Compras de pareja (Sora)

Ya han pasado dos días desde que conoció a Andrea y que irónicamente, empezaran a salir y tuvieran su primera vez. Cualquiera diría que están locas, ¿pero a quién le importa lo que piensen los demás? Cuando son ellas las que deben sentirse cómodas, y si así es, ¡a tomar viento los demás!
Además, recibió la llamada de su hermano que iría a la ciudad a empezar su empleo como mánager, pudiendo ser así al poder usar su apellido ya que sus padres eran músicos reconocidos. Y como lo conocía bien, iba a tener que hacer unas compras con comida variada para que él no sobreviviera de lo instantáneos, en serio, no quiere colesterol y la tensión alta en su hermano.

Actualmente está en la escuela impartiendo clases de música, concretamente de piano cuando ya le cedieron el puesto oficialmente, siendo también compartida con su compañero Julius.
En el almuerzo, recibe la llamada de su chica, con quien sólo había podido hablar por teléfono.

-¿Hola? ¿Eh, a comprar? Claro, estoy libre a la tarde –Le responde enseguida, y ya sería dos pájaros de un tiro: estar con su chica y comprar cosas decentes para su hermano- Estaré ahí a las 4, tranquila –Y dicho así, sigue con su rutina hasta que a las tres y media termina su jornada.

Intenta ir lo más rápido que puede, pero se quiera o no, tiene la responsabilidad de esperar a que los alumnos salgan de clase para cerrar el aula, dejar las cosas en su mesa de trabajo y salir. Pero los alumnos suyos les encanta hablar, así que algunos se acercan a ella y bueno, la chica acepta y sólo puede quitárselos de encima cuando mira la hora de su móvil y con una sonrisa decir amablemente que tenía prisa. A su suerte, lo entienden y la dejan marchar.
Deja las cosas, y blablablá; sale y coge la moto para dirigirse al centro comercial, y es que a su suerte este le queda cerca, por lo que llega a tiempo, aparcando la moto, poniéndole los seguros, guardando el casco y buscando con la mirada a su chica.

Por primera vez, su rubia la podría ver cómo va vestida al trabajo: con unos pantalones negros, unos zapatos del mismo color, una camisa blanca muy lisa y una chaqueta negra -de esas que tienen forma de V-, dándole un toque de “elegancia”, mientras se deshace la coleta, dejando su cabello suelto.

Escucha su nombre, así que mientras coloca el coletero en su muñeca, sus ojos se fijan sobre su chica. Sonríe dulcemente y la recibe con los ojos abiertos, fijando siempre sus ojos sobre los suyos hasta envolverla en un cálido abrazo y tener sus cabezas juntas.

¿Te hice esperar mucho? Lo siento, mis alumnos les gusta mucho hablar –Le pregunta sonriéndole tiernamente- También tenía ganas de verte –Le susurra tomando cariñosamente su mano y dándole un beso en la palma de su mano, antes de entrelazar sus dedos y reír suavemente- ¿Tan así? –Pregunta ante el cumplido y con un suave rubor en sus mejillas, y es que simplemente ella nunca se consideró como una chica atractiva a pesar de que muchas personas no opinaban como ella. Se acerca hasta su oído- Porque tú sí que eres linda… –Le susurra besando su mejilla- ¿Vamos entrando?

Le sonríe tiernamente para entrar ya al centro mientras deja que la tome del brazo. Arquea una ceja para tocar su mejilla con su dedo índice.

-Si no te llega el dinero, te lo puedo pagar yo, no te preocupes –Le comenta no por amabilidad, sino porque quería ayudarla a que se comprara lo que necesitara- Yo sólo debo comprar comida para que mi hermano no depende de lo instantáneo –Le informa por si le daba pena que le hiciera ese favor, aunque al ser pareja, no es un favor ya que es algo que hace porque quiere- Siempre lo preguntan todos los lunes –Le responde tras reírse ligeramente y ruborizarse suavemente- No dije nada, sólo tartamudee e inicié la clase con un fuerte rubor en la cara… Suficiente para que se rieran y empezaran a preguntar por ti… –Le responde rascándose suavemente la mejilla con su dedo índice y con un pequeño rubor que perdura en sus mejillas todavía.

Ríe suavemente y le deposita un suave beso en la frente mientras la abraza un corto momento, antes de volver a dejar su brazo disponible para ella.

-Llegó antes de lo que creí, y claro que le hablé de ti –Le comenta- Él mismo dijo que vinieras a cenar algunas vez, sólo que se cree que va a ser el aguanta velas –Se encoge de hombros riendo suavemente- Ya le dije que nos portaríamos bien –Le susurra besando su mejilla, dando alusión a que ambas son bastante cariñosas y con su hermano deberían cortarse un poco, más para no incomodarlo mucho.

El rubor se ocupa de sus mejillas mientras la mira con vergüenza y con leves tartamudeos, que lo más seguro la rubia ya se habría dado cuenta que es algo típico en ella cuando se pone nerviosa.

-N-No me gusta hablar de mí dentro de clases… es decir, ahí se va a estudiar… –Se rasca la mejilla con su dedo índice mientras mira de reojo hacia otro lado.

Entran en la parte de la fruta y verdura, y dispuesto que ambos hermanos les gusta hacer deporte, la morena no duda en coger principalmente plátanos y manzanas, ya que son las frutas más recomendables para el deporte. Mira a su chica para hacer memoria de lo que tiene en la nevera y demás cosas.

-Lo único que me falta es la fruta y tal vez algo de pasta para hacer… –Le responde, aun sabiendo que de seguro cogería algo más- ¿Segura que sólo necesitas eso? –Le pregunta tras pestañear un par de veces.

Ríe suavemente para encogerse de hombros, abrazándola en un corto momento por la espalda.

-Ya eres la mejor, eres mi princesa –Le susurra besando su mejilla- Además, teniendo en cuenta sus otras dos cuñadas, te va a adorar, créeme… Después de comprobar que eres perfecta para mí –Le dice recordando perfectamente que no se llevaba realmente bien con sus dos anteriores parejas, dos personas que eran muy posesivas con la morena y que ni ella legó a sentir algo por ellas… Salió con ellas por no saber decirles un “no”. Cosas de la adolescencia

Deshace el abrazo suavemente para que ella pueda tomarle del brazo una vez más mientras se movían por las estanterías y cogían lo necesario. Ríe ligeramente.

-Sólo podría decir que eres mi más mayor tesoro –Le susurra entre tímida y con decisión en su sonrisa, besando su sien- No importa, pasemos por cada estantería por si se nos olvida algo, a veces suele pasar –Comenta riendo suavemente.

La morena no es una persona que suela buscar avergonzar a la gente, pero en el caso de su chica es distinto, así que en cierta manera sí era una venganza encubierta de dulzura. Van pasando por los estantes hasta que la rubia se para a ver un mandil en concreto; la mira viendo como se lo sobrepone un poco lo que le hace sonreír, mirándola con expectación.

-Se ve genial en ti, mi princesa –Le susurra para darle un corto beso en los labios- Aunque se te vería mejor con nosotras dos a solas, y tú sólo llevando eso… –Se atreve a comentar muerta de vergüenza y se nota por su suave rubor en las mejillas, pero con una media sonrisa de manera juguetona.

Ríe ligeramente, siguiéndola con la mirada y notando un suave latido en su corazón cuando ve el guiño. Y su mente es tan traicionera que no tarda en imaginarse a su rubia llevando solamente ese mandil, lo que le hace ir completamente a las nubes y sonreír de medio lado, hasta que reacciona cuando le pregunta.

-¿Decorar el pastel? –Arquea una ceja al no entender a lo que se refería, y es que su mente sigue siendo un poco inocente a pesar de haberse atrevido a comentar aquello e imaginarse a su chica con poca tela- Cualquiera me vale… –Sigue respondiendo con ese pequeño interrogante en su cabeza.