Partituras Enigmáticas [Priv. Marceline]

La tan característica sonrisa de lado: desafiante, seductora, amenazadora. Se dibujó en parte de los labios del peli azulado al escuchar la pregunta de de joven de cabellos oscuros. -Me gustaría decirte inventarte miles de explicaciones, pero la verdad es que no tengo tanto tiempo como para tener una gran lista de contactos y esta de más hablarte sobre el tiempo que uno invierte todos los días en los ensayos.- Miro de reojo a la coqueta de Marce que sabía muy bien como despertar ese instinto animal en él. -No me importa si son cinco o más ya que solo me interesa que una me corretee en especial.-

Se mordió el labio tratando de contenerse cuando vio de nuevo a Marce en su forma humana y más con aquellas largas piernas una sobre otra, su mente ya había pensado muy bien en donde quería colocar aquellas hermosas piernas. –En verdad eres alguien de cuidado.- La miro directamente a aquellas hermosas orbes carmesí que tanto le encantaban, tomándose su tiempo para apreciarlas a detalle antes de cerrarle la puerta como todo un caballero para después caminar hasta la puerta del conductor y entrar de un salto deslizándose con una práctica ya aprendida tomando el toldo con un brazo a modo de apoco.

Ambientación:

El moto del auto rugió con fuerza cuando Aomine oprimió el botón para encenderlo, aunque no fue el único sonido que mato el silencio que se había formado en aquella parte de la ciudad. Cuando pisó el acelerador un redoble de batería solo en los altavoces del auto seguido de una aullante guitarra, las luces de la ciudad pasaban como estrellas fugaces por los cristales laterales. La brisa fría de la noche agitaba la cabellera azulada de Aomine casi al mismo ritmo que el compás de las notas, zigzagueaba rápidamente entre los autos avanzando con rapidez en aquella carretera. El motor revolucionaba rugiendo por todo el camino como si se tratara de un león corriendo libre por Glass City en busca de su presa.

Realizaba los cambios en la palanca de velocidades con una habilidad que sin duda indicaba que le gustaba correr aquel auto cada que podía, lo cual era cierto ya que cada que podía se escapaba por a altas horas de la noches para recorrer las casi vacías calles de Glass City. Después de todo lo que había ocurrido durante el día, aun no podía creer que todo aquello no se tratara de un sueño y más con la hermosa chica que se encontraba acompañándolo en aquel momento. Agradecía conocer un poco más de lo que pensaba las curvas y rectas que tenía la ciudad de lo contrario no hubiese podido recorrer aquellas largas piernas con sus orbes Azuladas subiendo lentamente por su cuerpo hasta llegar a los orbes carmesí de Marce.

-Creo que yo soy el que debe dar por hecho que ya te encuentras comprometida con alguien, me sería difícil creer que estas soltera y más suponiendo que llevas más tiempo en la ciudad que yo. Aparte de tener una figura de miedo, tienes una personalidad que sin duda a más de uno dejaría sin palabras. ¿Cuántos corazones haz roto ya Marce?- Una sonrisa traviesa terminaba la pregunta del peli azul sabía que quería saber más sobre ellas y pese a lo que le dijera, quería tenerla solo para el. Que egoísta podía llegar a ser en algunas ocasiones.

Los movimientos de Marce por supuesto llamaron la atención del peli azul y aun que se encontraba disfrutando correr en las calles de la gran orbe, sus ojos habían encontrado algo más que disfrutar. El cabello largo siempre había sido algo que para él era sumamente sensual y si a eso le sumábamos el largo cuello y los hermosos hombros que la chica poseía, aquello era una oportunidad que no podía dejar pasar. –La forma en que cae tu cabello por tus hombros es algo sumamente seductor y creo que está de más decírtelo pro que estoy seguro que lo sabes ¿No es cierto?- Sus orbes se posaron sobre el delineado rostros de la chica y apreciaron detenidamente las pinceladas que marcaba aquella negra cabellera al contorno del mismo, una de sus manos sostenida con firmeza el volante y la otra está un poco más libre ya que solo la utilizaba para hacer los cambios.

Cuando su acompañante cruzo las piernas la tentación era tanta que sus instintos no hicieron otra cosa que escuchar el llamado de la seductora Marceline, sus dedos se deslizaron por la pierna que estaba arriba de la otra, desde la rodilla de la chico moviéndose lentamente, dejándole sentir su tacto en los poros de la piel. Fue subiendo poco a poco sintiendo aquella tersa y suave piel que ella poseía, un auto que iba por medio de dos carriles le hizo apartar la vista de las hermosas piernas de Marceline por unos instantes mientras lo dejaba atrás. De nuevo con un camino vacío frente a ellos regreso su atención al tacto de sus dedos.

-Quien pensaría encontrar curvas tan peligrosas en esta ciudad tan tranquila.- Miro de nuevo la figura de la chica de abajo hacia arriba, dejando que sus ojos degustaran aquella hermosa silueta. –Créeme cuando te digo que si llego a sentir algo de miedo no es por el hecho de ser uno más en tu lista si  no al querer repetir.- Le dedico aquella sonrisa de lado desafiante y juguetona que tanto lo caracterizaba y le apretó el muslo extendiendo su fuerte mano sobre la pierna de ella dejándole sentir aquel tacto seductor y varonil. –En eso te secundo lo mejor será disfrutar esta noche, que es solo nuestra.-

Arqueo una de sus cejas sorprendido con la respuesta, aunque tal vez en el fondo sabía que lo diría. –Interesante, entonces tendré que hacerte cambiar de opinión.- Su tacto se deslizo por la pierna de la chica ejerciendo un poco de presión y soltando en intervalos. –Y espero que todo sea de tu personal agrado mi bella Marce.- Dio un último giro para entrar en unas grandes torres de departamentos perfectamente iluminados, subieron una rampa para después entrar en un elevador para autos y llegar hasta el último piso. Donde se encontraba un estacionamiento para no más de diez lugares y el resto parecía ser parte de un piso más que de un departamento.

Se estaciono al más próximo a una gran entrada con dos grandes puertas automáticas de vidrio templado que tenían unas pequeñas jardineras decorándolas por los lados, Salió de auto y enseguida fue del lado del copiloto para abrirle la puerta a la chica y extenderle su brazo. -Comencemos esta noche Marce-