Una reunion necesaria(Priv.Mine)

A penas llego a la ciudad se le comunico que había cierta chiquilla que necesitaba ser representada, su anterior manager por alguna razón que luego investigaría se había retirado dejándola sola en su travesía-tsk...¿acaso debo ahora reparar el error de un tipo poco profesional?que fastidio....Por otro lado, me parece de lo más extraño que dejen a un músico así como así, como sea.

¿Ah?-Camus miraba con detención los antecedentes de la pianista, analizando sus datos mientras que sus dedos levantaban delicadamente los lentes sobre su tabique.

Mine Sagan-al parecer demasiada escasa la información de la joven mujer salió de su despacho, se dirigió a las dependencias donde se encontraban los antecedentes del sello y sus artistas actuales y anteriores, buscó entre ellos el apellido de la señorita de forma minuciosa. Se enteró que tal familia era de una elite de pianistas desde hace muchos años- Algo que se lleva en la sangre, las tradiciones se ven mucho en familias acaudaladas, supongo...-el árbol genealógico de la familia Sagan mostraba que era la primogénita de aquella generación-ya veo, ¿el hermano acaso no siguió la linea?bueno...no es como si me importara, sólo si afecta a la chiquilla sería importante.


Luego de recolectar como siempre la información correspondiente volvió a su ahora nueva oficina , ya estaba decorada como a él le placía, un aire muy elegante, quizás no estaba igual al despacho de su nueva morada pero era cómoda. Sobre el escritorio siempre estaba una piedra ovalada de color azul, Camus la usaba para comunicarse con su reina en el Silk Palace.

Veamos...-se sentó en la silla, hace poco había pedido que le trajeran un café con leche-...tsk! qué es esto?!, maldición ¿acaso esta plebe no sabe hacer nada bien?-llamó por teléfono a la secretaria y su antigua cara de desagrado ahora volvía a ser la de un caballero, lo mismo que su voz, se suavizó completamente - Señorita, sería tan amable de traer más azúcar? verá...está algo amargo, muchisimas gracias-la mujer asintió y pronto trajo el azúcar dejándolo sobre el escritorio para luego retirarse-...al menos la mujer es obediente, eso me servirá-ocho cucharadas y revolver, siguió en lo suyo tomando un sorbo de la caliente bebida.

...Así que era cierto...-guardó silencio, ya con llegar un colega dijo una broma sobre "la princesita irascible" y no era para menos, la muchacha tenía antecedentes de violencia contra una bailarina del sello llamada Zinnia Millaray, aunque el anterior manager había sabido manejarlo bien, no había salido a la luz ni los paparazzi se habían enterado-Hubiese sido realmente molesto tener que invertir energía en borrar evidencia.-

A Camus nada se le escapaba y era necesario saber cada detalle de su nueva clienta para poder manejarla como él quisiera y que a su vez la señorita Sagan produjera como pianista y se viese beneficiada-Bueno, Aijima era igual de problemático, muchos de ellos lo eran..."aunque nunca pensé que debería toparme con una chica como esta."

-El teléfono sonó de pronto- Buenos días...¿Ya está aquí? esplendido, por favor indique a la señorita Sagan que pase a mi oficina, estaré esperando.  Traiga algo de té para que la señorita se sienta cómoda, no se preocupe por las formalidades, lo serviré yo, sólo traiga agua caliente.

"El té de este lugar no es suficientemente majestuoso para mi nueva clienta~"


Guardó todos los papeles de información privada de Mine en su cajón dejando sólo la ficha técnica sobre la mesa, era tiempo de conocer a la princesa erudita del piano, a la tan aclamada chica de la técnica perfecta, el manager se comportaría como todo un caballero, la fachada profesional ahora se presentaba en su rostro con la sonrisa y los movimientos casi de mayordomo.

Después de haber solicitado la ayuda de su jefe, el mismísimo Regan Vosuet, su problema de gestión fue resuelto. Su nuevo representante asignado sería el conde Camus, a quien conocía de nombre gracias a su pertenencia a una familia estrechamente relacionada con el mundo de la música, los Cryzard. La reunión se llevaría acabo en el sello, en la oficina del susodicho.

Mine llegó puntualmente a la hora acordada. No sabía qué esperar. Si bien ambos pertenecían a la nobleza, las tierras de Permafrost eran un misterio para ella. ¿Tendrían costumbres muy diferentes en relación a Glass City? No podía evitar sentir cierta inseguridad al respecto, además, Edgar también había sido asignado de esa forma, por lo que tenía miedo de que el patrón se repitiera y acabara sola otra vez.

«En fin, no tiene caso darle muchas vueltas al asunto. Le prometí a Lucien que daría lo mejor de mí» pensó, dándose ánimos a sí misma antes de entrar a la recepción. Lo único que había pedido al señor Vosuet al momento de realizar su solicitud era que su nuevo representante tuviera suficiente prestigio como para que su padre confiara en él. Camus cumplía con los requisitos, además, contaba con una sólida carrera profesional antes de ejercer como manager.

«Todo saldrá bien.»

Apenas la secretaria la vio aparecer en recepción dio aviso al conde de su presencia. Mine agradeció a la mujer, quien dulcemente le indicó que entrara a la oficina.

— Señor Cryzard. — Su tono fue suave y engañoso, tal y como era de esperarse de una señorita de su alcurnia. La muchacha vestía un delicado atuendo color blanco con una boina negra y su frondoso cabello estaba ordenado en una especie de trenza que se dejaba caer sobre su hombro izquierdo. — Soy Mine Sagan. Pianista. Es un verdadero placer conocerlo. — Se presentó con una elegante inclinación que incluyó un pequeño levantamiento de falda, para el cual se sirvió únicamente de la punta de sus dedos.

Un saludo adecuado, delicadeza y el tono tan relacionado a la alta clase. Camus sonrió tranquilamente mientras pensaba que seguramente la mujer que se encontraba frente a él era más que una cara bonita y buenos modales.

"Es una buena mentirosa, digna de la imagen que debe darse. Si es que no hubiera leído de ella seguramente la imagen de chica perfecta estaría totalmente ahora agregada a mi memoria"


Y es que lo sabía reconocer a los "suyos" vivir en un palacio donde siempre era visto el aparentar y sonreír para ganarse el favor de otros era pan de cada día.

Se levantó de su silla y se acercó con la espalda recta colocando su mano sobre su pecho- Señorita Sagan, para mi, Camus, es un placer tenerla en este lugar. Espero que nuestra alianza sea fructífera para ambas partes-indicó una silla del espacio cercana a una pequeña mesa de centro que usualmente usaba para tomar el té- Por favor, siéntese tenemos mucho de que hablar-le extendió su mano y con su usual sonrisa agradable, indicó- si usted lo desea puede darme su abrigo para que se sienta más cómoda. Le he pedido a la secretaria que nos proporcione agua caliente¿gusta del té?

— Lo mismo espero, señor — contestó educada, correspondiendo a su sonrisa. Acató inmediatamente su ofrecimiento y con un suave ademán se dirigió hacia el lugar que le indicaba. — Es usted un caballero. Muchas gracias — musitó cuando él se ofreció a recibir su abrigo, el cual Mine llevaba en un brazo. No le molestaba quedarse con él pero bien sabía lo grosero que resultaría rechazar tal gesto.

Una vez sentada, Mine supo a lo que iba. Había sido educada para instancias como esas, aunque llevaba tiempo sin relacionarse con alguien cercano a su edad que le comprendiera en ese aspecto. No contaba a Lucien pues llevaba tiempo sin verlo. «Ayer nos vimos... Después de varias semanas sin contacto...» pensó abatida, temiendo cuándo sucedería un próximo encuentro. Lo más sensato sería esperar a que fuera en la fiesta de año.

— Me encanta el té. Cualquier sabor que usted elija para acompañar esta reunión me complacerá — dijo la joven heredera, realmente a gusto con la idea. No era quisquillosa con los sabores del té puesto que amaba consumirlo y conocer nuevas variedades, por lo que confió en aquello que su nuevo representante tuviera para ofrecer.

El conde Camus era un hombre impecable. Oficina ordenada, buenas maneras, las palabras precisas y una presencia imponente. Su recibimiento le permitía ver todo eso, y es que no cualquiera poseía semejantes cualidades a ojos de Mine. «Admito que eso me hace sentir un poco ansiosa...»

En ese momento la secretaria entró a la oficina llevando consigo el agua caliente que Camus solicitó. La dejó en la pequeña mesa central y se retiró en un suspiro.

— Realmente estoy encantada de poder ser representada por usted... — confesó Mine en un abrupto arranque de honestidad.