
Pero no se le ocurría nada y enfrentarle sin ningún as bajo la manga equivalía a un suicidio.
La bestia gruñía y destruía algunas ramas de árbol a su paso; este estruendo le generaba más ansiedad pues le permitía captar lo cerca que estaba y lo poco que tardaría en alcanzarlo. De pronto, un tronco voló por sobre su cabeza pero sus reflejos reaccionaron y se agachó a tiempo. Ayato estaba inserto en esta escalofriante y desesperanzada persecución hasta que la criatura le tomó de la ropa con sus huesudas patas. Como si las cosas no estuvieran lo suficientemente mal para él, notó que sus pies ansiosos que no dejaban de correr acababan de ascender por sobre el suelo, convirtiendo su trote en grandes y torpes zancadas que daba en el aire mientras el monstruo le elevaba por sobre los árboles.
"Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. MIERDA. MIERDAAAAAAA." Era lo único que pensaba mientras volaba cada vez más alto pues sabía que ya no tenía opción de escape. Si encontraba una forma de atacar al murciélago gigante y éste lo soltaba, no sobreviviría a la caída, pero si dejaba que éste le llevara hacia su misteriosa guarida terminaría siendo devorado...¿cuál era la muerte menos dolorosa?
- ¡¡Como si fuera a permitirlo!! - le gritó desafiante, balanceándose de un lado a otro con las manos empuñadas aunque las garras de su enemigo no parecían ceder a su peso.
Definitivamente prefería morir en la caída, al menos así existía la insignificante posibilidad de que los árboles le amortiguaran. ¡Por naturaleza era inmortal! ¿Cómo podía morir de un modo tan sencillo?
Haciendo caso omiso a los comentarios de la bestia, continuó su carrera hacia el interior del bosque. ¿Cómo iba a enfrentarla en esa condición? Sus golpes ni siquiera podían destruir el tronco de un árbol y sus saltos eran patéticos, no podía alcanzar la copa de los árboles con ellos por lo que incluso su huida estaba limitada. Corría bien para ser un humano pero aquello no era comparable a su velocidad vampírica, su enemigo no tardaría en darle caza si seguía así. Pensaba y pensaba pero no se caracterizaba por ser un buen estratega, y al juzgar por la situación y por las pocas (sino nulas) habilidades con las que contaba tendría que recurrir a un buen plan para acabar con su adversario.
Pero no se le ocurría nada y enfrentarle sin ningún as bajo la manga equivalía a un suicidio.
La bestia gruñía y destruía algunas ramas de árbol a su paso; este estruendo le generaba más ansiedad pues le permitía captar lo cerca que estaba y lo poco que tardaría en alcanzarlo. De pronto, un tronco voló por sobre su cabeza pero sus reflejos reaccionaron y se agachó a tiempo. Ayato estaba inserto en esta escalofriante y desesperanzada persecución hasta que la criatura le tomó de la ropa con sus huesudas patas. Como si las cosas no estuvieran lo suficientemente mal para él, notó que sus pies ansiosos que no dejaban de correr acababan de ascender por sobre el suelo, convirtiendo su trote en grandes y torpes zancadas que daba en el aire mientras el monstruo le elevaba por sobre los árboles.
"Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. MIERDA. MIERDAAAAAAA." Era lo único que pensaba mientras volaba cada vez más alto pues sabía que ya no tenía opción de escape. Si encontraba una forma de atacar al murciélago gigante y éste lo soltaba, no sobreviviría a la caída, pero si dejaba que éste le llevara hacia su misteriosa guarida terminaría siendo devorado...¿cuál era la muerte menos dolorosa?
- ¡¡Como si fuera a permitirlo!! - le gritó desafiante, balanceándose de un lado a otro con las manos empuñadas aunque las garras de su enemigo no parecían ceder a su peso.
Definitivamente prefería morir en la caída, al menos así existía la insignificante posibilidad de que los árboles le amortiguaran. ¡Por naturaleza era inmortal! ¿Cómo podía morir de un modo tan sencillo?
Re: Donde todo comenzó (Marceline)
- Huuuuy, ¡Cuidado! ¡Se está haciendo el duro! – dijo la vampiro, viendo cómo el muchacho intentaba zafarse de ella – Sólo retrasas lo inevitable, cariño mío~ Te llevaré a mi horripilante cueva donde te destrozaré hueso por hueso, ¡Y TE COMERÉ CON UNA PAJILLA! ¡MUAAAAHAHAHAHAHA!
Si, tal vez había acabado con la seriedad del asunto con eso, pero quería saber qué tan ingenuo era el chico mientras que se lo llevaba a más de mil pies de altura. ¡Era tan divertido verle la cara de asustado! Seguramente así se debió haber visto la primera vez que habló con una chica o algo por el estilo. La vampiro se estaba divirtiendo tanto con él que de verdad pensaba llegar hasta una cueva lejana o algo por el estilo a ver si correteaba como en un gallinero para escaparse… ¡O algo mucho mejor!
- ¡Espera, he decidido hacer algo mucho mejor! – dijo, elevando un poco al muchacho para que llegara más o menos a la altura de su rostro. Habían parado de ir hacia un rumbo fijo, sin embargo, la vampiro seguía manteniéndose en el aire desde donde estaba junto con el pelinegro – ¿Quieres que probemos si te pueden salir alas de la nada o que venga una princesa a rescatarte un segundo antes de la caída, chico? ¡Estoy segura que crees en lo que dicen las películas! – rió entre dientes, entrecerrando los ojos como si aquello de verdad fuese divertido. En realidad si, lo era… para ella, claro está – ¡Luego me dices qué tal el clima allá abajo, tesoro! – y sin más, soltó el muchacho para que cayera al vacío.
Tik tok, empezó a contar los segundos en los que el chico tardaría en caer y despotrijarse. De no morirse hecho papilla, probablemente le termine dando una taquicardia. No, ¡¿Y si le daban ambos?! ¡Qué emocionante! Miró con detenimiento para ver la cara del chico o si quería hacer un último gesto de despedida como de sacarle el dedo del medio o algo por el estilo, cosas así de niñitos humanos que se creían buena onda o estupideces así. La vampiro siguió contando y habían pasado al menos un par de segundos, cuando le perdió de vista, pensó que el chico ya se había estrellado cuando estaba distraída pensando en qué se desmoronaría primero: Si su cabeza o su columna.
- Ow, pero si lo veo desde aquí entonces no podré detallar bien su cara de espanto… – se dijo a sí misma, analizando la situación – Bueno bueno, creo que ya me divertí lo suficiente con él. – rió, antes de lanzarse en picada a por el chico.
Fue descendiendo a gran velocidad hasta perderse en las hojas de los árboles, donde rápidamente volvió a transformarse en la atractiva mujer de piel sobrenatural y larguísimo cabello. Aumentó su velocidad y aprovechando la caída se acercó al chico como si de un ventarrón se tratase, cuyo viento “misterioso” se aprovechó de la situación para jugar con el chico y hacerle una broma pesada y tocarle el cuerpo antes de llegar hasta sus hombros, ¡Incluso se había tomado el descaro de sujetarle el-que-te-conté sólo por joderlo! Finalmente, lo atajó sujetándole de los hombros y salvándolo de una muerte segura a un breve instante de que cayera, dejándolo colgado y bien paradito de manera que, al soltarse, aterrizara limpiamente sobre el suelo aprovechando la cercanía.
- Miren lo que me cayó del cielo, un lindo y fuerte jovenzuelo~ – dijo la vampiro, riéndose entre dientes.
Si, tal vez había acabado con la seriedad del asunto con eso, pero quería saber qué tan ingenuo era el chico mientras que se lo llevaba a más de mil pies de altura. ¡Era tan divertido verle la cara de asustado! Seguramente así se debió haber visto la primera vez que habló con una chica o algo por el estilo. La vampiro se estaba divirtiendo tanto con él que de verdad pensaba llegar hasta una cueva lejana o algo por el estilo a ver si correteaba como en un gallinero para escaparse… ¡O algo mucho mejor!
- ¡Espera, he decidido hacer algo mucho mejor! – dijo, elevando un poco al muchacho para que llegara más o menos a la altura de su rostro. Habían parado de ir hacia un rumbo fijo, sin embargo, la vampiro seguía manteniéndose en el aire desde donde estaba junto con el pelinegro – ¿Quieres que probemos si te pueden salir alas de la nada o que venga una princesa a rescatarte un segundo antes de la caída, chico? ¡Estoy segura que crees en lo que dicen las películas! – rió entre dientes, entrecerrando los ojos como si aquello de verdad fuese divertido. En realidad si, lo era… para ella, claro está – ¡Luego me dices qué tal el clima allá abajo, tesoro! – y sin más, soltó el muchacho para que cayera al vacío.
Tik tok, empezó a contar los segundos en los que el chico tardaría en caer y despotrijarse. De no morirse hecho papilla, probablemente le termine dando una taquicardia. No, ¡¿Y si le daban ambos?! ¡Qué emocionante! Miró con detenimiento para ver la cara del chico o si quería hacer un último gesto de despedida como de sacarle el dedo del medio o algo por el estilo, cosas así de niñitos humanos que se creían buena onda o estupideces así. La vampiro siguió contando y habían pasado al menos un par de segundos, cuando le perdió de vista, pensó que el chico ya se había estrellado cuando estaba distraída pensando en qué se desmoronaría primero: Si su cabeza o su columna.
- Ow, pero si lo veo desde aquí entonces no podré detallar bien su cara de espanto… – se dijo a sí misma, analizando la situación – Bueno bueno, creo que ya me divertí lo suficiente con él. – rió, antes de lanzarse en picada a por el chico.
Fue descendiendo a gran velocidad hasta perderse en las hojas de los árboles, donde rápidamente volvió a transformarse en la atractiva mujer de piel sobrenatural y larguísimo cabello. Aumentó su velocidad y aprovechando la caída se acercó al chico como si de un ventarrón se tratase, cuyo viento “misterioso” se aprovechó de la situación para jugar con el chico y hacerle una broma pesada y tocarle el cuerpo antes de llegar hasta sus hombros, ¡Incluso se había tomado el descaro de sujetarle el-que-te-conté sólo por joderlo! Finalmente, lo atajó sujetándole de los hombros y salvándolo de una muerte segura a un breve instante de que cayera, dejándolo colgado y bien paradito de manera que, al soltarse, aterrizara limpiamente sobre el suelo aprovechando la cercanía.
- Miren lo que me cayó del cielo, un lindo y fuerte jovenzuelo~ – dijo la vampiro, riéndose entre dientes.
- Spoiler:
- I REGRET NOTHING (?)
Marceline- Ocupación : Vocalista
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Re: Donde todo comenzó (Marceline)
Un escalofrío le recorrió la espalda al escuchar la descripción de la "tortura" que le esperaba a manos de ese bicharraco gigantesco, pero no iba a dejarse acobardar por sus amenazas. Más temprano que tarde sus patas tendrían que ceder ¿no? Apretó la mandíbula otra vez y, furioso, se balanceó con todas sus fuerzas para escapar. Incluso pensó en desvestirse para salir de allí; si lo hacía, la bestia se quedaría con la chaqueta improvisada que Shizuka le había hecho el día anterior y él escaparía de su destino.
Pero antes de llevar a cabo su plan, la criatura lo levantó hasta tenerle en frente. Ayato hizo una mueca que mezclaba el enojo y la repugnancia: ¿qué pensaba hacer ahora?
- ¿Quieres que probemos si te pueden salir alas de la nada o que venga una princesa a rescatarte un segundo antes de la caída, chico? ¡Estoy segura que crees en lo que dicen las películas! - Parecía algo...¿emocionada? Pero él no terminaba de comprender la propuesta.
- ¿Haa? - dejó escapar, acompañado de un leve gruñido lleno de fastidio.
- ¡Luego me dices qué tal el clima allá abajo, tesoro!
- Escucha, te voy a patear el culo si no me sueltaaaa-...¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!!!!!!! - en correspondencia con sus deseos, el pelinegro cayó pesadamente al vacío.
El grito se prolongó a lo largo de una caída que parecía eterna. Ayato se alborotó en el aire como cualquier ser sin capacidad de vuelo, girando sobre su propio eje. ¿En qué momento se le había ocurrido que esa era la mejor vía de escape? Ahora lo único que deseaba era volver a las garras del murciélago, ser llevado hasta su cueva y tener un penoso combate con él.
Los árboles acababan de atravesarse en su recto camino, pero no consiguió sujetarse de ninguna rama dada la vertiginosa velocidad a la que iba. Estaba claro que si no hacía algo se mataría. Las náuseas que le producía la adrenalínica caída no le causaban ninguna gracia, estaba a pocos metros del piso cuando el humano se puso cabeza abajo y se cubrió el rostro, haciendo la forma X con sus antebrazos. De esa forma podría mantener protegido su cráneo y su corazón; si Elliot le convirtió en un verdadero humano esas serían las formas más inmediatas de matarle...pero vamos, ¿y si algo puntiagudo le atravesaba la frente al caer o si le daba una taquicardia?
No, no, lo que más le preocupaba era su vejiga...estaba tan apretada en esos momentos que temía pasara lo peor...
- ¡¡¡...!!! - una "brisa" recorrió su cuerpo de forma literal, estimulando precisamente esa zona que tan sensible estaba por el susto que se estaba llevando.
De manera inesperada una atractiva mujer de piel grisácea y larga cabellera negra le sostuvo, deteniendo abruptamente su descenso y dejándolo sobre el suelo. Lo había salvado de una muerte segura pero Ayato sólo se quedó observándole en estado de shock, y cuando sus nervios comenzaron a relajarse otra vez una sucia mancha en su entrepierna comenzó a expandirse en la tela del pantalón. Acababa de orinarse en contra de su voluntad.
- ... - lo único que hizo fue bajar su mirada, incrédulo. - N-no es lo que...parece... - balbuceó, más avergonzado de lo que su propio ego le permitía mostrar.
Pero antes de llevar a cabo su plan, la criatura lo levantó hasta tenerle en frente. Ayato hizo una mueca que mezclaba el enojo y la repugnancia: ¿qué pensaba hacer ahora?
- ¿Quieres que probemos si te pueden salir alas de la nada o que venga una princesa a rescatarte un segundo antes de la caída, chico? ¡Estoy segura que crees en lo que dicen las películas! - Parecía algo...¿emocionada? Pero él no terminaba de comprender la propuesta.
- ¿Haa? - dejó escapar, acompañado de un leve gruñido lleno de fastidio.
- ¡Luego me dices qué tal el clima allá abajo, tesoro!
- Escucha, te voy a patear el culo si no me sueltaaaa-...¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!!!!!!! - en correspondencia con sus deseos, el pelinegro cayó pesadamente al vacío.
El grito se prolongó a lo largo de una caída que parecía eterna. Ayato se alborotó en el aire como cualquier ser sin capacidad de vuelo, girando sobre su propio eje. ¿En qué momento se le había ocurrido que esa era la mejor vía de escape? Ahora lo único que deseaba era volver a las garras del murciélago, ser llevado hasta su cueva y tener un penoso combate con él.
Los árboles acababan de atravesarse en su recto camino, pero no consiguió sujetarse de ninguna rama dada la vertiginosa velocidad a la que iba. Estaba claro que si no hacía algo se mataría. Las náuseas que le producía la adrenalínica caída no le causaban ninguna gracia, estaba a pocos metros del piso cuando el humano se puso cabeza abajo y se cubrió el rostro, haciendo la forma X con sus antebrazos. De esa forma podría mantener protegido su cráneo y su corazón; si Elliot le convirtió en un verdadero humano esas serían las formas más inmediatas de matarle...pero vamos, ¿y si algo puntiagudo le atravesaba la frente al caer o si le daba una taquicardia?
No, no, lo que más le preocupaba era su vejiga...estaba tan apretada en esos momentos que temía pasara lo peor...
- ¡¡¡...!!! - una "brisa" recorrió su cuerpo de forma literal, estimulando precisamente esa zona que tan sensible estaba por el susto que se estaba llevando.
De manera inesperada una atractiva mujer de piel grisácea y larga cabellera negra le sostuvo, deteniendo abruptamente su descenso y dejándolo sobre el suelo. Lo había salvado de una muerte segura pero Ayato sólo se quedó observándole en estado de shock, y cuando sus nervios comenzaron a relajarse otra vez una sucia mancha en su entrepierna comenzó a expandirse en la tela del pantalón. Acababa de orinarse en contra de su voluntad.
- ... - lo único que hizo fue bajar su mirada, incrédulo. - N-no es lo que...parece... - balbuceó, más avergonzado de lo que su propio ego le permitía mostrar.
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